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Capítulo 19 - Al final todo choca

 ― Tenemos que irnos, Beatrix.― Emilia le dijo a su amiga con preocupación.

Los ojos color ceniza de la joven la miraban con aburrimiento.

―Emma, ¿Qué pasa?― Preguntó ella tratando de tranquilizarla.

Emilia miró a su alrededor paranoicamente, había visto un cazador y eso la incomodaba. Beatrix sé que movió un poco quitándose de encima a un hombre que le estaba besando el cuello y haciendo cosas indecentes. Se paró de la silla y se ajustó su corsé, tratando de arreglar su traje.

― Chasseurs…― Emilia murmuró y Beatrix asintió.

― Mi amor tranquila, nada va pasar. Estamos protegidas aquí.― Beatrix movió su largo cabello negro hacia su espalda y se acercó seductivamente hacia ella.

La vampira aguantó la respiración, sabía que Beatrix estaba tratando de tranquilizarla, como siempre hacia. La pelinegra la tomó por la cintura y le besó el cuello, poco a poco llegando a sus labios, hasta besarlos. Emilia le respondió el beso un poco incomoda y Beatrix se dio cuenta.

― ¿Porque no te relajas y dejas que mi amigo y yo hagamos el resto?― Preguntó la pelinegra y el joven guapo que estaba a su lado se acercó a Emilia y comenzó a desenredar su corsé.

―Relájate.― Le susurró Beatrix a su amiga.

Estaba oscuro, solo par de velas alumbraban el cuarto haciéndolo un ritual seductor para cualquier criatura de la noche. Emilia no había visto bien al muchacho y tan poco le interesaba, pero si sabía cómo hacerla relajarse. El joven besó su cuello y le quitó su traje dejándola en su corsé y enagua, pero el muchacho en desesperación logró quitarlo todo completamente.

El joven cogió a Emilia por la cintura y la tiró en la cama, desnuda y se le vino encima para besarla. Beatrix sonrió triunfante al lograr tranquilizarla, su lema decía el sexo lo puedo todo, y con Emilia siempre funcionaba. El hombre logró entrar su masculinidad haciendo a Emilia gemir en satisfacción. A Beatrix le encantaba jugar con su presa antes de cenar y las mismas reglas se las había enseñado a Emilia por ser una vampira muy joven.

Beatrix empujó al joven y se le montó encima, disfrutando así la sensación que corría por su cuerpo mientras movía sus caderas en un baile erótico. Emilia sonrió pícaramente olvidándose de su paranoia y comenzó a besar a Beatrix por el cuello, a la vez bajando sus manos lentamente hasta el abdomen de la pelinegra para acariciar las áreas oculta de la bella vampira que tenia de frente.

Beatrix se volteó y amarró sus brazos alrededor de la cintura de Emilia, sus manos bajaron hasta sus sentaderas, acercándola más a su tronco. El joven aprovechó la oportunidad para abrazar a Emilia por detrás y acomodar su miembro a la vez que la empujó a la cama. El joven seguía satisfaciéndolas con todo lo que tenía hasta que el hambre de las vampiras no aguantó más y derramaron su poder en aquel cuarto de madera, la posada en donde se estaban quedando.

― Emma, cariño voy a salir a buscar a otro joven. Sigo hambrienta de lujuria y sangre.― Beatrix le guiño en tono burlón mientras terminaba de vestirse, Emilia asintió relaja enredada en las sabanas de la cama.  

Beatrix sonrió y salió de la cabaña en busca de una buena caza. Emilia suspiró y decidió terminar lo que había comenzado con el chico que seguía a su lado. Aun no estaba muerto, y le quedaba energía para una ronda más de locura mientras ella se satisfacía el hambre que aún tenía.

― Emma, sigue…―El muchacho murmuró mientras Emilia movía sus caderas en un ritmo paralelo al de él y bebía de su cuello a la misma vez.

La vampira ignoraba cada vez que su amiga le decía que los vampiros eran egoístas por naturaleza, que solo buscaban su satisfacción personal y una vez la tenían no se preocupaban por nada más. Emilia sonrió derramando sangre por el cuerpo del hombre mientras sus movimientos se tornaban ligeros, estaba llegando al pico de la satisfacción femenina y ya no había vuelta atrás.  

Emilia lamió el cuello del hombre para que la herida comenzara a cicatrizar a la vez que con sus manos empujó el pecho del joven hasta tenerlo acostado debajo de ella. Una vez cómoda apresuro sus movimientos egoístamente. El muchacho colocó manos en las caderas de la vampira para apresurarla más ya que sentía que su placer iba a terminar.

—    Emilia no puedo aguantar más…

—    Solo unos segundos más

― ¡FUEGO!―

Emilia paró de moverse y el chico se puso tenso. Afuera de la cabaña se empezó a escuchar una conmoción.

― ¡FUEGO!―

Emilia comenzó a vestirse y el muchacho empezó a protestar.

― ¡Oye! Termina lo que empezaste.―

Emilia furiosa lo empujó en la cama nuevamente y agarró su cabeza con ambas manos, el muchacho comenzó a gritar y ella en su furia movió sus manos hacia un lado, rompiéndole el cuello. Allí mismo lo dejo antes de ir en busca de su amiga.

La gente estaba corriendo sin importar a quienes se llevaban en el camino, pero Emilia corría en contra de la corriente, gritando el nombre de su amiga. Hasta que por fin la encontró, en los brazos de unos cazadores mientras la cargaban hacia el bosque. Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas cuando notó una estaca en el pecho de su amiga. Los cazadores la habían matado.

La joven tapo su boca con sus manos para no llamar la atención y escapó de allí, camuflajeandose con la gente tratando de escapar de la pesadilla, el infierno y el calor que arropaba a Londres en esa noche tenebrosa.

 

Emma

Emilia escuchó una voz femenina muy familiar y trató levantarse del suelo, pero sus brazos estaban muy débiles para poder moverse.

Emma, levántate.

Sus parpados se sentían pesados y no encontraba una manera para poder abrirlos y poder ver si en realidad era su amiga la que la estaba llamando.

Emma…

Esta vez Emilia encontró las fuerzas para poder voltearse y abrir sus ojos. Luego notó unos ojos color ceniza, tan familiares como el latir de su corazón. Sus ojos comenzaron a nublarse reclamándole sentimientos enterrados en lo más profundo de su ser. Era imposible que la pelinegra que la miraba atentamente pudiera estar allí a su lado.

Emma, cariño. Quoi de neuf?

Su acento se escuchaba tan real, inclusive la manera en que el iris de sus ojos se tornaba oscuro cuando le preocupaba algo.

‘Beatrix no podía estar viva, era imposible’ Pensó Emilia y cerró sus ojos dejando resbalar las lágrimas por sus mejillas.

¿Aun sigues pensando que todo es tú culpa? Vous êtes idiot.

Beatrix cruzó sus brazos, parecía una niña cuando no obtiene lo que quería en ese preciso momento. Sus ojos la observaban con decepción, Emilia sentía lo que venía, como cuando los animales se escondían a sus refugios cuando se acercaba una tormenta. Así era Beatrix, como una tormenta que hacía que estuvieran en una montaña rusa de emociones en todo momento.

Emilia logró apoyarse con sus brazos y pudo sentarse, recostando su espalda en la pared, a la misma vez notando sus alrededores. Estaba encerrada en una celda bastante grande, con poca higiene por la mugre alrededor. Al parecer Alec había ganado esta vez, por fin logró atraparla.

‘¡Soy una estúpida!’ Emilia se dijo así misma.

Pensándolo bien, si lo eres. ¿Acaso no recuerdas como me dejaste morir?

La mirada de Beatrix cambio de decepción a coraje en tan solo segundos. Emilia no sabía qué hacer, sabía que lo que decía su amiga era cierto, ella la había dejado morir, por cobarde.

¿Acaso no te cansas de llorar? ¡Pobre Emilia! Siempre eres la victima de todo.

Emilia trató de ocultarse entre sus brazos y piernas, ya no podía aguantar más la desesperación que sentía. Se sentía débil y no sabía cuánto tiempo llevaba encerrada allí. Sus lágrimas no paraban de bajar de sus ojos, era como si la tormenta al fin la alcanzó y desató su furia haciendo que el rio se saliera de su cauce, cayendo al vacío de sentimientos que la estaban haciendo perder la cordura.

Beatrix esta vez estaba reclinada de los barrotes de la celda mirándola con desdén.

Siempre me pregunte, ¿Qué tu familia pensaría si te vieran ahora mismo?

Nada porque están muertos.― Emilia contestó con desdén sin mirarla.

Beatrix la miró  y abrió su boca sorprendida.

 ¿Estas arrepentida?

Emilia la miró con rabia, Beatrix estaba muerta, todo era producto de su imaginación. Era la conciencia que nunca escuchaba y mantenía callada en el fondo de su cabeza. Así que decidió ignorarla.

Es gracioso. Beatrix caminó hacia ella y se puso en cuclillas al frente de ella.

Siempre decías que no eras como yo, que ibas a ser diferente. Pero terminaste siendo peor.

Mataste a tú familia, mataste a tú mejor amiga, vas a ser testigo de la muerte de tus conocidos y lo mejor será ver tu último aliento desaparecer en las manos de tú peor enemigo.

Emilia se tapó sus oídos y escondió su cabeza entre sus rodillas tratando de ignorar ese espantoso fantasma de su pasado, una parte dolorosa que nunca más quería volver a recordar.

                                                                   ***

Alec llenó su copa por milésima vez acabando con la botella de ron que tenía a su lado. Para que el alcohol trabajara en un vampiro se necesitaba bastante, y ya está era su tercera botella.

― Ezio es un excelente caballero.― Aija dijo, mientras miraba a Ezio danzando con Emilia en el centro del salón.

― ¿Por qué dices eso?― Alec preguntó sospechoso.

Aija lo miró y sonrió.

― Ezio fue a la cabaña unos días atrás pidiéndole a Emilia que fuera su pareja para el baile.― dijo muy risueña.

― ¿Quieres bailar?― Preguntó Alec sin dejar de mirar a su hermano danzar con el amor de su vida, a la misma vez alimentando el monstro de la envida dentro de él.

El problema era estúpido, dos hombres se enamoraron de la misma mujer. Esa mujer era un vampiro. Ese vampiro convirtió a su hermano en vampiro y su hermano lo convirtió a él. Todo terminaba en una cadena circular, haciendo que todo se volviera a repetir.

Tenía muchos problemas, entre ellos buscar a Lydia.  Había pasado una semana desde que llego a la “estancia” de Draco con Aija y Emilia, y nada había pasado. Emilia se pasaba drogada sin saber lo que estaba pasando gracias a las toxinas creadas por Quinn que eran introducidas en la sangre con la que la alimentaban.

Draco se la pasaba en su estudio sin salir o decir nada, según Quinn estaba preparando y ajustando sus técnicas para el gran día de su venganza.

“Viejo ridículo” Pensó Alec, mientras terminaba lo que quedaba en la botella.

― ¿Alec?― La voz de Aija se escuchó en la entrada de su cuarto.

Aija entró al cuarto un poco sorprendida de ver a Alec sentado frente a la ventana con una botella en su mano. Hacían días que no lo veía desde que le prometió que iba a buscar a Lydia.

― ¿Encontraste a Lydia?― Ella preguntó dulcemente, mientras caminaba hacia donde se encontraba él.

Alec puso sus ojos en blanco y suspiró de mala gana. La mujer lo tenía cansando de tanta insistencia, había buscado a su sobrina por todos lados de la ciudad y no estaba, incluso mando a par de cazadores para que la siguieran buscando.

“¿Por qué no puede entender lo que estoy haciendo por ella?” Él pensó.

La ex bruja observó a su amado que permanecía en silencio. ― ¿Alec?―

El vampiro se levantó y tiró la botella vacía en dirección de Aija pero paso cerca estrellándose en la pared haciendo que explotara en miles de pedacitos de cristal.

― ¡Maldita malagradecida!― Alec gritó furioso.

Aija quedó estupefacta con lo que el vampiro había acabado de hacer. Alec apareció frente a ella en menos de un segundo y la tomó por los hombros.

― ¡Te lo he dado todo! ¡Amor, dinero, un techo y aun me sigues jodiendo la vida! ¿Qué quieres de mí?― Alec la comenzó a sacudir violentamente, lastimándola en el proceso.

― ¡Suéltame!― Gritó ella.

Él la empujó y ella cayó al piso, luego la miró con desprecio.

― Aquí te vas a quedar hasta que aprendas a respetarme. ― Le espetó Alec y salió del cuarto enfurecido, en ese mismo instante le puso el pestillo a la puerta para que Aija no pudiera salir.

Aija comenzó a golpear la puerta desesperadamente pero no podía derivarla.

― ¡Déjame salir! ¡Alec por favor! ¡Te lo suplico! ― Lloró ella mientras seguía golpeando la puerta.

El vampiro se tocó la cara en desesperación y se fue dejando a una miserable mujer sufriendo en su soledad.

  

                                                                   ***

Quinn caminó hacia el cuarto de Draco, hasta ahora era la única con permiso de entrar y salir de la casa sin ningún problema.

Al llegar a la gran puerta de caoba, toco y sintió la voz de Draco en el interior, así que entro y rápidamente cerró la puerta. 

― Mi lord, tengo buenas noticias.― Dijo ella haciendo una reverencia ante Draco.

Él la miró sonriente y le hizo un ademan para que comenzara hablar.

― Ezio y yo encontramos a la mocosa. Está encerrada en una habitación bajo llave en la casa de Ezio.―

Draco junto sus manos y sonrió en felicidad.

― Querida, eres la única que nunca me ha fallado. Se nota que tienes sangre de dragón en tus venas.―

Quinn sonrió satisfecha, pero sintiéndose un poco incomoda. Al fin y al cabo no sabía si su plan iba a funcionar.

El viejo vampiro caminó hasta ella y al pararse en frente, le acarició el rostro.

―Estoy muy orgullo de ti, y sé que nuestra familia también lo está. Tu padre debe estar muy orgulloso.― Draco y dijo y sacó una llave de su bolsillo.

― Por ser tan leal y poner tú apellido en alto, tendrás el beneficio que muchos desearían tener.―

Draco tomó su mano y colocó la llave de oro en la mano de Quinn. Ella estaba un poco sorprendida por el gesto gentil que él le había mostrado.

― Ve y diviértete un rato. Te lo mereces. ― Draco dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Quinn hizo una reverencia y asintió mientras se dio la vuelta para salir del cuarto. Ya afuera suspiro en satisfacción y sonrió malévolamente.

Sus planes estaban dando frutos, después de mucho esfuerzo.

Quinn puso su cabeza en alto y comenzó a caminar de la forma más amenazadora posible alrededor de la casa o “mansión” como Draco solía llamarle. Luego bajo unas escaleras hasta llegar a los calabozos y las prisiones.

― Señorita, solamente Draco puede pasar.― Un cazador intento detenerla.

Ella lo miró con frialdad y le enseñó la llave que Draco le había prestado. Luego se acercó a él y lo agarró por el cuello de la camisa.

― Sería una lástima que fueras la próxima cena de nuestro lord, te sugiero que me dejes pasar y me dejes a solas. Si no quieres que le informe lo que acaba de suceder.― Quinn dijo con frialdad, sus ojos verdes llenos de una oscuridad tenebrosa.

El cazador asintió rápidamente y prácticamente salió corriendo de allí. Quinn verificó que no hubiera nadie alrededor y se dirigió con cuidado hacia la prisión en donde se encontraba Emilia.

La bruja abrió sus ojos sorprendida al ver el estado en el cual la vampira se encontraba. Estaba sucia, su pelo despeinado y grasoso, se veía muy pálida y débil, parecía que había pasado muchos días llorando por como sus ojos se veían, rojos e hinchados.

― ¿Emilia?― Quinn susurró.

Pero la vampira seguía con sus manos tapando sus oídos, meciéndose un poco y con la vista perdida en el espacio.

Sabía que todo había sido muy fácil para ser verdad, Draco estaba jugando con la cordura de la vampira, y por más que quería ayudarla sabía que las esperanzas eran mínimas ahora.

― ¡Maldición!― Exclamó Quinn enfurecida y golpeando los barrotes de la celda en frustración.

NOTA DE LA AUTORA:

Dudas o preguntas, pueden comentarlas abajo. Al igual que sus teorías.

PS: La cancion del capitulo es "My songs knows what you did in the dark" Por Fall out boy

PS:  ¿Creen que cae con la historia? lol

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