Capitulo 34.-Primera Caza
La habían dejado en medio de ese bosque. Sabía que estaban cerca, pero "cerca" en ese momento era un concepto difuso. Todos sus sentidos estaban agudizados de manera abrumadora; podía oír la cascada a lo lejos, el crujido de las hojas bajo los pies de alguien. ¿Quién era? ¿Mei? ¿El guardabosques? ¿Alguien más? Aún no podía definir con certeza a quién pertenecían esos sonidos, ni si eran de un enemigo o un aliado.
Tenía tanto que aprender. Mei solo le había dicho que siguiera sus instintos, pero ¿qué instintos? Por favor, hubiera agradecido cualquier cosa más concreta, al menos un buen consejo.
Otra cosa que la inquietaba era que no podía dejar de pensar en Mei, en el entorno, en la sed... ¿O era hambre? Todo parecía venir a la vez, como una oleada de sensaciones que la abrumaban. Desde el otro lado, todo parecía mucho más sencillo.
Parada en medio de los imponentes árboles, sentía que estos la devorarían. Era de noche, y el ambiente tétrico estaba en su punto más alto. "¿Cómo?", se preguntaba, otra de las tantas preguntas que tenía para después. La sed estaba ganando terreno. Tal vez debería hacer lo que Mei le había dicho, pero ¿por dónde empezar? Ella no era un animal. Si quería comida, llamaba a algún sirviente o bajaba ella misma a la cocina, tomaba algo del refrigerador, de la despensa, o incluso del jardín. ¿Y ahora qué? ¿Se lanzaría sobre su presa y le diría "déjame beberte, por favor"? No creía que eso funcionara.
Si lo pensaba de otra forma, podría no ser un animal, pero quizás podría pensar o tratar de actuar como si lo fuera. Con eso en mente, debía seguir su instinto.
En la ciudad, me pareció tan fácil como oler; había demasiados aromas, todos tan atractivos.
Pero ahora no estoy allí, estoy en el bosque, y mi presa podría ser cualquier cosa que se moviera. Tenía que empezar por lo más básico: el olor y el sonido. No los podía ver, pero sabía que estaban allí.
O tal vez podría imitar algunas de las peleas de Reinald. No por nada lo he estado observando; quizás me sirva de algo.
Me planté firmemente sobre la tierra y de inmediato me quité los zapatos. Si iba a cazar, no quería mancharlos de sangre. La ropa, bueno, tengo más. Con los zapatos fuera, ahora sí sentí la tierra y las vibraciones de las pisadas de los animales que me rodeaban. No era la única cazadora.
Ahora comenzaba el tira y afloja, esa dinámica que había leído en un libro hace tiempo. Me recordó a esos pequeños animales peludos, zorros, creo que se llamaban. Me sentía como uno de ellos, juguetona y veloz. Me deslicé hacia atrás con cuidado, evitando pisar alguna rama o hoja que pudiera delatarme. Contuve la respiración sin darme cuenta, mis pulmones en sincronía con la tensión que impregnaba el aire. Cualquier sonido podría ser mi perdición; cualquier sonido podría alertar a ese otro depredador que acechaba en la oscuridad.
Con pasos suaves, me acerqué a otro árbol cercano. Solía disfrutar escalar antes de mi transformación, y ahora, con esta nueva fuerza y agilidad, sentía que lo haría aún mejor. Me aferré al tronco con tanta fuerza que casi sentí que podría quebrarlo. Pero me detuve; debía controlar mi fuerza. Reflexioné un momento antes de dar un salto, queriendo probar si podría llegar a la rama más baja del árbol.
Sentí cómo los músculos de mis piernas se tensaban, y en un instante liberé la adrenalina que recorría mi cuerpo. Me encantaba la sensación de poder hacerlo tan fácilmente. Salté con más fuerza de la que esperaba, y al llegar a la rama, mis pies se deslizaron, casi perdiendo el equilibrio. Mis manos se aferraron al tronco en un intento desesperado por no caer.
podía sentir el aroma del otro depredador. Él seguía observándome, y yo a él. Me concentré lo más que pude; toda mi atención debía estar puesta en él... o en eso que fuera. Por favor, que no sea un humano, pensé. No sé si podría enfrentarlo, o si cometería algún error fatal. ¿Qué haría si lo fuera? Mis manos temblaban solo de imaginarlo.
Es imposible que sea un humano. Ellos no tienen permitido entrar aquí. Si lo es... no quiero pensar más en esa posibilidad. Tengo que concentrarme. De frente: vista, oído, olfato, tacto... todo enfocado en atrapar a mi presa.
Desde esta altura, logro distinguir una cola en movimiento. Es larga y peluda, su cuerpo sigue en el suelo; tal vez no logró detectarme hasta aquí. Por su pelaje, podría decir que es un lobo, pero no uno común. Quizás no existen esos en esta tierra. Sería uno mágico, como me ha contado Darick, o uno más salvaje. Bueno, ya no importa; pronto será mi cena. Me mantuve en mi posición, acomodé mis pies de manera que no tropezara con las ramas y, con un movimiento ágil, reuní toda mi fuerza en las piernas. Salté con la intención de moverme con gracia, pero en lugar de volar suavemente por el bosque, me tambaleé en el aire, sintiendo cómo el viento me empujaba torpemente hacia un lado.
Llegué a otro tronco; esta vez, no me tropecé. No esperé a acomodarme mejor, y volví a saltar, esta vez más cerca del lobo. Intenté sorprenderlo, pero en lugar de un ataque limpio, mi salto fue descoordinado y ruidoso. El lobo se giró bruscamente, y por un momento, pensé que había arruinado todo. Tal vez sintió más miedo por mi presencia, y en lugar de observarme para comerme, lo hacía para mantenerse alejado de mí.
Tengo razón. Cuando caigo sobre él, comienza a chillar y gruñir; siento su miedo recorrer mi cuerpo. El aroma de la sangre fluye rápidamente ante el temor de un depredador mayor que le ha caído del cielo, y me produce una gran felicidad.
El lobo luchaba desesperadamente, intentando liberarse de mi agarre, pero yo estaba más allá de cualquier duda o titubeo. La adrenalina corría por mis venas, impulsándome a actuar con instinto y precisión. Mi cuerpo sabía qué hacer, aunque mi mente aún trataba de comprenderlo todo. Con un movimiento rápido, aferré su cuello entre mis manos, sintiendo los latidos desbocados bajo mi piel. Él se revolvía, sus garras rasgaban el aire en un intento desesperado por sobrevivir, pero nada de eso importaba.
Mis colmillos se clavaron en su carne, y un chorro de sangre cálida invadió mi boca. Al principio, el lobo intentó sacudirse, sus gruñidos eran fieros y desesperados, pero pronto la fuerza de su resistencia comenzó a flaquear. No sabía exactamente cuánto tenía que morder ni dónde debía cortar, pero mi instinto me guió. Apliqué la presión justa, lo suficiente para que la sangre fluyera rápido y caliente, pero sin desgarrar demasiado. Mis manos se mancharon de rojo, igual que mi rostro y mi ropa, pero no me importó.
El lobo gimió, un sonido que resonó en mi interior como un eco lejano, recordándome que esto no era un simple juego, sino una lucha de vida o muerte. Pero no me detuve. La sangre seguía brotando, su sabor se intensificaba con cada segundo, y mi sed, esa hambre insaciable, comenzó a calmarse poco a poco.
Sentí cómo la vida del lobo se desvanecía entre mis brazos, sus movimientos cada vez más débiles, hasta que finalmente quedó inmóvil, entregándose por completo a mi poder. Me quedé ahí, aferrada a él, bebiendo hasta la última gota, sintiendo cómo la fuerza volvía a mi cuerpo, cómo la oscuridad en mi mente se disipaba con cada sorbo.
Finalmente, solté al lobo, viendo cómo su cuerpo inerte caía al suelo con un ruido sordo. Mi respiración era irregular, cada inhalación un recordatorio de la adrenalina que aún corría por mis venas. Mi corazón latía con fuerza, pero ya no era solo por el esfuerzo físico, sino por una emoción primaria que no podía ignorar: la emoción de la caza, mezclada con un miedo que aún no lograba controlar del todo.
Me levanté lentamente, tambaleándome un poco al darme cuenta de lo inexperta que era. Mi mano tembló al limpiarme el rostro con el dorso, y aunque intenté quitar las manchas de sangre, éstas permanecieron, recordándome lo que acababa de hacer.
Miré a mi alrededor, notando cómo el bosque volvía lentamente a su quietud. El único sonido que persistía era el de mi propia respiración y el martilleo constante de mi corazón en mis oídos. Había completado mi primera caza, y aunque sabía que mi técnica era torpe y mis movimientos salvajes, también sentí un destello de algo más profundo. Una parte de mí comenzaba a entender que este instinto, esta necesidad de cazar, ahora formaba parte de mi ser.
Sin embargo, todavía había tanto que no entendía, tanto por aprender. Mientras el silencio del bosque se asentaba a mi alrededor, me prometí a mí misma que, con el tiempo, dominaría esta nueva faceta. Pero por ahora, no podía evitar sentirme como una extraña en mi propio cuerpo, aprendiendo a vivir con una fuerza y un hambre que apenas podía comprender.
de Lo que no me percate en ese momento era que, desde más lejos alguien más me observaba. Con esa mirada que lo sabe todo, ella veía cómo yo terminaba de saciarme
Observar a mi hermanita cazar por primera vez fue un deleite inigualable. Verla desenvolverse en su primera caza, desplegando sus instintos más primitivos, me llenó de un extraño orgullo. La compararía con la sensación que tuve cuando descubrí mi don para manipular las cadenas, esas mismas cadenas que en este preciso instante están estrangulando a los estúpidos e insensibles mutantes que han osado interrumpir mi diversión.
Estos grotescos seres se atrevieron a arruinar un momento que había esperado por años: presenciar la caza de Tiara, ver cómo florece en su nueva naturaleza. Mi querida hermana, tan joven y ya tan poderosa. No solo estaba realizando su primer acto como cazadora, sino que lo hacía con una gracia que desmentía su inexperiencia. Y, sin embargo, esos despreciables mutantes, esas abominaciones que ni siquiera merecen el aire que respiran, decidieron colarse en las barreras de mi ciudad, mi hogar, con la intención de interrumpir nuestra tranquila actividad familiar.
Logré mantenerlos alejados de Tiara por ahora, asegurándome de que su primera caza no fuera perturbada. Desde mi posición, puedo ver la expresión de pura felicidad en su rostro mientras saborea la sangre que aún gotea de sus colmillos. Ese lobo nunca tuvo una oportunidad ante ella, y hacía bien en esconderse, aunque fuera en vano.
Cuando Darick mencionó que aquel lobo sería una presa adecuada para Tiara, no tuve la menor duda. Sabía que estaba en lo correcto. De hecho, estoy segura de que Darick ya había decidido eliminar a esa criatura por ser una plaga. Debería estar agradecida de que su final fuera en manos de mi hermana, en lugar de convertirse en un alfiletero de flechas de Darick o ser transformado en un árbol retorcido por su tía.
A pesar de que mi atención estaba dividida entre Tiara y los mutantes, no pude evitar una oleada de furia cuando esos seres despreciables intentaron acercarse. Mi diversión se convirtió en una rabia fría y calculada, y mis cadenas respondieron a mi llamada con una velocidad y precisión que solo el odio puede generar. No les di tiempo para gritar ni para suplicar. Cada movimiento de mis cadenas era letal, cada estrangulamiento una sentencia cumplida con un placer oscuro.
No permitiré que nadie, ni nada, interrumpa este momento crucial para Tiara. Es su noche, su bautismo de sangre, y no habrá ningún mutante, ningún enemigo, que la prive de esa victoria. Mientras mi hermana termina de saciarse, veo cómo su cuerpo se relaja, pero también noto algo diferente en ella. Sus movimientos, antes fluidos y gráciles, ahora parecen más medidos, más pesados. ¿Acaso la caza ha dejado algún impacto en ella? ¿Un indicio de la verdadera naturaleza de la criatura en la que se está convirtiendo?
Mis pensamientos se ven interrumpidos por un último mutante que intenta huir, pero no lo permitiré. Mi cadena se enrolla a su alrededor, estrangulándolo antes de que pueda siquiera dar un paso más. Cuando su cuerpo cae inerte al suelo, mis cadenas regresan a mí, calmadas, pero aún vibrando con la energía de la caza. Con un movimiento de manos estas desaparecen. ya me han servido por hoy.
Con los mutantes finalmente aniquilados, regreso mi atención a Tiara. Ella se limpia las manos en su vestido, ahora sucio de tierra y sangre, con una expresión de satisfacción en su rostro. Sin embargo, noto que la sed en sus ojos no ha desaparecido por completo. Esa es una sed que nunca se apaga del todo, lo sé bien.
Me acerco a ella con una sonrisa.
-Lo hiciste bien, hermanita. le digo suavemente, aunque en mi mente ya estoy planeando cómo guiarla en lo que sigue.
Esta fue solo su primera caza, y como su hermana mayor, seré la que la guíe, la que la proteja, y la que la empuje cuando sea necesario. Porque el mundo no se detendrá para esperarla, no con esta guerra. y si no se fortalece lo suficiente, podría ser devorada por él.
Pero eso no ocurrirá bajo mi vigilancia. No mientras yo esté aquí, encadenando al mundo a nuestros pies.
Mientras tanto, un nuevo informe ha llegado a mis manos, esta vez entregado por Louis y uno de sus subordinados. No tengo tiempo para leerlo ahora, no mientras mantengo mi ojo vigilante en la caza de Tiara. A la distancia, noto el destello de las poderosas cadenas de Mei, confirmando que ella también está aquí, asegurando nuestra posición. Según el informe de Louis, los demonios aún no han llegado a Reddosilva, y las tropas que desplegamos en la zona han sido cautelosas, pero esa es una preocupación para después.
Sin embargo, mi frustración crece cuando le pregunto con tono severo a Louis, mientras intento mantener la calma:
—Si es así, ¿por qué nuestra reina está eliminando en este momento a unos estúpidos mutantes que han logrado traspasar hasta este bosque?
Louis me mira con culpa y vergüenza, incapaz de darme una respuesta adecuada. Su subordinado parece querer intervenir, pero una mirada de advertencia de Louis lo silencia.
—Mis disculpas, general. No hay forma de prever lo que ellos harían. Si un castigo es lo que merezco por mi incompetencia, estoy dispuesto a aceptarlo, incluso si eso incluye a este sirviente suyo —añadió Louis, inclinando la cabeza en señal de arrepentimiento, mientras su subordinado lo imitaba, mostrando la misma sumisión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro