El hechizo se disuelve
Kayla sonrió mientras sentía los brazos de Lucy rodearla.
-Me alegra tanto que estés bien- susurró Lucy en el oído de la pelinegra.
-A todos- añadió Matt mientras corría a abrazar a Kayla, luego de que Lucy se separará de ella. El muchacho aprovechó ese momento y dirigió su boca a la oreja de Kayla-. Bueno uno más que otros- susurró con una sonrisa de suficiencia. Kayla levantó la mirada, encontrándose con aquellos chocolatosos ojos que tanto le gustaban. Bajó la mirada rápidamente pero se sintió feliz de acaparar toda la atención de Edmund en esos momentos.
-A mi también me alegra que todos ustedes estén bien- respondió Kayla. Matt se alejó, dedicandole una única sonrisa que Kayla interpretó como un "Si, pero más él que nosotros".
En ese momento la pelinegra sintió unos brazos enredarse en su cintura y levantarla ligeramente del suelo. Ella no tardó ni un segundo en darse la vuelta y rodear en cuello de Caspián con sus brazos.
-Creí que te había perdido a ti también- susurró su hermano antes de soltar una risa acompañada de otra risa ajena más suave.
Kayla se separó de su hermano y vio sobre el hombro de este. Susan la miró desde atrás con una sonrisa y corrió hacia ella, rodeándola con sus brazos.
-Oh Kayla- dijo Susan mientras la apretaba más en sus brazos. La nombrada se alejó un poco de su cuñada pero aún sin dejar de abrazarla. Los ojos de Susan se encontraban demasiado hinchados, y por estos aún salían lágrimas, pero ahora de alegría. Y hasta ese momento Kayla fue consiente de que ella también era un mar de lágrimas. Todas lágrimas de alegría. Tenía junto a ella a su hermano, sus cuñadas, Matt y por supuesto, lo tenía a él.
-Edmund- dijo luego de voltear se y verlo en el mismo lugar que se encontraba segundos antes. Él le dio una pequeña y tímida sonrisa, ella en cambio soltó una genuina risa antes de correr a sus brazos. Una vez entre los suaves brazos de Edmund, se refugió en el pecho del muchacho mientras más lágrimas escapaban.
-Kayla- susurró Edmund entre los cabellos de la nombrada, y aspiró de nuevo el olor que la caracterizaba. Ella sólo respondió apretando sus brazos más a su cuerpo.
Aunque no quería, se separó lentamente de él para observar el su rostro, por el cual ahora surcaban un par de lágrimas.
Kayla abrió la boca pero las palabras se perdieron entre los labios de Edmund.
No necesitaban palabras, miradas o magia. Solamente sentirse uno junto a el otro.
Lucy miró unos segundos a su hermano y Kayla enfrascados en su momento, pero luego dio media vuelta y vio a través de la ventana de la habitación. A ella siempre le había fascinado ver Narnia, sólo sentarse y contemplar las bellas flores de todos los colores, los árboles danzante, el suave césped y el perfecto mar paralelo al cielo en todas sus tonalidades. Para Lucy, todo era más bello desde Narnia. Pero ahora nada era igual al bello paisaje que Lucy mantenía de Narnia. Empezando por las oscuras nubes que los cubrían hasta las fuertes y oscuras olas que golpean el barco, nada de eso era propio de Narnia.
-Todo sigue igual- señaló Lucy.
-¿Pero cómo?- escuchó a su lado. A su lado, Matt veía por la ventana con la misma temerosa curiosidad-. Edmund mató a la serpiente- Matt y Lucy se giraron hacia los demás.
Caspián se acercó a la ventana para comprobarlo con sus ojos. Susan y Edmund miraron a Lucy y Matt asombrados. Y por último Kayla, quien mantenía su mirada baja. Esta última levanto sus ojos lentamente y examinó a todos en la habitación antes de volver a bajar la mirada y hablar.
-Mataste a la serpiente, pero no toda- los demás siguieron la mirada de Kayla. Caspián y Matt soltaron un par de exclamaciones, Lucy y Susan, por su lado aguantaron las náuseas mientras Edmund soltaba una maldición.
Casi habían olvidado el colmillo de serpiente que había herido a Kayla pero este seguía ahí, goteando sangre y recordando la anterior batalla.
Edmund miró el vientre de su novia, que aunque conservaba la sangre fresca en su ropa, parecía por fin haber detenido el sangrado.
Caspián avanzó decidido con la mano en el mango de su espada, pero antes de hacer lo que se proponía, su hermana lo detuvo.
-¡No!- Caspián miro interrogativo a su hermana pero esta sólo se acercó al colmillo bajo la atenta mirada de los demás.
-¿Kayla, vas a. . .?- la muchacha llevó la mano a su cinturón y toqueteo los mango de su gran variedad de dagas de distintos colores. Pero su mano se detuvo en una de ellas, enredo sus dedos en ella y la desenvainó suavemente. La sentía poderosa en su palma mientras apretaba la figura de un león bajó su dedo.
-Debo hacerlo- dijo con voz firme.
Tomó un respiro y se agachó, aún reteniendo el aire, hasta que su mano quedo a centímetros del colmillo de aquella criatura marina. Por fin soltó el aire mientras alzaba la daga justo sobre su cabeza.
Cerró los ojos. Alejó todo temor de su cuerpo, cualquier tentación o miedo que pudiera distraerla. Se imaginó en un lugar al cual jamás había ido, un prado totalmente diferente a los que había conocido en su vida. No era Narnia, era algún lugar que sólo su mente podía ser capaz de imaginar.
Pero más allá del bello panorama y la calma de su imaginación, se encontraba esa persona que podía con una sola sonrisa hacer que todo en su mundo tuviera sentido. Edmund se encontraba a su lado y así quería que fuera siempre.
Volvió a la realidad en cuanto sintió los dedos de Edmund envolverse entre los suyos. En cuanto abrió sus ojos lo vio arrodillado frente a ella, la miraba tan fijamente que ella pensó que seguía en su propia fantasía. El le dio una sonrisa reconfortante.
Kayla volvió su vista al colmillo frente a ella. Aún seguía con el brazo arriba, pero en cuestión de segundos lo bajó rápidamente. Sintió que cortaba el aire antes de enterrar la daga en el amarillento colmillo.
Un potente rayo de luz iluminó la habitación en cuestión de segundos, cegando a todos los presentes.
Duró sólo un par de segundos, antes de empezar a disolverse en el aire. La primera en volver a enfocar sus vista fue Kayla, sólo alcanzo a ver una pequeña nube de niebla verde que se esfuma en el aire. Y luego nada, sólo las manchas de sangre.
-¡Miren!- exclamó Matt con su cabeza en la ventana. Lucy a su lado también miraba asombrada.
-El hechizo. . . se disuelve.
Los demás salieron rápidamente de la habitación para comprobar las palabras de Lucy.
Tanto ellos como los marinos que se encontraban afuera, vieron maravillados como un extraño rayo de luz había atravesado la bruma verde y así poco a poco la iba extinguiendo.
Kayla sintió a Lucy y Matt correr junto a ella.
-¡Chicos, allá!- exclamó Matt mientras seguía viendo la niebla desvanecerse dando paso a un cielo azulado que se reflejaba en las tranquilas aguas del mar.
Se empezaron a escuchar los gritos y jubileos de los marinos, mientras los últimos retazos de bruma se desvanecían.
Kayla observó fijamente como desde la poca niebla que quedaba, aparecían un conjunto de balsas. Kayla trató de fijarse más, viendo por fin que esos botes traían a muchos pasajeros en ellos.
-Narnianos- susurró viendo como más y más botes se acercaban a ellos-. ¡Narnianos!
Todos en el barco vieron emocionados como todos los barcos que algunos vez se perdieron en la bruma, ahora volvían a su hogar.
Lucy, junto a los demás marinos, empezaron a aplaudir ante ese bello suceso. Pero Lucy sintió como una pequeña silueta se colocaba junto a ella. La observó atentamente, más la niña a su lado tenía la mirada fija hacia el frente. Y es que la pequeña Gael no apartaba la vista de los botes frente a ella, buscando aquello que su corazón había anhelado tanto, aquello por lo que se había metido en una misión aún en contra de su vida.
-¡MAMÁ!- gritó la niña una vez sus ojos hubieron encontrando aquello que tanto había buscado.
-¡Helaine!- gritó Rhince igual de alegre que su hija.
Y antes que alguien pudiera pensarlo, Gael ya se había lanzado directo al agua. Su padre no perdió el tiempo y se lanzó luego de la niña. Ambos nadaron hasta poder encontrarse con Helaine, y darse un abrazo que tanto habían necesitado.
Lucy observó aquella escena mientras sentía que sus ojos se cristalizaban. Se imagino a ella y su padres y deseó tanto volver a verlo y abrazarlos como tanto quería.
Un brazo se coló por su cintura y la atrajo hacia un cuerpo. Sonrió cuando vio que era Edmund y se apegó un poco más a su cuerpo. A su mente volvió el irónico recuerdo de, cuando de niños, su hermano había rechazado abrazarla. Pero como ya sabía, en Narnia todo puede ocurrir.
-Todo el mundo a bordo, despejen todo- exclamó Caspián mientras pasaba al lado de Kayla y Susan. La primera dio una leve sonrisa antes de desaparecer tras su hermano.
Susan, mientras caminó sin un rumbo claro hasta que su mirada terminó en la silueta de sus hermanos menores. Los vio uno al lado del otro, abrazados. Cuanto los había extrañado y cuanto los extrañaría cuando se fueran. No entendía en que momento se habían crecido tanto, volviéndose dueños de sus propia aventuras. Deseaba que volvieran a ser un par de niños, que arropaba en sus brazos y los dejaba ganar en los juegos mas tontos. Quizás si fuera madre y tuviera sus hijos. . .
-Susan- los pensamientos de Susan se cortaron al escuchar la voz de Edmund llamándola. Este le hacía señas con su mano para que se acercará, mientras Lucy le sonreía aún abrazada a su hermano.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sintió como el brazo de Edmund la tomaba por los hombros para acercarla más el y completar el abrazo.
-Desearía que esta sensación durará para siempre- dijo Edmund luego de unos segundos.
-Desearía que Peter estuviera aquí- agregó Lucy aún con la cabeza apoyada en el hombro de Edmund-. Eso lo completaría.
-Chicos, lamento mucho el haberlos abandonado- dijo Susan alejándose de sus hermanos, estos la miraron con nostalgia-. Podríamos estar los 4 juntos en Inglaterra, divertirnos como antes y. . .
-No, Susan- la voz de Lucy la interrumpió y regresó la vista a sus hermanos, que la miraban sonriendo y con lágrimas en los ojos.
-Entendemos que hallas decidido quedarte- Edmund sonrió mientras bajaba la mirada-. Eso era lo que tu corazón más quería.
-Eres feliz, aquí, con Caspián; y nosotros también somos felices por ello- Lucy estiró su mano y dio un apretón en la de Susan, quien ya era un mar de lágrimas.
-Los he extrañado tanto chicos- sonrió Susan mientras se encargaba de secar sus lágrimas.
En ese momento Susan sintió unos brazos enredarse en su cintura y al momento el perfume de Caspián la embriagó totalmente.
-Lo hicimos, ¿no?- cuestionó Kayla saltando a la espalda de Edmund, quien sonrió al sentir a su novia a su lado.
-Nunca lo dude- aseguró Lucy.
-No fuimos sólo nosotros- añadió Edmund pensando en un niño de cabello rubio de inegables quejas.
-¿Te refieres a. . .?
-¡Hey! ¡Hey!- Lucy se acercó al borde al escuchar la voz de su primo-. ¡Lucy, aquí abajo! ¡Lucy!
La nombrada buscó entre las olas que chocaban con el barco, hasta que por fin encontró la cabellera rubia de su primo.
-¡Eustace!- exclamó ella al ver de nuevo un niño en vez de un dragón.
-¡Otra vez soy un niño. . .un muchacho!
En ese momento un pequeño espadachín apareció en la orilla del barco viendo a el chiquillo rubio.
-Eustace veo que te cortaron las alas- exclamó Reep viendo con felicidad a quien jamás se imaginó que llamaría amigo-. Donde el cielo se une al mar, las olas se han de endulzar- en ese momento Reep y Eustace probaron las aguas comprobando lo que decía la canción-. ¡Son dulces!
Todo los presentes rieron desde el barco al ver la escena de esa rara amistad.
-Mira allá- volvió a hablar ratón señalando más allá, donde el mar llegaba al limite de sus ojos. Había lo que parecía una isla, rodeada por un infinito arcoiris.
-La nación de Aslan- dijo Caspián igual de boquiabierto que los demás-. Debemos estar cerca.
-Ya llegamos hasta acá- susurró Edmund sintiendo como se acercaba el fin de esa aventura.
Hola!!!
Okeeeyy vamo a calmarnos, yo se que llevaba días sin actualizar
Enserio lo lamento
Pero ahora estoy de vacaciones que es donde me da mas tiempo de Escribir.
Y faltan un par de capítulos, así que es seguro que esta historia queda acabada para este año
Y sin mas que decir, nos leemos luego 😙😙
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