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Capítulo 4 - Sangre, Pasión y Secretos

— ¿Pero qué demonios te pasa, Emilia? — Aija le preguntó enfurecida.

La vampira estaba sentada en su cama con las piernas cruzadas utilizando la laptop que Lydia le presto.

— ¿Es esa mi laptop?

— Si Aija, estoy buscando información. — Emilia le contestó sin quitar de vista la pantalla de la computadora portátil.

— ¿Información sobre?— Aija preguntó con un tono molesto. La vampira la miró de reojo y la ignoró.

— Emilia, te estoy hablando. — La pelirroja le arrebató de las manos la laptop y Emilia se molestó.

— ¿Por qué me mentiste?— Emilia le gritó enfurecida y Aija cerró la laptop.

— No te mentí, los cazadores han desaparecido por años, y tengo mis contactos que me dicen todo lo que está pasando a nuestro alrededor. — La ex bruja respondió molesta y la miró a los ojos.

— ¡Eres una mentirosa, traidora! ¿Me levantaste para entregarme? ¡Dime la verdad!— Emilia estaba alborotada, sus colmillos estaban comenzando a pronunciarse y sus ademanes delicados se convirtieron en gestos amenazadores mientras siseaba, tratando de aguantar su furia.

— ¿Aún sigues con tus conflictos internos? ¡Nunca te he traicionado! — Aija gritó mientras aguantaba un nudo en su garganta.

— ¡Eres una mentirosa, una cobarde que huye de sus problemas!

— ¿En verdad piensas que estoy desarmada, que no tengo planes de huida por si algo llegara a pasar? ¡Pero que ingenua eres! — La pelirroja contestó con un tono burlón y Emilia le dio una mirada penetrante y se levantó de la cama.

— Entonces si tienes todo calculado como me acabas de insinuar. ¿Porque me despertaste? Y espero una razón válida. — Emilia cruzó sus brazos, tranquilizándose un poco.

— ¿Quieres la verdad? Pues la verdad tendrás. Te desperté de tu largo sueño profundo como una simple broma, una pequeña venganza por el sufrimiento que nos has causado. — Ella respondió con un tono poco creíble.

Emilia la miró perpleja, no podía creer lo que Aija, su amiga de hace años le había contestado. Se sintió traicionada y confundida, le había salvo la vida varias veces a ella y a su sobrina, ¿Cómo es posible que le saliera malagradecida?

Así que asintió y a la vez soltó una carcajada, escondiendo su dolor en un antifaz de sarcasmo para que Aija no se diera cuenta.

— ¿No crees que tenía más sentido dejarme en el ataúd para pudrirme con los gusanos y nunca volver a despertar? Mi vida estaba en tus manos, podías haber hecho lo que quisieras, sin embargo decidiste despertarme. — Emilia caminó hacia la puerta de su cuarto y antes de salir la miró por encima del hombro, Aija seguía sentada en su cama desconcertada con lo que acaba de decir.

— Se distinguir un mentiroso cuando lo veo, como ya vez, ahora mismo estas observando a una. — Emilia dijo señalándose a sí misma y se fue.

Aija se quedó estupefacta, aún estaba en shock por lo que le había dicho. ¿Emilia le estaba insinuando que ella estaba mintiendo, porque sabe muy bien como es un mentiroso? ¿Pero quién se cree que es?

— Tía, ¿No crees que fuiste un poco dura con Emma?— Lydia preguntó desde la puerta. La ex bruja se levantó y caminó hacia ella, cerrando el cuarto de Emilia en el proceso.

— Se merece todo lo que le pase, niña. Ella es la causante de nuestro sufrimiento. — Ella dijo y la pequeña rodó sus ojos.

— Tía, Emilia nos salvó la vida más de una vez. ¿No crees que es tiempo de perdonarla?— Lydia mencionó y Aija se quedó boquiabierta.

— ¿Crees que beber sangre para alimentarnos o vivir excluidas de la sociedad es vivir? ¿Tener que mudarnos cada cierto tiempo para que las personas no sospechen que no envejecemos, es vivir? Hubiera preferido haber muerto con dignidad. — La pelirroja le contestó.

La niña suspiró y se encerró en su cuarto, al fin y al cabo lo que Emilia siempre decía era cierto. Tener una discusión con Aija era perder el tiempo.

***

El sol ya se estaba escondiendo cuando Emilia decidió que quería hacer esa noche. A pesar de que todavía estaba dolida por la discusión que tuvo con Aija hace par de horas, decidió darse una vuelta por la ciudad.

Después de investigar y conocer a la ciudad en su rara época moderna, se sentó en un banco del parque a descansar. Por una extraña razón se sentía débil.

— Creo que es tiempo de comer algo directo de la vena. — Ella murmuró.

Desde su banco comenzó a buscar quien iba ser su próxima víctima. De momento detecto unos murmullos por unos arbustos no muy lejanos de donde estaba sentada.

— Ya te dije que $500 o nada. — Una de las voces reclamó.

Emilia subió una ceja y decidió acercarse sigilosamente. Escondida detrás de los arbustos, con su mano aparto una rama y vio a una mujer no muy arreglada que estaba parada al frente de un hombre muy bien vestido.

— ¿De cuándo acá me cobras, Chichi?— El hombre dijo tratando de acercarse a la mujer.

— Te dije que $500 o no hay trato. — La mujer tiró el cigarrillo que llevaba entre sus dedos al suelo y lo piso.

Emilia sonrió satisfecha, deduciendo lo que estaba pasando sabía que no tendría otra oportunidad como esa.

— ¿Qué tal si me ofrezco?— Preguntó ella, saliendo detrás de un arbusto.

El hombre y la mujer se quedaron estupefactos al ver a la mujer que habia acabado de aparecer.

— Estoy dispuesta hacerlo de gratis. — Emilia mencionó y se miró las uñas, esperando pacientemente una contestación, de igual manera si se negaban o procedían, como quiera iban a ser su cena.

— Pero si eres una diosa, mujer. ¿Te gustaría acompañarme a mi apartamento?— El hombre dijo y Emilia se acercó a él con una mirada seductora y le susurró en su odio.

— ¿Qué esperamos?—

El hombre se emocionó y la tomó de la mano guiándola a su automóvil, dejando a la otra mujer sorprendida en la oscuridad.

No paso mucho tiempo hasta llegar al apartamento del hombre, un poco lujoso pero su toque varonil lo arruinaba para los gustos de la vampira.

— Eres demasiado hermosa...— El hombre besó el cuello de la mujer mientras desabotonaba su pantalón.

— Estas exagerando, cariño. — Ella le devolvió el besó y el hombre se rindió por completo, dejándose sumergir en la pasión y las caricias de la doncella.

En un instante Emilia estaba encima de él, cuando comenzó a besar el cuello del joven, saboreándose el dulce néctar que vagaba por debajo de la piel del tonto que tenía acorralado.

Él se levantó y quedó sentado mientras Emilia lo seguía besando, luego ella le regalo una mirada lujuriosa, fingiendo pasión, el tonto se lo creyó y la volvio besar apasionadamente. Cuando finalizó el beso ella sonrió pícaramente, sus ojos se tornaron oscuros y cuando abrió su boca, reveló sus largos y afilados colmillos.

El muchacho intento gritar pero ya era muy tarde porque en una milésima fracción de segundo, los colmillos de Emilia estaban enterados en su cuello, justo en la vena carótida.

El joven trato de luchar para poder sacarse a la mujer de encima, pero la fuerza de Emilia sobrepasaba lo humano, era obvio la dominancia que se percibía.

Ella mordió más profundo y aguantó con fuerza al joven, aunque ya se había tranquilizado y ahora estaba gimiendo de placer. El líquido escarlata empezó a bajar por la espalda del hombre haciendo un gran desastre en la cama, pero a ella no le importo, estaba en su ropa interior y no le preocupaba mancharla.

Al rato Emilia lo soltó y se lamió sus labios llenos de sangre. Hacía tiempo que no bebía sangre fresca, caliente, directa de la vena mientras que a la misma vez jugueteaba con su presa. Luego empujó el hombre hacia un lado y calló en el piso.

La vampira se paró de la cama lentamente y de repente noto su reflejo en un espejo de cuerpo completo que había en una esquina.

Ella sonrió al ver su reflejo en esa picara ropa interior que las mujeres usaban hoy en día, ya se estaba acoplando a las cosas raras que hacían y que utilizaban los humanos con una rapidez increíble. Luego arregló su cabello y se limpió la esquina de su labio que aún tenía residuo de sangre.

— Chris, te deje comida en la cosi...na. —

Un muchacho muy apuesto se quedó frisado en la entrada del cuarto al ver la escena tan macabra ante él. Su mejor amigo tirado en una esquina con su cuello perforado, la cama llena de sangre fresca y una mujer en su ropa interior coqueteando con su reflejo en el espejo.

Emilia se percató del hombre que la miraba perplejo y sonriendo, caminó con cuidado hacia él y lo miró fijamente.

— Tranquilizate y acuéstate conmigo. — Emilia le susurró coquetamente.

El muchacho empezó a respirar más despacio y asintió. Ella le tocó la cara, acercándolo para besarlo. Era sencillo compeler las mentes débiles de los humanos, a la mujer no le gustaba mucho pero siempre que fuera necesario era una herramienta importante para dominar a su presa.

El joven instantáneamente calló en los encantos de la vampira y se dejó seducir. Emilia lo llevó hasta la cama, luego empujo el cuerpo inerte que reposaba allí mientras desvestia al muchacho y él solo la dejaba sin ningún problema, embelesado en su belleza, en una especie de limbo.

Sus cuerpos se entrelazaron y se alternaban en movimientos rítmicos que los hacían gemir del placer, en ese preciso momento Emilia aprovecho y hundió sus colmillos en el cuello del muchacho haciendo que gritara en deleite mientras la mujer movía sus caderas en perfectos movimientos llevándolos a un éxtasis total.

***

— ¿Dónde estabas? — Preguntó Aija al ver a Emilia entrando a la casa.

— Divirtiéndome. — Ella contestó y empezó a caminar hacia el pasillo que conducía a su cuarto.

— ¿Y se puede saber porque tienes la blusa llena de sangre? — La ex bruja volvió a preguntar.

La vampira bajó la mirada y miró su camisa, en efecto, en el mismo centro de su blusa blanca tenía un circulo grande de sangre seca.

— También fui a comer y me manche la camisa. Es algo que pasa en la vida cotidiana de los humanos, ¿No?— Emilia contestó y se encerró en su cuarto.

Aija suspiró, sabía que no valía la pena molestarse con esa engreída.

Horas más tarde, la ex bruja esperó que su sobrina y Emilia estuvieran dormidas y caminó hacia la puerta principal, tomó su cartera, se puso unos guantes negros y salió cautelosamente sin hacer ningún ruido. No le convenía que Emilia se diera cuenta de sus salidas.


Nota del autor:

Me siento bien emocionada con las críticas y comentarios e inclusive votos que está teniendo esta historia. ¡Todavía no lo puedo creer!

Quiero dedicarle este capítulo a @SantiagoPeraya @mhazunaca y @Littlefan que me están apoyando con esta historia. 

*Al lado adjunte una foto de nuestra pelirroja favorita, Aija :D

¡Muchas gracias por su apoyo! 


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