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La traición es como una herida infectada.

No solo te hiere en el momento; sino que también es capaz de matarte con el paso del tiempo




Con el sol en el punto más alto del cielo, Jeon Jungkook había decidido morir.

No existe la confianza, ni el respeto por lo ajeno.

Después de entenderlo tuvo que tomar una decisión para acabar con los augurios de su devenir.

Como el noble caballero que era, lo único que podía hacer, era desenvainar su espada en ese momento y atravesar su vientre para liberarse de aquel tortuoso martirio conocido como existencia.

Por eso, allí en su recinto, después de perder  la guerra, sabía que la muerte era inminente. Así como inevitable sería que su sangre se derramara para enmendar las desgracias de su derrota.

Se colocó la punta metálica contra la piel al despedirse de todo lo que amó cuando la muerte lo abrazó antes de que su reino, su poesía y sus hazañas quedaran a la deriva.

Solo entonces cerró los ojos, y descansó.

Bueno, no.

Quizá solo estaba exagerando. ¿A quién quería engañar? En realidad no era ese tipo de historia.

—¡Jungkook! —le llamaron desde afuera. Mierda, lo habían encontrado. Pero él no tenía intenciones de enfrentarse a sus enemigos—, ya sé que estás aquí. ¡No huyas!

De hecho, no tenía una espada, ni era un noble caballero, es más, no tenía ni siquiera dignidad; pero realmente le habría gustado atravesarse el estómago en ese momento.

—Oh, no. No estoy huyendo, me estoy escondiendo. ¡Es diferente tipo de cobardía! —gritó desde su cubículo.

Tampoco era un reino lejano o místico en donde pudiera morir en paz.  En realidad, estaba el baño de la universidad; con ambos pies sobre la orilla del retrete para que nadie notara en cuál de todos los cubículos se escondía.

—¡No es tan malo!

—¡Yo no me inscribí, ni siquiera sabía de ese estúpido concurso! Y ahora debo salir para sonreírle a media universidad.

—Sí sabías del concurso, yo te lo dije. ¡Era una gran oportunidad, Jungkook!

El chico se quedó callado cuando reaccionó recordando esa noche. Ese malnacido…

—¡Tú! ¡Tú me hiciste esto!

—No resultó como yo esperaba, ¡lo siento! Pero eso no cambia el hecho de que ganaste, y que eres muy bueno.

—¡Me inscribiste contra mi voluntad! ¿De dónde sacaste la historia? —No obtuvo respuesta—. ¿¡Estuviste husmeando en mi computadora, cierto!?

—No estoy orgulloso de eso.

—Dime cuál enviaste, dímelo antes de que me ahogue a mí mismo con el agua del baño.

—Yo… uhm. No lo sé, la primera que encontré.

—Gran información, tarado. ¡Tengo cientos de borradores! —Negó con la cabeza y se dijo a sí mismo—. Esto no está pasando, no está pasando.

—¡Maldición, Jungkook! Solo tienes que salir, y aceptar el premio como una persona normal. ¡Ya cálmate!

Quizás era preciso preguntarse por qué terminó en esa situación. O por qué se suponía que debía seguir indicaciones del traidor que lo había vendido.

—¡No me voy a calmar! ¡Pusieron mi foto en la pantalla grande al lado de la palabra "homoerótico".

—¡Pero ganaste! ¡Jungkook, es tu momento!

—¡Me sacaron del clóset frente a quinientas personas, imbécil!

—Ya, ya. Que escribas esas cosas no te hace homosexual. Además, tú dijiste que no creías en esas cosas de "salir".

—No me jodas, Min. Los dos sabemos que soy un closetero de mierda, bueno, gracias a ti, era.  ¡Era! —El chico respiró ofuscado, se movió tanto que su pie se resbaló, haciendo que este y parte de su tobillo se llenaran de agua dudosa del inodoro—. Mierda… —murmuró porque este día no podría ser menos humillante.

—¡Pero no es para tanto! ¿Te preocupa que sepan que escribes romance gay?

—No, mierda, me preocupa todo lo demás. No debí escribir ese omegaverse de caballos homosexual, ahora sí me van a cancelar

—¡Ya te dije que lo siento!

Quizá no era una historia de guerra, de poético amor, o de increíble ficción que desafiara a la realidad. Pero Jungkook sí quería morirse.

Min Yoongi nunca creyó que un inocente correo electrónico y un click le causarían tantos conflictos a su amigo; pero bueno, no podía hacer nada al respecto.

Es decir, hacía dos meses estaban jodidos con las cuentas, y a él no le pareció mala idea lucrar con el pasatiempo de su amigo.

Una tarde mientras veía cualquier estupidez en línea, a Yoongi le apareció la publicidad de un concurso de escritura de la universidad, en donde ofrecían dinero a cambio de la mejor historia del verano, lo cual era mucho dinero a decir verdad.

No creyó que fuera en serio hasta que notó que era patrocinado por una editorial en colaboración con una productora famosa. Usualmente buscaban actores, pero ahora estaban buscando historias, y este era el turno de su ciudad.

Maldición, quería escritores baratos. Ja.

Así que le pareció que un par de cientos de billetes no les caería nada mal, sería dinero fácil. Entonces pensó, que como a él nunca se le había dado del todo bien escribir, lo mejor sería pedirle ayuda a alguien a quien esas habilidades de poeta frustrado se le daban excepcionalmente.

Y Jungkook era ese alguien.

Por lo que no dudó en animar a su compañero de apartamento a que se inscribiera.

Él era bueno, lo sabía. Pensaba que su amigo tenía una gran capacidad para transmitir sensaciones con sus palabras, y que tenía mucho potencial aunque no se duchara.

Él lo conocía desde hace años, y no recordaba un solo momento en donde el menor no estuviera escribiendo alguna escena o historia. ¡Era un gran plan!

Pero Jungkook no se inscribió por más que él insistió, le incomodaba que la gente viera sus historias. Y no lo entendía porque, joder, el chico se la pasaba escribiendo sus cosas raras toda la noche en su vieja laptop y haciendo llorar a las personas que lo leían por internet.

Min sabía que ellos ganarían ese concurso con los ojos cerrados. Además de que estaban quebrados y Jungkook desempleado, así que se tomó la libertad de tomar su computadora husmeando un poco  en ella para conseguir ese dinero.

Eligió la primera historia —que no tuviera el nombre de algún famoso— que encontró entre los archivos de su computadora, le adjuntó una fotografía bonita de su amigo peliazul, una grandiosa descripción junto con la información de contacto del chico, además del link de su blog, y la envió al buzón del concurso.

¡Y listo! No perdían nada con intentar, solo que claro, él esperaba que un día simplemente les enviaran un correo de regreso felicitando al menor por ser el ganador, seguido de la dirección para recoger el dinero.

Se pasó de la raya, sí.

Pensó que así Jungkook podría sentirse seguro de sí mismo, le agradecería diciéndole que era el mejor por confiar siempre en su talento y no los echarían del apartamento cuya renta llevaban dos meses sin pagar.

Pero lo que no esperaba —o no tenía en mente, en realidad— era que a la productora se le ocurriera hacer un evento a la mitad del campus universitario, con camarógrafos, pantallas, pancartas para que todo el estudiantado conociera a los ganadores. 

Sí, él no había leído las letras pequeñas del anuncio. Y acaba de lanzar el trasero ansioso e introvertido de Jungkook a un mar de gente.

Jungkook abrió la puerta del baño, y salió viéndole molesto. Él no pudo evitar ver con gracia su pantalón de mezclilla clara, mojado de una pierna, dejando marcas en el piso cada vez que daba un paso.

—No me vengas con tus disculpas falsas. Tú, ya no solo eres ladrón de novios, ahora también robas computadoras, y usurpas historias, eres mal amigo, cobarde.

El rubio se cruzó de brazos mientras veía a Jungkook colapsar frente a él.

—¿Ya terminaste? —dijo con una ceja alzada—. ¡Estás exagerando! Además, lo del novio fue hace mucho tiempo, y no fue mi culpa, ya supéralo.

—Eres un imbécil, Yoongi.

—¡Los jueces te están esperando!

—No voy a aceptar el estúpido premio de mierda. Ve tú si quieres, pero yo iré a mi habitación a empacar mis cosas para no tener que verte nunca más, y a comer Doritos mientras lloro porque me apuñalaste, me robaste, me traicionaste, me…

—Ya basta de sinónimos, por favor.

—Púdrete.

Estaba realmente molesto. Quizá no debería darle tanta importancia, eran solo historias gays sin sentido, pero eran ¡Sus historias gays sin sentido! De nadie más, y por mucho que quisiera al mayor, no tenía derecho de tocarlas.

Además de que no tenía ni una remota idea de cuál de todas había enviado. Y tenía miedo de seguir preguntando, no quería sentirse más expuesto.

Más tarde iba a terminar cancelado por haber escrito la versión omegaverse equina de su actor favorito.

Es que… maldición. Tenía archivos en sus borradores de historias de sus cantantes favoritos casándose entre ellos, casándose con él, y divorciándose de él para después volver a casarse entre ellos de nuevo.

Usualmente subía las cosas que escribía para algún público selecto, que usualmente eran adolescentes sin supervisión, y aunque alguna vez lo fue, ya no lo era.

Era un adulto mediocre, que lo único que podía hacer era celebrar por el billete de a diez que se encontró en su ropa sucia y por pasar apenas el semestre de la universidad.

Nunca vinculó lo que escribía con su rostro, porque vamos, ¿Con qué orgullo podía decir que era un fanático obsesionado que se las llevaba de ser profundo escribiendo escenas candentes supuestamente poéticas a las tres de la mañana? No podía, lo haría verse más patético.

Pero ahora todos lo sabían, y es que toda su vida estaba comprometida. Su nombre, su rostro, su usuario de Twitter, su blog, el instagram hetero que no sabía que aún tenía, hasta su número de celular, al parecer.

¿Lucía como si estuviera exagerando? Sí, tal vez. Pero eso no quitaba el hecho de que se sentía demasiado expuesto.

Su día había ido mal desde el comienzo. El arrendatario le había estado jodiendo por el alquiler, el desayuno barato le estaba causando reflujo, casi se cae en las escaleras y además le pusieron falta por haber llegado tarde a clase.

Pero bien, cuando lo dejaron entrar al salón —ni siquiera le interesaba, pero bueno, los cursos de relleno de la universidad son un asco necesario—se distrajo feliz respondiendo mensajes directos acumulados en su buzón cuando comenzó a sentir que todos lo veían.

No le prestó mucha atención, hasta que apareció una notificación de su correo felicitándolo con un mensaje y requiriendo su presencia en un par de horas en el campus central.

Intentó revisar el remitente, pero aparentemente, era la primera vez que le escribía. Obviamente no sabía que el primer correo había sido borrado, así que pensó que se trataba de un error.

O de un correo de esos concursos falsos que le llegaban por haber entrado a sitios cuestionables para ver anime gratis, en donde abría una pestaña y le salían diez anuncios con virus, y una Karen queriendo conocerlo.

Entonces lo ignoró; cuando salió, se topó varias carpas donde regalaban cosas, y personas emocionadas haciendo filas.
Supuso que era algún tipo de casting, porque la agencias siempre llegaban a reclutar actores jóvenes a la facultad.

Luego le pareció curiosa la forma en la que algunos veían sus teléfonos y luego a él.
Siempre se sentía juzgado, pero estaba seguro de que sus problemas mentales no tenían nada que ver con eso.

Se quedó de pie en medio de la gente. Habían montado un escenario y el sujeto sobre este comenzó a hablar de cómo habían elegido a la universidad para reclutar actores para rodar una película, él sonrió por haber acertado; todos parecieron emocionados, incluso Jungkook aplaudió.

Después, explicaron el proceso de la parte del concurso de la editorial. De entre diez finalistas se había escogido una historia ganadora, por parte de la misma productora, que sería publicada, con un contrato y ...Blah… blah… se distrajo.

Su teléfono no había dejado de vibrar, era tanto que le causó duda, nunca recibía tantos mensajes.

Tenía menciones en varias aplicaciones, y mensajes copiando un enlace de internet.

Lo estaban llamando "Jungkook" y él nunca había dado su nombre real en ninguna de sus cuentas, así que comenzó a sudar.

Abrió el enlace asustado; y lo primero que se encontró fue una foto suya, en el sitio web de un ¿Concurso? Remarcando las palabras "Sensación" y "ganador".

Oh, no. Tenían su nombre completo, y él comenzó a hiperventilar cuando sintió que todo le daba vueltas.

Su amigo se había acercado a él corriendo, levantó la cabeza, sentía que todos lo estaban viendo, y de hecho, así era, porque de pronto, había una gran fotografía de él en la pantalla además de aplausos acompañados por sonidos de asombro. 

Nunca supo cómo manejar la atención, y en su cabeza, hasta las copas de los árboles dejaron de moverse cuando él exhaló asustado.

Mierda, hasta estaba usando la misma camisa que en la fotografía. En la parte de la reseña se le describía como "un escritor novato, entusiasta de la ciencia ficción, activista LGBT, y el genio detrás de la historia homoerótica que había causado la sensación" de los jueces.

Se mareó al instante, apenas pudo retroceder.  Y él… no pudo evitarlo, así que vertió todo el contenido de su estómago entre la grama, ante los ojos de todos y siendo enfocado por las cámaras.

No una, sino dos veces. Pero la segunda en la chaqueta del tipo a su lado.

La gente tuvo un gran exhale de asombro casi en coro, sin dejar de verlo,  con tanta curiosidad como con asco.

Así que preso del pánico, y con todas las miradas sobre él, lo único que pudo hacer fue correr hacia los baños de algún edificio cercano, que no sabía ni qué facultad era, para encerrarse y comenzar a escribir su testamento. 

Jungkook preferiría subir a la azotea y lanzarse, antes que ser visto por todos como el rarito de las historias.

Él estaba feliz, manteniendo un perfil bajo como universitario sin dinero normal, comiendo comida instantánea y hablando con los pocos seguidores que tenían aun si era anónimo.  En su pequeña burbuja donde todos eran amigos y se enviaban las mismas imágenes graciosas de gatitos llorando.

Pero no, ahora todos sabían quién era, lo que hacía, y conocían su rostro mugre de joven adulto deprimido.  Y le importaba una mierda si parecía una gran oportunidad, era una mala idea.

¿Repetir el acoso de la secundaria? Ni loco.

Para colmo, también tenía otros borradores en donde usaba nombres de personas que conocía.

En este punto, no sabía qué le preocupaba más: que las personas supieran de la oda de adoración que le había escrito a la espalda de Oh Sehun de EXO o que el villano de su fanfic actual se llamaba y era igual de calvo que su profesor de estadística.

Ignoró a su amigo, abrió la puerta del baño para salir sin dejar de maldecirlo; y se movió ofuscado por el pasillo, sin fijarse en su camino, y chocando con otra persona, que al parecer también lo había seguido.

Jungkook tambaleó cuando se tropezó por poco haciendo caer al chico, abrió los ojos, y decidió que estaba cansado de vivir.

—Oye, eres Jungkook. ¿Cierto? El ganador del concurso —le dijo el castaño, viéndole apenado.

—Yo… uhmm… —Temblaba, y su rostro se tornó rojo.

—No creo que me conozcas, mi nombre es Taehyung, fui parte del jurado.

—Eh…Yo, yo no soy. Es decir, sí, no, yo… —Esto era injusto, ¿por qué los guapos siempre aparecían cuando él se veía como la mierda?

Jungkook tenía un trozo de papel higiénico pegado a su zapato mojado con agua de inodoro, acababa de vomitar, le debía una chaqueta a alguien y definitivamente no era la entrada con trompetas y laureles que le habría gustado tener.

—Mis jefes no saben que estoy aquí y… Esto va a sonar muy acosador de mi parte —se pasó la mano por el cuello apenado—, pero necesitaba preguntarte.

—Escribo por diversión, no estoy interesado —dijo intentando evitarlo. 

—No es sobre eso. Bueno sí, pero en realidad es porque yo… —Taehyung suspiró—. Vi tu blog

—¿Mi-mi mi blog? —«¿¡Cuál de todos!?» pensó asustado.

—Sí, estuve leyendo tus trabajos más recientes. Son geniales pero… no es por eso que vine —aclaró la garganta—, encontré una historia muy buena que nunca terminaste.

—No-o, no sé se qué estás hablando.

—Tú, tú escribiste eso. —El chico sacó su celular y le mostró con una sonrisa la captura de pantalla de la portada de una vieja que ya había olvidado—. Te juro que nunca me sentí tan enamorado leyendo algo en mi vida, tienes mucho talento y yo… necesito saber el final.

Jungkook sonrió apenas contagiado por la sonrisa del chico. El premio podía joderse pero… el amable apenas conocido, no.

—Oye, Bonito. ¿Por qué tardas tanto? ¡Tengo que cambiarme…! —Se escuchó por el pasillo detrás de ellos con un tono bastante altanero—. ¿Me escuchas?

—¡Sí, sí, sí! Voy enseguida —respondió Taehyung—. Solo estoy… —Ni siquiera pudo terminar, el otro le interrumpió.

—No me interesa —le respondió el otro—, apresúrate o te dejo.

El castaño pareció apenado, y carraspeó con la garganta. Sacó una tarjeta de contacto con sus datos antes de entregársela a Jungkook, quien les vio desconcertado.

—Realmente me interesa tu historia. Seguimos en contacto, ¿sí? —le dijo, comenzando a caminar, algo inquieto.

Jungkook parpadeó, volteando para tomarlo del brazo.
—¡Espera! —pidió, pero jamás creyó encontrarse de frente con el tipo al que había vomitado hace diez minutos.

Oh, no. Aquí viene el desayuno de nuevo.

Jungkook suspiró convencido de que la popularidad estaba sobrevalorada cuando su estómago y sus nervios lo traicionaron.

Vomitando por tercera vez en el día, sobre los zapatos caros Taehyung que lo vio horrorizado cuando él no pudo detenerse.

Ah… mierda.

Y es que definitivamente, ahora ya no sabía si le preocupaban más sus historias extrañas o… que el chico que acababa de vomitar se aparecía un poco a esos personajes, que en sus historias eran descritos como un sueño hecho realidad.

Quizá mucho.

Bueno, ¿Alguien podría prestarle una espada?











Mayoritariamente ficción.

Contenido homosexual.

Si te ha gustado la idea tanto como a mí cuando me animé a escribirla, házmelo saber en un comentario, y deja un voto.

Manténgase con vida. J.S.






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