Las islas solitarias
El largo telescopio dio una minuciosa visión de la isla al capitán Drinian, pero no la suficiente.
Luego de concluir su observación, le dio el telescopio a Caspián. El rey observó atento lo que suponía era una isla.
-Las islas solitarias, el puerto de Narrowhaven- señaló Drinian una vez Caspián hubo observado bien.
-Que raro no tiene bandera narniana- dijo Caspián mientras daba el telescopio a Edmund.
-Pero las islas siempre fueron de Narnia- respondió el pelinegro, aun con el telescopio entre sus manos.
-A ver- dijo Kayla, quitando el telescopio de las manos del muchacho, la colocó sobre su ojo izquierdo y miró la tierra frente a ellos-. No parece a haber vida en ella.
-Hay que enviar a un grupo a tierra a explorar, Drinian- dijo Edmund, pero el señor ni se inmutó.
-Perdoneme, Majestad, pero la cadena de mando inicia con el Rey Caspián en este navío- respondió Drinian con un tono calmado.
-Ah, claro.
-Yo concuerdo con, Edmund- agregó Kayla, acercándose a su hermano y el capitán Drinian.
-Usaremos los botes- indicó Caspián-. Drinian forma un grupo de rescate- el nombrado asintió y se fue en busca de algunos marinos dispuestos a esa aventura.
-Listo, Tavros- dijo Kayla al minotauro.
-¡Bajen los botes, arrien la vela y preparen el ancla!- gritó este.
Los otros tres muchacho bajaron de la cofa* del barco. Cuando estuvieron en cubierta, aparecieron frente a ellos Susan y Lucy, ansiosas por saber lo que ocurría.
-Las islas solitarias- dijo Caspián, adelantándose a Kayla y Edmund-. Edmund y Kayla me acompañaran- Caspián se colocó frente a Susan esperando su respuesta.
-No pienso quedarme. . .
-Susan. . .- empezó su esposo, pero la muchacha prosiguió hablando.
-Te acompañaremos, sabes que no podrás detenernos.
-Espera ¿irán las tres?- inquirió Edmund señalando a las tres mujeres.
-Edmund, señalar es malo- dijo Susan, a lo que su hermano bajo su dedo acusador.
-No somos de las que se pierden una aventura, y lo sabes- dijo Kayla golpeando levemente el hombro de Edmund al pasar junto a el.
-Será mejor que vayamos por nuestras armas- opinó Susan mientras tomaba el brazo de Kayla y la arrestraba junto a ella.
-Yo también debo ir a prepararme- dijo Caspián a los menores Pevensie antes de dar media vuelta en busca del capitán Drinan.
-Edmund- llamó Lucy con un tono cantarin. El nombrado volteó a verla, sabiendo que no le esperaba nada bueno.
-¿Dime, Lu?
-¿Qué sucede contigo y Kayla?- inquirió Lucy con una deslumbrante sonrisa.
-¿Qué debe de suceder?- cuestionó Edmund.
-Bueno, simplemente quiero los detalles.
-¿Detalles?- Edmund frunció el ceño mientras se hermana rodaba los ojos.
-Tu sabes de como le pediste que fuera tu novia.
-Aún no es mi novia- Lucy abrió los ojos al escuchar la respuesta de su hermano.
-¿Como que no? ¿No se lo has pedido?- dijo Lucy, demasiado dramática para Edmund-. ¿Cuando piensas hacerlo?
-No lo se, ¿es realmente importante?
-Claro, Kayla te quiere y tu a ella ¿no es cierto?- Edmund asintió manteniendo la vista fija en su hermana-. ¿Entonces que esperas?
-Lucy, no se si te has dado cuenta de la situación- la nombrada giró los ojos sabiendo lo que su hermano quería decir, aun así su hermano continuó-, si estamos aquí es porque Narnia esta en peligro, además que debemos encontrar a esos hombres amigos del padre de Caspián y Kayla, no creo que sea el tiempo correcto.
-Claro que se todo eso, pero también se que Kayla y tu merecen estar juntos.
-¿Crees que ella quiera eso? Tu sabes, una relación formal.
-Kayla sera un guerrera fuerte hábil, pero también tiene sentimientos, no creo que ella prefiera que te la pases besandola y todas esas cosas sin una relación formal, pensará que juegas con ella.
-Bien- respondió Edmund luego de unos segundos. Su cabeza agachada, se sentie horrible lastimar a las personas que amas, y Edmund lo sabía, su pasado se lo recordaba-. Se lo dire la próxima vez que la vea.
-¡Edmund!- el nombrado sintió su corazón acelerarse al escuchar el gritó de la muchacha, y por la sonrisa de su hermana confirmó de quien se trataba-. ¡Ed!
-¿Kayla?- cuestionó el muchacho, y luego de unos segundos la pelinegra estuvo frente a el-. ¿Que sucedio?
-Caspián te manda esto- Kayla sacó de su espada, corriente y posiblemente usada, pero una espada al fin de cuentas.
-Ummm, gracias- de reojo vio como su hermana sonreía mientras le guiñaba el ojo. Edmund volteó hacia la Kayla pero ella dirigía su atención a Lucy.
-Lucy, creo que tu necesitarás también una espada- indico la pelinegra acercándose a su amiga-, una menos pesada, claro, creó que se donde hay una.
-No te preocupes, Kay, yo se la conseguiré- Lucy siguió el origen de esa voz, rogando por que fuera quien ella creía. Sonriendo cuando vio una mata de pelo aparecer detrás de su hermano.
-¿Tu?- cuestionó Edmund, cuando el muchacho pasó a su lado-. ¿Que haces tu aquí?
-Matt, irá con nosotros- respondió Kayla, viendo como aquel muchacho se acercaba a Lucy.
-Claro, además yo puedo ayudar a Lucy- Matthew sonrió a Lucy y tomó su mano, lo que provoco un nuevo sonrojo en ella.
-Espera ahí- la mano de Edmund tomó fuertemente la muñeca de Matthew, aún sin soltar la de Lucy-. Suelta a mi hermana- advirtió Edmund al otro castaño. Matthew obedeció, liberando la muñeca de la muchacha.
-Creo que puedes soltarme. . .
-¡Edmund!
-Sueltalo
-Kayla puede ayudar a Lucy- dijo Edmund aún sosteniendo la muñeca del otro muchacho.
-No, no puede- irrumpió Lucy, colocándose entre su hermano y Matt, lo cual provocó que el pelinegro soltara por fin la muñeca del otro-. Ya que tu ibas a preguntarle algo.
-¿Ibas a hacerlo?- preguntó Kayla desde su posición con los brazos cruzados.
-De seguro que lo tiene- indicó Matthew dando unas palmadas en el hombro de Edmund, las cuales el muchacho no llegó a comprender-. Por ello yo ayudaré a tu hermana a buscar un arma- rápidamente Matt tomó nuevamente la muñeca de Lucy, jalandola para alejarla antes de que Edmund volviera a interceder. El pelinegro gruñó cuando vio a su hermana y su acompañante en la otra esquina del barco.
-¿Qué es lo que ibas a decirme?- Edmund casi había olvidado que Kayla aun prmanecia detras de el.
-Yo. . .emmm, no, nada- respondió él rascando nerviosamente sus cabellos de la nuca. Kayla enarco su ceja, provocando que Edmund soltará un suspiro-. Si quería preguntarte algo.
-Vamos, puedes preguntarle lo que quieras.
-Kayla- dijo Edmund suavemente. Fijó sus ojos en ella, seguía con los brazos cruzados y la ceja enarcada. Sin importarle nada o nadie, tomó la cintura de la muchacha y la atrajo hacia su pecho, por la mirada de ella pensó que se separaría al instante, pero luego de unos segundos su rostro se iluminó con una sonrisa y sus brazos abrazaron el cuello de el.
-¿Esto tiene que ver con lo que me vas a decir, Eddie?- preguntó ella mientras con sus manos desacomodaba los cabellos del muchacho.
-Lucy te dijo me dijeras así- aseguró Edmund, disfrutando de las caricias en su cabello.
-Lucy también dijo que me preguntarías algo, así que dilo.
-Bueno, yo. . .- el pelinegro empezó a ponerse nervioso nuevamente y las manos de Kayla en su cabello solo causaban que su piel se erizara-. Yo te quiero Kayla, y. . . solamente me preguntaba si quisieras. . .bueno si tu. . . ¿quieres ser mi novia?- al momento de que esas palabras escaparon de sus labios, un intenso color rojo atacó las mejillas del muchacho.
Kayla abrió un poco sus ojos y sus manos pararon de acariciar el cabello de él. Edmund bajó su mirada, por lo cual no alcanzó a ver las mejillas de ella colorarse.
-Si- pronunció Kayla lentamente. Edmund volvió a verla, sin saber si lo que había escuchado era producto de su mente o realmente aquellas palabras habían salido de los labios de Kayla.
-¿Que?
-Si- repitió Kayla- quiero ser tu novia- el muchacho la observó detenidamente, guardando aquellas cuatros palabras en su memoria. Las mejillas de ella habían adquirido un rojo suave, en seguida supo que sus mejillas estarían así o peor, sus ojos tenían un ligero brillo que hizo que Edmund viajará por los azulados ojos de la pelinegra.
Se acercó, provocando que sus labios se rozaran.
-Yo también te quiero, Eddie- Kayla movió sus labios chocando los ligeramente con los labios de Edmund, provocando un cosquilleo en su interior.
Aquello acabo con el autocontrol de Edmund, que terminó de juntar sus labios con los de ella. Sin importarle el tonto apodo, las personas a su alrededor o la situación en que se encontraban, la besó. La besó como había querido hacer durante casi tres años.
Dejo que sus instintos lo guiarán, dejando que el sabor de los labios de ella lo embriagará, casi tocando el cielo cuando ella sonrió levemente contra sus labios.
-Creo que deberían dejar eso para un momento mas oportuno- Kayla rompió la conexión de sus labios, sólo para dirigir una mirada de frustración hacia su hermano.
-Dejalos, Caspián- dijo Susan acercándose, tomó la mano de su esposo y lo guió lejos de la otra pareja.
-Será mejor que nos vayamos- dijo Edmund dando un casto beso en la frente de su, ahora, novia.
-La aventura nos aguarda- exclamó Reepichepp mientras bajaba de su balsa en un solo salto.
-¿No creen que sea mejor esperar a mañana?- cuestionó Eustace, sujetándose temerosamente de un costado del bote.
Las dos balsas acababan de llegar a las orillas de las islas solitarias. Todos y cada uno de los marinos bajaron de sus respectivas balsas, listos para descubrir aquellas islas.
Cuando Lucy bajo de su balsa observó el lugar con sus característicos ojos curiosos. Agudizó su oído, con esperanza de escuchar algún signo de vida, un murmullo, una risa o un gritó, pero todo lo que llegó a percibir la castaña fue un amargo silencio.
-Hay mucho silencio por aquí- comentó Matt, quien se encontraba a un lado de la muchacha-. Islas solitarias. Le hace justicia al nombre.
-¿Donde están todos?- inquirió Lucy mirando a toda la tripulación.
Algunos comenzaron, al igual que Lucy y Matthew, a observar detenidamente el lugar.
-Vamos, piernas de gelatina- dijo Reepichepp estirando su patita delantera hacia Eustace. Pero Eustace ni siquiera se molesto en mirar la ayuda que se le estaba brindando y cuando menos se dio cuenta tenía la cara pegada a, suelo.
-¿Seguro que es su familiar?- preguntó Caspián, mientras todos miraban a Eustace con cierta indiferencia.
Nadie hizo ademan de responder, y si alguien lo iba hacer quedo en el olvido, apagado por el tenebroso sonr de campanas que inundó el sospechoso silencio.
Hola!!!! Lamento la tardanza pero al menos ya está otro capítulo!
Y algo mas, decirles gracias por todo el apoyo que me dan, son los mejores y nunca imagine llegar hasta aqui!
Besos :*
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