Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Un Encuentro XI

El sol de la primavera brillaba a través de las ventanas abiertas de nuestra casa, inundando el espacio con una calidez reconfortante. La madera del suelo crujía suavemente bajo mis pasos mientras me movía por la sala. Aún no podía creer cómo había cambiado mi vida en tan solo un año.

Nuestra casa, un pequeño lugar alejado del bullicio de la ciudad, era todo lo que necesitábamos. Tenía un jardín trasero que Nero había llenado de flores y un rincón acogedor donde solía sentarme a leer. Pero lo más importante era que se sentía como un hogar. Nuestro hogar.

Estaba terminando de revisar algunos papeles de trabajo cuando la puerta principal se abrió, y Nero entró cargando una pequeña caja en las manos.

—¡Liebe! —llamó, su voz alegre resonando en el espacio.

Me giré para verla. Seguía siendo la misma mujer que había conocido aquel día en el café, pero ahora había algo más en ella: una luz que irradiaba felicidad y confianza.

—¿Qué traes ahí? —pregunté, acercándome.

—Sorpresas —respondió con una sonrisa traviesa, colocando la caja sobre la mesa.

Me incliné para mirar dentro. Había herramientas de pintura, pinceles y una pequeña colección de lienzos en blanco.

—¿Esto es para ti o para mí? —pregunté, levantando una ceja.

—Para nosotros —respondió, tomando mi mano—. Ha pasado un año desde que comenzamos este camino juntos. Creo que es hora de crear algo que podamos mirar y recordar este momento.

No pude evitar sonreír.

—¿Estás segura de que quieres verme intentar pintar? No soy exactamente un artista —dije con sarcasmo.

—Eso lo veremos. Además, no se trata de perfección, se trata de nosotros.

Pasamos el resto del día en el jardín, bajo el sol, pintando juntos. Nero, como siempre, mostró su habilidad natural, creando algo que parecía salido de una galería. Yo, por otro lado, me enfoqué en algo más simple: los contornos de una casa pequeña rodeada de flores, con dos figuras de pie en la entrada.

—¿Es eso...? —preguntó Nero, señalando mi dibujo con curiosidad.

—Nosotros —respondí, sintiéndome un poco avergonzado—. Es nuestro hogar, como lo imagino en el futuro.

Ella se quedó en silencio por un momento antes de sonreír, sus ojos brillando con emoción.

—Es perfecto.

Ese día terminamos con las manos manchadas de pintura y el corazón lleno de gratitud. Mientras limpiábamos el desastre que habíamos hecho, me di cuenta de lo lejos que había llegado. Mi pasado seguía siendo parte de mí, pero ya no definía mi presente.

Esa noche, mientras nos sentábamos juntos en el sofá, miré a Nero y supe algo con certeza: había encontrado mi lugar en el mundo.

—Gracias, Nero —dije en voz baja, tomando su mano.

—¿Por qué? —ella me miro, sorprendida

—Por darme algo que nunca pensé que tendría.

—No tienes que agradecerme nada, Liebe — Nero sonrió, apoyando su cabeza en mi hombro—. Esto lo construimos juntos.

Y tenía razón. Este nuevo capítulo, este futuro que habíamos creado, era nuestro.

Un día, entramos a nuestro lugar donde empezó todo esto, en esa pequeña cafetería. La campanilla sobre la puerta del café resonó, igual que la primera vez que entré. Aquel sonido me hizo sonreír al recordar cómo todo había comenzado. El lugar estaba igual que hace un año: acogedor, con el aroma de café recién hecho y el murmullo de conversaciones llenando el ambiente.

Nero estaba a mi lado, sujetando mi mano, ajena a lo que había planeado. Vestía una chaqueta ligera y un suéter gris, el cabello azul cayendo en ondas ligeras sobre sus hombros. Lucía radiante, como siempre, pero en esta ocasión había algo especial en su mirada: tranquilidad y confianza.

—¿Por qué quisiste venir aquí? —preguntó mientras buscábamos una mesa.

—Es un lugar importante para nosotros, ¿no crees? —respondí con una sonrisa, guiándola hacia el rincón junto a la ventana, donde todo había comenzado.

Nos sentamos, y mientras Nero hojeaba el menú, yo intentaba calmar los nervios que sentía. Había repasado este momento mil veces en mi cabeza, pero ahora que estaba aquí, todo parecía más real.

Una barista se acercó, la misma que había estado aquí aquel día.

—¿Qué van a pedir? —preguntó, sonriendo con complicidad, como si supiera que algo estaba por suceder.

—Un café para mí y... Nero, ¿lo de siempre? —dije, mirándola.

Ella asintió, y la barista se fue con una sonrisa.

Mientras esperábamos, miré a Nero. Estaba tan hermosa, tan perfecta en su forma única, y me pregunté cómo había tenido tanta suerte de encontrarla.

—¿Por qué me miras así? —preguntó, arqueando una ceja, divertida.

—Solo pensaba en lo mucho que ha cambiado mi vida desde que te conocí —respondí, tomando su mano sobre la mesa.

Sus mejillas se sonrojaron ligeramente, y sonrió.

Cuando los cafés llegaron, me di cuenta de que era el momento. Inspiré profundamente, sintiendo mi corazón latir con fuerza en mi pecho.

—Nero, hay algo que quiero decirte —comencé, inclinándome un poco hacia ella.

Ella dejó su taza y me miró, curiosa.

—¿Qué pasa?

—Hace más de un año, entré a este lugar sin saber que estaba a punto de encontrar algo que cambiaría mi vida para siempre. Desde ese día, cada momento contigo ha sido un regalo. Me enseñaste a amar, a construir algo nuevo, a creer en un futuro que parecía imposible.

Nero abrió la boca para responder, pero yo continué antes de que pudiera decir algo.

—No quiero que ese futuro sea solo un sueño. Quiero hacerlo realidad contigo.

Me levanté lentamente, sacando una pequeña caja de mi bolsillo. Los murmullos del café cesaron mientras me arrodillaba frente a ella. Los clientes y el personal dejaron lo que estaban haciendo para observar, el ambiente cargado de emoción.

Nero llevó una mano a su boca, sorprendida, sus ojos brillando con lágrimas.

—Nero, ¿quieres casarte conmigo?

Hubo un momento de silencio, y luego ella asintió rápidamente, incapaz de contener su sonrisa.

—¡Sí, Liebe! ¡Claro que sí!

El café estalló en aplausos y vítores. La barista incluso dejó escapar un pequeño grito de alegría mientras los demás clientes nos felicitaban. Me levanté y deslicé el anillo en su dedo, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de felicidad.

Nero se lanzó a mis brazos, riendo y llorando al mismo tiempo.

—No puedo creer que hayas hecho esto aquí —susurró contra mi oído.

—Un encuentro fue suficiente para llevarnos hasta aquí. Era el lugar perfecto —respondí, besando su frente.

Pasamos el resto de la tarde recibiendo felicitaciones de extraños y disfrutando del café más dulce que jamás había probado. Esa cafetería, el lugar donde nuestras vidas se cruzaron por primera vez, ahora era también el lugar donde decidimos comenzar un nuevo capítulo juntos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro