Capítulo 17 - Tomando té con extraños
— ¡Mi lord!
Ezio dejó de cepillar el largo pelo azabache de su caballo, se dio la vuelta al escuchar su nombre y vió a su primo acercarse, montado en un caballo.
— Pensé que papá te había enviado con el general hacia Paris. — Mencionó Ezio y volvió a cepillar a su caballo.
— Sí, pero logre conseguir que me dejara aquí. Después de todo pienso ver anillos de compromiso en la tarde. — Alec comentó con una sonrisa de oreja a oreja mientras bajaba de su caballo.
El joven duque dejo de cepillar por un corto segundo pero rápido se compuso y siguió su trabajo. Su pariente, Alec, lo estaba observando con detenimiento esperando una respuesta diferente, pero al parecer a Ezio, ya no le importaba sus planes. Así que decidió presionarle un poco más el tema.
— Sabes que papá necesita un sucesor para el trono y los dos somos los indicados para eso, pero prefiero huir con la mujer que amo que tener una corona en mi cabeza. — Explicó Alec quitándose sus guantes de cuero y colocó su pie en un escalón para recostar sus brazos en su muslo.
— ¿Tan seguro estas deque papá te dejara ser su sucesor?— Ezio le preguntó mientras colocaba el cepillo en un recipiente.
— Me esforzado mucho para complacerlo, al menos espero que me tome en consideración. — Alec mencionó y bajo su mirada.
Ezio lo miró de reojo y notó que su primo, había luchado mucho por complacer a su padre atravez de los años. Alec había hecho un maravilloso trabajo pero la decisión estaba clara y ya Ezio podía sospechar quien en realidad iba hacer el sucesor.
— ¿Le vas a pedir matrimonio a Miss Rozenn?— Ezio le preguntó tratado de disimular su curiosidad.
Alec lo observó por unos momentos más antes de responder de una manera adecuada que le dejara saber a su "hermano" de que ya Emilia le pertenecía.
— Solo espero que me diga que sí.
Ezio suspiró dándose por vencido y miró el cielo por unos instantes tratando de contener las lágrimas que estaban a punto de salir. Al parecer ya Emilia había tomado una decisión y tal vez hoy en la noche no se iba a presentar al lugar en donde acordaron unos días atrás.
Eran muchas las cosas que estaba a punto de perder pero las únicas tres prioridades para él eran la corona, su familia y Emilia y por lo que podía ver todas habían sido arrebatadas de sus manos por su primo postizo sin pasar trabajo alguno.
Luego de unos momentos en silencio Ezio caminó hasta Alec y lo abrazó. Alec le devolvió el abrazo un poco inseguro de la reacción de su pariente, ya que esa no era la que esperaba.
— Podrás ser mi primo para las personas a nuestro alrededor pero la verdad nadie no las puede arrebatar y por eso mi hermano, te felicito. Espero que Emilia acepte y que sean felices, a la misma vez espero que seas un buen duque y que al final puedas llevar la corona con honor. Te quiero mucho, Alec. — Ezio le dijo en voz baja mientras lo abrazó.
Alec asintió y se separó de él. Ezio le dio una sonrisa ficticia que sus ojos no lograron disimular, se sentía herido y traicionado.
Ezio hecho el té que le preparó a Quinn en una taza y trató de sacar de su mente los dolorosos recuerdos de su vida. Todavía no lograba entender porque Alec accedió ayudar a Draco en la aventura de aniquilar a Emilia. Era él y todavía no podía entender sus sentimientos por ella. Todo estaba mezclado en una nube de confusión que llovía tristezas, pero los momentos felices que pasó con ella alumbraban el cielo gris con una chispa de esperanza. Una esperanza que cada vez dejaba de brillar.
Espero que el vapor cesara un poco para que no estuviese muy caliente y lo colocó en una bandeja de plata junto con unas galletas de macadamia, sabía que Quinn le encantaban y la iban hacer sentir mejor.
La bruja sujeto la sabana que Ezio le había dado y la abrazó a su cuerpo como si estuviera muriéndose del frío cuando simplemente se sentía desarmada. No sabía quién pudo haber llegado hasta la casa y despiezar todos los encantos y maldiciones que había colocado. Solo una persona sabía y poseía el poder para hacerlo pero no lo iba hacer, aunque estuviera cien por ciento seguros de que tenían a Emilia escondida dentro de la casa.
Draco no tenía el tiempo para jugar a escondidas; y si lo tenía, no iba a desperdiciarlo buscando a Emilia por su cuenta. Él era un hombre con paciencia, tanta que a veces a ella le molestaba y prefería tragarse las preguntas que luchaban por salir de su boca pero permanecían enredadas en su lengua buscando alguna escapatoria.
— Aquí tienes.
Ezio le dio la taza de té, ella parpadeó y fijo su mirada en el hombre que estaba sosteniendo una bandeja con una taza de té y sus galletas favoritas.
— Aquí tienes.
Ezio, el duque de Milán le dio un par de galletas y Quinn sonrió un poco dudosa del porque una persona tan importante como él, le estaba ofreciendo su comida.
— De seguro te estarás preguntando el porque te estoy ofreciendo galletas, ¿Cierto? — Mencionó el duque sonriendo antes de darle un mordisco a su galleta.
— No, me estaba preguntando que hace una persona como tú afuera de los perímetros del castillo. — Ella mencionó aún mirando su galleta.
— Quizás sea un duque pero sigo siendo humano, mi título no me hace mejor que tú. — Él aclaró y ella lo miró sorprendida por su contestación.
— ¿Estás bien? — La voz de Ezio resonó en un eco y la despertó de sus pensamientos.
En esos instantes tomo un trago de su té y asintió.
— Sí, estoy bien. Solo recordaba el día en que te conocí. — Admitió ella aún observando el líquido transparente dentro de la taza como si fuera la cosa más interesante del mundo en esos momentos.
— ¿En Cuba? —Preguntó Ezio indeciso.
Quinn sonrió recordando esa tarde de junio en la casa rentada de Draco, en Cuba. Ezio llegó allí con un aire de poder, como si fuera rey del mundo. Fue un poco extraño, nunca había visto a Draco mostrar interés por algún vampiro en particular que no fuera sangre de su sangre o familia como solía decir.
— No, junto al río a las afueras de tú castillo. — Admitió ella aún sin mirarlo.
El vampiro la miró un poco sorprendido y trató de hacer memoria para recordar.
— Estaba sentada en el pequeño muelle cerca de la cabaña de Aija, solía ir allí a pensar cuando estaba molesta o algo me pasaba. Te sentaste a mi lado sin preguntar y me ofreciste una galleta, que por supuesto se convirtieron en mis favorita por tú culpa. —Recordó ella sonriendo un poco.
Ezio soltó una carcajada y cruzó sus brazos mientras se recostaba de la pared cerca del sillón en donde estaba ella sentada.
— Ahora lo recuerdo. Ese día fue muy extraño, recuerdo haber salido hacia el muelle desde la casa de Emilia a dar un paseo mientras esperaba que Lydia y ella llegaran. — Recordó Ezio tratando de no reírse.
Quinn bajo la mirada de nuevo un poco abochornada, a la verdad ella no estaba acostumbrada a que las personas se le acercaran, solía estar acostumbrada a la soledad que le había regalado la vida al convertirla en hechicera o bruja como muchos solían llamarle.
El vampiro caminó hasta el sillón y se sentó despacio para no hacer que Quinn derramara su té. Luego de acomodarse se giró un poco para observarla mejor. Ezio había sido el único verdadero amigo que había y tenía Quinn. Muchos le temían por su gran poder al conjurar sus hechizos y maldiciones pero aparte de ser la bruja favorita de Draco, había un lado de ella que pocos conocían.
— ¿Alec siempre fue ambicioso y vengativo? — Quinn preguntó sin retirar su mirada del té.
Él guardo silencio tratando de elegir las palabras adecuadas para contestar la pregunta. Alec no siempre había sido así, el solía ser un muchacho bueno y bondadoso, siempre buscaba el bien en los demás y creía en las segundas oportunidades. Pero todo cambio cuando ellos dos quedaron rendidos a los pies de Emilia, la mujer que arruinó su relación de hermanos.
— No. — Contestó él.
Quinn asintió y lo miró, esperando algo más que esa simple palabra de dos letras.
— ¿Qué lo hizo cambiar? — Ella preguntó aún sabiendo la respuesta.
— Muchas cosas, los problemas empezaron mucho antes de haber conocido a Emilia, ella simplemente fue la gota que rebasó el vaso. — Contempló él tornándose serio.
La pelinegra asintió y cambió su mirada para darle un poco de espacio. Ella trabajaba para Draco pero Ezio la había hecho cambiar de opinión en muchas cosas, le había quitado la banda que llevaba en los ojos por muchos años y le enseño un mundo nuevo, así que sus sentimientos, al igual que sus pensamientos se vieron enfocados en un nuevo objetivo. Todavía seguía trabajando para Draco y Alec, pero su corazón de una manera u otra estaba atado a Ezio, su único verdadero amigo y al cual nunca iba a traicionar.
Unos golpes en la puerta hicieron que ellos intercambiaran una mirada llena de dudas y guardaran silencio. El vampiro le hizo una señal con su dedo para que guardara silencio y ella asintió acomodándose bien por si tenía que defenderse.
Ezio ando con cuidado hacia la puerta y de caminó a ella agarró una estaca de esas que Quinn siempre escondia para algún ataque sorpresa. Cuando llegó a la puerta, la abrió con cuidado y de la sorpresa dejo caer la estaca que tenía en la mano.
— ¡Ezio! — Lydia exclamó y lo abrazó con fuerza.
El vampiro miró a Quinn confundido y ella se encogió de hombros.
— ¡Me alegra por fin haberte encontrado! Tienes que ayudarme a encontrar a Emilia. Ella está en peligro y tú eres la única persona en la que puedo confiar ahora mismo, ya que Alec está tramando algo con mi tía. — La niña explicó rápidamente sin respirar.
— Espera, ¿Alec y Aija? — Preguntó Ezio confundido.
— ¡Tonterías! — Exclamó la bruja.
— ¡Les explico en el camino! ¡Todos estamos en peligro! Lo presiento. — Lydia aclaró y lo agarró por el brazo.
Ezio movió su cabeza indicándole a Quinn que se moviera porque si no se iba a quedar atrás ya que Lydia lo llevaba con prisa.
Nota del autor:
Admito que este es el capítulo más aburrido que he escrito, pero como quiera es importante. Ademas de que explica un poco del pasado de los personas. Secretos y mas secretos...
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