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capitulo 27 Coronas y Espadas

El príncipe heredero, recién ascendido al título de rey, avanzaba con paso seguro hacia el trono. Su figura alta y esbelta estaba envuelta en una capa negra que ondeaba ligeramente con cada paso, contrastando con su piel pálida y sus cabellos oscuros meticulosamente peinados hacia atrás. Los ojos del nuevo rey, intensos y de un gris profundo, reflejaban una mezcla de determinación y poder.

A medida que se acercaba al trono, los cortesanos y nobles presentes, vestidos con túnicas blancas adornadas con detalles en rojo, se inclinaban en reverencia. Entre ellos, Mei, Reinald, Izumi y Julian con su vestimenta blanca.

Cada Soberano de su distrito puesto en orden hasta enfrente del ahora rey coronado cada uno representando un distrito diferente, con Mei posicionada en el quinto lugar, seguida por Reinald. Detrás de ellos se extendía la fila de los demás asistentes, todos observando con respeto y expectación.

El rey viejo, desde su trono, comenzó a pronunciar los votos de continuidad del reinado según sus ideales, mientras colocaba solemnemente la corona sobre la cabeza de su hijo menor. El ambiente estaba cargado de una solemnidad y expectación. casi palpable, marcada por el eco de antiguos rituales y el peso de las expectativas que rodeaban al nuevo monarca. Pero también de cuál sería su primer acto. La votación del destino de Reddosilva.

El rey coronado, ahora en el umbral de su reinado, se detuvo frente al trono, mirando con seriedad a los presentes. Los candelabros titilaban con una luz sombría, haciendo resaltar los detalles intrincados del trono y la figura imponente del rey coronado por la luna. En ese momento de silencio tenso y ceremonial, todo el reino parecía sostener la respiración, esperando el primer gesto del nuevo rey que marcaría el comienzo de una nueva era.

A medida que el rey coronado se erguía majestuosamente ante el trono, un susurro reverencial se extendió por el salón. Los nobles y cortesanos presentes, incluidos Mei, Reinald y los reyes de los distintos distritos, bajaron solemnemente la cabeza tres veces en señal de respeto y aceptación. Las llamas de los candelabros arrojaban destellos dorados sobre sus vestiduras blancas, creando una atmósfera de veneración y solemnidad en el salón del trono. El rey viejo observaba con orgullo a su hijo, ahora oficialmente investido como el nuevo soberano de Unmorin,

La corona relucía en la cabeza del nuevo rey de Unmorin, pero la tensión en la sala era palpable mientras todos guardaban el inicio de la votación

El salón del trono resonaba con un murmullo tenso mientras los nobles y reyes de los distintos distritos presentaban sus argumentos a favor y en contra de aceptar a Mei como reina legítima de Reddosilva. Cada uno de ellos, vestido en túnicas blancas con detalles en rojo que simbolizaban sus buenas intenciones ante la ceremonia, se alzaba solemnemente para expresar sus condiciones.

Mei escuchaba con atención mientras los nobles y reyes expresaban sus puntos de vista sobre su aceptación como reina legítima de Reddosilva.

Lisander Caine de Orsbell habló primero, su voz profunda resonando en el salón. -Recordamos los lazos de amistad que una vez unieron a nuestros reinos. Con Mei como reina, podemos fortalecer la estabilidad y la prosperidad que ambos disfrutamos en el pasado.

Del distrito de Eien, el noble continuó con solemnidad, -Las rutas comerciales y la cooperación en seguridad han beneficiado a ambos distritos. Apoyar a Mei asegura que estas ventajas continúen y se expandan.

La voz firme de la líder de la tribu de mujeres de San Shiki resonó con convicción, -Nuestra tribu cree en la justicia y el apoyo a cualquier reina legítima. Mei representa la continuidad de nuestros principios de igualdad y cooperación.

Mei se encontraba en el centro del gran salón, rodeada por los representantes de los diversos distritos, cada uno expresando sus condiciones para apoyar su reinado. Las discusiones resonaban en el aire, llenando el ambiente con una mezcla de expectación y tensión.

Desde el Distrito 8, Shihua, llegó la primera oferta. El representante, un hombre de edad avanzada con una mirada astuta, habló con determinación.—Aceptaremos a Mei como reina si recibimos un aumento significativo en los tributos de oro. Esto fortalecerá nuestra economía local y nos permitirá expandir nuestros recursos.

Furudaka, representado por una joven maga con ropajes elaborados, expresó su posición a continuación- —Estamos dispuestos a apoyar a Mei bajo la condición de que recibamos avances significativos en el intercambio de conocimientos. Específicamente, nos interesa avanzar en magia y tecnología, lo cual beneficiará enormemente a nuestra comunidad académica.

Hamhala, un distrito conocido por su robusta industria agrícola, se presentó con una demanda clara:-— Nos alinearemos con Reddosilva si se nos garantiza un aumento en la cantidad de humanos proporcionados para trabajo. Esto nos ayudará a manejar mejor nuestras industrias y agricultura, asegurando un desarrollo sostenido para nuestra región.

Desde Daruwa, un distrito estratégicamente ubicado, surgió una petición diplomática: —Consideraremos respaldar a Mei si se nos otorga acceso preferencial a tratados comerciales y acuerdos diplomáticos. Esto mejorará nuestra posición estratégica en la región y fortalecerá nuestras relaciones internacionales.

Mei escuchaba atentamente cada propuesta, consciente de la delicadeza de cada negociación. Era crucial asegurar el apoyo de estos distritos para consolidar su posición como reina legítima de Reddosilva. Respondió con calma y diplomacia a cada uno, discutiendo los términos y buscando compromisos que beneficiaran tanto a su reino como a los distritos aliados.

Sin embargo, la familia real de Yamran, el distrito central económico y comercial, se opuso abiertamente, considerando que la pérdida de cualquier tratado con alguien como Mei sería insignificante para ellos.

El representante de Sarasrra, un hombre de cabello gris y vestimenta austera, comenzó la conversación de manera directa: —Nosotros en Sarasrra no estamos dispuestos a respaldar a Mei como reina de Reddosilva. Además, les pedimos a sus residentes que abandonen nuestro distrito lo antes posible si no quieren enfrentar consecuencias."

Mei escuchó con atención, manteniendo su compostura real a pesar del golpe inicial. —Lamento escuchar su decisión. ¿Podrían explicarme por qué están tomando esta postura tan firme? preguntó con calma, buscando comprender las razones detrás de la firmeza de Sarasrra.

El representante de Sarasrra se ajustó la corbata antes de responder. —Nuestro distrito tiene sus propios intereses y no vemos ninguna ventaja en asociarnos con Reddosilva bajo el liderazgo de alguien que consideramos no apto para gobernar.

El rey recién coronado se puso de pie majestuosamente, su figura imponente destacando entre la multitud expectante. Miró de reojo a los invitados, finalmente posando su mirada en Mei y Reinald. A su lado, su padre lo seguía con solemnidad. Cuando el rey coronado llegó junto a su hijo, ambos intercambiaron una mirada significativa.

—Veo que todos han tomado su decisión, anunció el rey coronado con voz firme. —Por mayoría de votos, decido que Mei está exulta. Ella seguirá siendo la reina de Reddosilva.

Un suspiro colectivo de alivio llenó el salón, liberando la tensión acumulada que ni siquiera sabían que estaban sosteniendo. El rey coronado hizo una señal discreta a los guardias, indicándoles una orden en secreto.

—Pero si salen de aquí con vida, continuó el rey coronado con una sonrisa siniestra.  —será una sorpresa para mí. En un movimiento repentino, desenvainó su espada y con un golpe rápido y certero, eliminó a su padre. La sangre salpicó la sala, pintando de rojo oscuro las paredes y los suelos. El caos estalló entre los presentes mientras las luces del salón se apagaban, sumiéndolos en la oscuridad y el desconcierto.

Pov Reinald:

Estaba en una sala lateral del castillo, reunido con mis confidentes más cercados, discutiendo en voz baja los detalles finales de su plan de escape. El ambiente era tenso, cargado de anticipación y preocupación.

—Los informes indican que nuestros planes están casi listos, murmuró Reinald, sus ojos rojos reflejando la preocupación que sentía. —Pero estas desapariciones de sirvientes y los hallazgos extraños en las calles son inquietantes. Necesitamos asegurarnos de que no haya traición en nuestras filas.

Izumi, su consejero más confiable, ya que al ser parte dela guardia personal demMei era en quien mas confiaba.  asintió con seriedad. —Estamos revisando cada detalle, pero el tiempo se agota. Cualquier retraso podría ser fatal.

Antes de que pudieran continuar un guardia aviso que se dictaría sentencia y que regresaran. Reinald y los demás salieron presuroso al lugar donde Mei estaba siendo juzgada. cuando entraron solo faltaba el nuevo rey de dar su sentencia.

De repente, el recién coronado rey se levantó de su trono. Su figura imponente dominaba la sala mientras avanzaba hacia Mei, sus ojos grises reflejando una mezcla de determinación y algo oscuro. El silencio cayó sobre la multitud como una manta pesada.

—Veo que todos han tomado su decisión —dijo, su voz resonando con una autoridad inquebrantable. Hizo una pausa, mirando a cada uno de los nobles, sus ojos deteniéndose en Mei y Reinald. Su padre, el viejo rey, lo seguía de cerca, con una expresión de orgullo y apoyo.

—Por unanimidad, les diré que Mei está exenta —continuó el rey. Los asistentes contenían el aliento, cada uno esperando el veredicto. —Ella seguirá siendo la reina de Reddosilva.

Hubo un momento de alivio palpable en la sala. Mei y Reinald intercambiaron una mirada rápida, ambos sintiendo el peso de la tensión liberarse un poco. Pero antes de que pudieran reaccionar, el rey dio una señal discreta a los guardias.

—Eso sí —dijo con una sonrisa peligrosa—, si salen con vida de aquí.

En un movimiento inesperado y rápido, sacó su espada y la clavó en el corazón de su propio padre, no bastándole decapito a su progenitor tan rápido que solo se escucho el ruido de la cabeza al care al suelo. la sangre salpicó la espada y el salón, pintando el ambiente con un rojo intenso. El caos estalló de inmediato.

Los guardias de Unmorin intentaron controlar la situación, pero los asistentes reaccionaron con pánico. Algunos nobles se lanzaron hacia las salidas que no se encontraban bloqueadas, mientras otros se quedaron paralizados por el horror de la escena. Mei, con el corazón acelerado, tomó la mano de Reinald, su mente trabajando frenéticamente para encontrar una salida.

Las luces del salón parpadearon y luego se apagaron, sumiendo la habitación en una oscuridad casi total. Gritos y sonidos de lucha llenaban el aire mientras Mei y Reinald se movían a tientas, tratando de encontrar una ruta de escape en medio del caos.

La oscuridad se sentía sofocante, como un presagio de la oscuridad que ahora reinaba. El caos reinaba en la sala, pero Reinald sabía que debía actuar rápido. Con una última mirada a Mei, ordenó a su informante seguir con el plan: tenían que escapar de Unmorin antes de que fuera demasiado tarde.

El recién coronado rey, con una expresión fría y decidida, miraba el salón del trono lleno de murmullos y miradas incrédulas. Su primer acto como monarca había sido la orden de ejecución de su propio padre, el anterior rey. La traición y brutalidad del nuevo rey habían sumido el salón en un caos indescriptible.

Se oyó el sonido metálico de las puertas y ventanas cerrándose herméticamente, atrapando a todos dentro. La oscuridad era total, y solo los murmullos asustados y las respiraciones tensas se escuchaban en el silencio opresivo.

Cuando las luces volvieron a encenderse de golpe, una figura imponente y temible se encontraba en el centro del salón. El demonio, con piel azul morada y cuernos rojos, sostenía en alto la cabeza decapitada del anterior rey, cuyo rostro estaba congelado en una expresión de horror y traición. La multitud quedó en silencio absoluto, incapaz de procesar la aterradora visión ante ellos.

El demonio, con una sonrisa cínica, miró a los presentes. Su cabello negro estilo bob, con las puntas más largas, enmarcaba su rostro sin fleco, destacando sus ojos rojos con iris negro que brillaban con una confianza prepotente. Vestía solo unos pantalones rojos y adornos de oro, incluyendo un collar de placas de oro y brazaletes que resplandecían bajo las luces del salón.

Con una voz profunda y resonante, el demonio proclamó:

—¡Bravo, nuevo rey! Has demostrado ser un muy útil peón en mi juego. La traición a tu propio padre fue un acto magistral. Has cumplido con creces mis expectativas.

El nuevo rey, aunque inicialmente sorprendido, recuperó rápidamente la compostura y esbozó una sonrisa débil.

—Gracias, mi señor —respondió el rey, inclinando ligeramente la cabeza.

Los presentes, aterrorizados y confusos, miraron al demonio y al nuevo rey, entendiendo lentamente la verdad detrás de los eventos recientes. El demonio bajó la cabeza del anterior rey y la dejó caer al suelo con desprecio. Luego, dio un paso hacia el nuevo rey y se inclinó ligeramente, como un maestro orgulloso de su aprendiz.

—Recuerda siempre quién te dio este poder —dijo el demonio, su voz resonando en el salón—. Y no olvides que todo tiene un precio.

La tensión en el salón incremento Todos comprendieron que el verdadero poder detrás del trono había sido revelado. El nuevo rey, con una mezcla de orgullo y sumisión, asintió.

—Lo sé, maestro. Haré lo que sea necesario para mantenerlo.

El demonio esbozó una última sonrisa cínica antes de desaparecer en una nube de sombras, dejando al rey y a los presentes con la certeza de que la primera batalla por el trono apenas comenzaba.

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