Por Narnia y por Aslan
Luego de que Susan saliera de la habitación, Caspián se encaminó a la sala de mapas, donde encontró a Kayla y Edmund preparándose. No bastó mucho para que Kayla saliera de la habitación con una simple excusa, dejando a los dos muchachos solos, estos siguieron colocándose sus armaduras hasta que Caspián rompió el silencio.
-En caso de que no logre sobrevivir a esto- empezó Caspián y Edmund volteó a verlo-, quería decirte que te considero como mi hermano, Ed.
-También yo- respondió Edmund con una sonrisa-. Cuida a Kayla- agregó bajando la cabeza, Caspián se acercó, colocando la mano en el hombro de su amigo.
-Claro que lo haré- Caspián termino de acomodar la armadura de Edmund-. Entregaste tu espada.
-Nunca fue mira- admitió Edmund.
-Usa esta- dijo Caspián extendiéndole la que antes era la espada de Peter.
-Pero es. . .- Edmund trató de negarse.
-Peter quería que la llevarás- Caspián volvió a ofrecerle el arma. Edmund tomó su empuñadura y sonrió agradecido.
Mientras tanto, Eustace, que seguía convertido al dragón, volaba en los alrededores del barco, con un pasajero sobre su cabeza.
-Ahí esta amigo mio, la batalla nos espera- exclamó Reep desde lo alto. Pero Eustace no compartía la misma emoción que el valiente ratón, y al escuchar esas palabras paró su vuelo de una manera tan brusca que casi botó a Reepichepp de su sitio. De inmediato intento volver y alejarse de aquella travesía-. ¡No, Eustace, para, para!- gritaba el ratón mientras intentaba aferrarse de cualquier lugar del dragón. Una vez se hubo afirmado observó los enormes y azulados ojos del dragón-. No voy a aceptar que te rindas, un noble guerrero nunca huye del miedo. ¡Mírame! Mírame cuando te hablo- el dragón que había empezado ha bajar la cabeza, elevó de nuevo la mirada-. Soy un pequeño ratón, ¡tu eres un dragón! Tu piel es como una cota de malla, respiras fuego. ¡Vamos, a enfrentar nuestro destino- exclamó Reep. Eustace sintió conmoción ante las palabras de su pequeño amigo, y buscando en lo profundo de su alma su valentía, volvió a emprender vuelo hacia la Isla negra.
El largo viaje que había recorrido el Viajero del alba y su tripulación parecía llegar a su fin. Un largo viaje lleno de tentaciones, peligro y amores. Pero todo aquello parecía tener su final en aquella isla.
Todos tenían la vista al frente mientras el barco se adentraba en la oscuridad de la isla y era rodeado por una desagradable niebla verde.
Caspián se colocó junto a Drinian -el cual dirigía al barco-, a la vista de todos. Consideraba que era un buen momento para agradecer y mencionar lo orgulloso que estaba de esa tripulación que lo había acompañado en aquella travesía y arriesgar su vida junto a él.
-No importa lo que pase hoy, cada hombre ante mi se ha ganado un lugar en el Viajero del Alba. Juntos hemos viajado lejos, hemos enfretado la adversidad y juntos lo haremos de nuevo. Hoy no sucumbiremos a la tentación del miedo. ¡Valor! Jamás se rindan- Edmund tragó saliva por la emoción que le causaban las palabras de su amigo-. Nuestro mundo, nuestra tierra en Narnia depende de ello. Piensen en las almas que salvaremos- Lucy abrazó a Gael mientras sonreía a Matt. Por otro lado, Susan miraba a su cuñada con ojos llorosos, Kayla le dio una sonrisa de consuelo-. En Aslan y en Narnia- terminó Caspián, miró por última vez a la tripulación y empezó a bajar las escaleras, cuando una voz se alzó.
-¡Por Narnia!- todos volvieron a ver a Trevors, antes de repetir a gritos la jaculatoria.
-¡Por Aslan!- gritó Lucy recordando al noble León de Narnia. En ese momento Matt se acercó a ella, sonriendo. Cuando estuvo al lado de ella, la rodeó con los hombros y le atrajo hacia él mientras susurraba unas dulces palabras en el oído de ella.
-Te quiero, Lucy Pevensie- Lucy sólo sonrió mientras se inclinaba hacia atrás para dejar un casto beso en la mejilla de Matt. Luego, Matt alcanzó a ver la mirada de su abuelo Drinian, pero sólo atinó a encongerse de hombros. El capitán negó con la cabeza junto con una sonrisa poco propia de él.
Por otro lado en el instante en que Caspián bajó el último escalón, sintió como un peso caía sobre sus brazos. Al sentir el característico aroma de su esposa, la apretó más contra sí mientras hundía su nariz en el cabello de Susan.
Edmund miraba la escena desde lejos aún con los ojos llorosos.
-¿Estas llorando?- susurró una voz detrás de Edmund. No le hacía falta voltear para saber que se trataba de su pelinegra favorita.
-¿Qué te hace crear eso?- dijo mientras se volteaba. Al hacerlo el chico Pevensie tuvo que retener un jadeo al ver a su novia, y es que a comparación de él, Kayla era un mar de lágrimas.
-Porque se que me extrañaras.
-Eso todos lo saben- Edmund acercó sus manos a las mejillas de ella y apartar el conjunto de lágrimas que se encontraban en sus pómulos-. Yo también te extrañare, hermosa- Kayla se tiró a los brazos de su novio y hundió su rostro en el cuello de él, mientras Edmund apretaba sus brazos en su cintura.
Los demás marinos se daban palmadas entre ellos, también Rhince abrazó fuertemente a su hija mientras le prometía que encontraría a su madre. Incluso Eustace y Reep se dieron unas palabras de aliento.
Luego de secar las lágrimas y terminar los abrazos, cada uno de los tripulantes se mostraron valientes mientras se acercaban a la isla, se acercaban a su posible fin.
Llegó el punto donde ya no había vuelta atrás. Habían empezado a introducirse en la oscuridad de la isla, rodeados por la desgradable bruma verde.
Un aire frío y perturbador chocó con todos los tripulantes. Y sin darse cuenta la neblina verde empezó a rodearlos de sus peores deseos y miedos.
Frente a Rhince, apareció la dulce imagen de su esposa perdida.
-Helaine- susurró el marino acercándose para tocarla, pero antes de poder llegar a ella, pasó a traves de él, desvaneciendose.
El timón era manejado por Drinian con Caspián a su lado.
-No veo nada, señor- exclamó el capitán-, la niebla es muy espesa.
-Tu eres una gran decepción para mí- Caspián escuchó esa voz que hacia años no escuchaba-. Te haces llamar mi hijo, entonces se un rey- exclamó el difunto rey de Narnia antes de desaparecer en una nube verde. Caspián bajó la cabeza, mientras balbuceaba cosas no entendibles. Susan se acercó rápidamente a su esposo, tomó su rostro entre sus manos para pegar sus labios contra los de él. Los movió lentamente pero con fuerza, sintiendo como la tensión se alejaba de Caspián.
-Caspián, escúchame- dijo Susan, aun acunando el rostro del muchacho- necesito a mi esposo, al Rey tan valiente que conocí, lo necesito para mi y para nuesto pueblo, ¿entendiste?- Caspián asintió y dejó un casto beso en los labios de Susan.
Mientras tanto, Edmund trataba de aparentar tranquilidad. Fue entonces cuando un escalofrío le recorrio la espalda y una voz ronca le habló en el oído.
-Edmund, ven conmigo, se mi rey, te dejaré reinar- la bruja blanca pasó junto a el muchacho, ofreciendo su mano hacia él.
-¡Estas muerta, largate!- exclamó Edmund a punto de desvainar su espada.
-Yo jamás voy a morir, siempre estaré en tu mente niño tonto- le dijo la imagen de la bruja blanca alejándose entre bruma verde.
-¡No!- exclamó Edmund, entrando en pánico. Fue cuando sintió unos brazos en volverse en su cuello y unos labios chocando con su mejilla.
-Tranquilo, ella no puede hacerte daño, no la dejaré- susurró la dulce voz de Kayla en su oído.
-Gracias- pasó su brazo por la cintura de ella para apretar más su cuerpo con el de él-. Tampoco dejaré que te lastimen, nadie- Kayla sonrió en su cuello.
-¡ALEJENSE! ¡ALEJENSE!- exclamó una voz que llamo la atención de todos. Trataron de encontrar el dueño de la voz pero entre tanta niebla era imposible reconocer a alguien.
-¿Quién eres?- cuestionó Edmund también gritando.
-No te tememos- añadió Caspián.
-Ni yo a ustedes- respondió la voz.
-Edmund, la linterna- el nombrado buscó el -ya usado- aparato y alumbró de donde suponía que venían los gritos. Luego de mover un poco la linterna, alumbró una figura encorvada y un cuerpo demasiado delgado. El hombre movió el rostro dejando ver su rostro desfigurado, su barba hecha nudos y bolsas debajo de sus ojos. No parecía haber una pizca de cordura en aquel señor.
-¡Vayanse de aqui!- exclamó de nuevo el hombre.
-No nos iremos.
-No podrán vencerme- dijo el hombre mientras alzaba una brillante espada que sostenía en su mano.
-¡Miren! ¡Su espada!- y es que cualquiera habría notado que aquella no era cualquier espada común y corriente.
-Lord Rhoop- dijo Caspián viendo al hombre más fijamente.
-¡No se adueñaran de mí!
-Bajen sus armas- ordenó Susan, los marinos acataron a la orden.
-Subanlo a bordo- indicó Caspián.
-Si, señor.
Pero antes de que cualquiera pudiera moverse, Eustace, con sus garras, sujeto los hombros del Lord y emprendió vuelo con el colgando, hasta dejarlo en la cubierta del barco.
-Tranquilo, MiLord- dijo Caspián, en un intento por acercarse al hombre, pero este no dudo en responder a la defensiva.
-¡Alejate, demonio!
-No, mi Lord, no vamos a hacerle daño. Soy su rey Caspián- los ojos del Lord se abrieron con sorpresa al oír esas palabras. Se volvió lentamente y apreció su rostro en silencio.
-Caspián- susurró, luegos de unos instantes se sobresalto y se acercó a Caspián hasta tocar su armadura-. Mi Rey, nunca debió venir, no hay salida de este lugar. Pronto tienen que dar la vuelta al barco antes de que sea tarde- dijo con voz temerosa.
-La tenemos, hay que irnos- interrumpió Edmund viendo hacia la espada.
-Da la vuelta, Drinian.
-A la orden, majestad- dijo Drinian caminando hacia el timón.
-No piense señor- advirtió Lord Rhoop, aún sujeto a Caspián-. No deje que conozca sus miedos o se convertirá en ellos- en el instante que terminó de hablar, Edmund cerró los ojos con una mueca.
-Ay no.
-Edmund, dime en que pensaste- dijo Lucy mientras se acercaba a su hermano.
-Hay no perdón- exclamó Edmund mientras se acercaba a la orilla del barco a para ver elevarse su peor miedo.
Hola!! Si la peor lo reconozco, no he estado en mis mejores días. En este tiempo me di cuenta lo rápido que puede cambiar la vida. Siempre tuve una vida tranquila sin muchas sorpresas o tristezas.
El capitulo anterior les comente que tendría un hermanito e irónicamente hora debo decir que ya no será así. Hubo unos complicaciones y la novia de mi papá perdió al niño. No se porque siento la necesidad de decírselo, quizás el reflejo que tenemos los seres humanos de desahogarnos.
Aun así, siempre he empezado que todo pasa por algo, él (digo él porque yo quería un hermanito así que me lo imagino niño) vendría a ver como estamos a punto de entrar a una tercera guerra mundial, por no mencionar la falta de respeto entre personas y opiniones.
Tenía dos meses, supongo que no puedo comparar mi dolor con el de una madre al perder a su hijo o cosas peores, así que estoy tratando de llevar esto lo mejor que puedo.
Y sin más, adiós, nos leemos pronto.
P.D.: vivan su vida al máximo, yo estoy empezando a hacerlo.
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