La estrella de Ramandu "Maratón 3/3"
Todo era silencio en el improvisado campamento, tanto personas, dragones y ratones permanecían dormidos ajenos a aquella brillante luz en el cielo.
La pequeña Gael despertó sin ninguna razón aparente. Se sentó en la manta mientras restregaba sus ojos, tratando de saber el porque se había despertado, pero aquello se fue de su mente cuando en el cielo vio una brillante estrella azul. Sin creer lo que veía empezó a despertar Lucy.
-Lucy, Lucy, mira- Gael agitó a la nombrada del hombro. La castaña se despertó agitada, miró a Gael que señalaba algo en el cielo y cuando siguió la dirección que indicaba se encontró con aquello que tanto buscaban.
-¡Despierten, todo el mundo, despierten!- todos atendieron al llamado de Lucy y no bastó nada para que todos fijarán su vista en la estrella. De inmediato emprendieron de nuevo el viaje -con Eustace volando alrededor-, sorprendidos y alegres de haber encontrado la estrella de Ramandu.
Algo que debemos recordar es que Narnia es Narnia, esa tierra mística que siempre te trae sorpresas e imprevistos. Donde todo parece ir bien y en un parpadeo se pierde todo.
El viajero del alba no podía estar más que contento por haber encontrado la estrella azul, pero todo aquello se desvaneció cuando el viento dejó de soplar y la única manera de avanzar era remando. Los marinos ponían todo su empeño en ello, pero no era suficiente, por no decir que en algún momento necesitarían un descanso.
-El viento nos abandonó- indicó Caspián.
-¿Ahora como llegaremos a la isla de Ramandu?- cuestionó Edmund a Drinian.
-Algo me dice que alguien no quiere vernos llegar- dijo el capitán.
-Si sigo con hambre, devorare a ese dragón- mencionó uno de los marineros, sólo había sido un murmullo pero al parecer todos lo habían escuchado.
-No te asustes, Eustace, antes se enfrentarán conmigo- exclamó Reepichepp. Todos observaron arriba, alcanzando a ver al ratón volando, en la espalda de Eustace. Como dije, en Narnia las cosas dan vuelta muy rápido.
-Si no hayamos tierra para esta noche, no puedo asegu. . .- pero antes que Drinian terminará la oración un estruendoso golpe obligó a todos en el barco a caer en el suelo.
Entre quejidos y exclamaciones, todos volvieron a encontrarse de pie, algunos con leves golpes pero todos con la duda de con que se habían encontrado ahora.
-¿Qué golpeamos?- cuestionó Matt luego de ayudar a Lucy a pararse.
-¡Revisen los costados!- gritó Drinian, pero antes de que cualquier marino se acercará haber otro grito se alzó en el aire.
-¡Eustace, eres brillante!- y Edmund nunca pensó decir esas palabra.
Y es que el enorme dragón había enrollado su dorada cola en la punta del barco -el cual de hecho era la cabeza de otro dragón- y, agitando sus alas, había logrado jalar al barco por el mar, con la misma fuerza y velocidad de antes.
-Adelante- exclamó Reep, ahora colgado de la cabeza del dragón, con su espada desenvainada.
Todos en el barco celebraron la idea de Eustace y el niño -dragón- no pudo estar más orgulloso de si mismo.
Gracias al esfuerzo de Eustace, en un par de horas, habían llegado a la isla de Ramandu.
-¡Nos trajiste, Eustace! ¿No te lo dije? ¡Extraordinario! ¡EXTRAORDINARIO!- Reep celebraba y no era el único, todos se alegraron de llegar por fin a su destino, pero no sabían que apenas era el principio del fin.
Cuando por fin tocaron tierra, la noche había caído sobre ellos, pero eso no los detuvo, de inmediato desembarcaron y un grupo de marinos -junto a los Reyes- empezaron a andar por la isla. Se adentraron más en la isla, apenas con la luz de la linterna de Edmund. Luego de un rato de caminar tuvieron frente a sus ojos vieron una mesa, repleta de alimento fresco y algunas velas apagadas. A todos se les hizo agua a la boca y nadie pudo reprimir su deseo de comer.
-Mmmm comida- exclamó Travors adelantándose a la mesa pero un gritó lo detuvo.
-¡Alto!- el gritó de Drinian alertó a todos.
Edmund levantó su linterna, alumbrando la punta lejana de la mesa. Todos se sobresaltaron al ver el cuerpo de tres hombres en las últimas sillas, todos cubiertos de telarañas y polvo.
Caspián se acercó, señalándolos a cada uno con su espada.
-Lord Revilian- movió un poco la espada señalando al otro.
-Lord Mavramorn.
-Lord Argoz- Lucy se acercó a este último, quitó algunos mechones de cabello y algunas telarañas, entonces vio un par de enormes ojos viéndola de regreso pero cuando sintió la respiración del hombre pegándole en la cara, retrocedió asustada.
-Está respirando- señalo Kayla al lado de Lucy.
-Igual ellos- dijo Edmund señalando a los otros dos-. Alguien los embrujo.
-Es la comida- exclamó Caspián volviendo hacia los marinos. Por el susto, Travors soltó una manzana que había tomado antes y estaba apunto de morderla.
-La mesa de piedra- razonó Edmund-, está es la meda de Aslan.
-Sus espadas- exclamó Caspián, tomó la de el Lord más cercano. Edmund y Kayla repitieron sus acciones con los otros dos-. Pongan las en la mesa- colocaron las tres espadas, acompañadas con las que habían encontrado antes, cruzándolas entre ellas.
-Son seis.
-Falta una- pero antes que alguien pudiera decir algo más, de las 6 espada se desprendió una luz azul los sorprendió a todos. Al alzar sus miradas se toparon con que la estrella azul bajaba hasta llegar frente a ellos, convertida es una mujer. La muchacha desprendía un brillo azul, y su cabello rubio -casi blanco- resaltaba sus ojos oscuros.
Cada uno de los marinos la miraron embobados, incluidos Edmund y Caspián. La bella joven sonrió hacia los hombres y estos se arrodillaron frente a ella, aún con la mirada de asombro.
Aunque para las reinas era otra historia, Susan fruncia el ceño mirando como Caspián seguía con la vista fija en la rubia. Kayla, en cambio, trataba a toda costa de mirar a Edmund, sabía que el era otro con tenía la mirada embobada y sentía algo retorcerse en su interior. Y por último Lucy sólo miraba al suelo al saber que incluso Matt se alucinaba por la estrella rubia.
-Viajeros de Narnia- la muchacha sonrió mientras extendía sus brazos-, de pie- de repente su rostro se volvió desconcertado-. ¿No tienen hambre?
-¿Quien eres?- cuestionó Edmund mirándola fijamente.
-Soy Liliandil, hija de Ramandu- contestó la joven sonriendo-, yo los voy a guiar.
-¿Eres una estrella?- cuestionó Caspián, sin sentir la mirada asesina de su esposa sobre el. Liliandil asintió, con su bella sonrisa-. De verdad eres muy bella- aquello acabó con Susan, apretando las manos en puños y pisando fuertemente, se alejó hasta la otra esquina de la mesa y se mantuvo con los brazos cruzados.
-Si eso es una distracción para ustedes usaré otra forma- se apresuró a decir Liliandil.
-¡No!- exclamaron Edmund y Caspián al mismo tiempo. Kayla rodó los ojos mientras apretaba los brazos más al pecho. Lucy miró divertida a su hermano y luego, sin poder evitarlo, su mirada cayó en Matt. Su rostro dejó una mueca, el castaño aún miraba embobado a la estrella.
Esta última volvió a sonreír.
-Por favor, la comida es para ustedes- extendió sus brazos hacia la mesa y al instante, las velas se encendieron dándole calor a la situación-. Hay suficente para todos los invitados en la mesa de Aslan, por favor coman- los marinos de inmediato se acercaron listos para degustar la comida, pero un gritó los detuvo.
-¡Alto!- todos voltearon intrigados hacia Edmund-. ¿Qué les paso a ellos?- señaló a los tres que aún hacian quietos en sus sillas.
-Estos pobres estaban al borde de la locura cuando llegaron a la isla, trataron de cometer violentos actos, la violencia está prohibida en la mesa de Aslan, así que cayeron dormidos- explicó Liliandil.
-¿Despertarán algún día?- preguntó Lucy.
-Cuando esto termine- respondió la rubia mientras empezaba a caminar-. Vengan, queda poco tiempo- los Pevensie, Kayla y Caspián la siguieron inmediatamente. Kayla al pasar rodeó los hombros de Matt para llevarlo con ella.
Edmund la miró negando la cabeza con gracia. Le encantaba saber que todo aquello con lo que la muchacha se debatía era provocado por él.
-Ven acá- tomó su brazo y la atrajo hasta él. Su brazo se soltó de Matthew, pero este solo sonrió y siguió su camino.
-Edmund, sueltame- con sus manos en el pecho de él trató de alejarse, pero aún así Edmund la siguió apretando de la cintura.
-Vamos Kayla ¿que sucede?- el sonrió al ver que Kayla rodeaba los ojos-. ¿Estas celosa, hermosa?
-¿Yo? ¿Y de quién?
-No lo sé, dimelo tu- Edmund trató de unir sus labios pero la pelinegra se alejó aún más.
-Edmund, basta, no me apetece hablar contigo en estos momentos- ella le dio un empujón aún más fuerte, con el que consiguió por fin soltarse-. Es más, no me apetece ni verte.
Edmund bufo, pero no hizo nada cuando la vio caminar lo más lejos de el posible.
Matt aprovechó ese momento en que Kayla y Edmund discutían tras él para acercase a Lucy.
-Lucy- exclamó mientras se colocaba al lado de la castaña.
-Hola, Matthew- el sintió el tono frío que utilizó al pronunciar su nombre-. ¿Qué quieres?
-Bueno- empezó él algo incómodo por la actitud de Lucy-, ¿puedo hacerte dos preguntas?
-Ya me hiciste una.
-Si, lo se- el le sonrió con autosuficiencia-. Pero esta es la importante, ¿acaso estas celosa?
La castaña se tenso al escuchar la pregunta.
-¿Por que lo estaría?
-Por que yo estaría muy celoso si te viera mirando a un chico, incluso si es una estrella- Matt acercó peligrosamente sus labios al oído de la chica-. No estoy dispuesto a compartirte con nadie, Lucy Pevensie- la nombrada sonrió mientras retrocedía para poder mirar a los ojos a Matthew.
-No soy tuya.
-Pero yo si soy tuyo- Matt se acercó a punto de unir sus labios pero. . .
-Chicos vamos- exclamó Susan haciendo que los otros dos muchachos se alejaran de un brinco-. Van a quedarse atrás.
Susan se colocó entre los dos chicos, que hacían sus mejores esfuerzos en no voltear a verse y esconder sus mejillas sonrojadas. Susan sintió la mirada de Caspián en ella pero se negó a devolversela.
Caspián negó con la cabeza y siguió su camino tras la estrella.
Luego de caminar entre en el bosque llegaron a una pequeña terraza en la que se alcanzaba a ver una isla, oscura y rodeada por una niebla espesa y verde.
-¿El mago Coriakin les contó sobre la isla negra?- preguntó Liliandil una vez todos se encontraron ahí.
-Sí- respondió Susan.
-Dentro de poco el mal se habrá hecho incontenible.
-Coriakin dijo que rompieramos el hechizo colocando las siete espadas sobre la mesa- dijo Lucy.
-Si- aseguró Liliandil sonriendo.
-Pero solo hayamos seis, ¿sabes donde esta la séptima?- le cuestionó Caspián. Susan sin poder evitarlo apretó sus brazos en el pecho.
-Ahí- siguieron el brazo de la rubia que indicaba la negra isla que se veía a lo lejos-. Deben llenarse de valor, no hay tiempo que perder.
Todos guardaron silencio sabiendo lo importante que era aquello, todos perdidos en sus mentes, ocultando sus peores miedos y tentaciones.
-¿Puedo preguntarte algo?- inquirió Matt de la nada. La estrella asintió sonriendo, y ella y el resto prestaron atención-. ¿No te da miedo estar tan arriba?
La estrella sólo rio y negó con la cabeza.
-No es tan terrible como piensas- Matt asintió.
Liliandil retrocedió unos pasos antes de volver a sonreír.
-Hasta pronto.
Y tal como había venido, regresó al cielo en forma de estrella. El resto la observó -ahora en el cielo- pero luego todos volvieron a la mesa de Aslan, para prepararse mentalmente para su próxima misión.
Aquí esta la última parte del maratón, se que dije el dos pero vamos, solo fueron tres días de retrasado.
Pero en fin espero que hallan pasado un feliz año nuevo.
Besos, nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro