Yo soy
Era la primera vez que estos hombres se quedaban paralizados y sin palabras, estaban presenciando algo inusual, inexplicable he ilógico, aquel muchacho había crecido en estatura, corpulencia y hasta había cambiado de personalidad, la ingenuidad y la inocencia de su mirada se habían esfumado, dejando en su lugar un par de linternas aterradoras y deslumbrantes, si el diablo tuviera una apariencia, seguro sería esta, hermoso, glorioso y vil.
Bile se lleno de miedo he instintivamente le disparo al hombre que los mirada frívolamente.
—!No dispares¡—Ordenó Sullivan con su instinto de supervivencia activado.
—¿Que no vez que ya no es el mismo muchacho de hace un rato? —todos miraron sorprendidos como las balas rebotaban en el cuerpo de Davys o quien fuera que estuviera parado ahí.
—Maldición....¿que es esto? ¿quién eres tú?—le preguntaron atónitos y sin reparo, el hombre les respondió.
—"Yo soy la bestia"
En un abrir y cerrar de ojos, la bestia los derribó como si fueran de paja, a Bile lo arrojó contra la pared atravesándola con su cuerpo, a los otros dos oficiales les golpeó la cabeza contra el suelo dejándolos inconscientes y en cuanto al oficial Sullivan, la bestia lo miró fijamente y lo golpeó en la boca del estómago y antes de que el oficial se desmallara le dijo.
—Solo mueren los malos.—le dijo susurrándole al oído mientras Sullivan poco a poco perdía el conocimiento.
La bestia miró a su alrededor, el sótano estaba destruido y al observar nuevamente el cadaver de la abuela en aquella vieja mecedora, algo en su mente se fracturó.
Su mente se dividió bruscamente dando lugar al cambio, el proceso era similar a estar dentro de un tornado, dando vueltas infernales llenas de múltiples pensamientos tratando de hacerse uno solo, su cabeza estaba en llamas igual que su cuerpo, su temperatura era tan alta que respirar se volvía sofocante, el corazón le latía con fuerza y el dolor era similar al de un paro cardíaco, todo en él era un caos, dentro de sí mismo existía una guerra, una lucha constante para tomar el control, la bestia y Davys luchaban por alcanzar la luz y por esta ocasión, Davys salió a flote.
Había muchos olores en ese sótano, el olor de la sangre, la madera vieja y húmeda, el aroma de las detonaciones y el sudor nervioso de los policías, pero sobre todo estaba ese olor desagradable y asqueroso que lo hacía querer vomitar, ese hedor que le rompía el corazón.
Davys caminó lentamente hacia el cadaver de su abuela, ya ni siquiera podía reconocerla.
—¿Realmente era mi abuela? —se preguntó Davys así mismo lleno de tristeza.—¿Está fue alguna vez mi casa? ¿Quien demonios soy yo?
Davys tenía mucho miedo, sentía la presencia de un ser oscuro en alguna parte de la casa, en algún rincón de si mismo, se echó a llorar a los pies de aquel pegajoso cadaver, miró a los policías tendidos en el suelo y se lleno de culpa.
—Perdón...no se porque les hice todo esto...no se porque estás muerta abuela...no se que está pasando aquí...
—Auxilió...!que alguien me ayude a salir de esta pesadilla¡ Ben....
—!Davys¡ —gritó Ben casi ahogándose, pues había corrido demasiado, al ver la escena y a Davys llorando como un niño pequeño, su corazón se encogió.
—Davys...—Ben miró a su alrededor y vio a los policías llenos de sangre he inconscientes.
—Ben...creo que soy un monstruo...hice todo esto y ni siquiera recuerdo nada de lo qué pasó.—exclamaba Davys lleno de dolor y remordimiento.
—Tranquilo...estoy aquí, no me iré de tú lado, lo prometo.—le dijo Ben mientras lo abrazaba y añadió con voz suave y agitada.
—No puedo imaginarme lo difícil y aterrador que puede ser esto para ti, pero no eres tú quien ha causado todo este daño, no se cómo explicártelo pero...hay algo viviendo dentro de ti, él es el verdadero enemigo, tú eres bueno Davys, se que no fue tu intención lastimar a esta gente, tenemos que encontrar la manera de deshacernos de...
En ese mismo momento Davys sujeto con fuerza la mano de Ben, no había prestado atención a sus palabras porque su mente comenzaba a dar vueltas, sentía que no había suelo y que caía en un agujero negro repleto de recuerdos oscuros y siniestros.
—!Ahh¡—Davys gritó con fuerza y de una manera inexplicable transportó a Ben a sus recuerdos presenciando el origen de aquella pesadilla que parecía no tener fin.
Era una tarde lluviosa, el ambiente era tan deprimente que era inevitable no querer morirse, pues todo despedía un olor a desesperanza.
Ben se encontraba parado frente a una vieja casa, no había electricidad y apenas si se distinguía la luz de una vela en aquella mesa vacía, los fuertes gritos no se hicieron esperar y tras escuchar el llanto desesperado de un niño pequeño, Ben abrió la puerta con rapidez y se llevó una gran sorpresa, al entrar a la casa, lo primero que vio fue a un hombre corpulento golpear brutalmente a una mujer embarazada, la mujer era de origen asiático , pero su belleza era opacada por su extrema delgadez y los múltiples moretones que cubrían gran parte de su delicado cuerpo, aquella agresión se originó por un plato de sopa tibio y sin sal, aquel abusador apestaba alcohol y marihuana, Ben no podía intervenir pues cuando intentaba tocarlos se desvanecían como el humo.
Su frustración creció en el momento en el que vio a un niño pequeño el cual estaba escondido en una de las puertas debajo del lava platos, su corazón se encogió cuando reconoció que ese niño era Davys, solo tenía cinco años y al no soportar ver a sus madre suplicando piedad este se armo de valor para defenderla, pero su padre lo agarro del cabello y lo golpeó como si no valiera nada, rompiéndole uno de sus bracitos, una vez que el hombre se cansó, salió de la casa traspasando a Ben y se fue.
—!No¡ !maldito¡ ¿A donde crees que vas infeliz? !regresa acá¡ —Ben estaba lleno de impotencia porque no podía detenerlo y sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar la voz de Davys consolar a su mamá.
Tenía un ojo cerrado por los golpes y su nariz sangraba y aún así se acercó a su mamá para limpiarla.
—Ya mami, ya no llores, ya se fue la bestia, ya no nos hará daño.
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