Capítulo 24 - Todos quieren gobernar el mundo
María observaba a la niña gritando, pataleando y llorando pero aún seguía sin abrir sus ojos. Estaba sufriendo un terrible recuerdo y ella como su abuela, se encontraban de brazos cruzados sin saber qué hacer.
Por primera vez en todos sus años como bruja, vio a su abuela con una cara que mostraba cansancio y tristeza. Lydia era su tía de una generación pasada, una que a su vez muchos habían perdido fe en su existencia.
Los Crowley's fueron una familia poderosa desde el comienzo de los tiempos. Siempre fueron parte de la historia del mundo al igual que salvaron la vida de muchos en diversas ocasiones. Hasta los mismos Dioses elegían cada miembro de esa familia con detenida dedicación, contaban las leyendas. Pero ya ese apellido se había perdido, al menos en la comunidad de brujas.
‘Y mi abuela y yo éramos las últimas descendientes de sangre pero sin el apellido.’ Pensó María.
Ella miró por la puerta del cuarto en donde se encontraban y vio a Ezio sentado con sus manos cubriendo su rostro, en la puerta trasera, que daba para el patio.
Luego el grito agonizante de la niña la hizo volver a prestarle toda su atención. Pero esta vez la niña abrió sus ojos y se sentó apoyándose con sus brazos.
— ¡Lydia!
La abuela la abrazó fuertemente pero Lydia no respondía, solo miraba a María con desprecio.
— ¿Donde esta Moretti? — Preguntó la niña sin despegar la mirada de la bruja.
— ¿Perdón?
— ¿Dónde está, Ezio Moretti?
— Lo llamó enseguida. — María respondió con voz temblorosa y salió de la habitación a buscar al vampiro.
La niña relajó su mirada y le dio una cálida sonrisa a la señora que permanecía a su lado.
— Es un gusto verte y aprecio la ayuda brindada, pero antes de que regresen. Necesito contarte algo importante. No nos queda mucho tiempo...
La bruja miró a la niña confundida mientras ella le devolvía una mirada llena de malas noticias.
— ¡Ezio!
El muchacho reaccionó a su nombre y vio a la bruja detrás de la puerta de "screen" con una mirada fantasmal.
— Puedes entrar, Lydia ha despertado.
Ezio le dio a la bruja una mirada sospechosa pero asintió y a la vez dio unos pasos para que la bruja abriera la puerta para dejarlo pasar una vez más.
María se movió a un lado y dejo a Ezio pasar. Él observó todo con detenimiento, desde las flores violetas en el centro de la pequeña mesa de madera de la cocina hasta las extrañas pinturas de santos en las paredes.
— Por aquí.
El vampiro siguió a la muchacha por un estrecho pasillo hasta llegar a la habitación en donde se encontraba Lydia sentada dialogando con la abuela de María.
— Necesito dialogar con mi compañero, por favor necesito que nos dejen a solas. — Lydia pidió, las brujas asintieron y salieron de la habitación dejándolos solos.
— Lydia...
La niña sonrió y extendió su mano para que Ezio se acercara. Este la tomó y luego la abrazó.
— Lydia, ¿Qué ha pasado? ¿Alguna de esas criaturas te lastimó?
La niña lo observó y sonrió. Ezio había cambiado tanto desde la última vez que lo vio. Aquel hombre codicioso que solo quería la corona sin importar a quién tenía que quitar del medio, ahora la miraba con preocupación como si se tratara de una hermana pequeña.
Su instinto de bruja la seguía acompañando, aún en sus tiempos oscuros como vampira y este le decía que Ezio no querría lastimarla, al contrario quería protegerla.
— Tranquilo, ellos solo aparecieron porque presenciaron una maldición.
— ¿A qué te refieres con eso?
Lydia decidió cambiar su mirada, había muchas cosas que quería decirle, pero si quería que su plan saliera a la perfección tenía que esconderle parte de la verdad.
— Draco envió a una bruja a maldecirme por alguna razón, no sé quién pudo haber sido pero tiene un propósito. Así que necesito tú ayuda para salvar a Emilia. Nos queda poco tiempo.
Ezio alzo una ceja un poco confundido.
— Pensé que por eso habíamos venido a la isla.
— Si pero no tenía planeado que me quedara inconsciente por par de días.
El muchacho asintió y le hizo un ademán para que la niña continuara hablando.
— Como sabes, Emilia fue quién me convirtió, al igual que a mi tía. Es por eso que sé que aún sigue con vida. Según la literatura que he leído a través de los años, existe la leyenda de que cuando un vampiro convierte a una bruja en uno de ellos se abre paso a un lazo. Este lazo nos permite saber si ellos están cerca o si están bien. — Ezio la observaba aún sin entender y ella suspiró.
— Es complicado, prometo explicártelo cuando todo esto termine. Lo importante es que aún Emilia sigue con vida y si ella sigue con vida, mi tía también.
— Mi plan consiste en regresar y buscar en donde esta Draco. Una vez allí me vas a ofrecer como tributo para el sacrificio. Así el volverá a confiar en ti.
— ¿Qué sacrificio? ¿Para nada?
Lydia le dio una mirada amenazadora y Ezio negó con su cabeza.
— Me rehusó a que te expongas así al peligro. Emilia ni Aija me lo perdonarían. —Insistió el vampiro.
La niña ignoró su comentario y continuó.
— Draco aceptara y me pondrá junto a Emilia en donde la tenga, probablemente en una celda. Tú te encargaras de hacer tú papel de "quiero vengarme de Emilia" y contactaras a Quinn para contarle la otra parte del plan.
— ¿En qué consiste la otra parte del plan? — Preguntó Ezio preocupado.
— Cuando lleguemos, te contare el resto. Confió en ti, Ezio. — Dijo ella con una sonrisa llena de confianza, o al menos eso trato pretender.
***
— Torturarte es mi placer, así que si me tengo que quedar un milenio intentando que me digas, ¿Quién mató a mi hermano? Lo haré. —
Draco le dio una mirada a Quinn y asintió. La bruja halo la soga que tenía en la mano y una ventana en el techo abrió, dejando los rayos candentes del medio día caer sobre una débil y lastimada Emilia.
Sus gritos resonaban por toda la casa. La agonía de un vampiro dejándose sentir, mientras Draco y Quinn se mantenían escondidos en las sombras del calabozo.
Emilia gritaba y gritaba, sintiendo como el caliente del sol la arropaba de pies a cabeza, como el sol comenzaba a devorar se su piel de nuevo, esta vez con más rapidez.
— ¡Ni ríos ni lagos pueden apagar el fuego que te comerá viva, Emilia!
Quinn esquivó su mirada hacia el piso, pero los gritos de agonía y piedad de Emilia entraban por sus canales auditivos y se convertían en eco, un eco que sabía que se le iba hacer difícil dejarlo en lo más profundo del inconsciente.
— ¡Basta!
La bruja dejo escapar el suspiro que no había notado que tenía aguantado cuando por fin pudo soltar un poco la soga para cerrar la ventana de nuevo.
Draco se acercó hasta donde estaba Emilia para mirarla a los ojos. Mientras ella estaba atada a la silla de madera. Muñecas en los brazos de la silla y sus tobillos a las piernas de esta.
Su pelo castaño que con la luz del sol parecía tener destellos rojizos ahora estaba seco y sin vida, dándole así aires de una muerte segura. Sus ojos que en un pasado parecían ser un verde claro ahora solo mostraban la oscuridad que la venía persiguiendo por siglos. Su piel de porcelana estaba llena de hematomas y quemaduras de tercer grados. Ya la mujer hermosa que todos deseaban se había convertido en un cadáver moribundo.
— ¿Y ahora quien podrá defenderte, Emilia? Ni tu familia, ni tus amores y ni tan siquiera tus amigas están aquí para detener mis planes. — El viejo vampiro acomodó sus manos en los brazos de la silla, luego acercó su rostro al de Emilia, pero esta viró su rostro a la izquierda y Draco enfurecido con la actitud de ella le pegó en la mejilla, dejándole la marca de su mano latiendo en su rostro.
— Con permiso, mi lord.
Draco se acomodó el blazer, luego se dio la vuelta para observar a uno de sus sirvientes en la entrada al calabozo.
— El señor Moretti ha regresado, dice que tiene un obsequio para usted.
El viejo vampiro asintió. — Llévalo a mi sala privada, en un momento estaré allí.
El sirviente asintió y se fue dejando al trio solo, otra vez.
— Espero que cuando regrese hayas cambiado de opinión. — Anunció el viejo vampiro tomándola por su barbilla burlonamente mientras esta le devolvía una mirada asesina.
— Quinn, devuélvela a su celda y encargase de que los cazadores cierren todas las salidas.
Draco hizo un ademán y salió del calabozo, dejando a la bruja y la vampira a solas.
La bruja asintió antes de acercarse a Emilia y la soltó de la silla, luego le mostró par de pintas de sangre.
— Bebe, pronto todo estará mejor.
La bruja caminó hacia la puerta en modo de vigilancia mientras una agotada Emilia comenzó a beber la sangre, sin ganas de seguir viviendo.
***
—¿Pero que tenemos aquí?
Ezio levantó la mirada y guiño antes de darse un trago de whisky.
— ¡Ya era hora! Pensé que ya no me querías ver. — Dijo Ezio con su famosa sonrisa.
Draco lo observó con detenimiento antes de recibirlo.
— Vasta sorpresa me has dado. Pensé que habías decidido traicionarme, debido a nuestra última conversación. — Draco comentó, dejando a su paso aires de superioridad.
— 'Re confondere me penso, mio signore. Chi pensa che io sia? — Dejo saber el joven vampiro poniéndose una mano en su pecho fingiendo ser ofendido.
El viejo vampiro sonrió al sentarse en su famoso sillón. Aún sin dejar de mirar a Ezio, esperando que flaqueara de alguna manera.
El chico esperó a que el anciano comentara, pero al notar el ambiente decidió proseguir.
— Sé que dudas de mi lealtad al saber que todavía siento algo por la vampira que destruyo tu vida. — Ezio notó como las manos de Draco se aguantaron fuertemente de los brazos del sillón, pero fingió no haberse percatado. — Pero para demostrarle que aún nuestro contrato sigue en pie, te traje la pieza del rompecabezas que te faltaba.
Ezio haló por los pelos a una llorosa Lydia y la arrastró hasta los pies de Draco.
— ¡Eres un maldito! ¡CONFIE EN TI! — Gritó Lydia entre sollozos.
Ezio comenzó a reír.
— Confiaste en la persona menos indicada. — Ezio miró a los ojos de Draco en forma retadora. — El Duque, ha regresado.
NOTA DEL AUTOR:
Falta poco para el final. Mientras tanto, aquí les dejo un video que hice sobre la historia y los que pasara, para que sufran conmigo ^.^
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