Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22 - Ya no hay vuelta atrás

- Corpus quaerere malo, peccatum est intus. Ut per auxilium, quin ad tenebras. O, dea noctis, auxilium hoc, filius, a quibus discedere horridam maledictionem, non moreretur in manu eius servo tuo.

Ezio observaba como las brujas trabajaban alrededor del cuerpo de Lydia, a través de la ventana en el balcón en donde estaba situado.

Aún le extrañaba que le dejaran entrar a la casa, ya que gracias a las brujas — además de todas las maldiciones que tienen los vampiros— no podían entrar a un hogar a menos que fueran invitados por el dueño. Pero aun así, decidió quedarse afuera.

María salió del cuarto para dejar a su madre trabajar en paz y notó a Ezio con cierta inquietud en el balcón de su casa.

—    No eres de por aquí, ¿Verdad?

El muchacho la miró de reojo, pensándolo dos veces antes de contestar.

— Pertenezco a Europa, Italia para ser más específico. — Respondió el vampiro un poco incómodo.

—    Eso explica tú horrible acento.

La muchacha cruzó sus brazos y trato de esconder una sonrisa cuando el muchacho comprendió lo que ella había acabado de decir.

— No son lindas las consecuencias luego de mofar a un aristócrata. — Mencionó el muchacho ignorando la risa burlona de la joven bruja.

—    ¿Lo dices por tú maldición o por tú fallido intento de llegar a la corona? — Preguntó la chica mientras se recostaba de la baranda para observarlo mejor.

Una ola de pensamientos inundo la mente del vampiro al procesar la pregunta que la bruja le había hecho. Nunca había llegado a ser más que un simple burgués.

Su padre iba hacer rey, pero la maldición se apodero de su familia y su padre nunca llegó a cumplir la promesa que le había hecho a su madre antes de morir. Todo por culpa de un maldito capricho de su hermano adoptivo.

—    Es increíble procesar el gran sufrimiento que esta niña ha cargado a través de los años.

Ezio parpadeó y volvió al mundo real, esta vez clavando su mirada en la de la bruja. La joven escondió detrás de su oreja un mechón de pelo moreno. Sus ojos marrón oscuro evadieron a los del vampiro sintiéndose un poco incomoda con la mirada de juzgada que le devolvía el vampiro.

—    No me mires así, tú sabes bien de lo que hablo. — María se encogió de hombros y caminó adentro de la casa dejando a Ezio solo con sus demonios.

***

—Mi lord, el señor Moretti, desea verlo.

Draco despegó su mirada del bello collar que tenía entre sus dedos para mirar a uno de sus fieles cazadores.

—    Puedes dejarlo pasar.

El cazador asintió y se retiró de la habitación, dejándolo solo unos instantes más. Pero Alec apareció por la puerta, frustración marcada en sus ojos.

El viejo vampiro guardó el collar dentro de uno de los bolsillos de su vestido y se dio la vuelta para atender al joven vampiro.

— Hasta donde sé, no había llamado tú presencia. ¿Qué ocurre? — Preguntó con curiosidad al notar el extraño lenguaje del cuerpo de Alec.

—    ¿Qué le has hecho a Emilia? ¡No despierta!

El viejo suspiró y alejó su mirada cansada. Alec ya le estaba acabando la paciencia de una manera sobrenatural.

— Con la ayuda de Quinn la tenemos sedada, no nos conviene tenerla despierta. Ambos sabemos lo inteligente que es y en un abrir y cerrar de ojos podría escapar. — Contestó Draco y dio unos pasos hacia su sofá favorito, para luego mirar a Alec en forma burlona.

— Entonces, ¡¿Cómo se supone que responda a mis preguntas, mi lord? !— Preguntó el vampiro en un tono desesperado.

— No te he dado permiso para que te acerques a ella.

—    ¡La venganza no es solo tuya, Draco! ¡Antes de que deje de existir quiero saber la verdad! ¡Es mi derecho! — Exclamó Alec agitado.

Draco rio por lo bajo antes de contestar.

— Estas en lo cierto, la venganza no es solo mía, pero, — Draco se paró y caminó hacia donde estaba el muchacho parado mirándolo con una mirada asesina. — Al unirte a mí haz dejado todos tus derechos en mis manos.

—    ¿A qué te refieres con eso? — Preguntó el muchacho enfadado.

Draco se volvió, dándole la espalda.

—    Me refiero a que dejaste a Emilia en mis manos y yo, solo yo, decido cuál será su futuro.

Alec enfurecido se abalanzó al viejo vampiro pero una fuerza invisible lo mando a volar por los aires hasta chocar con la pared al lado de la puerta.

— Gracias, querida. Pero no era necesario. Nada fuera de lo normal. — Mencionó Draco fijándose que su bruja favorita había aparecido en la puerta en el momento indicado.

—    No hay de que, mi lord. — Mintió Quinn con una sonrisa irreal.

****

La celda en donde se encontraba su amiga era una espantosa. Mal olor, sabandijas y suciedad rodeaban a Emilia, que yacía en el centro de esta.

Aija se empezó acercar a los barrotes lentamente, como si cualquier movimiento pudiera causar un caos en el universo.

Emilia se encontraba boca abajo, su cabello desbordado a su alrededor como si fuera agua, parecía de porcelana de lo frágil que se veía.

—    ¿Emilia? — Susurró ella con fe de que su "amiga" -si aun así podía llamarle- le contestara.

La pelirroja se aguantó de los barrotes y lentamente se dejó caer al piso, su rostro pegado a los barrotes mohosos.

— ¿Que he hecho? — Se preguntó así misma mientras a la vez aguantaba el nudo en su garganta.

—    ¡Ah!

Lydia gritaba del dolor en el suelo, mientras se movía descontroladamente. Emilia se movió hasta la niña la aguantó con fuerza pero no tan fuerte como para lastimarla y sujetándole el cuello, la mordió.

—    ¡No!— Chilló Aija tratando de dejarse escuchar entre la tormenta que se avecinaba y los gritos de agonía de su sobrina.

Emilia tenía a Lydia colgando en el hilo fino de vida de las Moiras, que desidia entre la vida y la muerte. Miró con ojos llorosos a su mejor amiga y luego se cortó la muñeca lo suficiente como para darle de beber a Lydia.

—    ¡NO!

Aija trató de pararse para poder arrebatar a Emilia de su inocente sobrina pero ya era demasiado tarde, Lydia había comenzado su transformación.

Emilia se dirigió hacia ella y la aguantó con fuerza, luego movió el largo cabello carmesí de la bruja y mordió su cuello para beber de su sangre en su contra. Aija trataba de pelear y salir de su agarre pero Emilia era demasiado fuerte.

La vampira se retiró del cuello de la pelirroja y sollozando corto de nuevo su muñeca.

—    Sé que me odiaras por el resto de tú vida, pero no las puedo dejar morir. Ustedes son lo único que me aferra a mi humanidad. — Dijo Emilia mientras lloraba al obligar a beber de su sangre a su amiga.

Aija secó sus lágrimas y trató de tragar para poder controlarse. Pero se le hacía imposible controlar sus sentimientos.

Los vampiros dejaban de sentir los sentimientos humanos porque cuando lo hacían, los sentían con el triple de poder que un mortal normal. Esa era una de las razones por las cual se volvió fría luego de esa horrible experiencia. Ese espantoso recuerdo de su muerte y su nacimiento a la misma vez.

Pero por más que tratara de contenerse, sentía una horrible presión en su pecho que no la dejaba respirar. No necesitaba oxígeno para vivir, pero era una de las pocas cosas que la aferraba a su vida mortal. Sus poderes ya no estaban pero cuando se dejaba hundir en la oscuridad de su interior, en ese pasaje tenebroso que la sumergía en aguas profundas, podía rozar sus poderes una vez más.

— Pero fui tan cobarde. ¡Una maldita cobarde! — Aija volvió a mirar el cuerpo dormido de Emilia y las lágrimas comenzaron a bajar de nuevo por sus mejillas.

— Si te hubiera escuchado cuando me dijiste que corríamos peligros, si hubiera rechazado tú petición de dejarte dormir por cien años nada de esto hubiera pasado. ¡Pero eres una maldita, Emilia! —

¡Aun sabiendo que todo esto es tú culpa, no puedo dejar de sentir este pecado mortal que me quema por dentro! — Exclamó la ex bruja y volvió a caer, pero esta vez de rodillas.

—    ¡Hécate!

Aija elevó sus brazos y miró al techo con una mirada que rogaba por misericordia a su Diosa.

—    Ad portam crepusculum sto, Hecate, ex altera manu, Custodi me, Domine, potentiam magicam. — Comenzó a conjurar la pelirroja.

El cielo comenzó a oscurecerse y el viento comenzó a soplar con fuerza.

—    Domine deduc me in hora, in mediis semitis stans. — Continuo Ella.

Truenos y centellas comenzaron apoderarse de la noche, mientras ella se volvió a parar.

—    ¡Lumen ex gloria. Noctis decus! — Terminó ella y en tan solo nanosegundos comenzó a sentir una fuerza sobrenatural dentro de ella. Un poder que solo podía venir de su Diosa y de nadie más.

***

Un temblor hizo que Draco le diera una mirada violenta a Quinn. Está le respondió de la misma manera.

—    ¿Qué haz hecho?

Quinn corrió a una esquina del cuarto para aferrarse a una de las bases de la casa.

— ¡No he hecho nada!— Exclamó ella enfadada.

—    Aija…— Susurró Alec que aún estaba tirado en el piso.

Draco y Quinn compartieron una mirada sospechosa.

—    ¡Imposible! La única forma en la que ella pudiera asemejarse a mi poder es entregándose completamente a la oscuridad y ella es demasiado estúpida como para hacerlo.

El viejo vampiro analizó lo que la pelinegra había contestado de un punto de vista que no había pensado antes.

—    ¿Qué está pasando? Estaba en la biblioteca y de repente todo comenzó a sacudirse. — Dijo Aija de una manera inocente pero convincente al entrar a la habitación y observar la cara de confusión de los allí presentes. 

Nota del autor:

¡Hola! Otro capítulo lleno de dudas y preguntas xD

Si se que soy una maldita que no acabo de contar los secretos de estos personajes.

Pero tranquilos mis queridos, Watsons. Pronto se sabrá la mitad de los secretos hehehe

¡Falta poco para el final! ¡Así que aferre se fuerte que esto solo esta comenzando!

Ps: Si este capítulo no les hace sentir una pizca de compasión por Aija, lamento decirle que he fracaso como escritora ;.;

Ps 2: Nuevo multimedia! Ademas de la cancion "Dark horse" De Katy Perry que me sirvio de inspiracion ^.^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro