Tormenta. Parte 2
En la otra habitación, Edmund meditaba en su mente ajeno a la tormenta que caía afuera de la ventana.
-Edmund- el nombrado reaccionó confuso a aquella voz que lo llamaba. Sintió su piel erizarse y volteo solo para encontrarse con aquella bruja-. Ven conmigo- Jadis, más conocida como la Reina Blanca, extendió su mano hacia Edmund.
El castaño recordó de golpe todo aquello que había vivido en su primera visita a Narnia. La culpa se mezcló con la preocupación y el miedo y volvió a sentir aquel sentimiento de impotencia ante la terrible bruja.
-Unete a mi- la mujer estiró un poco más su brazo. Instantáneamente, Edmund desenvaino su espada y apuntó hacia aquella bruja pero la mujer se desvaneció en una bruma verde.
Un segundo después el muchacho sintió como era arrancado de esa situación y cuando volvió abrir los ojos se encontró en la misma habitación, misma cama y con la espada aún empeñada. Aun así se sintió extraño, notaba todo más real; al muchacho no le tardó nada entender que lo anterior había sido producto de sus pesadillas.
-Edmund- el nombrado se movió desconcertado hasta que distinguió a su hermana menor sentada en la orilla de la hamaca, mirando preocupada la espada en su mano, el la bajó de inmediato.
Miró la habitación y reconoció a Kayla recostada en la puerta y como Susan caminaba apurada a la hamaca de al lado.
Caspián se movía nervioso mientras mencionaba la palabra papá ansiosamente.
-Caspián, tranquilo- dijo Susan mientras acariciaba el oscuro cabello de su esposo. El muchacho se despertó sobresaltado pero empezó a tranquilizarse al sentir las manos de su esposa en su cabello, relajandolo.
Kayla tuvo la intención de ir hacia su hermano pero al ver a Susan calmando lo, resistió. En cambio volvió su vista a Edmund, aún sorprendida por la espada en su mano. El muchacho se veía tan real como en el sueño. Pero aquella era la realidad y sabía que en esta Edmund debía volver a su mundo y Kayla quedarse en el de ella.
-No puedo dormir- pronunció Lucy rompiendo la tensión y el silencio.
-Dejenme adivinar, ¿pesadillas?- inquirió Edmund mirando a todos los presentes, estos asintieron en silencio-. Estamos perdiendo la cabeza o algo esta afectando nuestras mentes.
Nadie comentó nada y todo volvió a quedarse en un silencio abrumador.
Sin decir nada, Lucy se levantó y caminó hacia la puerta, cuando se encontró junto a Kayla, volteó hacia los demás.
-Regresaré a nuestro cuarto, dejamos a Gael ahí- luego de eso salió de la habitación internandose en la tormenta. Pensaba correr hacia su propia habitación cuando sintió una mano tomarla del brazo y guiarla en dirección contraria.
Caspián conocía a su hermana como la palma de su hermana, no había tardado en notar la distante y fría mirada de Kayla, sabía que algo rondaba por la cabeza de ella.
-Susan, necesito hablar contigo- anunció Caspián mientras tomaba la mano de su esposa y la guía fuera de la habitación, esta lo siguió confusa-. Espero que no te importe cambiar de habitación, hermana.
-¿Qué?- Caspián empujó a su hermana dentro de la habitación y cerró la puerta antes de que ella reaccionará.
-Caspián- Susan negó con la cabeza al ver al nombrado trancar la puerta.
-Ellos necesitan tiempo a solas, así como yo lo necesito contigo- justificó Caspián mientras tomaba la mano de la muchacha y la guiaba a la habitación de al lado.
Una vez ahí, la recostó contra la puerta para luego atacar los labios de ella con los suyos. Luego sus labios siguieron camino hasta llegar a las claviculas de Susan.
-Caspián- renegó la pelinegra a pesar que su piel necesitaba las caricias de Caspián, tanto como sus labios los de él-. Lucy y la pequeña Gael están en la habitación. . .
-No, no lo están- interrumpió Caspián y luego volvió a juntar sus labios con los de ella mientras la empujaba suavemente al interior de la habitación.
Susan se dejó llevar por los labios de él y para cuanto volvió a ser consiente de su alrededor, se encontraba acostada en la cama que compartía con Kayla, con Caspián sobre ella aún atancando sus labios.
-Caspián, no- puso su mano en el pecho del nombrado para tratar de alejarlo pero el no tenía intenciones de parar sus besos-. Mi hermana. . .¿y si entra?
Caspián apoyo sus codos en la cama, uno a cada lado del rostro de Susan, se agachó hasta que sus narices se rozaron tiernamente.
-No lo hará. La vi salir bajar las escaleras con Matthew y Gael, sabes que sus aventuras pueden durar toda la noche- Caspián bajo su rostro hasta dar con el cuello de la muchacha y dejar ligeros besos en él.
-¿Qué? ¿Lucy afuera, con está lluvia?
-Pero con Matthew, seguro que les enseñará uno de sus escondites. Además Lucy sabe cuidarse- ahora Caspián dejaba besos en sus claviculas, justo donde empezaba el camisón de ella.
-Si, ella lo. . .ah- Susan se interrumpió al sentir los dientes de Caspián clavarse en su cuello.
-Tranquila, amor, necesitas relajarte- dijo Caspián mientras acariciaba la cintura de su esposa.
Susan suspiró, ni la tormenta de afuera ni cualquier tentación o niebla podrían acabar con la llama de amor que Caspián encendía en Susan.
-¡Caspián! ¡Abre!- Kayla golpeó la puerta aún sabiendo que eso no lo quitaría el seguro.
-Kayla, basta- dijo Edmund aún en su cama-. La cerraron por fuera, sólo se abrirá por afuera.
-Tal vez alguien puede escucharme.
-¿Acaso te molesta estar conmigo?- inquirió el castaño mirandola dolido.
-No lo entenderías.
-Kayla- la voz firme de Edmund la obligó a voltear-, ven acá.
La pelinegra camino directo a la cama de él, se sentó a su lado y dispuso a arreglar la trenza de lado que reposaba en su hombro.
-Kayla. . .
-Ya voy- Kayla sonrió lentamente ante la impaciencia de Edmund. Le tomo un poco más de un minuto volver a hacerse su trenza- aunque podría haber tardado menos- y al terminarla se acosto junto al castaño.
Edmund, con mucha confianza, pasó su brazo en su cintura y la atrajo su pecho. Kayla se mordió el labio sonrojada, sabiendo que el se lo mencionaria.
-Suelta eso- con su dedo, Edmund, jalo el labio inferior de ella, hasta que sus dientes lo soltaron.
Kayla rió hasta que sintió los labios de su novio impactar con los suyos. Intentó perderse en los labios de Edmund y en la emoción del momento pero en su mente solo se repetía su última pesadillas: los labios de Edmund en otra, Edmund con otra familia, Edmund en otro mundo; todo lejos de ella.
Edmund disfrutaba aun del beso cuando sintió como Kayla perdía intensidad. Luego de unos segundos ella separó sus labios y terminó por acostarse en el pecho de el pelinegro.
-Basta, Kayla ¿que te sucede?- inquirió Edmund mientras alzaba la cabeza de Kayla en su hombro.
-Nada importante- Kayla regresó su cabeza al pecho del pelinegro, cogió una de las manos de él entre las suyas para juntar con ella.
-Por favor, Kayla, ¿que está mal. . .
-Oye, es mi turno- lo cortó la muchacha.
-¿Que?
-Es mi turno de preguntar- callaron unos segundo en los que Kayla siguió acariciando la mano de Edmund entre las suyas, este último aprovechó para enredar su mano en el cabello de Kayla, soltando algunos mechones de su trenza. Luego de un tiempo perdidos entre esas caricias, Kayla preguntó con su voz rota-: ¿Qué pasará cuando regreses a tu mundo? ¿Formarás una familia? ¿Te enamorarás de alguien más? ¿Te olvidarás de Narnia o de mi?
Edmund observó sus ojos repletos de lágrimas unos segundos, antes de que ella apartará la mirada. El pelinegro acarició la mejilla de Kayla hasta que sintió como una lágrima se soltaba de los ojos de ella y la humedad chocaba contra su propia piel. Entonces, Edmund sintió su corazón apretarse y las palabras brotaron desde lo más profundo de su amor por Kayla.
-Kayla- empezó, alzando con sus dedos, la cabeza de Kayla-, deja de pensar en eso. Sabes que mi tiempo aquí no es mucho, al igual que el tiempo contigo; no quiero gastarlo lamentandome- Edmund se acercó aún más a Kayla hasta que sintió sus frentes chocar-. Además, se que lo que siento por ti va mucho más allá que el tiempo y el lugar. Y si me voy, será en esta o en otra vida, pero volveré a encontrarte, Kayla. No lo olvides, soy tuyo y tu eres mia- luego volvió a juntar sus labios y los movió lentamente, como si quisiera disfrutar solo el tenerla tan cerca-. Te amo, Kayla.
Volvió a unir sus labios pero luego de unos segundos la pelinegra se separó unos centímetros.
-Te amo, Edmund.
Y se volvieron a besar. Y a si siguieron beso tras beso, hasta que ambos cayeron dormidos en los brazos del otro.
Y aunque no tuvieron una noche tan pasional como Susan y Caspián, no hace falta más que estar toda la noche con la persona que más amas para llegar al éxtasis del amor.
La lluvia seguía golpeando con fuerza el suelo causando un estrendueso sonido. Aún así aquellos chicos habían decidido salr en plena lluvia, sentados fuera de la sala de mapas mientras tratan de protegerse de la tormente con la saliente del techo.
-Matt, esto es mal idea- opinó Lucy. Frente a ella la tormenta se desataba con fuerza.
-¿Por qué no? Es como una aventura.
-¿Por qué no? ¡Tal vez porque estamos bajo una terrible tormenta!- exclamó Lucy de manera dramática. Junto a ella, la pequeña Gael rió al ver la pelea de los otros chicos-. ¿Gael, no tienes frío?
-Un poco- dijo la niña mientras apretaba más la manta sobre sus hombro-. Pero me gusta observar la lluvia por muy fuerte que sea.
-¿Ves, Lucy?- terció Matt- Solo debes verle el lado bueno. Es como un regalo del cielo.
-Nunca he sido muy fanática de las tormentas, y más que un regalo me parece un tormento.
-El cielo te estado dando. . .
-En mi mundo las bombas también caen del cielo- interrumpió Lucy. Su mirada perdida en la bóveda negra sobre ellos-. Parece que el cielo está triste y derrama sus penas en gotas de agua sobre nosotros.
-Entonces. . .¿en su mundo también llueve, Reina Lucy?- se burló Matt provocando que la castaña rodará los ojos.
-Sí, sobre todo en invierno, Matthew.
-Bueno, entonces si en tu mundo llueve y aquí también, tal vez no estén tan lejos- razonó Matt. Mantuvo la vista fija en el cielo, nunca compartía sus ideas con nadie pero Lucy causaba tanto regocijo en su corazón, que era inevitable hablar con ella y incluso de sus ideas más extrañas.
-La primera vez que vine a este mundo fue a travez de un ropero, ¿que tan lejos estarán?- rió Lucy. El castaño, sin poder evitarlo, se unió a sus risas.
-Solo digo que tal vez el destino de ambos mundos se encuentre pronto- Matt sonrió acercándose a ella, sonrió más al verla sonrojarse.
-¿Y el nuestro?
-También.
Fue en el momento en el que la respiración de Matthew le dio en la cara a Lucy, que ella se dio cuenta del poco espacio que quedaba entre ellos.
-Matt. . . Gael. . .
-Ya está dormida- dijo Matt lentamente. Los labios rojos de Lucy tentaban su mirada-. Lo quieres tanto como yo, admitelo, Lucy Pevensie.
-¿Por qué no lo descubres, Matthew?- y justo cuando sus labios se tocaron, Lucy cerró sus ojos.
Matt movió sus labios suavemente mientras la castaña intentó seguir el beso moviendo sus labios con miedo, aún así algo en su interior le decía que no se separará.
No tardaron más de unos segundos en serpararse, unos segundos que aceleraron sus corazones y les robaron el aliento.
-Creo que deberíamos volver a nuestra habitación- Lucy echo una ojeada a Gael y tal como había dicho Matt, la niña dormía profundamente, envuelta en su manta.
-Yo no lo creo- dijo Matthew para luego reír desganadamente.
-¿Por qué?
-Hace rato vi a tu hermana y Caspián besándose y luego entraron a la habitación- explicó Matt tratando de no reír-. No creo que sea seguro entrar, si me entiendes. Ya sabes seguro que ellos. . .
-Basta entendí perfectamente- lo cortó Lucy provocando la risa de él-. Supongo que nos quedaremos aquí todo lo que queda de noche.
-Supones bien. Así que ponte cómoda- dijo Matt, envolviendo uno de sus brazos en los hombros de ella. La castaña acotó sus palabras y se acomodó en el pecho de su acompañante.
Y luego de unos minutos de observar la lluvia ambos durmieron con una sonrisa en su rostro.
Holis!!!! Aquí esta el nuevo capítulo
Oigan, ya esta cerca navidad, yeiiiii
Sep, es de mis celebraciones preferidas
Pero que hacen ustedes para navidad??
Jajaja bueno adios, disfruten el capítulo
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