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El regreso del mayor

El tren se detuvo más bruscamente de lo que Peter se hubiera imaginado. Por suerte iba despierto sino probablemente el golpe hubiera sido peor.
Lastimosamente y a diferencia de él, Caroline iba en ligero sueño, pero eso no evitó que la chica se exaltará notablemente por el brusco movimiento.
-Peter, ¿que sucedió?- inquirió la pelinegra mirando a ambos lados para ver a otras personas igual de desorientadas que ellas-. ¿Acaso el tren chocó? ¿Algunos nazis que quieren algún tipo de venganza?
-No, ya llegamos, pero el tren frenó muy rápido- explicó Peter recibiéndose una cálida sonrisa como respuesta de Caroline, y claro un casto y dulce beso en los labios.
-Pero que cosas llegas a decir, Caroline, ¿como iba a haber un ataque de nazis, si la guerra ya acabó?- interrumpió una tercera voz. La pareja dirigió la mirada hacia donde se encontraba la otra pelirroja sentada. Justo en el momento en que pronunciaba sus últimas palabras, bajó la revista que tapaba la mayor parte de su rostro -aunque Caroline dudaba que la muchacha de verdad estuviera leyendo con total concentración la revista-, para luego dar una falsa sonrisa que solo Zoe Hope sabia dar.
Antes que algún otro dijera algo, la pelirroja más joven se levantó de su asiento y dejo la revista en ese mismo lugar para luego dirigirse a la entrada del vagón.
-Zoe, dejas tu revista- indicó su hermana mientras bajaba su maleta.
-No, voy a dejarla ahí, por si algún pobre viajero que se siente en este mismo asiento se aburre, pueda leerla el también- Peter sólo sonrió por las palabras de Zoe. Su vida sería muy aburrida en la universidad sin la presencia de ambas chicas.
-Me gusta tu idea- dijo Caroline mientras colocaba un pequeño libro junto a la revista. Peter lo reconoció como el corto libro de cuentos que Caroline poseía desde mucho antes de conocerla y aunque Peter solía tratar de averiguar un poco más de ese libro, la pelirroja siempre lograba evadir el tema.
La verdad Peter quedó algo impresionado al verla dejar con tanta facilidad el libro en el asiento del tren, sobretodo considerando que la poca información que Peter tenia del libro era que Coraline había tenido el libro desde que era muy pequeña, un regalo de su padre al nacer. Aunque considerando la facilidad con la que la pelirroja lo perdía no era de extrañarse que lo dejara por ahí sin ningún cuidado.
-Voy a dejar mi libro también por si alguien desea leer un poco- continuó Coraline con una sonrisa que dejó a Peter un poco embobado.
-Eso no es justo- protestó Zoe levemente-, es obvio que tu libro llamará más la atención que mi revista.
-Ustedes dos malgastan su dinero en cosas que luego dejan por ahí sin ningún problema- señalo Peter de forma divertida.
-Peter, todos malgastan su dinero de alguna manera- respondió Zoe con el mismo tono burlesco.
-Mejor malgastar el dinero que el tiempo- terció Coraline mirando a un punto fijo, pero luego sacudió la cabeza y sonrió, mientras dirigía su atención a su hermana para indicarle algún otra cosa.
Peter se alejó de la conversación con una sonrisa, y enfocó su atención en bajar todo el equipaje restante. Cuando se aseguró que no quedaba nada en el vagón, se giró sólo para encontrarse a Zoe esperando su maleta. Peter se la alcanzó y ella solo dio una rápida -y un poco falsa sonrisa- y salió del vagón a buscar por donde se había ido su hermana mayor. Hacía unos meses la chica solamente habría dicho un gracias todo seco, pero con el paso de las semanas, ella y Peter habían aprendido a llevarse bien a su manera.
Peter salió a los pocos segundos del vagón con sus maletas en ambas manos.
Peter emprendió camino hasta la entrada del tren, buscando con la mirada dos pelirrojas melenas. A unos pasos de la salida vio un destello rojizo y de inmediato corrió hacia Caroline.
-Caroline- la llamó, pero ella sólo hizo una señal que guardar silencio. Peter obedeció y siguió la mirada de la pelirroja hasta parar en una maleta, el rubio la miró buscando algo inusual, pero fue en ese momento que las voces de los hombres de la par llegaron a sus oídos, agudizó su audición pues las palabras de los hombres parecían hablar de algo sumamente interesante.
-Es increíble que dejen que eso pase en una vía de trenes tan transitada- argumentaba uno de los hombres con vos bastante enojada.
-Por ellos mismo me sorprende- respondió el otro hombre con voz más calmada, casi despreocupada-. Una vía tan transitada ya se había tardado en desgastarse.
-Si- interrumpió de nuevo el primer señor-, pero si no lo arreglan, que te digo tardarán en hacerlo, se desgastará más, hasta quien sabe que.
-Bueno, pero te repito- el otro parecía empezar a cansarse de las quejas del otro-, tan transitada y apenas y ha empezado a desgastarse, tardara un rato a que llegue a grandes medidas. Por el momento solo nos queda insistir al alcalde que la arreglé.
-Todavía te atreves a pensas en nuestro gobierno como lo era antes de la guerra. . .
Peter ya no escuchó nada mas, ya que Coraline tomó su mano y lo jaló hacia otro lado.
-¿Oiste? Las vías están desgastadas- dijo rápidamente Peter, pero Coraline no contestó nada-. Es por eso que el tren frenó tan brusco, las vías deben estar muy lisas ya- en ese preciso instante Coraline detuvo su caminar y volteo a ver a Peter, quien la miró atentamente esperando su respuestas.
-La verdad esperaba información más interesante- Peter la miró unos momentos recordando que la imaginación de Coraline no tenia límites. Ella parecía un poco decepcionada, probablemente esperaba una historia mucho más intrépida y exagerada. Sonrió y estuvo a punto de replicar algo cuando la voz de la otra pelirroja irrumpió.
-¿Y piensan quedarse aquí todo el día?- Peter tomó su equipaje con una mano y con la otra jaló la mano de su novia hacia su cuñada, quien la verlos caminar, solo dio media vuelta y camino y unos pasos adelante.
Peter conocía perfectamente el temperamento de Zoe, desde la primera vez que la vio lo reconoció, pero sólo con un par de semana, ambos habían aprendido a llevarse bien, y Peter había aprendido que muchas veces había que dejar que Zoe controlará su enojo sola. Sobre todo cuando era producto de su impaciencia.
Fue cuestión de la mitad de una hora para que los tres se encontrarán en la puerta principal de la casa de los señores Pevensie.
Los saludos de sus padres fueron -tal como esperaban- fervorosos, llenos de risas, preguntas cariñosas y besos por parte de la señora Pevensie.
Y aunque Peter había extrañado demasiado a sus padres, realmente sentía algo removerse en su interior al no ver ni oír nada del otro trio de muchachos.
-Mamá- llamó a  la mujer que hablaba animadamente con Caroline. Mas atrás, Zoe escucha con atención -y algo de aburrimiento- un tema al azar que el señor Pevensie había decidido destacar-. ¿Donde están los otros?
-Woah, Peter, sabia que nos extrañabas pero no tan desesperadamente- Peter rodó levemente los ojos mientras volvía a ver a su hermano pequeño.
Peter prefirió guardarse una respuesta mientras rodeaba con sus brazos el cuerpo de su hermano y luego el de su cuñada. Este último par se dirigió también a saludar a las nuevas invitadas pelirrojas.
Peter miró, de reojo, la escalera esperando ver una tercera figura, pero nada. Volvió su mirada al suelo haciendo una lista de opciones en donde se podría encontrar esa tercera persona en ese instante.
-Peter- el nombrado dejó de lado lo que estaba pensando. Miró asombrado como Lucy, ahora si en la cima de la escalera, lo observaba regalándole la más sincera de sus sonrisas.
La muchacha corrió por la escaleras hasta enterrarse en el pecho de su hermano.
Peter amaba a toda su familia con locura y no dudaría en dar hasta si vida por cada uno de ellos. Pero la verdad quizás desde que Lucy había quedado al cuidado de Peter al principio de la guerra, o incluso antes, cuando la sostuvo por primera vez cuando era sólo un cuerpecito en vuelto en mantas, o quizás no había un momento exacto para cuando Lucy se había vuelto la favorita de Peter. Y aunque el lo negará, todos sabían que Lucy tenia un enorme y especial lugar en su corazón, y una mirada o sonrisa bastaba para que Peter hiciera hasta lo imposible por su hermanita menor.
-Bueno si hay alguien a quien extrañabas desesperadamente- todos sonrieron ante las palabras de Edmund, incluso Peter soltó una risa, cuando se separó completamente de su hermana.
-Lucy, has crecido mucho- dijo Peter mirándola de pies a cabeza.
-Por favor, Peter, la mujeres dejan de crecer a los 18- Peter soltó otra risa mientras dejaba a Lucy saludar a las otras muchachas.
Una vez todos los saludos estuvieron hechos, Lucy volvió su atención a Peter.
-Peter, tenemos que poner el árbol- el nombrado sólo sonrió al ver la emoción en la voz de su hermana, emoción que tanto la caracterizaba y que Peter tanto extrañaba-. Mamá, aún no me ha dejado sacar los adornos, pero si nos apuramos, será. . .- las indicaciones de Lucy se perdieron en cuanto su madre hablo.
-Lucy, para, por favor- la muchacha vio a su madre con la cabeza gacha-. Tu hermano acaba de llegar, necesita descansar, los tres necesitan descansar- aclaró la señora Pevensie-. Ustedes tres, vayan a descansar, nosotros nos encargamos de sus maletas.
-Pero mamá. . .
-Nada, Lucy- dijo la nombrada con voz seria-. Ellos irán a descansar, y después de almuerzo te ayudarán a decorar, y ya esta dicho- se volvió a su primogénito y a las pelirrojas-. ¿Siguen aquí? Vayan a descansar. Peter, en el cuarto de tu hermano; chicas, la segunda puerta a la derecha- Lucy retuvo una mueca al escuchar la descripción de su habitación.
-Gracias, señora Pevensie- dijeron Caroline y Zoe al mismo tiempo, Peter las siguió mientras dedicaba una pequeña sonrisa y un encogimiento de hombros hacia su hermana.
-¿Lucy, llevaste tus cosas a mi habitación?- inquirió Kayla mientras se colocaba al lado de la muchacha y tomaba una de las maletas.
-Si, no te preocupes- respondió Lucy sin voltear a mirarla.
Sin decir nada más, los tres muchachos subieron las maletas, pensando como gastarían el resto de la mañana.
Por suerte, las palabras de la señora Pevensie se cumplieron al pie de la letra. Así que luego de almorzar, el señor Pevensie puso uno de sus discos viejos y que tanto le gustaban a sus hijos. Lucy, Peter, Zoe y Caroline se empeñaron en sacar todos los adornos del sótano, para luego empezar a seguir las instrucciones de la primera para decorar totalmente la casa. Mientras, Edmund, se sentó a leer un libro de la universidad, aunque de vez en cuanto se escuchaba una queja o comentario de el hacia las decoraciones. Por último, Kayla trataba de apaciguar el lado irritante de Edmund a la vez que ayudaba a la decoración.
Peter sonrió levemente mientras platicaba con Zoe de cosas triviales, como eran todas sus platicas con ella. Pero luego frunció el ceño imitando a su hermana menor, quien miraba seriamente una guía de luces. Peter se le quedó viendo unos segundos algo extrañado, no era para nada la Lucy que esperaba ver, una Lucy sonriente y con una emoción infinita hacia lo que la navidad significaba, pero en su lugar sólo tenia a esa Lucy callada y mirando seriamente a todo y todos. Peter supuso que sólo se debía a la concentración que esta tenia al pensar en todo entorno a la navidad.
Pero aunque nadie había dicho nada, todos sentían ese mismo pesar: había algo diferente, algo mal en ese ambiente; y por mucho que intentarán buscar ese detalle incorrecto, todo parecía igual que siempre. Mismas decoraciones, mismas personas -en su mayoria-, mismas tradiciones. Pero había algo diferente, algo que ni siquiera podían definir con una palabra.
Y aunque Lucy trataba de no pensar en esas dos nuevas presencias pelirrojas, era inevitable para su cerebro envolverlas en todo ese ambiente apagado e incómodo. Y aunque Lucy trataba de que sus pensamientos se centraran en las decoraciones, fueron esas palabras las que pudieron con ella.
-No crees que eso es muy simple- Peter sólo es capaz de mirar hacia otro lado al escuchar a Zoe dirigir esas palabras a su hermana menor. Coraline y Kayla pararon su conversación incómodamente, la primero fingió revisar unas cajas con adornos mientras Kayla se sentaba al lado de su novio, quien a su vez trataba disimuladamente de esconderse detrás de sus libro de la universidad. Aunque Edmund solía ser el que más se quejaba y molestaba a sus hermanos, sabia que debía salirse en el momento en que vio la cara de su hermana menor endurecerse.
-¿A que te refieres con eso?- inquirió Lucy con la voz más calmada que pudo.
-Bueno, porque sólo colocas bombas de dos colores y luces tan corrientes- señalo Zoe, señalando las bombas verdes y rojas que Lucy ya estaba poniendo-. Me refiero a que hay más colores, deberíamos utilizarlo.
-El rojo y el verde son los colores propios de la navidad y se ven bien con las luces blancas- dijo Lucy sin quitar su cara seria.
-Se ven bien, pero podrían verse mejor- Zoe adoptó también una actitud seria mientras veía fijamente a Lucy. Sus mirada se fulminaban, y nadie más parecía tener una opinión en la habitación.
-De hecho, fue un tío mio quienes nos regaló esos adornos años atrás- intervino la señora Pevensie, señalando los adornos que su hija había dejado de lado, como los demás años anteriores-. Pero la verdad nunca hemos dado uso de ellos.
-¿Pues que mejor que ponerlos nuevos?- cuestionó Zoe caminando a la caja con adornos, sin importarle golpear el hombre de Lucy en el camino.
-Pero. . .- empezó Lucy pero fue detenida por un nuevo ajetreo en la habitación.
-Es una buena idea- interrumpió Peter, y la expresión de Lucy cambió de frustración a total decepción-. Podemos probar, un buen cambio nos haría bien- Peter corrió a ayudar a Zoe sin notar la mueca de Lucy.
Sin palabras, esta última vio como los demás en la habitación empezaban a buscar esos adornos que habían dejado de lado y platicaban de como decorar la casa de manera totalmente diferente.
-Solo será para probar, siempre hay más navidades- dijo la señora Pevensie mientras tocaba el hombro de Lucy, quizás había sido la única en notar el radical cambio de humor de su hija.
Lucy asintió levemente, y de manera silenciosa siguió las indicaciones de Zoe.
Totalmente callada, vio como los demás hacían lo contrario: Kayla y Coraline mantenían una animada conversación, mientras Edmund, sentado cerca de ellas, opinaba de vez en cuando quitando levemente la atención de su libro; sus padres platicaban en la cocina de temas que ella ni entendía.
Y por último, Zoe y Peter, quienes aún mantenían una animada conversación.
Lucy los observaba de vez en cuando, con sus ojos fijos y minuciosos. Suspiro, cuando se dio cuenta que nada de lo que hiciera cambiaría esa situación.
Lamentablemente nadie se dio de ese punto negro que nacia en el alma de la pequeña Pevensie.




Aquiiiiiiii estaaaaa el nuevooooooo capitulooooooo😂😂😂

Se que soy la peor,😭 enserio les doy mis disculpas, ni siquiera se si alguien si alguien sigue leyendo. . . pero igual, lo siento y espero que disfruten esto😘😘

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