Una guerrera herida
Edmund apretó la cuerda bajo su mano para estirar el pies y alcanzar la siguiente cuerda, repitió el proceso con el siguiente pie y con el siguiente hasta que sus pies por fin tocaron la cubierta.
A su alrededor se sentía diferente: ya no sentía un miedo irracional a todo y ya ninguno alberga ningún destello de sus tentaciones en su interior. Pero lamentable todo parecía seguir igual, desde las negras nubes que volvían el ambiente más frío y cansado; hasta las mareas que aún golpean el barco, o lo que había quedado de él.
-Edmund- el muchacho se giró, aún aturdido-. Kayla.
Ese simple susurró hizo que la leve sonrisa de victoria en su rostro se borrará. Esa palabra lo hizo sentir como si chocara con una pared de concreto y sus pulmones expulsarán el aire por el golpe. Sólo ese nombre era necesario para sacudir la mente y el corazón de Edmund de una manera en que las palabras no llegan a su significado.
Se sumergió en todos los recuerdos que tenía con ella, los besos, despedidas y guerras. Todas las veces que había soñado con reencontrarse con ella. Y todas las veces que sólo se quedaba mirándola, apreciando la como su fuera lo más hermoso de el mundo. Si, su mundo estaba totalmente envuelto en esa princesa de cabello oscuro y ojos azulados.
Cuando Edmund apartó todos esos recuerdo y volvió en sí, se encontró corriendo directo a las habitaciones. Escuchaba los suaves pasos de Lucy tras de él hasta que por fin llegó a su habitación compartida con Caspián. Y allí, parado en el marco de la puerta vio la terrible imagen frente a él: Susan, Matthew y Caspián rodeaban la que una vez había sido su cama. Alcanzaba a ver un cuerpo recostado en la cama con su cabeza apoyada en regazo de su hermana.
Susan en la cabecera, Matt en el lado opuesto y Caspián arrodillado a un lado de la cama. Y no hacia falta ver su rostro para que Edmund supiera quien se encontraba recostada en la cama.
-Edmund- Susan susurró mientras pasaba su mano por sus hinchados ojos.
El muchacho se acercó lentamente tratando de asimilar todo aquello.
Escuchó un ruido detrás suyo pero antes de que volteará la mano de su hermana se aferraba a su brazo.
-Lo siento- dijo Lucy pero su hermano no respondió. Bajaron la vista al mismo tiempo para ver un gran y amarillento colmillo a sus pies. Edmund lo miró con desagrado: la mitad del colmillo mantenía un antiguo color amarillo que dudaba que alguna vez hubiera sido blanco; pero la otra mitad era recubierta por un liquido rojo casi negro.
Tiró una patada al diente y vio como este dejaba unas manchas de sangre en el suelo. Siguió caminando hasta encontrarse frente a la cama.
Una vez en frente observó el rostro de la chica pelinegra. Su cabeza se encontraba recostada en el regazo de Susan y su cabello, totalmente enredado y mojado, de esparcía a su alrededor o se pegaba a su sudoroso cuello. Sus ojos se enfocaron totalmente en los azulados ojos de Kayla, y en ese momento sintió como su mente olvidaba cualquier pensamiento o quizás era que en el enorme torbellino de recuerdos y sentimientos no pudiera comprender nada, pero fuera lo que fuera, para Edmund nada tenía sentido en ese momento; y era así, sin Kayla nada en la vida de Edmund podría tener algún sentido.
Seguía totalmente perdido cuando vio que Kayla entreabría sus labios y a sus oídos llegó el ronco gemido que la pelinegra había soltado.
Los ojos de Edmund se cristalizaron impidiéndole por un momento. Llevó sus ojos para secarse sus lágrimas y en ese momento sintió una mano colocarse en si hombro. Cuando alzó la cabeza vio a Caspián, quien le dio una mirada de nostalgia. Dio unas palmadas en la espalda de Edmund antes de caminar al fondo de la habitación con los ojos totalmente hinchados.
Las piernas de Edmund parecieron fallar es ese momento, y así calló de rodillas. Observó lentamente el rostro de Kayla antes de apoyar su frente en su pecho y rodear con su brazo el cuerpo de ella. Por fin, los sollozos que quemaban la garganta de Edmund, salieron siendo amortiguados por el cabello de Kayla. El castaño sintió una mano jugar con su cabello y no dudó en ningún momento que fuera su hermana Susan.
-Tratamos de detener el sangrado- dijo Susan mientras seguía acariciando el cabello de su hermano-. Vendamos la herida pero no para de sangrar.
-Seguro que ese colmillo guarda algún veneno que provoca ese sangrado descontrolado- agregó Matt.
-Sea lo que sea que lo provoque, no conocemos ninguna manera de detenerlo- la voz de Susan pareció temblar un poco por lo que Edmund levanto su cabeza para verla-. Lo siento- estaba vez su voz si se quebró, Edmund vio como de sus ojos empezaban a escaparse un par de lágrimas y cuando volvió su vista a Matt, vio que este tenía ya lágrimas en sus ojos-, pero ha sido perdido mucha sangre y el sangrado aún no se detiene. . . no sobrevivirá.
Otro gritó seco se escapó de los labios de Kayla, el cual se mezcló con el pequeño gritó de Lucy cuando Susan terminó de hablar.
Escuchó unos pasos alejarse y por la manera en que Matt se había levantado de golpe, supo que Lucy había huido de la habitación. No la culpaba, el mismo hubiera querido huir lejos de aquella realidad que lo estaba atormentando, pero no se sentía capaz de moverse luego de aquellas dos palabras.
-¡No!- fue lo primero que dijo-. Tienes que estar equivocada, ella no puede morir- miró a su hermana mayor pero ella no contestó, no hizo más que mirarlo con las lágrimas corriendo por sus mejillas-. No puede irse- intentó ver a Matt pero este mantenía la mirada puesta en un punto fijo en la puerta de la habitación-. ¿Caspián?- llamó a su cuñado, pero este sólo bajó la cabez escondiendo su rostro bañado en lágrimas y sus ojos hinchados.
Era sencillo, todos habían desistido, y el no estaba muy lejos. Podían luchar contra brujas malvadas, serpientes marinas, incluso con niebla verde; pero no podían hacer nada en contra de la muerte.
-No puedes dejarme- susurró Edmund en el oído de Kayla mientras la rodeaba con sus brazos. Sintió que su brazo se llenaba de sangre pero el sólo vio el rostro inexpresivo de la pelinegra. Ahora más pálida, incluso empezaba a verse en una tonalidad verde, además que sus labios se mantenían entre abiertos y temblaban ligeramente y sus azulados ojos apenas se abrían entre el dolor que la muchacha debía estar sintiendo-. Lo lamento, enserio lamento todo esto. Lamento que todo esto haya pasado, si yo no hubiera pensado en la serpiente no estarías aquí- la voz de Edmund se quebró mientras más lágrimas empapaban sus mejillas-. Y la-lamento no poder hacer nada para salvarte.
Y Edmund bajo también la cabeza, se rendía, no podía hacer nada por aquella chica que tanto había amado. No había nada en la manos de Edmund que pudiera hacer.
Pero si en las de alguien más.
-Lo tengo- Edmund apenas se movió al escuchar los gritos de su hermana. A diferencia de él, todos los demás en la habitación volvieron a ver a la puerta, justo en el instante en que Lucy entraba por ella-. Se como curarla.
-¿Qué?- cuestionó Susan. Edmund alternó la mirada entre sus hermanas sin poder articular nada. Miró mejor a Lucy cuando vio entre sus manos un pequeño frasco, a simple vista parecía que su contendino estaba vacío pero al fijarse mejor se podía alcanzar a ver un diminuto trago de un liquido rojo que Edmund reconocía como el jugo de la flor del fuego.
Edmund no había estado presente cuando Lucy había recibido eso como regalo de Santa Claus en su primer viaje a Narnia -como tampoco había presenciado los regalos que les dieron a sus otros hermanos-, pero conocía perfectamente los poderes de ese jugo, ya que incluso él había hecho uso de el.
Una gota bastaba para sanar cualquier herida, y una gota era lo que disponían.
Lucy cayó sobre sus rodillas, al lado de su hermano. Lo miró atentamente y este sólo asintió. Su hermana entendió perfectamente y llevó la orilla del frasco hasta los labios entreabiertos de Kayla. Lo inclinó un poco y la única gota existente se resbaló hasta caer entre los labios de la pelinegra.
Se formó un silencio totalmente perturbador y angustiante, sin que nada pareciera poder romperlo.
Kayla cerró sus labios luego de que la gota cayera por ellos, los demás esperaron espectantes el ver su mejoría pero sólo vieron como la muchacha con un último suspiro cerraba sus ojos.
Entonces se rompió el silencio. Susan volvió a caer en un mar de lágrimas mientras Caspián se acercaba a ella para poder abrazarla. Este último tampoco se veía mejor, con sus ojos hinchados de los cuales escapaban más lágrimas silenciosas.
-¿Lucy?- miró a su hermana pero esta apenas podía verlo a través de sus ojos lagrimosos.
-Era lo último que me quedaba- Lucy escondió su rostro entre sus manos mientras soltaba pequeños sollozos poco perceptibles.
Matt también trataba de ocultar sus sollozos pero estos salían involuntariamente quemando su garganta. Volvió a sentar en una esquina de la cama y agachó su cabeza mientras algunas lágrimas rodaban por sus mejillas.
Edmund volvió a mirar a la chica que más había amado, por la que hubiera movido mar y tierra por estar junto a ella, pero ahora sin importa lo que hiciera ya no la tendría a su lado.
A pesar de las lágrimas que empañaban sus ojos o los sollozos que quemaban su garganta, no se sintió capaz de apartar la mirada de Kayla. Habían sido minutos pero el podría apostar que llevaba horas viéndola.
Y en un sólo pestañeo, el azul y el café volvieron a encontrarse.
Edmund perdió el aliento mientras veía los ojos en los que tantas veces se había perdido. Fueron unos segundos antes de que esos ojos viajaran por toda la habitación.
Los rosados labios se abrieron lentamente dejando salir un suspiro.
-Edmund- la suave voz de Kayla llenó la habitación, a través del sonido de los sollozos.
Susan cubrió su boca de la emoción. Matt soltó una risa al ver que su amiga parpadeaba y movía sus ojos observando todo.
Caspián miró con una sonrisa de orgullo a su hermana, mientras Lucy observaba fascinada todo aquello.
Pero Edmund no parecía haberse movido de su sitio. Sólo la observó, mientras Susan la ayudaba recostarse y observa sonrientes a todos.
Y cuando lo volvió a mirar a el, sonrió orgulloso.
-Edmund.
Era todo lo que necesita oír para saber que Kayla, por muy lejos y perdida que estuviera, nunca se iría de su lado.
Holaaaa!
Okay, vamos a empezar tranquilas
Lamento mucho no haber actualizado en este tiempo, mi internet se fue así que no podía subir el capítulo.
Pero aquí esta!!!!! Y ya tengo casi la mitad del siguiente así que seguro lo subo pronto😁😁
Otro cosa que decir, lamento mucho las muertes de nuestros amigos de México, enserio espero que todas las lectoras mexicanas se encuentren bien y que sepan que rezamos y estamos con ustedes.
Aquí en donde vivo se sintieron (ambos terremotos) pero nada comparado a lo que debieron sentir en México
Así que espero que no hayan sufrido muchas pérdidas, son un país fuerte y se recuperarán🙏🙏🙏
Y sin más me voy, byeee😘😘
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