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Capítulo 4

El joven guerrero se detuvo por completo. Sabía que debía llamar inmediatamente a Ala de Guijarro para que lo atendiera, pero, simplemente, era incapaz de abrir la boca.

De repente, el cielo se tiñó de un azul oscuro, los árboles se cubrieron de llamas y el aire pesado. Con el corazón galopando, Brinco de Conejo paseó su vista por todos los recuerdos que se revivían intimidantes en su mente. Por su cabeza no cruzaba ningún pensamiento.

Espantado, volvió su mirada hacia donde hace poco había estado Helecho Polar, con la diferencia de que él ya no estaba. En su reemplazo, estaba el cuerpo blanco y marrón de su madre, y el completamente marrón de su padre, ambos tapizados de quemaduras y los ojos vacíos y oscurecidos, sin vida.

—¡Relámpago Raudo! ¡Bigotes de Tulipán! —chilló el joven, con la voz de un aprendiz.

Pero sus padres no se movieron. Con un estremecimiento, Brinco de Conejo comprendió que no había nada más que hacer. Ni el poder unido de los Solares y los Lunares revertiría lo que acababa de suceder. Estaban muertos.

—¡Helecho Polar! ¡Helecho Polar!

Brinco de Conejo sacudió su cabeza al oir ese grito. Volvió a encontrarse en el claro del campamento con Helecho Polar en el suelo. Ala de Guijarro y casi todos los gatos estaban reunidos a su alrededor. ¿Qué... fue eso?

—¡Dénle espacio! —bufó alarmado el curandero negro—. ¡Necesita más aire!

Los gatos se alejaron, atemorizados, ante la advertencia de Ala de Guijarro. Mirada Quemada era el que más se había alejado, y clavó su vista angustiada en la del gato de ojos azul grisáceos.

—¿Qué le está pasando? ¿Se pondrá bien?

Justo cuando Ala de Guijarro estaba abriendo las fauces para hablar, un estremecimiento recorrió el cuerpo del veterano blanco y atigrado amarillo. Después, vino otro, y luego otro. Su cuerpo parecía moverse por sí solo en el suelo. Los guerreros soltaron aullidos espantados.

—¿Qué le pasa? —siseó Mirada Quemada, sacudiendo su cola rojiza de puro nerviosismo.

Los ojos del curandero eran inprenetables.

—Está convulsionando —volteó su vista a la de los gatos que lo rodeaban—. ¿Alguien puede traerme un poco de musgo?

Brinco de Conejo no titubeó en contestar.

—¡Yo justo estaba trayendo uno! ¡Lo traeré de inmediato!

Ala de Guujarro asintió agradecido, a la vez que el joven guerrero salía disparado a la cima del acantilado. Sintió que pasaron unos pocos latidos de corazón cuando se deslizó de vuelta al claro, con un buen retazo de musgo entre sus mandíbulas, que casi le ahogaba los pulmones. Rápidamente, se hizo camino entre los gatos y lo depositó frente a Ala de Guijarro.

El curandero tomó el musgo y se acercó a Helecho Polar, dejándo el musgo cerca de la boca del veterano, que seguía sacudiéndose de una inquietante manera. De repente, sus mándibulas se abrieron un poco, y de ellas empezó a emanar un estraño líquido de color blanco, que comenzó a caer en el retazo. Algunos gatos soltaron chillidos de horror.

Pero de repente, el cuerpo de Helecho Polar dejó de sacudirse, y la espuma dejó de salir de su boca. Cautelosamente, Ala de Guijarro se acercó al veterano y puso su oreja en su pecho, para luego levantar la cabeza y asentir.

—Está respirando. Rápido, necesito que algunos guerreros me ayuden a trasladarlo a mi guarida.

Con agilidad, Mordisco de Granito, Zorillo y Colmillo Férreo agarraron suavemente a Helecho Polar y comenzaron a arrastrarlo hacia la guarida del curandero negro. Cuando entraron, Brinco de Conejo optó por quedarse afuera, junto a otros preocupados guerreros. Pero... ¿por qué empezó a convulsionar? Estaba muy bien de salud... ¡no puede dejarnos ahora! Pobre Mirada Quemada...

Al veterano rojizo se le había permitido entrar, y entre las motas de aulagas, Brinco de Conejo creyó verlo cerca de su pareja, sentado, y con los ojos vidriosos. ¡No es justo!

De pronto, se empezaron a escuchar tosidos desde adentro de la guarida. Los gatos que hace poco estaban murmurando sus pensamientos se callaron por completo. El corazón del joven empezó nuevamente a correr. ¿Volvió a su conciencia?

Brinco de Conejo se estremeció al escuchar la voz de Helecho Polar.

—E-el sendero de c-cenizas el ga-gato pe-perseguirá, para encon-contrárse con la niebla que el pa-pa-pasado ya borró.

Apenas el veterano terminó de hablar, los rumores volvieron a expandirse como la pólvora. Brinco de Conejo y Estrella de Olivo eran los únicos en silencio. El joven no sabía qué pensar. La voz con la que había hablado Helecho Polar no parecía ser suya, era como... hueca.

Entre las aulagas, se asomó la cabeza de Ala de Guijarro. Su expresión no podía leerse.

—Estrella de Olivo, entra por favor.

Todos le dieron paso a su líder, quién se internó en la guarida sin decir absolutamente nada.

* * *

Brinco de Conejo sintió que habían pasado lunas antes de que Estrella de Olivo volviera a salir de la guarida del curandero. El joven trató de ver como se sentía, pero no pudo. La gata rara vez mostraba sus emociones.

—No creo que le haya pasado algo muy grave —maulló Resplandor de Niebla a su lado, tras lamerle una oreja—. En todo caso, es probable que Estrella de Olivo llame una reunión de Clan pronto. Ella sabe bastante bien lo angustiados que estamos.

Resplandor de Niebla y los demás habían regresado hace no mucho del entrenamiento, y el joven había tenido tiempo suficiente para contarle todo lo sucedido. Los dos estaban muy preocupados, como todos los demás. El ambiente en el campamento era silencioso y frío, el olor a temor se podía sentir a muchos árboles de distancia de la pendiente, de seguro. No mucho tiempo después, y tal como lo había predecido su pareja, la líder de manchas negras se había subido a los Tres Peldaños, para comenzar una reunión.

—¡Que todos los gatos lo bastante mayores para cazar sus propias presas se reúnan bajo los Tres Peldaños para escuchar mis palabras!

Los gatos, aliviados y curiosos por las nuevas noticias que pronto les serían reveladas, se reunieron en torno a los tres peldaños, preparándose para escuchar a Estrella de Olivo. Una vez todos estuvieron reunidos, la líder gris comenzó:

—Como todos saben, Helecho Polar ha convulsionado hoy. Afortunadamente, está vivo y consciente, y según Ala de Guijarro, en tres amaneceres más ya estará recuperado del todo— dijo solemnemente—. Sin embargo, después de su ataque, recibió una profecia por parte de los Lunares.

Automáticamente, Brinco de Conejo se acercó más a Resplandor de Niebla. Todo empezaba a tomar forma. Las palabras extrañas que había dicho, no las había dicho él como tal, sino que los Lunares. Pero... ¿Una profecía?

Estrella de Olivo pidió silencio con su cola. Una vez las voces se silenciaron, la gata gris continuó.

—Con Ala de Guijarro hemos conversado, y desconocemos el significado completo de esta profecía. Lo que sí sabemos es que esto debe ser informado en la Reunión de hoy, considerando además el hecho de que la Pradera también recibió una profecía, pero de los Solares, hace no mucho.

El atigrado marrón esponjó el pelaje de su cuello de puro miedo. Era de lo más extraño que dos profecías se recibieran en tan poco tiempo, y provenientes de ancestros diferentes. Lo único de lo que estaba seguro Brinco de Conejo, era que no significaba nada bueno.

—A la Reunión de esta noche asistirán Mordisco de Granito, Nube de Cernícalo, Brinco de Conejo, Cielo Ardiente y Ciprés —maulló la líder, antes de bajar de un salto de los Tres Peldaños y dirigirse a su guarida.

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