La Cacería
I
August Abraxas leía con tranquilidad, a su lado Balder estaba de pie, contemplando la ventana. Desde que habían partido que era el único que estaba al lado de su jefe, inclusive a X lo habían desplazado. Por un instante Balder pensó que lo había hecho para indagar sobre su persona, pero no le había dirigido la palabra en ningún momento, salvo para dar pequeñas indicaciones.
Se encontraban en la lujosa habitación del hotel dónde se realizaba el Mercado Negro.
X y el resto de los miembros de la guardia personal de August se encontraban en las inmediaciones del lugar, cada uno cumpliendo su respectivo rol.
August, parecía importarle poco su seguridad, o confiaba mucho en su personal porque lucía tranquilo. Alternaba la lectura de un libro de funda roja, con su celular. Cuando llegaron al hotel, no saludó a nadie, y quien los recibió y acompañó hasta la puerta únicamente les otorgó información sobre las comodidades del lugar, y el servicio de habitación. No esperó respuesta alguna por parte de August y Balder. Luego de hablar se marchó, rápido, se notaba que estaba nervioso.
"—¿Qué hace mi querido padre?" — preguntó Marianne a Balder por celular. La mujer tenía planeado ir al Mercado Negro, tomandoló a él como guardaespaldas personal, pero su plan se había frustrado con la elección de August. Por lo que decidió luego de pensarlo, en darle a su padre la lista de objetos que deseaba y se fue de vacaciones, ya que según ella necesitaba un lugar con nieve y estar lejos de su familia.
Balder no contestó, no era el momento.
—¿Alguna vez has asistido al mercado? —preguntó August, cerrando el libro.
—Jamás.
El hombre se levantó y se acercó a él.
—Es una gran farsa —dijo y esbozó una sonrisa—. Las reliquias por las que ofrecemos importa poco y nada. El verdadero mercado son ustedes.
—¿Nosotros?
—Sí —respondió August y encendió un cigarrillo—. El verdadero mercado es ver la situación de cada guardián. Aquel que tiene el guardián más débil, usualmente es el que termina siendo atacado con el paso del tiempo. Por eso nos juntamos una vez por año, para saber quien improvisó para mejor, quien perdió un guardián importante, que guardián perdió poder.
—Entiendo —dijo Balder, mirando a August—. Si me disculpa, no soy muy amenazante, espero no causarle algún problema.
—¿Dudas de mi criterio muchacho? —preguntó August y sus ojos brillaron—. Necesito que estés atento y que seas vos mismo. En especial, que seas aquel que encontró Los Ojos del Dragón.
No todos somos unos millonarios que se mantienen únicamente por el poder de la fortuna familiar, creo saber dónde encontraste lo que te pedí, y sé que cualquiera de mis hombres que se hubieran enfrentado a tus adversidades no estaría entero.
Balder asintió y miró cómo August se servía un poco de café.
—¿Sabes por qué ese muchacho no se quedó acá para servirnos?
—Pensé que deseaba tranquilidad, privacidad.
—No. —dijo August y sirvió otra taza de café que le extendió a Balder—. Odio que me sirvan. Lo que para mi especie, es algo que demuestra el lugar que ocupamos, para mi no hay nada más patético que depender de otros en este tipo de cuestiones.
—Gracias —dijo Balder, tomando el café que le ofreció August, sin entender el motivo por el cual el hombre estaba diciendo estas palabras, o mostrándose tan humano con él.
Cuando el reloj marcó las siete, salieron en dirección al anfiteatro dónde se haría la primera subasta. El hotel se había cerrado completamente para las familias, así que era caminar por los pasillos vacíos, como si se tratara de un lugar únicamente habitado por ellos. Cuando llegaron a la escalera principal, ya que hicieron todo el tramo a pie, (August no confiaba en los ascensores) se toparon con un un hombre regordete y pequeño vestido con un traje rojo, a su lado caminaba un hombre grande y alto, dos metros de altura y músculos que apenas disimulaba con una gabardina color verde, llevaba gafas negras y al cruzarse con ellos esbozó una ligera sonrisa.
—August —dijo el hombre pequeño con voz chillona—. ¿Trajiste un guardián o un amante?
—Podría seguir tu ejemplo y traer ambos —respondió August con una sonrisa.
El comentario no le gustó al guardián que apretó los puños, Balder preparó sus sentidos, con ese pequeño gesto entendió que se encontraba ante algo que a pesar de su apariencia, había perdido toda humanidad.
—Cuidado August—dijo el hombre chillón—. Guro no tiene mucho sentido del humor y no quiero ser responsable de ninguna muerte el día de hoy.
—Entonces es imperioso que controles a tu perro —dijo August con desprecio.
Balder no podía creer la actitud de August. O confiaba ciegamente en que Balder arriesgaría su vida en protegerlo, o tenía un as bajo la manga, porque Guro, ya no solo apretaba los puños sino que lo contemplaba, con el rostro serio, sin ocultar el deseo por atacar.
—Te crees tan poderoso —dijo el hombre, señalándole con el dedo—. Desde que ellos desaparecieron te sentís capaz de comerte al mundo. Pero el mundo no es solo tuyo.
—Esas son tus palabras, no las mías. Te recuerdo que el que comenzó esta conversación fuiste vos Ullrich.
—¿Ya discutiendo caballeros? —preguntó una voz femenina desde lo más bajo de las escaleras.
August y Ullrich se voltearon a mirarla, pero Guro siguió contemplando a August y Balder a Guro.
—Ahhh —dijo Ullrich con una sonrisa — Simona, querida. dijo Ullrich y caminó en dirección a la mujer, en cambio Guro por un instante se quedó en su lugar y Balder se preparó para su siguiente acción, pero luego de emitir un leve rugido Guro siguió a su jefe.
Ahora que la amenaza había pasado, Balder contempló a la mujer rubia de ojos saltones y verdes que llevaba puesto un corsé color verde que hacía resaltar sus atributos. La acompañaba lo que parecía ser un hombre de rasgos muy delicados y pequeño que portaba un brazo de hierro. Balder había escuchado hablar de él, un alquimista, que si bien su figura no era amenazante los rumores sobre sus avances en la alquimia eran dignas a temer. Pero ese alquimista seguía siendo humano, por lo tanto podía ser predecible, a diferencia del guardián de Ullrich.
El hombrecito besó la mano de la mujer y comenzó a hablar con ella en voz baja, August y Balder siguieron caminando, por un instante pensó que August la saludaría, pero los ignoró, a pesar de que la mujer lo buscó con la mirada.
Siguieron caminando, en silencio hasta que se adentraron en el pasillo que llevaba al salón de reuniones.
—Me agradas muchacho, en ningún momento te alteraste delante de Guro. ¿Qué piensas de él?
—Que me cuesta saber si sigue siendo un "él" más bien pensaría que es algo más.
—¿Algo como qué?
—Lo más cercano que puede estar uno de nosotros a convertirse en un monstruo.
—Si, Guro tiene poco y casi nada de humano. Año tras año se fue encargando de modificar su cuerpo, todo en búsqueda de obtener más poder. Si bien, todo guardián mantiene sus muertos en secreto para evitar acusaciones, estoy consciente que se habrá encargado de matar a más de un guardián.
—Entiendo.
—Te sonrió al verte. Eso significa que estás marcado.
—Bien.
—¿Tienes miedo?
—No —respondió Balder con honestidad.
Había entendido que a pesar de haber sido aceptado como el guardián de August Abraxas, el hombre era mucho más inteligente de lo que podía haber esperado y lo evaluaba a cada momento, pero a pesar de eso, su orgullo no le permitió fingir un temor que no sentía.
—Bien, ese es el espíritu del muchacho. Si tienes miedo es peor, siempre es peor.
—¿Guro mató a su último guardián?
—No claro que no —respondió August con una sonrisa—. Yo lo maté, con mis propias manos.
Balder guardó silencio y siguió caminando.
—¿Sabes algo de la historia de mi familia?
—Lo que todos saben.
—Entonces sabes que somos algo más que simples ricachones con deseos extraños. Una sangre antigua y poderosa corre por nuestras venas y podemos usarla cuando lo consideramos necesario. Aunque no soy lo suficientemente estupido para creer que me sirve de algo utilizarla en estos contextos. Gente como vos tiene más capacidad que la mía, además de que son descartables. ¿No es así?
Balder siguió caminando en silencio, intentando reprimir el odio que estaba sintiendo por August Abraxas.
—Lo maté porque me ocultó información. Era bueno, pero mis empleados me deben obediencia total. Espero nunca tener que castigarte de la misma manera, porque reitero, me agradas muchacho.
—Entiendo —dijo Balder, y se quedó en su lugar—. ¿Esto es por Marianne?
—Claro que no muchacho —respondió August, con una ligera risa—. Lo que mi hija haga o deje de hacer me da igual. En más, en caso que por abrir las piernas quede embarazada es más interesante que tenga tus genes, que los genes que podría conseguir en caso de estar con los hijos de algunos de los que visitan esta subasta.
A pesar de las palabras, el ambiente estaba tenso, lo sabía, algo en la postura de August Abraxas le hacía sentir a Balder que el hombre sabía quien era, pero tenía que jugar su rol hasta el final, así que asintió y acompañó al hombre hasta el anfiteatro.
II
El anfiteatro, era hermoso iluminado cálidamente, con un escenario que tenía un proyector enorme detrás. El lugar podía recibir 500 personas, una exageración ya que aún con miembros de personal, los que iban a asistir a la subasta no superaban las 100 personas.
August Abraxas se sentó en las filas del medio, del costado izquierdo. A juzgar por las tarjetas que indicaban dónde tenía que sentarse cada uno, nada de esto estaba librado al azar. Información que Balder tuvo en cuenta, para saber de dónde podría venir el ataque a su empleador. Desconfiaba de los balcones vacíos, y desconfiaba de dónde estaría sentado Guro.
Cuando el lugar se completó, Balder entendió que el único que estaba solo era Abraxas. El resto estaban acompañados por una pareja, hasta Ullrich tenía a su lado a una mujer, vestida con poca ropa. El resto había llegado con algunos miembros de la familia, jóvenes adultos y adolescentes. Hablaban entre ellos animadamente, mientras el guardián de cada familia permanecía en silencio
—Es increíble la cantidad de familias nuevas que asistieron este año—dijo August, encendiendo un cigarrillo—. Ahora lo que viene es la subasta, un gasto enorme de dinero y luego cada uno a su habitación. ¿Alguna duda?
—No —respondió Balder.
—¿Alguien que te llame la atención?
—Únicamente Guro. Está impaciente y ansioso, nos miró al ingresar y creo que planea algo. El resto de los guardianes se mantienen tranquilos, están expectantes, pero a juzgar un poco por el ambiente parece que todos se sienten ligeramente nerviosos por lo mismo que yo.
—Si, Guro está haciendo una actuación formidable para mantenerlos a todos ocupados, no te dejes engañar muchacho, si vas a hacer este trabajo tenés que empezar a leer entre líneas.
—¿Le puedo hacer una pregunta?
—Claro que sí.
—Si sabe que esto es una prueba, ¿Por qué asiste? Si nada le interesa realmente de las reliquias, ¿Para qué exponerse?
—Porque es todo parte del juego. No venir, es una muerte total. Aquel que no viene es porque tiene miedo, miedo a mostrarse, miedo a fallar y eso es peor que llegar con un guardián mediocre. No venir significa que el mediocre es uno. ¿Alguna duda más?
—Puedo sentir que usted es más poderoso que mucha de la gente que está sentada en este lugar. ¿Por qué no hace algo al respecto?
—De nada sirve ostentar una posición, si no hay gente que te envidie, tan sencillo como eso. ¿Última pregunta?
—¿Por qué solos?
—¿Disculpa?
—Todos vienen acompañados, inclusive con miembros de su familia. A Marianne le hubiera encantado acompañarlo a esta subasta. Pero usted dijo que vendría solo, y ella solo confiaba en mí como guardaespaldas. Asumo que ella contaba con el hecho de que X vendría con usted. Así que ¿Por qué solo?
August no contestó, únicamente sacó su celular y luego le hizo un gesto a Balder para que mirara el suyo. Al instante, la notificación de X llegó al grupo "Una niebla extraña está rodeando el patio"
Las luces se apagaron y el lugar quedó completamente a oscuras. Balder sintió una energía extraña que se filtraba tras el telón.
Las luces del escenario se ascendieron y de pie, se encontraba una mujer de pelo negro y largo, con un vestido color blanco. Miró despreocupadamente a los presentes que la aplaudían.
—Buenas noches a todos los presentes —saludó la mujer con una sonrisa forzada—. En esta ocasión especial, tenemos un invitado sorpresa que desea compartir unas palabras.
—Primera vez que algo así sucede Balder —dijo August Abraxas y apagó el cigarrillo en el asiento.
Balder mandó un mensaje al grupo, esperando una respuesta, la observación de August parecía ser la misma que la de los demás miembros de la subasta ya que un susurro se extendió por el lugar.
Un hombre delgado y pálido de pelo negro caminó hacía el lugar principal del escenario, mientras la mujer salía por el costado izquierdo. Miró a la multitud, y cuando las luces lo mostraron Balder observó que la mitad del rostro estaba quemado, dejando ver parte del hueso. La energía que había sentido hace unos instantes le pertenecía a él.
—Buenas noches a todos —dijo el hombre y la voz le resultó familiar a Balder—. ¿Ansiosos por las subastas?
—¿Qué es esto? —preguntó indignado uno de los hombres que estaba sentado en las filas superiores
—¿Esto? Es tan solo una pequeña introducción, sería de buena educación que se sienten y escuchen.
—¿Y si no quiero sentarme imbécil? —preguntó otro de los hombres, este más cerca del escenario, poniéndose de pie.
—Deberíamos irnos —susurró Balder a August.
—¿Por qué?
—Ese hombre es peligroso.
—Nosotros también somos peligrosos muchacho.
—Si no se sienta en tres segundos —dijo el hombre con una sonrisa señalando al que se había puesto de pie— Voy a matarlo.
—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —preguntó otro de los miembros
Como respuesta a lo que sucedió explosión.
La cabeza del hombre que se había puesto de pie ahora ya no estaba y la gente a su alrededor estaba bañada en sangre.
Balder intentó levantarse pero la mano de August lo detuvo
—Quieto —dijo August con tranquilidad—. Todo esto es parte del juego, el primero en levantarse pierde.
A diferencia de August, muchos se pusieron de pie junto a sus guardianes y empezaron a irse, por un momento Balder pensó que el hombre haría algo pero los dejó salir.
En cuestión de instantes, empezaron a escucharse los gritos del otro lado de la puerta. Gritos acompañados de ruidos y gruñidos, el lugar debía estar lleno de entidades controladas por el hombre o alguien más que estuviera ayudando. Estaban rodeados.
—Los que se quedaron, asumo que se creen más poderosos, valientes o están completamente aterrados —dijo el hombre con una sonrisa—. Lograron prolongar sus vidas de igual manera, están completamente rodeados.
El hombre señaló a cada uno de los presentes y Balder observó el hilo negro que salía de cada uno de sus dedos conectandosé a la cabeza de cada miembro de la familia. Balder utilizó el poder de su anillo para que la garra del lobo en un rápido movimiento cortara la conexión entre el hombre y August. Si su jefe había notado o no esto, no hizo gesto alguno.
Con el chasquido de los dedos, la cabeza de varios miembros de familia que estaban presentes explotaron, incluida la cabeza de Ullrich, los que quedaron vivos lo hicieron a costa de sus guardianes. Algunos habían salido lastimados, pues habían interceptado el hilo.
—Captura a Guro —dijo August a Balder—. En lo posible, vivo.
Balder asintió pero antes de poder asistir a su encuentro, Elrich el alquimista se adelantó, a diferencia de Balder, Elrich que había transformado su mano en una especie de espada, iba por el supuesto presentador y fue detenido por Guro que utilizó su cuerpo como escudo y luego de recibir la espada en su estómago, fue capaz de romperla de un golpe y asestar una patada al pequeño alquimista que lo lanzó a un costado.
Balder salió de las butacas y se quedó en la escalera, desde ahí, que tenía espacio para moverse, invocó dos cadenas negras, la primera la lanzó al hombre del escenario, este en lugar de chasquear los dedos lo que hizo fue aplaudir, expandiendo una pequeña aura de energía que transformó la cadena en cenizas.
Guro observó esto con una sonrisa y se enfrentó a la cadena utilizando sus manos, aferrándose al metal oscuro, el mismo que Balder había imbuido con energía para poder desgarrarle la piel, pero fue inutil ante Guro.
—Ven, acércate —dijo Guro y lo atrajó hacía él, con un movimiento brusco. Balder que había esperado esto se dejó ir hacía el gigante y antes de llegar el anillo brilló, la cadena desapareció y unas garras oscuras cubrieron su mano, con ellas logró atacar el pecho de Guro, rasgando ropa y a diferencia de lo que había intentado con la cadena, esta vez logró romper la carne de su oponente.
—Buen intento —dijo Guro con una sonrisa, al tenerlo cerca— pensar que si aún utilizaras el poder de la serpiente, yo ya estaría muerto, pero estás intentando mantener eso en secreto, ¿Verdad Balder?
Por un instante se quedó paralizado, ¿Quién era Guro? ¿Cómo sabía quien era? ¿Y acaso el hombre del escenario, el verdadero jefe del guardián que tenía Ullrich también lo sabía?
—Mi empleador quiere conocerte, puedo llevarte con él por tu propia voluntad, o puedo romperte hasta el último hueso.
—Qué coincidencia —dijo Balder—. Mi empleador me solicitó lo mismo.
III
—August se cree más importante de lo que es realmente —dijo Guro, aumentando aún más la musculatura de su cuerpo, había superado por mucho su altura anterior y el color pálido que tomaba su piel, lo hacía similar a lo que hubiese sido la escultura de un cíclope.
Con una velocidad imposible para alguien de su tamaño golpeó a Balder, tomándolo por sorpresa y tirándolo contra las butacas. Por primera vez en mucho tiempo, experimentó lo que era el dolor, sintió los huesos completamente rotos y escupió sangre.
—¿Eso es todo? —preguntó Guro—. Me hablaron tanto de ti que esperé más.
El anillo de Balder brilló y la sombra de un lobo se posó sobre su cuerpo. Se levantó y sus ojos brillaban de un color rojo. Guro que se acercó a él con un aire de victoria cambió su semblante al verlo.
—Eres una criatura bastante interesante —dijo Balder, poseído por el espíritu del lobo— Pero sigues siendo joven e inexperto.
—No molestes, falso lobo —dijo Guro—. No me interesa medirme con un supuesto dios acabado y olvidado. Mi meta es enfrentarme a ella.
—¿No te interesa medirte eh? —preguntó con una sonrisa amenazante, que hizo a Guro apretar los puños—. Huelo tu miedo, y además me doy cuenta de algo importante.
—¿Qué?
—Que no estás prestando atención —dijo Balder, que había retomado el control de su cuerpo y le mostró a Guro el brillo de su anillo.
Mientras su oponente estaba enfocado en las acciones de la entidad, Balder entre las sombras había cubierto las cadenas con un velo de sombras, que lentamente acercó a la criatura y ahora se levantaron aferrándose a sus brazos y piernas.
—No me hagas reír —dijo Guro y flexionó las piernas, dando un salto tan fuerte que el suelo debajo de sus pies se quebró—. Estas cadenas son un juguete para mí, no me subestimes.
Tiró con confianza de las cadenas pensando que esto movería a Balder, pero las cadenas siguieron creciendo, como si no tuvieran ningún límite, así que decidió cambiar de estrategia y con un ligero movimiento de brazos se empujó en dirección a Balder para caer en picada sobre él.
Los ojos de Balder volvieron a cambiar de color y el brazo de Balder se transformó en el hocico de un lobo gigante que golpeó a Guro lanzandolo contra el escenario, rompiendo la estructura a la mitad, ante la atenta mirada del intruso.
Guro salió de la estructura corriendo con vehemencia y Balder giró nuevamente la mano, aumentando el peso de las cadenas, provocando que inclusive el hombre con todo su poder no fuera capaz de dar un solo paso. Decidió cambiar de estrategía y aumentar más sus músculos buscando romper así la cadena, pero el esfuerzo fue en vano.
—Guro, detente —dijo el intruso, mirando a Balder con desprecio—. Es un buen artilugio lo que estás usando.
—Si —dijo Balder sin sacarle los ojos de encima, sabía que ese hombre era peligroso y tenía que estar atento, no le importaba tener que revelar su identidad delante de August, sí era atacado tendría que depender de La Serpiente para defenderse.
—No pareces ser un heredero de los Nueve Nibelungo.
Balder guardó silencio, no conocía a ese hombre de ningún sitio, ni desde su infancia recordaba a alguien con esos rasgos. Pero si era el empleador de Guro, sabía quién era él. ¿Que juego estaba jugando?
—Tienes algo que me pertenece.
—Lo dudo.
—Toda esta perorata me aburre —dijo August, aún en la butaca, sonriendo como si se tratara todo parte del show.
—¿Qué dijiste? —preguntó el intruso indignado
—Me escuchaste bien. ¿Dónde están las reliquias?
—Las reliquias ya no están estúpido, las sacamos de este lugar, ahora nos pertenecen .
—Ah bien —dijo August, prendiendo un cigarrillo—. Entonces los que organizaron todo esto, están muertos, asumo.
—Bastante inteligente, como siempre Abraxas.
—Y, es parte del negocio —respondió August Abraxas, a juzgar por el tono de voz estaba un poco aburrido de cómo estaban resultando las cosas.
—Tu negocio se termina ahora —dijo el hombre y de sus dedos la energía oscura se desplazó a una velocidad que tomó a Balder por sorpresa, no podía hacer nada para proteger a su cliente de esa maldición.
—Nada —dijo August Abraxas con una voz que no era la habitual y antes de tocarlo, la maldición desapareció—. Tu poder es nada, comparado a mi sangre.
—Tu sangre, tiene un límite —dijo el hombre y volvió a lanzar una rafaga de energía, solo que esta vez fue la cadena de Balder en forma de colmillo que se interpuso.
—Balder —dijo August con una sonrisa —no era necesario.
—Fallé en el primer intento de protegerlo.
—No te ordené que lo hagas, te ordené que mantengas a esa bola de músculos quieta y eso hiciste— dijo y tiró el cigarrillo al suelo—. En cuanto a tí, no sé qué fijación extraña tienes con mi empleado, y mucho menos entiendo que es lo que ganan poniéndose a todos nosotros en su contra, pero si ese es el camino que eligen, van a pagar las consecuencias.
—¿Consecuencias? ¿No escuchaste lo que sucedió ahí afuera? Los matamos a todos, y ese también será tu destino August, todos ustedes, usurpadores, que viven una vida que no les pertenece, tienen sus días contados.
—Escuché lo que sucedió ahí afuera —dijo August, mirando el celular—. Por eso estoy completamente convencido de que elegiste el bando perdedor muchacho.
—¿Cómo te atreves? —preguntó el intruso y Balder sintió la energía que comenzó a expandir desde lo profundo de su ser, una energía similar a la que él poseía.
Las puertas del anfiteatro se abrierony dos figuras entraron al salón. Afuera los gritos habían cesado.
Balder contempló a los hombres que ingresaron. Había oído hablar de ellos, el más alto de pelo rubio y contextura atlética, acompañado por un viejo que caminaba con tranquilidad apoyado en un bastón.
Mientras el más alto tenía los ojos verdes, similar a los de un lince, el viejo tenía los ojos en blanco, completamente ciego.
Ellos, al igual que Balder eran mercenarios, aunque el término mercenarios era poco para lo que ellos habían alcanzado en el mundo secreto. Hasta que los observó entrando por la puerta había pensado que eran una especie de mito, alguna historia urbana que se había contado tantas veces hasta caer en la exageración, pero al juzgar por los pasos que daban, que no emitían sonido alguno, eran reales.
—August —dijo el anciano—. Tal y como lo pediste, una vez que tus hombres fueron asesinados, nos pusimos a limpiar el lugar. Ya todo está en orden.
—Perfecto.
—Aunque si quieres invertir un poco más, podemos terminar de limpiar lo que está sucediendo en este lugar.
—No, tranquilo. El muchacho ya se está por ir a disfrutar las reliquias que tanto esfuerzo le costó robar. Dudo que quiera probar suerte contra ustedes.
Por un instante Balder pensó que el hombre haría algo ante tal amenaza, volvería a atacar, sin importarle que estuviera solo contra ellos tres, pero su única acción fue lanzar nuevamente la maldición, a Guro.
El hombre gritó de dolor mientras su enorme cuerpo empezaba a quebrarse poco a poco, imposible de impedir la maldición que estaba actuando sobre él, pero dado su resistencia, la agonía fue lenta y dolorosa.
Espero que los mercenarios hicieran algo o August Abraxas pero solo contemplaron como quien había sido un agente doble, gritaba de dolor en su hora final.
—Supongo que irse así, debe ser una frustración enorme, ¿No lo crees August? —dijo el anciano.
—Si, supongo que sí. Se esforzó mucho en este plan para matarnos a todos, y sin embargo, los siete seguimos vivos.
—Pero te sirvió para hacer limpieza.
—Si, algo es algo —dijo August, mirando lo que quedaba del cuerpo de Guro. Me hubiera gustado contar con Guro en mis fuerzas, no te culpo Balder hiciste bien tu trabajo. La energía que tiene ese anillo es muy interesante.
—Gracias —dijo Balder.
No podía creer aún que había sido tan ingenuo en no pensar por un instante que una figura como su empleador podía ser capaz de haberse anticipado a todo lo que sucedió. No por algo eran el apellido más longevo, a pesar de nunca ostentar el primer lugar entre las familias, siempre estuvieron dentro de los cinco más poderosos, y ahora Balder sospechaba que eran ellos mismos quienes no querían escalar en rango. Siempre eran las familias que ostentaban los primeros tres lugares aquellos en caer.
—¿Les transfiero el resto a la misma cuenta caballeros?
—Claro que sí —respondió el anciano con una sonrisa—. Tu pelea fue muy interesante muchacho. La entidad del anillo tiene una conexión fuerte.
—Gracias —dijo Balder, un poco incómodo al observar que la postura de ambos hombres era indescifrable.
—No te subestimé en ningún momento Balder, sabía que estarías bien.
—¿Sabía también del ataque?
—Claro que sí —respondió August dando una pitada a su cigarrillo—. La clave de todo imperio es la información. Esto es exactamente lo mismo. Sabía que se haría este ataque, sabía que morirían muchos, salvo aquellos que no vinieran.
—Y los que no vinieron, es porque usted les avisó, ¿Verdad?
—Claro que sí.
—Entiendo.
—Cómo te dije en el camino, hace mucho tiempo que no éramos tantas familias en una subasta.
—¿Entonces X y los demás? ¿Sabían que esto iba a pasar?
—Claro que no —respondió August—. De igual manera si ellos hubieran tenido tu fortaleza estoy seguro que hubieran sobrevivido. Esto no es el mundo normal muchacho, sabes bien lo que sucede cuando jugas con fuerzas que son superiores
Balder asintió, Si bien apenas los había conocido, estaba seguro que habían pasado por mucho para probarse ante August Abraxas y para otros también. Toda su vida esforzándose al máximo para poder cumplir con las expectativas de gente como él, que poco y nada les importaban sus vidas. Tuvo que contener su enorme deseo de contestarle, de liberar la serpiente que vivía dentro suyo. Tenía que contenerse, porque August Abraxas, parecía ser la persona indicada, para poder golpear a sus enemigos y saber cómo liberarse de su maldición.
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