El libro de cuentos
Para ella, salir y ser vista en la calle no era nada nuevo.
Su padre decía que era difícil no voltear a verla con esa cabellera roja. Aunque alguna había escuchado decir a su madre que su pequeño rostro pecoso llamaba mucho la atención.
Y por supuesto, nunca faltaba el comentario de su hermana que decía que era porque caminaba raro o su falda iba mal puesta.
Pero el comentario que a Caroline más le gustaba era el de Peter, quien siempre había asegurado que Caroline poseía una mirada demasiado curiosa, y que a donde fuera miraba todo con demasiado detalle. Y eso no pasaba desapercibido por toda la gente. Y aunque Coraline no lo hiciera de mala manera, mas bien como un acto natural propio de ella; nunca hacían falta un par de miradas hacia ella y comentarios en voz baja.
A pesar de todos los años que Caroline había pasado por ello, ella parecia nunca darse cuenta; y si lo hacia era probablemente muy buena pasandolo de largo. Caroline tenia mejor cosas en que poner su atencion, como que regalos podría comprarle a su novio y a la familia de este para navidad, en no tropezar con las muchas piedras del camino, o en lo bello que podia sonar el rugido de un león.
Siguió caminando entre las hileras de tiendas, pero su atención no era llamada por nada realmente.
Las rebajas por las fiestas ya se podían ver, además de los niños corriendo felices por tener algunos dias de descanso.
Las dos semanas que había pasado junto a la familia Pevensie le había servido para conocerlos más y tener alguna idea de lo que podría regalarle a algunos de ellos en navidad, pero no por ello se extenuaba de seguir viendo las tiendas en busca de más ideas.
Casi sin poder evitarlo, se dirigió a una tienda de libros. A Caroline le encantaba pasar largas horas perdida entre todas las libreras de cualquier biblioteca, sobre todo aquellas con los más fantásticos libros de cuentos. Para ella un buen libro un regalo indicado, y por suerte para la mayoría de sus seres cercanos lo era también.
Camino directo a la señora detrás del escritorio en la entrada de la tienda, pero ella parecia estar muy ocupada con otros clientes y atendiendo el teléfono al mismo tiempo.
-Hola linda en un momento te atiendo- exclamó la señora mayor una vez Caroline estuvo enfrente al escritorio.
-Claro- sonrió levemente la pelirroja, mientras la señora se pegaba al teléfono y escribia unas cosas en otros papel. Bastaron unos segundos para que la señora volviera a hablar esta vez sin dirigirse a nadie.
-¿Karen? ¿Donde rayos se metió esta muchacha? Necesito que guarde estos libros- bufó la señora de nuevo, pero antes que volviera a contestar el teléfono, Caroline llamó su atencion.
-Si quiere yo puedo llevar esos libros- habló la muchacha rápidamente, ganándose así una sonrisa de la otra mujer.
-¿Enserio? Gracias, eres un ángel, cielo- la mujer le paso los libros rápidamente antes de volver al teléfono-. Ah, dejalos en la zona de niños la tercera librera a la izquierda- dijo por último la señora.
Caroline se fue totalmente feliz, aún cuando disfruta cualquier tipo de lectura, eran los libros de cuentos los que causaban total emoción en ella.
Cuando llegó a la zona infantil, se dirigió rápidamente hacia la estantería indicada, mientras sus ojos viajaban por los títulos de los demás libros, algunos conocidos y otros no tanto.
Cuando llegó a la tercera librera, dejo los libros uno por uno para ver si algún libro de esos llamaba su atención.
Dejó la mayoria de los tomos en la librería, ya había leído la mayoria de ellos. Faltan solamente tres libros cuando volvió a verlo: su pasta roja, más oscura en el tomo; y con los detalles ligeros en dorado al igual que el bello león que decoraba la portada. Tenia las esquinas algo dañadas y el color de las páginas hacia notar sus años de antigüedad. Pero seguía siendo el mismo libro de cuentos que había acompañado a Caroline por toda su vida.
Si hubiera que definir a Caroline en una sola palabra sería destacable. Ella nunca habia tenido problemas con estar en grupos grandes y ruidosos. Solía pasarla en grande en las fiestas que sus padres hacían con amigos de ellos, incluso cuando eran gente mayor, Caroline solia divertirse mucho en estos eventos. Y tampoco era de sorprenderse que la muchacha estuviera en los grupos más grandes de su instituto, rodeado de amigos y bromas.
Pero también era común para ella, el pasar toda su tarde, rodeada de libros, con total silencio en la biblioteca. Asi como sabia aprovechar un buen paseo ella sola.
Claro era que Coraline sabía adaptarse a cualquier ambiente, incluso cuando el ambiente no quisiera que ella se adaptase. Por la adorable sonrisa con que saludaba a todos, su llamativo cabello y la pecas que adornaban su nariz -muy poco comunes en Inglaterra-, o su extraña personalidad de a ratos, Caroline siempre estaba rodeada de muchas personas curiosas y agradables.
Muy al contrario de su hermana, Zoe, quien parecía nunca sentirse cómoda totalmente en ningún lado.
Fuera adonde fuera, Caroline siempre llama la atención de la gente al punto de convivir con todos en cuestión de minutos. No tenia problema en conocer gente nueva.
Pero no le gustaba mucho que la gente la conocieran a ella.
Conocer a alguien es sinónimo de muchas cosas, desde saber reconocer a la persona por el nombre, hasta conocer su pasado transtornado con sus sueños y miedos. Caroline no le importaba conocer mucho de lo que había sido la vida anterior de sus cercanos, pero vaya que trataba a toda costa de proteger sus recuerdos de la infancia.
Podemos decir que sus primeros años de vida fueron sinceramente divertidos. Recordaba las grandes fiestas a las que sus padres la llevaban; a su estricta madre vistiendola como una muñequita; a su padre correteando detrás de ella por todo el jardín; la inmensa cantidad de juguetes con los que sus padres la consentían; y claro un curioso libro rojo que siempre cargaba debajo de su brazo a todas partes, y que claro siempre ponia debajo de su almohada para tener los sueños más insólitos que ella podia imaginar.
Claro, luego empezaban los recuerdos con su hermana, que la verdad parecían más nítidos. Pero en ese entonces las cosas cambiaron bastante, una casa más pequeñas, menos juguetes y compartidos, menos salidas. Pero habia algo que no habia cambiado: seguían siendo una familia, amorosa y un tanto complicada a veces, pero seguían siendo familia y lo siguieron siendo hasta el último dia de sus padres.
Aún así ella prefería guardarse todos los momentos de su infancia por una razón: ella detestaba mentir. Odiaba decir que había vivido siempre en la misma ciudad y en la misma casa. Odiaba tener que decir que ese libro rojo que siempre la acompañaba era solamente un libro regalo de su abuela.
No tendría que tragarse su pasado si al menos recordará algo de su vida antes de mudarse. Sólo recordaba su inmensa habitación cubierta de muchos juguetes, los largos pasillos llenos de puertas secretas que conducían por toda la casa y un enorme sillón donde su padre solía leerle antes de dormir.
Pero luego no había nada, parecía que la vida se había encargado de quitarle los recuerdos más importantes. No podía recordar la fachada de aquella casa, ni su dirección, no recordaba lo que había detrás de esa infinidad de puertas, ni siquiera el nombre del pueblo en el que había vivido en ese entonces.
Había tratado de preguntarle a sus padres, pero ellos siempre la ignoraban o cambiaban el tema. Hasta que un dia donde el decidió preguntarle a su padre, este le gritó diciéndole que esta casa no existia para ellos y que debía olvidarse de todo aquello. Para un pequeña niña como Caroline, aquello la dejó triste por muchos dias pero comprendió que el hecho de que se hubieran ido de esa casa iba más allá de recuerdos tristes o problemas económicos.
Cualquier niño hubiera decidido olvidar también aquello, pero Caroline decidió guardar los recuerdos en el fondo de su alma, y nunca volvió a tocar el tema con nadie.
Pasaba horas tratando de retomar algunos recuerdos perdidos, pero la verdad nunca consiguió nada. A medida que iba creciendo, aquello fue perdiendo relevancia, nunca se atrevió a comentárselo a alguien, y así seguía su vida. A veces, como en esos momentos, solía perderse en esos recuerdos fragmentados, pero nunca encontraba más de lo que ya se acordaba.
Su camino se acortó entre medio de sus pensamientos y cuando menos lo pensó ya se encontraba frente a la casa de los Pevensie. Toco levemente la puerta principal y en un par de segundos la puerta fue abierta por una muchacha castaña.
-Hola, Lucy- la pelirroja ya había notado la incomodidad que la menor de los Pevensie presentaba desde la llegada de las dos hermanas, pero igual Caroline apreciaba los leves actos de amabilidad de su cuñada-. Gracias.
-No hay problema- susurró Lucy dejándola entrar. La pelirroja se encaminó por la sala encontrándose con la otra adolescente en la habitación.
-Hola, Kayla.
-Hola, Caro- la otra muchacha sonrió más sinceramente, la verdad ella ya había compartido buenas pláticas con la pelirroja-. ¿Conseguiste algo?
-Nada interesante la verdad- declaró Caroline apretando un poco el libro bajo su brazo. No quería desconfiar de las otras muchachas pero tampoco se imaginaba su reacción si les comentaba todo los secretos de su libro de cuentos-. ¿Y Edmund?- consultó sin ver a su cuñado por ningún lado.
-En su universidad.
-Pensé que estaban de vacaciones- Kayla alzó sus hombros también inconforme con la situación de su novio.
-Pensé que se le había olvidado que tenía novia- señaló una cuarta voz entrando en la habitación. Todas las miradas sr dirigieron hacía Zoe, pero ella parecía indiferente. Caroline la miró levemente seria esperando que se retractará de sus palabras, Kayla la miró sin ser capaz de corregirla, pero fue Lucy la que le dirigió una mirada cargada de desprecio.
-Por supuesto que mi hermano no iba a olvidar algo así- respondió fuertemente la castaña.
Zoe de inmediato le devolvió una mirada de burla, pero antes de que alguna de las dos dijera algún otra cosa Caroline tomó la mano de su hermana.
-Ven, Zoe, te mostraré lo que encontré ahora- dijo extendiendole el libro de cuentos.
-¿Un libro para niños?- cuestionó Lucy dirigiendo una rápida mirada a Zoe, la cual la pelirroja regresó sin dudarlo. Caroline sólo permaneció en silencio, la verdad la tensión se notaba más entre Lucy y Zoe.
-Lo mejor será revisarlo en la habitación- comentó Zoe tratando de bajar la voz, pero aún así las otras muchachas en la habitación oyeron todo.
-Claro- exclamó Caroline mientras caminaba hacía las escaleras con su hermana al lado.
Kayla volvió su mirada a la televisión pero sin prestarle mucha atención ya que sus pensamientos estaban perdidos en la conversación de antes. Lucy, en cambio, siguió con la mirada a las dos hermanas, pero luego giró los ojos y se dirigió a la cocina en busca de algo en que entretener su mente.
Zoe y Caroline subieron las escaleras en dirección a su habitación. Con la llegada de ellos las cosas habían, primero Lucy había tenido que dejar su habitación para que las dos pelirrojas la compartieran, mientras la castaña se trasladaba temporalmente al cuarto de Kayla.
Y por último, Peter y Edmund, quienes ya estaban acostumbrados a compartir habitación desde niños.
-Caroline- la muchacha volteó de inmediato, a diferencia de Zoe; quien sólo siguió caminando hasta su habitación, ignorando la voz de su cuñado.
-¿Que sucede, Pet?- inquirió la pelirroja acercándose lentamente a su novio, este sonrió y tomó levemente a Caroline de la cintura.
-Hoy habló el profesor Kirke- empezó Peter, y de inmediato Caroline dejo escapar una sonrisa-. ¿Te acuerdas de él?
-Por supuesto que me acuerdo de él, Peter, el nos ayudo mucho con nuestros estudios.
-Bueno, si él nos invitó a pasar un fin de semana en su casa, justo antes de navidad.
-¿Nos?- inquirió suavemente Caroline.
-Nosotros, mis hermanos, tu hermana, Kayla- Peter enumeró, meneando la cabeza-. No sé si mis padres acepten la invitación, no tienen tanta confianza con él.
-Pero ¿no quieres pasar navidad con ellos?
-Si, lo haremos- aclaró Peter-. Nos iremos el viernes en la mañana y volveremos el lunes.
-El lunes es 24.
-No te preocupes, volveremos antes de la cena- Peter dejo un suave beso sobre su cabeza pelirroja-. ¿Te parece?
-Es una idea fascinante, y no creo que Zoe le disguste la idea.
-Si, tampoco lo creo de mis hermanos- dijo Peter sonriendo e imaginando el buen fin de semana que pasarían.
-Hay que decirles que se alisten, porque pasaremos víspera de navidad en Londres y volveremos todos apurados aquí para navidad.
Jamás se imaginarían el cambio que sufrirán sus planes.
Holaaaaaaaa si he vuelto yo, no saben lo emocionante que es volver, la verdad extrañaba ya publicar historias.
Bueno no se si alguien va a seguir leyendo esto, lo que si se es que ya no tendré la misma cantidad de lectores que antes, pero no importa; me encargare de trabajar esta historia para que tenga vistas altas.
Bueno eso es todo, este capitulo trata mas de Caroline, un personaje de mi total imaginacion, aunque ya habia aparecido nombrado en las otras historias, es hasta este momento que lo conocemos mas a fondo. La verdad espero que aporte mucho a la historia.
Ahora si los dejo hasta aqui, prometo que nos veremos pronto.
Besos y hasta luego
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