Dormí hasta el día siguiente,cuando Kumo nos despertó a todos. -Hora de entrenar~- nos dijo. -pero antes a desayunar!!!- saco un plato de carne y recipientes con leche. -No quiero comer eso- exclame firmemente. Siempre había sido un poco quisquillosa con la comida a decir verdad. -Si que lo harás- me enoje mucho. Siempre era mimada y me daban algo rico pero esto.....
-No- dije poniendo una cara de pucheros.
-Si-
-NO-
-SI-
-¡¡NO!!-
-¡¡QUE SI CARAY!!-
Después de una larga pelea por fin logre ceder, y comí el cacho de carne cruda y la leche. -puah- Kumo me miro, ya harto de mis berrinches. -Cállate ya- se rebajo a contestar. -Ahora que lo pruebo no esta tan malo...- todos los gatos me miraron, algunos con deserción, otros con amargura, otros con sorpresa, eso si, se veía que Kumo estaba apunto de golpearme.
Salimos al campo de entrenamiento. Era un extenso terreno lleno de pasto y montañas gasta atrás. -Empezemos por algo sencillo. ¿Traes a Shaula, verdad?-dije que si y desenvaine la katana. Para ese entonces Kumo ya se había dado cuenta de que ya le había puesto mi sangre, por lo tanto ya tenía mi chakra. -Muy bien, te has adelantado, ahora solo entrenaremos hasta que la katana sea como parte de ti- me vendó los ojos y me pidió que bloqueara los shurikens que lanzaría.
Para mi sorpresa, y para el mal de mi ego no bloque ninguno, y todos se clavaron en mi brazo. Esto sería difícil pero divertido. O quizás no.