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Amor en Narnia Parte 1


Edmund camino sin rumbo exacto cuando salio de la habitación, donde Kayla y sus hermanas habían logrado calentar su sangre. Daba grande zancadas, dejando escapar profundos y sonoros suspiros. Él no era de los que se guardaba sus emociones, mucho menos el enojo. Si algo lo frustaba lo hacia notar y trataba de cualquier manera de evitar aquello que lo enojaba, pero aquello era otro caso, se trataba de Kayla y sus hermanas.
Entro en la habitación en la que minutos antes se había cambiado la ropa mojada por la que cargaba en esos instantes, la misma en la que Caspián le habia dicho que podía dormir con el. Gruño mientras seguía apretando las manos en puños, su enojo habia disminuido notablemente pero podría explotar en cualquier momento, sobre todo con ella en la misma habitación.
-¿Acaso estas espiándome?- preguntó Edmund sin siquiera voltear.
-Nunca- respondió la tranquila voz de Kayla mientras salia de su escondite y se apoyaba en el marco de la puerta-. ¿Co-como. . .como supiste que estaba aquí?
El pelinegro sonrío antes de contestar. Kayla mantenía presionado su labio interior con sus dientes. Tal vez la muchacha no se habia percatado o habia olvidado lo que significaba pero para él era un claro gesto.
-Llámalo intuición o suerte, como prefieras, pero no olvides que soy un espadachín atento, con buenos reflejos- respondió Edmund-. Además tu labio- añadió observándola burlona mente. Kayla reaccionó al instante liberando su labio inferior, en un intento de ocultar sus nervios.
-Lo llamaré suerte.
-¿Así que vas a casarte?- aquella pregunta de Edmund dio un giro completo a la conversación. Los músculos de Kayla se tensaron, en parte por el terrible futuro que le esperaría si aceptara la propuesta del Rey de Carlomen; y también, porque habia despertado los celos en Edmund.
-¿Que no escuchaste? Lo voy a pensar- respondió la pelinegra mientras disimulaba lo incomoda que la ponía aquella conversación.
-Bueno, pero no es un rotundo no.
-Tampoco es un rotundo si- Kayla ya no sabia a donde iba a parar esa conversación, simplemente decía lo que venia a su cabeza sin pensarlo o entenderlo; la imagen de un rubia besando a Edmund, la hacia perder los sentidos, centrándose solo en la rabia-. Tu también has hecho ciertas cosas en tu mundo, oí a Lucy comentárselo a Susan.
-Si, conocí a una chica linda y simpática- respondió Edmund. Aquello empezaba a cobrar sentido: Susan hablando de los amores de Kayla, Lucy soltando pequeñas y exageradas risitas, la sonrisa burlona de Caspián. . .
-Espero que seas feliz con ella- Kayla dio la vuelta dispuesta a irse, sentía como su pecho ardía de frustración y tristeza.
Unos pasos la separaban de la puerta, cuando un cuerpo paso rápidamente a su lado y cerró la puerta antes de que ella saliera.
-¿Edmund, que haces? Apártate- exclamó Kayla mientras Edmund se apoyaba en la puerta, una vez que estuvo cerrada con seguro.
-¿Qué pretenden tu y mis hermanas?- inquirió el castaño, la muchacha frunció el ceño por la pregunta y por que el la habia ignorado.
-¿A que te refieres?- contesto Kayla con otra pregunta, Edmund soltó una sonora carcajada.
-Causarme frustración, tristeza. Hacer que odie a ese Rey que desea casarse contigo. Encender una rabia indomable en mi- exclamó él. Kayla escucho atentamente, sin saber que era lo que esas palabras provocaban en ella. Le mantuvo la mirada fijamente, tan fijamente que no se dio cuenta como Edmund se acercaba lentamente entre cada oración hasta quedar delante de ella, a centímetros de rozar sus labios.
-Esa rabia se llaman celos- aclaró Kayla hablando lentamente y en voz baja, con la mirada puesta en los labios de él, cada vez que sus labios se movían sentía que se tocarían-. No deberías tenerlo, al fin hay una rubia hipócrita esperándote- al instante de decir aquello Edmund soltó una carcajada. Al estar tan cerca, ella sintió el aire de la respiración de él pegarle en la cara. Este último retrocedió un poco mientras continuaba riendo, Kayla aprovecho eso para tomar una actitud indiferente: cruzó los brazos sobre su pecho y apoyó su peso en una pierna.
-¿De que te ríes?- preguntó Kayla mientras Edmund se hubo recuperado de su ataque risa.
-De ti- respondió el castaño con naturalidad, al ver el ceño fruncido de Kayla, sonrió aun mas antes de responder-. Tu también estas celosa, muy celosa, de hecho- al terminar, Edmund retomo sus carcajadas.
Kayla lo observó y poco a poco sus ojos se fueron aguadando, apretó su camisa mientras trataba que sus lágrimas desaparecieran. Pero eso no sucedió, y tampoco salieron de sus ojos; sino que permanecieron fijas en el mismo lugar. Aquello que Edmund habia dicho era cierto, y ella lo sabia; y dolía muy en el fondo, dolía saber que era cierto, saber que a Edmund le causaba gracia, dolía saber que ella no podía cambiarlo.
-¡Sí, estoy celosa!- cuando Kayla grito, las carcajadas de Edmund pararon. Vio los ojos cristalinos de ella y sintió una punzada en el pecho. El labio inferior de Kayla temblaba mientras ella intentaba que su voz no se quebrará-. ¡Estoy celosa de esa rubia que te coquetea! Celosa de que ella si pueda estar contigo. ¡Que no los separe el tiempo ni el lugar!- las lágrimas de Kayla aun permanecían en sus ojos, aunque su cabeza ya dolía por retenerlas y su cara se encontraba de un color rojo intenso.
Edmund se sorprendió por su reacción pero no por ello no respondió.
-¿Y tu crees que yo vivía la vida buena en Inglaterra? ¡Pensando cada día en ti, en que te olvidarías de mi! ¿Crees que no sentía celos al pensar en alguien besándote y abrazándote?- exclamó Edmund mientras respiraba pesadamente, tratando de relajarse lo más posible-. Hablaba con esa rubia hipócrita, como lo tu la llamas, para olvidarte pero tu siempre aparecías y perturbabas mis pensamientos. Observa sus ojos pero los únicos que yo quería ver eran tus ojos. Te necesitaba a ti- Kayla guardo silencio. Ambos guardaron silencio. Permanecieron unos segundos así mientras sus respiraciones se regularon y sus corazones se calmaron. Los puños de Edmund se relajaron y sus nudillos recuperaron el color. Kayla relajo el color del rostro y sus ojos lograron secarse.
Luego de unos segundos, el muchacho tomo aire y se dispuso a volver a hablar, ahora más calmado.
-Kayla, no me importa esa chica, ni ninguna otra- Kayla alzó un poco la mirada al escuchar la voz de Edmund-. Hablaba con ella porque sus ojos eran de un azul parecido al tuyo, pero eso no alcanzaba, no eran los tuyos. Conocí a otra chica de cabello negro, pero no era el tuyo- continuo Edmund mientras Kayla sentía su corazón oprimirse ante las palabras dulces de el-. No debes estar celosa, no me importa nadie a parte de ti, nadie logra sacudir mi mente de la manera que tu lo haces o con una mirada adentrarme a un mundo del que no quiero volver. . .
-Solo cállate y besame- las palabras de Kayla sorprendieron momentáneamente a el muchacho. Luego de unos segundos, Edmund volvió en si, se acerco a Kayla aun sin juntar sus labios. Una de sus manos rodeo la cadera de ella y la otra jugueteo un mechón de su cabello, sus ojos conectados. Los labios de Kayla entreabiertos, esperando sentir los labios de Edmund.
Y el momento llego.
Sus labios se juntaron y ambos cerraron los ojos al sentir el roce. Las manos de Kayla acariciaron el cabello de Edmund, al igual que sus labios los de el. Edmund habia dirigido su mano del mechón de cabello a acariciar su mejilla.
Cuanto habían esperado para volver a sentir aquello: sus labios rozándose, las manos de Kayla en el cabello del pelinegro, cosquillas en la boca del estomago, esa abrumadora pero grata necesidad de aire. . .
Edmund fue el primero en separarse, juntó su frente con la de Kayla, aun con los ojos cerrados, mientras ambos recuperaban el aire.
-No tienes idea de cuanto he esperado para esto- el cálido aliento de Edmund golpeó en los labios de Kayla, quien tuvo que hacer esfuerzo para no juntar sus labios de nuevo.
-No tienes idea de cuanto te he extrañado- respondió Kayla en un tono calmado y lento.
-De seguro no mas que yo- dijo Edmund. Unos segundos después Kayla volvió a sentir los labios de el moviéndose contra los suyos.
Olvido todo por unos momentos dejándose llevar por los labios de él. Debía -y quería- disfrutar el momento, ya que nunca se sabe lo que de Narnia vendrá.

Cuando el cielo se una al mar,
las olas se han de endulzar
nunca dudes, Reepichepp
tu viaje acabara
El este ahí estará
no dudes. . .
-Que linda- interrumpió Lucy la canción del pequeño ratón. Reepichepp se sobresaltó al escuchar una voz detrás suyo, pero al ver de quien se trataba dejo escapar una risa nerviosa.
-Oh, gracias. Una dríade me la cantaba cuando era solo un pequeño- explicó Reepichepp. Lucy solo sonrió al imaginar a su peludo amigo como un ratón bebé-. No entiendo el significado, pero jamas olvide la letra.
-¿Que crees que haya pasando las islas, Reep?
-Pues, me han dicho que mas allá del este se encuentra el confín de la tierra, la Nación de Aslan.
-¿Y en serio piensas que todo sea verdad?- preguntó la castaña mientras fruncía el ceño.
-Nada es más grande que un poco de fe- dijo un voz ronca detrás de Lucy. Esta dio sobresaltó, volteó para encontrase con Matthew. Sonrió avergonzada, bajo la vista y vio sus enormes ropas. Sus mejillas se tiñeron de rojo al pensar lo que Matthew creería de su -según ella- horrible figura.
-Hola, Matt- saludo el ratón con una sonrisa.
-Hola, Reep- respondió el muchacho, devolviéndole el gesto.
Lucy trató de ignorar la presencia de Matthew y dirigió su atención de nuevo a Reepichepp.
-¿Crees que algún día logres llegar?
-Solo hay una forma de averiguarlo. Solo espero un día ganar el derecho de estar ahí- respondió el ratón mientras reía-, Majestad- Reepichepp dio una reverencia ante Lucy y una sonrisa a Matt, para luego desaparecer por la punta del barco.
-Reina Lucy- dijo Matt una vez que se encontraron solos. Lucy levantó la mirada a los oscuros ojos de el y observó un ligero brillo en ellos.
-Matthew- respondió Lucy tratando de mantenerle la mirada a el muchacho.
-Crei haber te dicho que prefería que me llamarás Matt- murmuró el nombrado mientras bajaba la mirada a sus pies.
-Y yo haber te dicho que me llamarás solo Lucy- Lucy sonrió hacia Matt cuando el subió la mirada, aun al sentirse nerviosa junto a el, Lucy nunca evitaba una sonrisa en los mejores momentos-. Mira- exclamó Lucy mientras se acercaba a la orilla del barco. Su sonrisa se ensancho mas al ver a unas criaturas formadas con nada mas que agua, nadando junto al barco.
-Son sirenas- explicó Matt mientras se colocaba al lado de Lucy y le devolvía el saludo a una de la sirenas. Otra de ellas agitó el brazo hacia Lucy, esta última movió su brazo tímidamente. Las sirenas dieron un último saludo para luego seguir siguieron nadando a su destino.
-Lucy- dijo Matt llamando la atención de la nombrada-, prometí enseñarte el barco y eso haré- antes de que la muchacha contestara, él la tomo de la mano y la jalo a través de todo el barco, entre marineros y cajas, entre sogas y narnianos, cuando Lucy sintió que Matt se detenía, se encontraba en el otro extremo del barco.
-Bien, demos inicio al recorrido de el Viajero del. . .
-Matt, no hace falta- interrumpió Lucy mientra jugaba nerviosamente con sus manos.
-Claro que lo hace- respondió él muchacho con una sonría coqueta, lo que provoco un sonroso por parte de Lucy, quien disimulo bajando la mirada a sus botas-. Esas son las habitaciones principales.
La mano de Matthew señalaba dos puertas en lo más alto del barco. Una de ellas era en la que Lucy se habia cambiado por ropa seca. Ella no dudo en suponer que ambas habitaciones eran parecidas.
-En la de la izquierda duermen Caspián y Susan, y la de la derecha Kayla- explicó él mientras Lucy observaba las puertas alterna mente-. Si no me equivoco, tu hermano compartirá habitación con Caspián. Mientras tu hermana pasara junto con Kayla y tu.
-Sabes mucho- dijo la castaña con un dejo de burla mientras observaba de reojo a Matt.
-Si, soy algo curioso.
-Dime, curioso, ¿donde se supone que duermen tu y el resto de los marineros?- Lucy no sabia de donde salían las palabras con tanta fluidez, solo sabía que junto a Matt se sentía confiada y feliz.
-Abajo- dijo él muchacho, observando el suelo-. Pero no es un lugar para Reinas.
-Pero ¿duermen todos ahí?
-Pues claro- respondió Matt mientras se encogía de hombros-. No se podían construir habitaciones para todos.
-Pero ha se ser horrible dormir ahí y. . .- exclamó Lucy pero la mirada fija de Matt hizo que su voz se apagará.
-Tiene sus ventajas. El viejo Drinian dice que es para navegantes valientes.
-¿Viejo Drinian?- preguntó ella recordando al señor que navegaba la nave.
-Es mi abuelo, así fue como conseguí venir a este viaje.
-¿Porque quisiste venir?
-Razones personales- dijo Matt mientras observaba el horizonte
-Eres muy valiente- Lucy observó como una sonrisa se extendía en el rostro de él ante sus palabras.
-Eres a la que llaman "la Valiente"- Matt regreso la mirada hacia ella y vio como soltaba una dulce y pequeña sonrisa-. Anquee deberían haberte nombrado "la más bella".
Lucy sintió sus mejillas calentarse rápidamente.
-Gracias.



Hola!!!!!! Como siempre lamento la tardanza.

en este capitulo hay mucho romance y espero que les guste. Tendrán su recompensa por el retraso, no se preocupen.

Saludos, no leemos en un rato.

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