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Amor en Narnia Parte 2


Susan apretó el barrote de metal entre sus manos. Siguió observando el mar mientras sentía como su estómago daba vueltas. Últimamente aquello era usual: la sensación de que todo da vueltas, un asqueroso sabor en la boca y que tus rodillas cederan en cualquier instante.
Cerró los ojos, deseando que ese malestar se fuera.
-¿Que sucede, Susan?- la nombrada sintió unos brazos rodeando su cintura. Aun con los ojos cerrados, Susan sabía reconocer la voz y olor de su esposo.
-Nada, Caspián, un leve mareo.
-¿Leve?- inquirió Caspián mientas le daba vuelta a su mujer entre brazos-. ¿Segura que estas bien? No es común en ti los mareos.
-De seguro es por el movimiento del barco- respondió la benévola mientras besaba la mejilla del muchacho.
La expresión preocupada de Caspián cambió repentinamente a una alegre.
-¿Qué sucede?
-Es asombroso y sorprendente que Edmund y Lucy hayan vuelto- respondió el muchacho mientras seguía sonriendo.
-Si, es mucho más que asombroso. Los extrañaba mucho- dijo Susan con una sonrisa soñadora.
-¿Sabías quien más los extraño?- Susan negó con la cabeza la pregunta de su esposo-. Kayla.
Ambos pelinegros rieron, imaginando a sus respectivos hermanos y sus dilemas amorosos.
-De seguro que Edmund también la extraño- dijo Susan mientras soltaba otra risita.
-No lo culpo, si a mi me separaran de ti por un tiempo indeterminado, estaría igual o peor que Edmund- Caspián observó fijamente los ojos de Susan mientras hablaba. Ella sintió su corazón acelerarse y un cosquilleo en el estómago.
-Yo me volvería loca si no te tuviera a mi lado- dijo la pelinegra muy cerca de la cara de Caspián, tan cerca que sus labios se rozaban a cada moviento. La tentación de unirse pero el orgullo de no hacerlo.
-Me alegra que te quedarás- opinó Caspián antes de juntar sus labios.
Sus labios siguieron moviendose contra los del otro. Una guerra interminable en la que nadie quiere ceder. Las manos de Susan se colaron entre la nuca de Caspián, y mientras, una de sus manos jugaba con algunos muchones de cabello, la otra sostenía el cuello del muchacho, intensificando, la llamada, pasión del beso.
Caspián mantuvo una de sus manos en la cintura de su esposa, mientras la otra bajaba de manera lenta. Susan gruñó cuando sintió adonde había llegado la mano de Caspián.
-Caspián, no podemos hacerlo acá- indicó ella entre el beso. El nombrado mantuvo sus labios unidos unos segundos mas. Luego -con mucho esfuerzo- separó sus labios y fue alejándose de ella poco a poco.
-Te amo- dijo el muchacho una vez separados.
-Yo te amo más- respondió Susan antes de darle un último y casto beso a Caspián; para luego salir por la puerta, dejando a un feliz y enamorado Caspián.

Los choques de espadas iban seguidos unos tras otros. La mejor manera para dar la bienvenida a Edmund -había pensado Caspián- era un duelo cuerpo a cuerpo con el mismo.
Se movían por el reducido espacio que habían conseguido para su improvisado duelo, chocaban espadas y mantenían la vista fija en los movimientos de su oponente.
Algunos pensaban que el que se llevaría la victoria sería Caspián, no solo por ser más fuerte y mayor, sino porque el actual Rey tenía la práctica a su favor. No había día en que Caspián no tomará su espada, aunque fuera unos segundos, para maniorar con ella y, no hacía mucho que había tenido su último combate de espadas.
Mientras que Edmund había permanecido 3 años en Inglaterra, sin que la idea de un duelo le cruzara por la mente. Pero no hay que olvidar que Edmund fue el mejor espadachín en algún momento, y bien se sabe que lo que bien se aprende nunca se olvida, por ello no paso mucho para que Edmund siguiera el ritmo del duelo.
Los demás marinos miraban divertida la escena, ¿quien diría que uno de los náufragos que habían encontrado fuera tan buena con la espada? ¿O que se batiría a duelo con su Rey?
Luego de unos cuantos minutos mas de lucha, se dio un empate entre ambos espadachines. Con la espada de su oponente en su cuello, dio terminada el combate. A pesar de no tener un ganador, los espectadores aplaudieron por el asombroso duelo que habían presenciado sus ojos.
-Eres más fuerte, mi amigo- dijo Caspián mientras daba la mano a Edmund.
-Tal vez un poco.
-Eso es todo, de vuelta al trabajo- exclamó Drinian una vez todos si hubieron dispersado.
-Alteza- escuchó Edmund a su lado. Volteó para encontrarse a uno de los marinos extendiedole un vaso con agua.
-Gracias- respondió el castaño mientras tomaba el vaso y se tomaba de un trago el contenido.
El muchacho se acercó a su hermana menor, quien ya hacía sentada sobre unas cajas observando maravillada todo a su alrededor.
-Edmund, ¿tu crees que si navegamos hacía el fin de la tierra - empezó Lucy, mirando a su hermano-, solo caeremos por la orilla?
-Tranquila, Lu- respondió el muchacho-. Falta mucho para llegar.
Cuando Edmund terminó de hablar, una puerta en el suelo se abrió lentamente dando paso a la rubia cabellera de Eustace. Seguido de ello se escucharon las quejas que el niño daba, para variar.
-Así que los dos siguen diciendo tonterías.
-¿Ya te sientes mejor?- inquirió Lucy cuando su primo se hubo acercado.
-Sí, no gracias a ustedes- añadió Eustace, pero a ninguno de los otros dos les sorprendió-. Suerte que tengo complexión de hierro.
-Tan efervescente como siempre mi amigo- se escuchó una voz junto a ellos. Reepichepp apareció, sujetándose de algunas cuerdas-. ¿Hallaste tu equilibrio?
-Jamas lo perdí, solo fue la conmoción- respondió Eustace al ratón-. Mamá dice que soy muy adaptable, gracias a mi inteligencia- Edmund, que había dado un trago de agua, la regreso al escuchar a su primo decir aquello, mientras Lucy reía de la reacción de su hermano. Eustace pareció no notar los gestos de sus primos, o tal vez, solamente los había ignorado.
-La verdad no aseguraría que sea inteligente- opinó Reepichepp.
-Juro que cuando hallemos civilización, voy a contactar al consulado británico- dijo el niño rubio mientras se alejaba de sus primos y el ratón-. Y los arrestaran por secuestrarme.
Eustace siguió quejándose cuando sintió que chocaba con alguien.
-¿Tu le llamas así?- inquirió Caspián, observando a Eustace de mala manera-. Es curioso, creí que te salvamos la vida.
Junto a Caspián se encontraba su hermana. Edmund dejó escapar una sonrisa al verla, la cual se ensancho más al recordar su encuentro hacía unos minutos.
-Me retienen contra mi voluntad- Reepichepp rió al escuchar a Eustace decir eso.
-Y los dormitorios no tienen nada de higiénicos, tienen un zoológico allí dentro- añadió otro queja Eustace.
-Me pareció oír tu melodiosa voz, Eustace- el nombrado volteó al escuchar como lo nombraban. Susan se encontraba frente a el, más mayor de lo que recordaba, aunque eso había sido hacía algunos años.
-Creí. . .creí que te habías ido- dijo el rubio tartamudeando las palabras-. Tu madre dijo ue habías encontrado a un chico.
-Así que has escuchado acerca de mi- irrumpió Caspián. Se acerco, bajo la atenta mirada de Eustace, a Susan y le rodeó la cintura con el brazo.
-Espera ¿es él, Susan? ¿Por él te largaste?- preguntó Eustace a su prima.
-Sí, por el- respondió Susan tratando de sonar indiferente-. Lo amo, así como amo a Narnia.
-¿Narnia? ¿Acaso tu también crees en esos estúpidos cuentos de hadas?
-¿Cuentos de hadas?- preguntó Susan, aunque su voz no reflejaba enojo o indignación-. Eustace estamos en Narnia.
-¿Tu también estas metida en esta broma?- inquirió el alzando la voz-. Es una tonteria, y no la voy a creer.
-Esto un quejumbroso ¿no es así?- preguntó Kayla en tono burlón.
-Y sólo es el principio- respondió Edmund, sonriendo a la muchacha.
Eustace hizo ademán de seguir quejandose cuando un gritó lo interrumpió.
-¡TIERRA A LA VISTA!






Listo, dos capitulos en un dia, espero que les recompense este mes sin capitulos.

Pero enserio tuve ciertos problemas con una mejr amiga que han afectado mi estado de ánimo. Pero lo bueno es que ya volvi.

Y son mas me despido adios.

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