¿Quien podría describirse así mismo?, ¿Quien se atrevería a decir que es realmente bueno? ¿De decir lo que realmente piensa? ¿De expresar lo que realmente siente?
Creo que todos vivimos ocultos bajo la máscara de la moralidad y los buenos modos, y yo no soy la excepción, la perversidad que escondo detrás de mi sonrisa dejaría perplejo a cualquiera, ¿Quien sería capaz de descubrir cuál de mis dos caras es la perversa? Tal vez...otro hipócrita como yo...

—¿Lisa? ¿Ya terminaste de arreglarte? El desayuno está en la mesa, me voy a trabajar, asegúrate de lavar tu plato cuando termines, ya sabes que a Charlie no le gusta que la cocina quede tirada.—le dice su madre quien se despide de ella con un beso.

—No te preocupes mamá, dejaré todo limpio antes de irme a la escuela.—le responde Lisa con una cálida sonrisa.

—Gracias cariño, en cuanto llegue Charlie sírvele el desayuno, si es necesario caliéntaselo, te amo.

—Yo también te amo.—Lisa continúa sonriendo mientras su madre sale de su habitación, y se dice en sus adentros.—Me pregunto si mi mamá sabrá que finjo la mayoría de las sonrisas que le dedico...

Lisa Jones cursaba su último año de preparatoria era una joven de apariencia bella y agradable, amable y de un semblante apacible, jamás nadie la había visto enfadarse, era inteligente y sabía controlar muy bien sus emociones, podría decirse que su mayor cualidad era su habilidad para fingir, una maestra de la hipocresía.

Lisa no acostumbraba a desayunar, amanecía con el estómago revuelto, padecía de insomnio debido a la ansiedad y bostezaba casi todo el tiempo.

El ruido de la perilla girando le avisaron que Charlie había llegado a casa y rápidamente se pone su máscara, la hermosa sonrisa que regalaba a todos los individuos con los que convivía.

—¿Hay alguien en casa?—pregunta Charlie con su voz profunda en tanto asoma la cabeza.

—¡Charlie! ¿Cómo te fue en el trabajo?.—le pregunta Lisa con amabilidad mientras le arrima el plato a la mesa.

—Huele delicioso ¿Tú hiciste el desayuno?—le pregunta Charlie hambriento.

—Mamá hizo los huevos con tocino, yo prepare los waffles.—expresa Lisa con alegría.

—Gracias, eres adorable.—Charlie le pellizca una mejilla, pero Lisa se aleja con discreción.

—Que disfrutes el desayuno, me voy a la escuela.
—¡Espera! Toma, cómprate un helado después de clases.—Charlie le da veinte dólares y Lisa le sonríe y le da la espalda.

En cuanto Lisa cruza la puerta el ambiente de paz que se respiraba hace unos pocos segundos se desvanece, transformándose rápidamente en uno de hostilidad
Y el rostro brillante de Lisa se vuelve frío y sombrío.

—Bastardo...espero disfrutes los waffles.—Lisa arruga el billete en su mano y lo tira a la basura.

Le daba mucho placer imaginar cómo su padrastro saboreaba cada bocado mientras desconocía de que estaban hechos los waffles que tanto disfrutaba.

Mientras Lisa caminaba rumbo a su escuela, escuchaba música clásica y aveces sonidos de tormentas y ventiscas, esto la relajaba al punto de que su cerebro le cosquilleaba y esa placentera electricidad le recorría la espina dorsal, se imaginaba todo tipo de escenarios, alimentando sus más oscuros deseos, fantaseaba con las cosas más bizarras, muchas veces su paz se veía interrumpida con las imágenes de ella asesinando a Charlie o a su maestra de historia, pero sacudía la cabeza mientras se refrescaba ventilando su cuello con uno de sus libros de estudio, pues esos pensamientos excitantes e involuntarios la acaloraban.

—Mírala, ¿No es hermosa?

—Es perfecta...parece una muñeca de porcelana.

—Buenos días.—Lisa las saluda con amabilidad
dejando ruborizadas a las chicas que la admiraban.

—Bue...buenos días...—titubearon emocionadas.

—Es tan amable, me encantaría tocarle el cabello.

—¡Hola Lisa!

—Hola Ben.

Lisa era como una celebridad en su escuela, estaba posicionada como la mejor de su clase, era políglota, atractiva,talentosa y se había convertido en el crush de muchos de sus compañeros, aún que no a todos les caía bien, que fuera tan popular le había traído varías enemigas entre ellas sus compañeras, Bessie,Olivia y Emily quienes formaban el club de las anti Lisa.

Lisa no había asistido a clases durante una semana debido a un supuesto dolor de estómago, se había perdido de los últimos acontecimientos en su salón, por ejemplo, el ingreso de un nuevo compañero, Davys Hill.

—Bienvenida señorita Jones ¿Se siente mejor? ¿O acaso necesita medio ciclo escolar para recuperarse?
—exprés la profesora Bonnie con sarcasmo pues no la soportaba.

—Buenos días profesora, le agradezco su preocupación, ya me encuentro mucho mejor.—Lisa la mira de pies a cabeza, no se dejaba intimidar, era segura de si misma y se lo restregaba a la señorita Bonnie quien creía que Lisa era sobre valorada y superficial.

A Lisa le gustaba sentarse en la última fila, en el último asiento, amaba el amplio panorama que ese lugar le proporcionaba, podía observar a sus compañeros, estudiarlos, conocer su conducta y sus manías, podía conocer sus debilidades y eso la hacía estar en la sima por que podía atacar primero si se daba la oportunidad.

Cada paso que daba dejaba estelas de su fragante perfume, girando mágicamente las cabezas de sus compañeros, pero hubo uno que no reaccionó, aquel extraño que tenía sumergido el rostro en su libro nuevo.

—¿Esto es tuyo?—Lisa se dirigió a Davys con un tono dulce y tranquilo, pero el estaba tan concentrado en su lectura que la ignoró.

—¡Oye idiota! Te están hablando.—le grita Jack mientras le lanzo su borrador a la cabeza.

—¿Que?!...Lo... lo siento, no escuché ¿Que pasa?—Davys reacciona asustado.

—¿Podrías quitar tus libros de mi asiento?—le pregunta aquella hermosa voz.

—¿Mis libros?—Davys se quedó anonadado al sumergirse en las brillantes pupilas de Lisa, quien lo miraba fijamente, pudo sentir como su alma se quedaba atrapada entre sus pestañas.

—Eh... ¡si! Lo siento, me entretuve leyendo...
Davys se sorprendió al ver cómo Lisa lo miró, de arriba a bajo para después apartarle rápidamente la mirada, con un sutil y casi indetectable desprecio.

—Muy bien jóvenes, abran sus libros en la página veintiséis de la sección dos, haber... ¿señor Martin podría iniciar con la lectura por favor? Después le seguirá Tom.

Davys no dejaba de mirar a Lisa, más aya de que le pareciera atractiva o no, era la sensación de peligro que sentía al tenerla tan cerca, su abuela le decía que el tenía un don especial, la habilidad de la percepción y el buen juicio, lo que sentía al estar sentado al lado de Lisa no era más que miedo, ella emanaba una energía pesada, era el único que podía reconocer a los demonios que se ocultan tras la piel humana.

Querido lector, gracias por leer "las dos caras de Géminis" espero tu corazón se vaya acelerando con cada capítulo, valoro mucho que me acompañes en esta nueva aventura 😄 si te gusto el capítulo no olvides dejar tu voto, me ayudaría muchísimo, "un abrazo"🥰