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Capitulo 32 Un inicio carmesí


Cinco años después de la declaración de guerra, el mundo de Terrafina se había vuelto más caótico que nunca antes, incluso más que en los días previos a la coronación. Los distritos, una vez aliados, se habían dividido en tres bandos. Reddosilva, Eien (la fortaleza nevada), Orsbell (la famosa ciudad de las campanas y la belleza), Nemuri y Furudaka pertenecían al bando de los vampiros.

Mientras tanto, Unmorin, Toshi y Shihua se alineaban con los demonios. En esos cinco años, los demonios habían avanzado significativamente, demostrando que su ataque había sido planeado desde hace tiempo. Los distritos que cayeron primero revelaron su lealtad oculta hacia los demonios.

Los demás distritos, como San Shiku, donde reinan las mujeres de una tribu guerrera que aún mantienen las enseñanzas de su emperatriz, y Hamhala Daruwa, Yamran (el centro del comercio donde la igualdad entre vampiros y humanos estaba establecida), Sarasra y Shinawe, se encontraban en una posición difícil, reacios a inclinarse hacia ningún bando.

En este nuevo y desolado paisaje, la supervivencia se había convertido en la prioridad absoluta, y la vida cotidiana estaba marcada por la constante amenaza de peligro. Con tres distritos ya caídos en tan poco tiempo, nadie sabía quién podría ser el enemigo dentro de las paredes de su refugio, que antes consideraban seguro.

En el quinto aniversario del inicio de la guerra, un evento crucial cambió el curso de la vida de Tiara. La transformación que estaba a punto de sufrir sería solo el primer paso en un destino que se entrelazaba con el de sus hermanos, un destino que daría sentido a todo lo que habían vivido hasta ahora.

Pov tiara

El sudor frío se acumulaba en mi frente, cada gota era una marca de la tormenta que se avecinaba. Mi cuerpo, envuelto en un manto de calor y frío al mismo tiempo, parecía estar en guerra consigo mismo. A pesar de mi intento por moverme, yacía inmóvil en la cama, como si estuviera anclada por una fuerza invisible que me impedía cualquier movimiento. Mis músculos se tensaban con cada oleada de dolor, como si fueran cadenas que me mantenían prisionera de mi propio cuerpo. Y a pesar de mi desesperado intento por articular una palabra, mi voz se desvanecía en un susurro apenas audible, perdida en el silencio de la habitación.

El tiempo se convirtió en un enigma indescifrable mientras luchaba por distinguir entre minutos, horas o simplemente segundos. El dolor me envolvía en su abrazo implacable, negándome cualquier respiro de alivio. Mis pensamientos se volvieron nebulosos, desdibujados por la agonía que se apoderaba de cada fibra de mi ser. Por un breve instante, la idea de rendirme y regresar a la cama para sumergirme en el suave abrazo de las sábanas parecía tentadora. Pero algo en mi interior se resistía a ceder, un instinto de supervivencia que se aferraba a la esperanza de encontrar una salida de este laberinto de dolor.

Con un esfuerzo sobrehumano, logré liberarme de las cadenas invisibles que me mantenían postrada en la cama. Mis movimientos eran torpes y entrecortados, cada paso una batalla contra el dolor que amenazaba con consumirme por completo. El calor y el frío continuaban su danza macabra, envolviéndome en un torbellino de sensaciones que amenazaban con desgarrar mi cordura. Y en medio de este caos, una súplica desesperada escapó de mis labios resecos, un grito ahogado en el silencio de la noche.

El cansancio se apoderó de mí, un peso que parecía aplastarme contra el suelo mientras luchaba por mantenerme en pie. Mis párpados se cerraron lentamente, ocultando el mundo a mi alrededor en un manto de oscuridad. Y mientras me sumergía en la quietud de la noche, una pregunta se abrió paso en mi mente aturdida: ¿Cuánto tiempo había pasado desde que comenzó esta pesadilla?

Pov Kisaki:

El aire nocturno se volvió denso y cargado de una energía inquietante y fría. Como vampiro, mis sentidos estaban afinados a los cambios sutiles del entorno, y algo en mi interior me empujaba a seguir mi instinto. Este impulso me llevó directamente al cuarto de Tiara. Sabía que, con su cumpleaños número trece acercándose, existía la posibilidad de que ella también se convirtiera en vampiro. Al abrir la puerta con precaución, la vi inconsciente, su cuerpo convulsionando levemente. El sudor frío perlaba su piel, indicativo del tormento que estaba sufriendo.

"Es ahora", pensé, sintiendo una mezcla de preocupación y responsabilidad. Sin perder tiempo, tomé una manta y la envolví con cuidado. Su piel estaba helada al tacto, y un escalofrío recorrió mi espalda. Con mi otra mano, tracé en el aire una serie de señas, enviando un mensaje mental al despacho del director. Le comuniqué que la transformación de Tiara había comenzado y que la llevaría a la entrada para esperar a sus familiares.

Diez minutos después, nervioso, me encontraba en el patio de la escuela con Tiara aún dormida en mis brazos. Su respiración era irregular, y cada jadeo me hacía temer lo peor. No pasó mucho tiempo antes de que Mei llegara. Su presencia era imponente, y su mirada cargada de determinación parecía atravesarme.

Profesor Kisaki, entréguemela, ordenó con una voz firme y autoritaria.

As... Sí, mi reina. respondí, con un nudo en la garganta. Obedecí de inmediato, inclinándome ante ella mientras sentía la presión de su aura dominar el espacio. Mei se acercó con gracia, y pude ver la preocupación en sus ojos mientras tomaba a Tiara en sus brazos.

Tiara está en la etapa inicial de la transformación, le expliqué, mi voz temblorosa. "Ha sido difícil, pero creo que se mantendrá fuerte."

Mei asintió, su mirada se suavizó por un momento mientras observaba a la joven envuelta en las mantas. "Confío en que así será, profesor. Ella es más fuerte de lo que parece."

La reverencia era un gesto de respeto que salía de mí casi por instinto. Permanecí arrodillado hasta que la presencia abrumadora de Mei desapareció, llevándose a Tiara envuelta en un capullo de cobijas. Sus palabras finales resonaron en mi mente mientras se alejaba, dejándome con una mezcla de alivio y preocupación.

"Mei," murmuré, sintiendo un peso levantarse de mis hombros. "Haré todo lo posible para apoyar a Tiara en su nueva vida, tal vez así me redima de lo que paso cuando éramos compañeros de clases-

El viento nocturno susurraba entre los árboles, y la calma regresaba lentamente a la escuela

Pov Tiara

Me desperté en mi cuarto con una sensación de cambio palpable en el aire. Se sentía diferente, como si algo dentro de mi hubiera cambiado durante la noche. mi piel tenía una nueva sensibilidad y podía percibir la energía en el ambiente de una manera que nunca antes había experimentado. Un reflejo en el espejo reveló unos ojos que parecían más brillantes, y su reflejo había adquirido una profundidad inusual. ¿quien es ella?".pensé.

En ese momento, la puerta se abrió suavemente y Mei entró con una charola en las manos. Sobre la charola había una copa oscura cubierto por una tapa que ocultaba su contenido. Mei sonrió con ternura mientras se acercaba a la cama de Tiara.

—Buenos días, hermana —saludó, colocando la charola en el regazo de Tiara—. Tengo algo especial para ti. miré el vaso con curiosidad, incapaz de discernir qué había dentro debido a la tapa.

—¿Qué es esto? —pregunté, con la voz temblando ligeramente. Mei quitó la tapa, revelando un líquido rojo oscuro en la copa oscura.

—Esto es lo que necesitas para alimentarte ahora, Tiara —explicó Mei con calma—. Como vampira, tu cuerpo requiere sangre para obtener la fuerza y la energía que necesitas.

Los ojos de Tiara se abrieron en asombro y sorpresa. Sangre. Eso era lo que había en la copa. Era una verdad que sabía que tenía que enfrentar, pero verlo de manera tan directa era una experiencia abrumadora.

Mei pareció comprender la mezcla de emociones en el rostro de Tiara y se sentó a su lado en la cama.

—Sé que esto puede ser difícil de aceptar, Tiara, pero es parte de lo que somos ahora. Yo he pasado por esto también, y estoy aquí para guiarte.

Tiara tomó un profundo aliento, tratando de asimilar lo que estaba oyendo.

—¿Qué pasa si no puedo hacerlo? ¿Si no puedo beber sangre?

Mei tomó su mano con suavidad.

—Aprenderás, Tiara. No estás sola en esto. A medida que avances en tu transformación, te acostumbrarás a tus nuevos instintos y necesidades. Estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino.

El vaso seguía en su regazo, su contenido parecía más una prueba de fuego que una simple bebida. Tiara lo miró por un momento antes de finalmente aceptar su realidad.

—Entiendo, Mei. Gracias por estar aquí para mí.

Mei le sonrió cálidamente.

—Eres mi hermana, y siempre estaré a tu lado, sin importar lo que enfrentemos.

El rostro de Tiara se iluminó con una débil pero sincera sonrisa.

—Bien, entonces —dijo, levantando la bebida con resolución, preparada para enfrentar el próximo paso de su vida como vampira.

Después de un momento de vacilación, Tiara finalmente llevó el vaso a sus labios y bebió el líquido rojo oscuro. Una oleada de sensaciones la recorrió, y aunque era diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes, también se sintió rejuvenecida de una manera que no podía describir. Sorbió cada gota, consumiendo el líquido con cautela y atención.

Con un suave suspiro, Tiara terminó la última gota y dejó el vaso vacío a un lado. Se sintió diferente, más fuerte y alerta, como si hubiera despertado a una parte de sí misma que había estado dormida durante mucho tiempo. Una sensación de asombro y curiosidad llenó su ser mientras se acomodaba en la cama, tratando de entender todo lo que había sucedido.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que su sirvienta, Mizu, no estaba en la habitación como solía estar. Una inquietud repentina la invadió, y no pudo evitar preguntar:

—Mei, ¿dónde está Mizu?

Mei la miró con una expresión comprensiva.

—Por ahora, Mizu no puede atender tus necesidades, Tiara.

Confusión y preocupación se mezclaron en los ojos de Tiara.

—¿Por qué? ¿Dónde está?

Mei tomó su mano con calma.

—Mizu está a salvo, Tiara. Pero hasta que controles completamente tu sed de sangre, no sería seguro para ella estar cerca. Esta es una parte importante de tu transformación y necesitas aprender a manejarla pronto.

Tiara asintió, aunque el miedo y la incertidumbre seguían latentes en su interior.

—¿Cuánto tiempo llevará controlar mi sed?

Mei le sonrió tranquilamente.

—No hay un plazo definido, hermana. Cada vampiro atraviesa esta fase de manera única. Lo importante es que aprendas a dominar tu sed de manera que no pongas a nadie en peligro.

El silencio llenó la habitación por un momento mientras Tiara procesaba la información.

—Entiendo. No quiero lastimar a nadie.

Mei apretó suavemente su mano.

—Sé que es un proceso desafiante, pero te apoyaré en cada paso. Estamos en esto juntas, Tiara.

Tiara asintió con gratitud.

—Gracias, Mei. Me siento afortunada de tenerte a mi lado.

Mei sonrió cálidamente.

—Eres fuerte, Tiara, y tienes todo lo que necesitas dentro de ti para enfrentar esto.

Tiempo después, Mei salió del cuarto, dejándome sola de nuevo, asimilando mi nueva vida. Pero también me dejó sola con esta nueva sed, o ¿es hambre? Aunque ya puedo pensar mejor, me estoy dando cuenta de que toda la habitación de color rosa me parece muy infantil, aunque aún conserva algo de "bonito". En el mismo instante en que pensé sobre la linda y muy rosada habitación, surgió otro pensamiento: "¿No debería cambiarla también?" Ya no soy una niña y, más que bonita, me siento salvaje.

Después de la primera vez que bebí de aquella copa de sangre, no creí que seguiría teniendo sed. Todo lo que siento es nuevo, es demasiado, brillante y ruidoso, y tengo una sed infinita. Me pregunto cómo hacían mis hermanos para no saltar sobre los humanos que pasaban junto a ellos en el castillo. Aquí, al alcance de su mano, bastaba una orden y ellos obedecerían. Y "fuera del castillo" hay muchos más. Decidí que nadie se daría cuenta si faltaba uno, ¿o no?

- ¡Cómo pude pensar en eso! -me dije a mí misma. Me reconfortó saber que aún tenía esos hábitos humanos de hablar sola, aunque ya no parece que le tome importancia. No como la sed de sangre que sigue persistiendo en mí. Me llevo las manos a mi garganta, esperando que sirva de algo, quiero acabar con la sed que me consume. Aprieto suavemente, esperando no asfixiarme, pero el deseo que he despertado por la sangre de ese desconocido sigue ahí, y no se irá aún.

Espero sentir las marcas de mis manos, apenas notando lo pequeñas que son. Dejo lo que estaba haciendo para mirar mis manos: están más blancas, "se parecen a las de mi hermana", blancas y suaves, sin imperfecciones. Toco mis manos, sintiendo la suavidad de ellas; nunca las había tenido así antes. Me parece casi irreal.

Me vuelvo a fijar en el espejo que estaba observando antes de que entrara mi hermana. Me levanto y siento que lo hago muy rápido; ya no soy tan torpe como para enredarme en las sábanas. El piso de azulejo blanco me da la bienvenida. Siento cada pisada como si estuviera flotando, aunque es la primera vez que lo siento. Así se siente Mei al caminar, ¿es por eso que se ve tan elegante e inalcanzable?

Llego al espejo y me doy cuenta del hermoso ser que tengo frente a mí. Levanto la mano para comprobar que a quien veo es mi reflejo. No pasa como en esos cuentos humanos donde pensaban y afirmaban que los vampiros no podían ver sus reflejos si se paraban frente a un espejo. ¿Qué más es mentira?

Lo siguiente que noto son mis ojos. Si antes los encontraba preciosos y recibía bastantes elogios cuando era humana, ahora parecen dos gemas brillantes que se han sumergido en el agua clara de un oasis, brillando misteriosamente bajo los cálidos rayos del sol. Estos ojos son irreales, etéreos, sacados de la más pura fantasía de un dios soñador. ¿Quién más habrá creado esta belleza sublime?

Un pequeño ruidito en mi mente me dice que le dé las gracias. ¿Las gracias a quién? A mi creador, a mi madre, a mi diosa. Mi reina. -Lilith. Es lo que sale de mi garganta aún seca, pero con gusto y regocijo pronuncio su nombre.

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