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7. Jerusalén, la casa de la paz

Como si adivinara que estaba a punto de llegar y caer sobre el suelo, Alejandro no dudo en usar la planta de sus manos para evitar caer, cosa que hizo, pero no evito que se raspara al sentir el duro pavimento, rápidamente se puso de pie y se separó rápidamente del portal, ya que después de unos breves minutos Gabriel apareció del portal

—¿están todos? — les pregunto Gabriel mientras Alejandro se limpiaba las palmas de sus manos de la tierra y todos asentían ante la pregunta de Gabriel

—¿saben en donde estamos? ¿dónde nos tenemos que dirigir ahora? — le pregunto Karen a Gabriel

—la carta decía que tenemos que irnos al Barrio musulmán— les dijo Gabriel —tendremos que caminar hasta que lleguemos a ese barrio, o mínimo encontremos a alguien con la Señal y nos guíe por la ciudad

El grupo empezó a ponerse en marcha, las calles de Jerusalén se encontraban vacías en ese momento, la madrugada era calurosa y todo parecía estar en calma, sin embargo, a pesar de esa calma, Alejandro llego a tener miedo de que algo llegara a pasar, no eran muchas las noticias que hablaban del conflicto árabe-israelí y pensar que podría ocurrir algún hecho violento hizo que su miedo aumentara

—¿te pasa algo? — le pregunto Sara mientras le seguía el ritmo a Alejandro y notaba el nerviosismo en él

—no te da miedo que estemos en un lugar que está en "guerra"— le cuestiono Alejandro a la joven y eso provocó que Sara se riera un poco por el comentario del mexicano

—no tienes que tener miedo, puede que los humanos estén enfrentados entre ellos, pero te aseguro que entre los superhumanos eso no ocurre— le decía Sara —entre nosotros nos da igual las guerras o conflictos entre los humanos, de hecho, nuestra maestra, la profesora Cohen es judía y se lleva bien con uno de los profesores que es de origen árabe

—¿llevarse bien? Yo diría que se llevan demasiado bien— le respondió Karen uniéndose a la plática que estaban teniendo Alejandro y Sara, al mismo tiempo que se reía por su comentario

—a lo que voy, antes de que Karen me interrumpiera, es que veras a superhumanos de origen israelí y palestino convivir pacíficamente, lo mismo lo veras con personas provenientes de naciones que son enemigas, por ejemplo, veras a una estadounidense ser novia de algún iraní o afgana, un grupo de serbios convivir con bosnios o croatas, rusos ayudando a estadounidenses, entre otras cosas

Aquello sorprendía cada vez más a Alejandro, sin lugar a duda, le estaba gustando ese tipo de cosas o, mejor dicho, lo poco que estaba conociendo, ya que todos los le decían que le faltaba conocer más de su sociedad y que ya habría tiempo para contarle y enseñarle, incluso, de tanto que mencionaban al famoso Internado de Santa Coloma se llegaba a imaginar cual sería el aspecto de aquel lugar 

El grupo siguió caminando por las callejuelas de la ciudad, hubo momentos donde llegaron a ver personas caminar por la calle, las que encontraban resultaba ser gente normal y no fue hasta que encontraron a una mujer con un hiyab, esta era una superhumano, por lo que Gabriel le pregunto cómo podían llegar al Barrio musulmán, la mujer, de forma amable y entendiendo al chileno, le dijo que se encontraban en el Barrio cristiano, por lo que tendrían que llegar a la Puerta de Damasco, dándole indicaciones al grupo para llegar

Gabriel agradeció a la mujer y pronto emprendieron la marcha, faltaba veinte minutos para que dieran las cinco de la mañana cuando el grupo llego y atravesó la famosa puerta, entrando al instante al Barrio musulmán y continuando la marcha

Cuando estaban caminando y con la amenaza del pronto amanecer en la ciudad Santa, el grupo empezó a buscar alguna señal de la profesora Cohen, pero no había nada, las calles seguían desiertas sin ningún rastro de personas, en ese momento, el sonido de unas pisadas empezó a hacerse escuchar, el sonido era tenue y ligero, pero mientras más se acercaba se hacían más sonoros, el grupo quiso tranquilizarse, ya que pensaban que podría tratarse de Azalea Cohen, sin embargo, se sintieron decepcionados cuando vieron que era una persona con una túnica puesta y una capucha que le cubría el rostro

Aquella imagen hizo que todos temieran, ya que no sabían si allí podían encontrarse con algún Renegado o con un miembro de la Compañía, pero solo se trató de una persona y la túnica que usaba llamó la atención de Gabriel, ya que alcanzó a ver que se trataba de una túnica con una cruz bordada, además, Gabriel se percató que esa persona le dirigió una mirada antes de adentrarse a un callejón

—¿a dónde vas, Gabriel? — le cuestiono Fernando al chileno cuando este se apartó para seguir a esa persona, Luciana le indico que guardara silencio al mismo tiempo que los demás seguían a Gabriel

Cuando llegaron al callejón vieron que Gabriel y el hombre hablaban, al instante, el hombre se retiró la capucha y permitiendo que todos vieran su apariencia

Alejandro, a pesar de que la oscuridad seguía dominando el lugar, logró ver los rasgos de aquel hombre; era de aspecto robusto, su pelo era robusto y su tez era morena, además de la capa, vestía con un pantalón gris y una camisa de color azul oscuro, en ese momento también estaba utilizando unos anteojos y por las expresiones y forma de actuar de los demás, parecía que lo conocían muy bien

—¿porque no nos dijo que era usted, profesor? — le cuestionó Fernando al profesor Vaclav Marresh

—perdón si los asuste, en parte quería saber si me podían identificar muy bien y que mejor que utilizar la vestimenta de una de mis ordenes militares favoritas— les dijo Vaclav con un marcado acento arábigo a los jóvenes mientras les mostraba la capa, siendo la cruz un símbolo que usaron los caballeros templarios en la época de las cruzadas —pero bueno, lamento el susto que les provoque, a todo esto, ¿dónde está su nuevo compañero?

Todos dirigieron la vista a Alejandro, quien se encontraba detrás de todos y Vaclav pudo verlo, por lo que lo saludo, sin embargo, Alejandro no le entendía lo que decía y eso se lo hizo saber a los demás, quienes se encargaron de decírselo al profesor Marresh 

—no le hicieron el hechizo, ¿verdad? — les cuestionó el profesor a los demás, por lo que se acercó y le pidió sus manos, Alejandro hizo lo que le pidió con algo de miedo y eso se incrementó cuando Vaclav las tomo y cerro sus ojos, luego de unos breves minutos, donde Alejandro no sintió nada el profesor retiro sus manos de las del mexicano —¿ahora si me entiendes?

En esta ocasión, Alejandro logró entenderlo bien y se lo hizo saber al profesor, para después, este le pidiera que le dijera su nombre

—Alejandro de la Torre— le respondió el joven al profesor

—muy bien, yo soy Vaclav Marresh, soy profesor de tus compañeros y me alegro de que ellos te encontraran— le dijo el profesor Marresh para después dirigirse a los demás miembros —bueno, es mejor que los lleve, así que sigamos

El grupo volvió a emprender la marcha y con su característica timidez, Alejandro le pregunto a Sara que clase les impartía aquel profesor

—nos da clases de arte de la guerra y defensa personal, es demasiado bueno, eso sí, puede llegar a ser duro o sarcástico, pero es un buen profesor— le relataba Sara mientras todos seguían caminando por las calles del Barrio musulmán

Alejandro seguía caminando mientras escuchaba como el profesor Marresh hablaba y reía tanto con Fernando como con Karen, en ciertas ocasiones hablaba con Gabriel, por lo que el mexicano llego a la idea de que Fernando y Karen lo tomaban como su maestro favorito, por lo que se limitó a escuchar y a hablar principalmente con Sara, Luciana y en ciertas ocasiones con Mariana

—pero ¿cómo es el famoso internado que ustedes mencionan? — les pregunto Alejandro cuando Mariana y Luciana empezaron a mencionar sobre el Internado de Santa Coloma

—es un lugar muy hermoso, no sé si sepas cual es la acrópolis en Atenas, si ya la identificaste y llegas a conocer el internado verás que es un lugar hermoso. Eso sí, los lugares de descanso están bajo tierra y te aseguro que son seguros— le relataba Mariana y haciendo hincapié en las últimas palabras al notar la mirada confusa de Alejandro

—no se te olvide mencionarle que estaba oculta a ojos humanos, parecía ser un lugar impenetrable, pero eso acabo cuando inició esta guerra— le respondió Luciana a Mariana

Finalmente, el grupo llego a una calle algo estrecha y que parecía ser solo adecuada para el tránsito peatonal, solamente había puertas sencillas y una que otras ventanas muy distintas a las de las casas mexicanas, el grupo llego a una de las puertas y el profesor Marresh saco una llave para después abriera la puerta y todos empezaran a entrar

El interior de la casa estaba iluminado con luces eléctricas y velas encendidas, había una sala con una alfombra con decorados florales y una mesita de madera oscura, había también una mesa que fungía como comedor y una cocina, por el olor a té, Alejandro intuyo que se había preparado algo antes de que llegaran, había enfrente una abertura que daba a un pequeño patio con una fuente de agua

—bienvenidos, si quieren pueden ir al patio, allí los recibirá en un momento Azalea, digo, la profesora Cohen— les dijo Vaclav y algunos soltaron una risita por el comentario del profesor, así que todos se trasladaron al patio

Además de la fuente había un pequeño patio y unas puertas que, seguramente, daban a otros cuartos, en las paredes dominaba imágenes donde mostraban una caligrafía árabe, bajo el hechizo, Alejandro comprendió que hablaban de Alláh, la denominación que recibía dios para los musulmanes, aunque también había imágenes de estrellas de David, símbolo de todos los judíos

—es bueno volverlos a ver, alumnos— hablo una persona de voz femenina, haciendo que Alejandro, quien miraba fascinado aquel lugar, se diera la vuelta y viera salir de una de las habitaciones a una mujer que traía una bata blanca, era de tez clara, sus ojos, por lo que alcanzó a ver era de color castaño claro y su pelo oscuro estaba acomodado con una coleta —tu eres Alejandro, ¿verdad? — le pregunto la Azalea Cohen a Alejandro, este, entendiendo su idioma a la perfección, solamente asintió tímidamente —yo soy la profesora Azalea Cohen, aunque creo que tu grupo ya te hablo de mí

Azalea los invito a sentarse a todos, cuando ya todos estuvieron sentados, la mujer utilizo su telequinesis e hizo que unas tazas se movieran por si solas y llegaran a sus respectivos invitados, estos, las tomaron enseguida para evitar que se cayera sobre ellos aquel liquido caliente

—en verdad es bueno tener noticias de alumnos míos, creo que la última vez que habíamos hablado fue cuando ustedes estaban en Chile. Llegué a creer que los habían capturado, así que si me sorprendí y sospeché cuando recibí tu carta, Gabriel— le decía Azalea a los del grupo

—¿cómo han vivido ustedes la guerra? — les pregunto Mariana a la maestra

—digamos que, en un principio, Jerusalén fue uno de los lugares principales donde la Compañía y sus Renegados empezaron a buscar y como la matanza de los santos inocentes secuestraron y mataron a varias personas, tanto humanos como superhumanos— les decía Vaclav mientras colgaba su capa en un perchero —las cosas ya se calmaron, pero eso no evita que los Renegados vengan periódicamente a la ciudad, recientemente, encontraron a un chico palestino que huía de ellos, por fortuna, un grupo de israelíes e iraníes lo encontraron y pudieron protegerlo, pero eso atrajo la atención de las fuerzas humanas de Israel y creo que adivinaran lo que paso después

—el grupo y el chico salieron bien, hubo heridos, pero sobrevivieron, lástima que se les tuvo que borrar la memoria a esos soldados para que no recordaran al extraño grupo conformado por judíos y musulmanes que ayudaban a un palestino— respondió Azalea con cierta ironía 

—lo nuestro no ha estado tampoco fácil, la forma que encontramos a Alejandro casi se nos sale de las manos— les comentó Mariana a los profesores

—algo así nos escribió Gabriel— le respondió Azalea y después dirigió su mirada hacía con el mexicano —en verdad lamento tu perdida, Alejandro, sé que esto te resulta extraño, pero sabrás aprender de nosotros y de nuestra sociedad

Alejandro se limitó a sonreír de forma leve, aunque reconocía que la hospitalidad de sus nuevos compañeros y de aquellos que decían ser profesores le resultaba agradable, tras platicar levemente, Vaclav les dijo que podían quedarse el tiempo que quisieran, Gabriel le aclaro que sería solo cuestión de unos días, buscarían otro lugar ya que tampoco querían incomodarlos

"¿será así mi vida a partir de ahora? Huyendo de un grupo de personas que desean capturarme por un poder que, ni siquiera sé si tenga". Pensó Alejandro cuando escucho aquello de Gabriel, pero decidió no externarlo, así que siguió en silencio hasta que Azalea les dijo que los llevaría a sus habitaciones 

En esta ocasión, Alejandro compartiría habitación tanto con Fernando y Sara, algo que le resulto agridulce al mexicano, ya que aún seguía sin llevarse bien con Fernando, pero la presencia de Sara hizo que se relajara, ya que ambos se estaban llevando bien e incluso, Alejandro ya la consideraba su amiga

—una pregunta, Alejandro. ¿Te gusta leer? — le pregunto Azalea a Alejandro antes de que este entrara a la habitación

—solo ocasionalmente, no me hice del hábito— le respondió Alejandro a la mujer

—me lo imagino— le decía Azalea —de todos modos, me gustaría llevarte a un lugar, el cual, estoy segura qué te gustara demasiado

—está bien— le respondió Alejandro tímidamente a Azalea, ella se limitó a sonreír para después desearle buenas noches a los tres y retirarse

Cada uno se preparó y se dispusieron a tratar de dormir, mientras que los primeros rayos del amanecer empezaban a asomarse para darle la bienvenida a un nuevo día en la casa de la paz de Jerusalén  





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