Un triste reencuentro
I
Hace más de una década que el barrio "Santa María" había dejado de ser un lugar de la clase trabajadora para convertirse en otra de las villas de la gran ciudad. Un lugar que se había ganado la fama de ser peligroso.
La lluvia golpeaba con fuerza. Miguel, Lucas y Joni se encontraban observando la calle, en la espera de alguien que hubiera tomado el desvío equivocado o fuera tan estúpido de ir a buscar droga en esa parte de la ciudad, alentados por los falsos rumores de que aún había traficantes por la zona. Solo necesitaban un auto que se estacionara y apagara el motor para ir a hacer un trabajo rápido. Lucas se quería ir hace un tiempo, pero los otros dos estaban ansiosos y no se iban a ir hasta tener los bolsillos llenos.
—Ahí viene uno —dijo Joni, mirando a la figura encapuchada de negro que caminaba a una cuadra de donde ellos se encontraban.
Lucas era el mayor con veintiún años de edad, mientras que su hermano menor Miguel y Joni tenían dieciocho años cada uno. Los tres habían abandonado la escuela, como era habitual en esa zona de la ciudad, y habían desarrollado una adicción bastante fuerte por la cocaína. Especialmente Miguel, que su hermano notaba como cada vez estaba más dependiente y, por lo tanto, descuidado y violento a la hora de hacer su trabajo.
—No parece ser alguien del que se pueda sacar algo —dijo Lucas, más que nada porque la figura que caminaba parecía una sombra y le daba mala espina.
—Algo debe tener —dijo Miguel a su hermano mayor—. ¿Por qué otro motivo andaría por acá?
Lucas lo observó detenidamente. Había algo en su manera de caminar que le inspiraba miedo.
—Tiene pinta de conocer a La Bruja. Mejor no hacer nada al respecto —respondió Lucas, observando al hombre que avanzaba a paso firme en lo que parecía ser la oficina que tenía la mujer.
La Bruja era el nombre que recibía la mujer que durante su juventud la madre de Miguel y Lucas conocía como Nina. Ella había vuelto al barrio hace un tiempo, después de años de no saber nada de ella. Muchos la creyeron muerta. Cuando apareció nuevamente para reclamar lo que era su casa, todos pensaron que se trataba de un fantasma. Lo que terminó de darle el apodo de La Bruja fue que aquellos que se habían quedado con su pequeña casa salieron horrorizados, a pesar de ser gente de temer y al poco tiempo ninguno de ellos volvió a ser visto.
Poco después de que Nina se instalara, empezaron a aparecer caminantes como quien iba bajo la lluvia. Gente extraña que entraban a su casa y al poco tiempo salían para jamás volver. Según Joni Nina no debía ser una bruja, sino una prostituta, pensó más de una vez preguntarle por sus servicios, pero cada vez que se acercaba a ella perdía todo valor y se quedaba callado.
Sacando los rumores, y las cuestiones extrañas, Nina siempre había sido amable con Lucas, dejándole algún que otro billete para que llevara comida a casa. Lo hacía con una sonrisa y de buena voluntad, jamás lo había hecho por miedo y hasta parecía tenerles un poco de lástima, actitud que Miguel detestaba pero que Lucas agradece, y siempre que los veía les decía lo mismo "Hagan lo que quieran, pero no se acerquen a mis clientes".
—Fue un mes complicado —dijo Miguel y apretó el mango del cuchillo—. Creo que lo correcto sería ir por eso.
—No contés conmigo hermanito.
—Andate a cagar pelotudo —dijo Miguel molesto y miró a Joni que estaba absorto en el celular—. Vamos Joni, hay que trabajar.
—Joni miró primero a Lucas que prendió un cigarrillo y siguió con la mirada fija en la calle y luego a Miguel que ya había sacado el cuchillo.
—Bueno vamos.
Los dos salieron de la fábrica abandonada, encapuchados.
Miguel corrió más rápido que Joni y levantó el cuchillo, no iba a esperar el preámbulo de la interrogación y la intimidación, podía apuñalarlo, sacarle las cosas y con la oscuridad y la lluvia nadie sospecharía de él, sería otro caso más de inseguridad.
Cuando estuvo a punto de atacar con el cuchillo, tropezó y perdió el equilibrio. Su potencial víctima giró de manera brusca y descargó un golpe en su mandíbula.
Miguel se derrumbó en el suelo, se sentía mareado y abrió los ojos para contemplar lo que parecía ser una bota negra sobre su cara.
La descarga fue rápida y feroz. Joni se paralizó al ver como la figura de negro, sin ningún tipo de piedad o duda, aplastó la cabeza de Miguel. El sonido de huesos rotos, la sangre que empezó a brotar, junto a los restos del muchacho, casi hacen que vomite.
—¡Hijo de puta! —gritó Joni.
La figura no contestó, se quedó inmóvil, con la atención puesta en el cuerpo inerte de Miguel.
—Te voy a matar —dijo Joni y sacó el arma de su bolsillo.
Antes de que pudiera apuntar contra la figura, una cadena negra que salió del brazo derecho del asesino de Miguel le golpeó la mano, arrancándole un pedazo de carne, y la pistola con el golpe. Joni intentó gritar, antes de poder articular sonido alguno la cadena se enroscó sobre su cuello y lo ahorcó con tanta fuerza que lo silenció al instante. Sangre empezó a brotar del cuello, en cuestión de segundos le cortaría la cabeza.
—Si querés trabajar conmigo, deja a ese chico en paz —gritó desde la casa al final del camino La Bruja—. Ella había salido de su casa con un paraguas color negro y miraba muy sería la situación.
La cadena, como si contara con voluntad, abandonó al muchacho y giró hasta regresar a la figura sombría. Joni cayó al suelo inconsciente.
Lucas finalmente salió del trance que le había causado el horror de lo que había contemplado y se arrodilló junto a su amigo. Intentó no mirar lo que sabía era el cuerpo sin vida de su hermano y buscó al hombre vestido de negro que ahora caminaba en dirección a Nina.
La mujer tenía los ojos puestos en él. Su rostro expresaba lo que ella sentía y eso es que los únicos responsables de semejante sufrimiento eran ellos mismos, en especial él que tenía que haber detenido a su hermano.
—Espera adentro, ahí voy —dijo Nina y caminó hacia Lucas.
—Mi hermano —dijo y se largó a llorar, desconsolado.
—Te dije que tenían que tener cuidado con los que venían a verme, que podían pasarlo mal.
—Lo sé, les pedí que no hicieran nada.
—Deberías haber hecho algo más muchacho, sabes que siempre fui amable con ustedes y lo que menos quiero es tener problemas en mi barrio.
Por un momento Lucas pensó decirle que no habría estos problemas si no trajera a esos psicópatas al barrio pero supo que lo mejor era guardar silencio.
—¿Qué voy a decirle a mis padres?
—Ese es tu problema —dijo Nina y sacó un fajo de billetes que tiró al piso—. Seguramente sabrás que decirles.
Lucas agarró rápido los billetes, para que no estuvieran muy mojados y los guardó en el bolsillo, mientras Nina le daba la espalda y volvía a su casa, en el umbral, con la puerta aún abierta, iluminado ahora por la luz contempló los ojos y el rostro pálido de quien era el asesino de su hermano. No encontró más que vacío en esa mirada gélida que lo observaba con desprecio.
II
La casa era pequeña, con la entrada que daba a un pequeño living, con una puerta semiabierta del costado derecho que parecía ser un baño. Unas escaleras de mano que parecían llevar a la habitación.
A diferencia de las otras viviendas, el paso del tiempo no la había deteriorado y los muebles de madera, sumado a la iluminación cálida le daba una sensación hogareña.
—¿Así que ahora sos Nina?
—Siempre fui Nina. Luego Violet —dijo con un ligero tono de tristeza—. Una vez que todo eso se terminó y volví a lo que fue mi primer hogar, me pareció correcto retomar mi nombre.
—Volviste a tu hogar, pero seguís conectada al mundo de Violet.
—No te olvides que Nina fue la que caminó por propia voluntad a ese mundo.
—Entiendo.
—¿Te seguís presentando como Balder?
—Sí.
—Interesante.
—¿Por qué?
—La última vez que supe de vos, estabas en una especie de exilio autoimpuesto. Pensé que aparecerías para ayudar, para hacer algo y no fue así. Entonces comprendí que si te animabas a aparecer usarías otra identidad.
—Yo no lo llamaría un exilio y pocas personas son las que conocen mi nombre, aunque no lo creas. Jamás tuve interés en hacer fama, no comparto ese tipo de inquietud Violet.
—Nina. Violet está muerta, como Frederick, como todos los miembros de La Aurora Dorada.
—Te doy mi pésame por eso.
—Genial. ¿Y ahora qué hago con eso?
Balder miró apenado a la mujer. Sabía lo que había pasado con Frederick y con La Aurora Dorada, el fantasma de Frederick se lo había contado hace diez años atrás. Era por Frederick que él estaba ahí, en la casa de Violet, ahora Nina porque por el azar del destino era ella la única persona que podía ayudarle.
—¿Hice mal en venir?
—En absoluto, siempre y cuando vengas por negocios y no para solicitarme nada, ya sabemos qué pasa con aquellos tan ilusos como para intentar ayudarte.
—Lo creas o no Nina, Frederick sabía a lo que se exponía cuando decidió ayudarme y fue un beneficio mutuo, ya que él que siempre fue muy inteligente a la hora de hacer negocios que le fueran buenos para La Aurora Dorada, sabía lo bueno que era usar mi persona para empujar a ciertas familias. Pero no estoy en este lugar para expiar la culpa que tiene mi pedido a Frederick respecto a lo que les pasó, vine por otro motivo.
Nina guardó silencio. Veinte años habían pasado desde la última vez que vio a Balder en persona y no había envejecido un solo día, la única diferencia es que había recuperado la mano que siempre escondía en un guante. Algo que pensaba, era imposible, según Frederick. "Lo más probable es que recupere la mano el día que logre expulsar la Oscuridad" le había dicho su amado esposo en una ocasión. Ese día los años y el daño causado por hospedar semejante huésped lo alcanzaron y le provocaron una dolorosa muerte. Sin embargo, ahí estaba Balder con su mano intacta que exhibía un anillo que jamás había visto, de color ocre, con lo que parecía ser el símbolo de Uroboros tallado.
—¿Qué haces acá Balder? No soy estúpida, algo pasó para que recuperes la mano y aún estés vivo. ¿Qué querés?
Balder se desabrochó la camisa y le mostró a la mujer el amuleto de color carmesí, la piedra tenía símbolos que la mujer no había visto jamás y al clavar sus ojos en el amuleto se sintió completamente abrumada.
—Jamás vi algo así —dijo sorprendida al sentir como el aura la doblegaba. Balder al percatarse de esto, escondió el amuleto nuevamente, cerrando su camisa.
—¿Qué es?
—La última obra de una antigua familia. Es capaz de contener la oscuridad y fue capaz de algo más —dijo Balder moviendo los dedos lentamente—. El anillo es un "Fenriz Negro", no sé si habías escuchado hablar de él. Balder tocó el anillo con su dedo pulgar y una cadena de color negra empezó a materializarse, con otro ligero toqué desapareció.
El uso de anillos mágicos era algo con lo que la mujer estaba familiarizada, todo mago de gran estatus tenía uno. Frederick tenía uno en cada dedo, ella misma tenía siempre en su dedo anular derecho aquel anillo llamado "Belleza de Atenea" que le permitía prolongar la juventud, motivo por el cual los años del tiempo pasaban lentamente sobre ella.
—La mano es real, logré recuperarla gracias al amuleto carmesí, no es una ilusión. Es la manera con la cual logré que la Oscuridad dejara de consumir mi cuerpo. Ya no sabía cuanto tiempo me quedaba antes de morir, y supongo que Frederick te dijo que sucedería en ese momento.
—El fin de la existencia —dijo Nina, con un hilo de voz.
—Así es.
—Lo que me contás es increíble, pero mi naturaleza se inclina más a saber de donde sacaste ese anillo. Frederick lo buscó por cielo y tierra, dice que es la herramienta más preciada para cualquier brujo.
—Se puede decir que es otro regalo de quien forjó el amuleto. Me dejó las indicaciones para encontrarlo, es mi nuevo método de defensa, considerando que como habrás visto ya no puedo usar la oscuridad.
—Es raro que digas eso, porque sentí una energía oscura alrededor de ese anillo.
—Son espíritus afines, más la serpiente ya no tiene poder sobre mí, finalmente puedo usar mis habilidades sin preocuparme que se apodere mi y sea libre. Pero no te olvides nunca que algo es un espíritu que sirve a la Oscuridad y otra fuente es la Oscuridad misma. Es como comparar las llamas de un incendio con las llamas del sol.
Nina asintió y volvió a observar a Balder. Estaba cambiado, no parecía ser el mismo ser lacónico que conoció hace tanto tiempo atrás. Se preguntó qué había provocado tal cambio en su personalidad.
—¿Aún tenés miedo de que si morís la Oscuridad sea libre?
—Esa es una preocupación que me ha dejado de importar por el momento. Creo tener los conocimientos para encerrar el fragmento que está dentro de mi alma. Y que sea solo eso, un fragmento escondido a la humanidad.
—Entonces el problema es ¿Qué pasaría si alguien lo encuentra? ¿O me equivoco?
—No te equivocas en absoluto.
—¿Hace cuanto que lo sabes?
—Desde que ocurrió.
—¿Y qué es lo que sabes?
—Que fueron atacados. Un miembro de su organización dijo tener una pista para encontrar la solución a mi problema y ustedes confiaron en él. Eso provocó el fin de La Aurora Dorada.
—Fue algo más que una traición, Balder. Estuvo planeado meticulosamente y de una manera tan inteligente que inclusive Frederick con todos sus poderes, conocimientos y reliquias, no se percató de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde.
—Perdón.
—Con tu perdón no hago nada Balder —dijo Nina furiosa y lo tomó por el cuello de la camisa—. Si tan solo hubieras estado presente, estoy seguro de que hubieras sido capaz de matar a todos esos hijos de puta. Pero no fue así, y luego de nuestra caída, algo que todas las familias celebraron y comentaron, por un instante de incrédula pensé, tal vez Balder aparezca ahora y busque venganza por la muerte del único miembro de esta sociedad tan aberrante que buscó ayudarlo.
Balder guardó silencio y la contempló, enfureciendo más a Nina, que lo abofeteó en la cara reiteradas veces, gritando que era un infeliz, hasta que lo soltó y rompió a llorar.
—Me estuve preparando Nina, eso es lo que estuve haciendo.
—¿Preparándote para qué? —dijo ella, limpiándose las lágrimas—. Ya es tarde.
—No es tarde para cazarlos. Por eso vine a este lugar, para adentrarme en su mundo. Sos la única entrada que tengo para meterme en esa sociedad, para poder averiguar quiénes fueron los que están detrás de esto.
—Digo que es tarde Balder, porque sé que ellos operan con la misma energía que tiene tu anillo, o peor aún, son capaces de utilizar la Oscuridad. Eso es lo que sentí cuando nos atacaron. Ahora venís a intentar cazarlos sin poder utilizar la Oscuridad. Es una sentencia de muerte.
—Nina...
—¿No lo entendés? Quién está detrás de esto sabe de tu existencia, deben esperar en las sombras que aparezcas para matarte y una vez que lo logren todo se terminó.
—Eso no es lo que pensás, no podés engañarme.
—¿Y qué mierda sabes vos de mis pensamientos?
—Por algo elegiste este oficio Nina, porque sabías que en algún momento ibas a encontrarme, era la manera de poder estar en contacto conmigo y contarme todo lo que sabes, y también fue la manera que encontraste para seguir en contacto con quienes pueden saber quienes fueron los responsables. Estos años en este basurero es para este momento.
—Tal vez lo fue en un principio y ahora no es así, mucho menos si te veo despojado de tu verdadero poder.
Balder resopló enojado y se llevó la mano izquierda a cada ojo, sacándose los lentes de contacto y miró a Nina a los ojos. La mujer le sostuvo la mirada hasta que un destello color carmesí que sobresalió de la camisa blanca le hizo mirar y luego al mirar nuevamente a Balder sintió como se le helaba la sangre, los ojos se habían vuelto negros, como la noche misma y sintió que se caía en un vacío al contemplarlo. La oscuridad pronto quedó sumergida en la oscuridad misma y sabía que si Balder lo quería todo en esa habitación sería destruido.
Cerró los ojos y la luz color carmesí empezó a perder brillo, y todo volvió a la normalidad, inclusive los ojos de Balder.
—Sentí que sería mejor guardar el secreto, pero si tanto necesitabas saber de qué mis habilidades están a la altura de quienes temes...
—Entonces, ¿Me mentiste?
—No te mentí en ese sentido. Ya no soy libre de usarlo como antes, tengo un límite de tiempo —dijo Balder tocando el amuleto—. Pero confío en que es tiempo suficiente, sin embargo, no subestimes mis habilidades como ocultista Nina. Estuve todo este tiempo trabajando en ellos.
—Entiendo Balder, te subestimé.
—Eso no importa. Nina, quiero escuchar de tu boca como fueron los últimos días de La Orden De La Aurora Dorada, necesito saberlo antes de que me asignes un cliente.
III
—Cómo sabes, Frederick se sentía en deuda contigo por perdonarnos la vida y por ser en parte quien le permitió hacerse con tantas reliquias, así que él se tomó personalmente la búsqueda para liberarte de la Oscuridad. Pronto entendió que lo que usualmente aquellos que se mueven en el mundo de los espíritus saben poco y nada sobre la Oscuridad. La evitan, le temen, salvo aquella familia que desapareció, solo los espíritus antiguos parecen tener un poco de información.
Balder que se había cansado de buscar espíritus antiguos que algunos pobres confunden con dioses, demonios y ángeles entendía lo difícil que era obtener información. Ese era el motivo que había tenido a quienes lo adoptaron y torturaron en una posición tan privilegiada. Aun así, confiaba en que si un ocultista era capaz de ayudarlo, ese sería Frederick que contaba con las reliquias antiguas y un don especial.
—A pesar de que los primeros años fueron más que frustrantes, él seguía dedicando su energía a este asunto. Me colocó a mí en el lugar de quien dirigía a nuestros miembros y a Gustav como su hombre de negocios. Fueron años complicados, pero emocionantes, porque nuestro nombre empezaba a resonar con más fuerza. Muchos nos envidiaban porque durante ese periodo nos mudamos a la antigua casona que había pertenecido a Madame Blavatski. Me refiero a la casa que se suponía, era solo un mito, pero puedo asegurarte que era real y contaba con un poder que te hacía estremecer —Nina prendió un cigarrillo y se levantó de su asiento—. ¿Te gustaría un poco de café?
—Sí, por favor —dijo Balder que no había escuchado jamás respecto a esa ubicación, pero que podía ser verdad. Poco se conocía realmente de la vida de aquellos ocultistas que fueron figuras populares.
La mujer prendió la máquina de café y miró por la ventana, extrañaba la casa, a sus compañeros y sobre todo extrañaba a Frederick. Balder la contempló y sintió lástima por ella. Sabía lo que era perder a un ser querido, así que guardó silencio hasta que ella decidiera retomar la conversación.
—Un día Gustav vino a la casa, parecía inquieto y pidió hablar con Frederick, tenés que entender Balder que hablar con Frederick en esa época era complicado porque casi nunca estaba en casa, se la pasaba recorriendo el mundo en búsqueda de información y en búsqueda de nuevas reliquias, utilizando el poder que tenía con su cetro se permitía ir en soledad, dejando a Algernon, Todhunter y Bram protegiendo el hogar que habíamos reclamado para nosotros. Le pregunté que era tan importante y me contestó que tenía que ver con La Oscuridad, y ahí cometí el peor error de mi vida.
—¿Cuál?
—Desobedecí a mi amado Frederick quien siempre me dijo que tenía que tener extremo cuidado con los miembros de la organización porque todos podían ser corrompidos, pero Gustav... jamás pensé que se animara a tanto. Escuché su relato, me comentó que había encontrado a un hombre que se hacía llamar Conde Valzamo. Un hombre que poseía un artículo ligado a la Oscuridad, y que también estaba buscando más información al respecto. Ofreció pagar una fortuna solamente por la oportunidad de hablar con Frederick.
—Sentiste que lo que motivaba a Gustav, quien estaba a cargo de los negocios, era eso, lo que podían ganar a nivel financiero y no sospechaste en ningún momento que estaba actuando con segundas intenciones.
—Así es, me comuniqué entonces con Frederick que en esos momentos se encontraba por Rusia y le comenté a Gustav que en unos días Frederick volvería a la casa. Me preguntó donde podía encontrarlo porque le parecía importante y le dije que no se preocupe que estaba por un viaje de investigación en Rusia y que había tomado su propuesta como algo importante, que se pondría en camino lo antes posible.
—¿Y nunca más lo volviste a ver, verdad?
—Lo volví a ver la noche que nos atacaron. O al menos vi un fragmento de su espíritu que vino a visitarme y me comentó la traición de Gustav, me dijo que éramos los siguientes.
—¿Y luego?
—Le comenté esto a los miembros de la familia. Les dije que Frederick había sido asesinado cuando intentaba volver y que ahora venían por todo lo que era nuestro. Algernon decidió luchar y muchos se quedaron en la casa, pero yo me fui, los abandoné porque sin Frederick no había oportunidad de que pudiéramos vencer y así fue. Con el tiempo me enteré de la masacre que aconteció esa noche donde una organización que hasta hoy no supe descubrir quienes atacaron a La Aurora Dorada y todo se terminó. Sé que Bram decidió partir también, hasta el día de hoy no creo que él estuviera involucrado en lo que sucedió.
—Tenés razón en eso. Bram no tuvo nada que ver, tan solo se alejó porque sintió que si Frederick había muerto no había chance de poder ganar. ¿Qué pasó con vos?
—Intenté por un tiempo establecerme, pensé en como buscar a Gustav para aunque sea tener el placer de la venganza, pero como verás me resigné. Volví a mi viejo barrio y utilizo las habilidades que me llevaron a Frederick para que familias poderosas sigan teniendo mercenarios que están dispuestos a perderlo todo a cambio de un buen salario. ¿Cómo sabes lo de Bram?
—Él me habló de vos. Te encontró y se aseguró de que nadie pudiera lastimarte, supongo que fue su último gesto de lealtad a Frederick, ahora mismo está viviendo en Southampton. Se mudó después de nuestro segundo y último encuentro.
—Si bien me alegra saber eso, hubiese preferido que usara esas fuerzas para encontrar al traidor.
Balder esbozó una ligera sonrisa y sacó de su abrigo lo que parecía ser una cajita envuelta en un sobre de papel como si se tratase de un regalo.
—¿Qué es eso?
—Es para vos, sé que no puedo traer a Frederick y también sé que soy el responsable de que la desgracia cayera sobre ustedes, pero espero que esto demuestra que me siento arrepentido por todo y que intento hacer lo correcto.
—Antes de abrir esto quiero decirte algo Balder. Te culpé por mucho tiempo, pero entiendo que Frederick es responsable de lo que sucedió porque en ningún momento en todo ese tiempo lo buscaste nuevamente o te comunicaste con él, me costó entender que mi amado estaba obsesionado por La Oscuridad como la familia antigua de antaño, porque él entendía que tener más información que el resto sobre eso consolidaba el poder de La Orden.
—Gracias —dijo Balder.
Nina abrió el regalo y encontró lo que parecía ser cristal congelado, dentro del cristal estaba el dedo anular de Gustav, se percató por el anillo que lo recubre. La mujer miró sorprendida a Balder.
—Me costó mucho encontrarlo, finalmente gracias a Bram logré dar con su paradero.
—Asumo que hay una explicación detrás de esta ofrenda —dijo contemplando el obsequio de Balder.
—No eres la única que el fantasma de Frederick visitó antes de marcharse definitivamente de este plano. Era un hombre más precavido de lo que creías y por lo visto tenía todo planeado para su partida. Sabía quienes serían los únicos que podrían hacerle daño después de asociarse a mi persona, como tú dijiste, era reservado y jamás les dijo a ustedes que el motivo por el cual accedió a ayudarme era porque podía usar mi nombre para intimidar.
Nina asintió, sospechaba ligeramente de eso, pero en esa época, dado a las reliquias que poseían en su poder, creía que su marido era indestructible, solamente superado por el poder de la oscuridad que Balder tenía, y por eso prefería tenerlo como aliado, jamás pensó que había gente más poderosa, de haberlo sabido se hubiera preparado mejor para la fatídica noche donde lo perdió todo.
—El trato nos beneficiaba a ambos, necesitaba abarcar más de lo que estaba abarcando, sentía que el tiempo se me estaba terminando y Frederick era útil para buscar una solución. Jamás creí que lograría una solución como la que logré y por mucho tiempo viví tranquilo, intentando disfrutar lo que no había disfrutado nunca. Viajé de incógnito y recorrí el mundo. Todo marchaba bien, tan solo una cosa me quitaba el sueño.
—¿Qué cosa?
—Quien me ayudó era alguien que pensé estaría muerto y, sin embargo, se encontraba sano y salvo en uno de sus escondites, me pregunté si alguien más había sobrevivido esa noche, si alguien más estaría escondido, pero me decía a mí mismo que ese tipo de gente, que ansía el poder más que nada no sería capaz de ocultarse por tanto tiempo.
—Y, sin embargo, dijiste que aquel que te ayudó lo estuvo.
—Así es, me intenté calmar diciéndome que era diferente a los demás. Y lo era, su lealtad a esa familia era por una cuestión de sangre, más que por una cuestión de principios. Pero, era algo que me dejaba preocupado por las noches antes de dormir. Y finalmente Frederick me visitó contándome de lo que le sucedió, de los hombres que lo atacaron con un poder que se parecía al aura que me envolvía y ahí entendí que mis preocupaciones tenían un dejo de verdad porque ese tipo de poder sólo puede ostentar una familia.
—¿D'Alveydre?
—Correcto.
—Pensé que ese apellido se había perdido, sé que no mientes Balder, pero me resulta extraño que de quedar un sobreviviente le hubiera permitido a Frederick llevarse tantas cosas.
—Puede ser que estuviera débil, puede ser que no estuviera ahí, pero solamente ellos pueden utilizar la Oscuridad.
—¿Qué te hace pensar eso? ¿Qué te hace pensar que solo ellos pueden hacerlo? Tal vez sus conocimientos se difundieron, tal vez alguien que no fue Frederick borró algún diario, algo que permitiera explicar la situación.
—Me gustaría que fuera así, pero el conocimiento de esa familia se pasaba por la sangre y la memoria. Jamás anotaron nada en el papel, las únicas anotaciones se pasaban por sortilegios y conjuros. Miembros antiguos mostraban marcas invisibles en la piel, que solamente podían observar los miembros de la familia para poder así perpetuar la memoria de cómo utilizar fragmentos de la oscuridad para imbuir en sus maleficios.
—Entonces uno de los sobrevivientes creó una secta y ellos se encargaron de Frederick.
—No diría que creó una secta, los hombres que lo atacaron pertenecían a la familia Rahn, un puñado de mercenarios.
—¿Así que el traidor nos vendió a estos cerdos?
—A esos cerdos no, a Ernest Schuler.
—¿Shuler? Pero ese tipo nunca fue más que un rico con aires de ocultista, sus conocimientos eran casi nulos.
—Eso es lo que me pareció extraño, pero no me mintió cuando lo interrogué. En lo que a mí respecta, Schuler estaba teniendo ayuda de alguien que fue parte de la familia D'Alveydre.
—¿Fue parte?
—Sí, alguien que decidió irse de la familia o fue expulsado por algún motivo que no conozco. Tal vez algún exiliado, alguien que no estuviera presente en el gran ritual y se enterara luego de la caída de su familia y decidió tomar cartas en el asunto.
—¿Y qué gana esa persona dándole nuestro poder a Schuler? ¿Qué gana matando a Frederick?
—No lo sé, tal vez busca recuperar el poder de la familia, tal vez sabía que Frederick robó reliquias y las intentó recuperar de esa manera, lo único que sé es la información que le saqué al traidor.
—Algo que no entiendo es porque Schuler no aparece en la lista de clientes. En más hace mucho tiempo que no sé nada sobre él, si no lo nombrabas su nombre se hubiera ido de mi memoria.
—Schuler desapareció, él y su pequeña familia de ocultistas.
—No entiendo, Balder.
—Tengo mis teorías, pero no quiero apresurarme. Siento que hay alguien trabajando entre las sombras, alguien que se está codeando con gente poderosa que tiene interés en ocupar el lugar de La Orden.
—Pero desde que nos derrotaron nadie acusó ser quien hizo el golpe.
—Eso es lo sospechoso. Siempre que la familia más poderosa fue derrocada, especialmente por otra familia, el golpe se anunció a los cuatro vientos, una cuestión de orgullo y poder. Sin embargo, ustedes que habían sido los más poderosos por una década fueron eliminados y no hay nadie que ocupe ese lugar. Las reliquias desaparecieron, y parece ser que todas las familias que quedaron se encuentran en una guerra fría por ser quien es el que más reliquias enterradas y olvidadas logra conseguir.
—Piensas que alguien mueve los hilos, ese alguien tiene contactos con las familias poderosas, es decir, mis clientes y por eso llegaste con esta ofrenda. Quieres que te conecte, empezar a conseguir conexiones para investigar qué es lo que está sucediendo.
—Correcto. Necesito saber quien es el que está detrás de los fragmentos de oscuridad que utilizaron para poder matar a Frederick. Si logro eliminarlo o eliminarla, significa que con mi muerte este poder quedará olvidado por el resto de la humanidad. Seguirán jugando con espíritus y haciéndose daño los unos a los otros, pero no existirá nadie tan perverso o estúpido que libere a la Oscuridad y nos sumerja a todos en la nada.
Nina asintió y tomó un sorbo de café. Lo que Balder decía tenía sentido, era cuestión de conectarlo con la familia correcta que pudiera ayudarlo a buscar a quien era el responsable de la muerte de Frederick, sacó del cajón la carpeta de clientes, aquellos que buscaban ocultistas poderosos para poder buscar artefactos olvidados, o que fueran tan temerarios para intentar arrebatar aquellos que ya tenían un dueño.
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