Supongo que no puedo culparte. A veces lo intentas. Sólo que esas son las veces en las que siento que no hay más fondo que pueda tocar, es entonces cuando apareces, me dedicas tres segundos de tu atención y luego te vas. No me tienes feliz pero me tienes conformada.

Hay veces en las que te veo intentar hacerme sonreír y te veo fallar. Pienso que tus intentos son patéticos y sólo me doy media vuelta y dejo que te ahogues en el fracaso. Sé que analizas mi expresión controlada, neutra, pero que al poco tiempo me dejas ir porque sabes que nunca lograrás tu objetivo. Ahí es cuando me voy a mi habitación y finjo que el celular es el objeto más preciado para mí, cuando la realidad es que lo odio. No importa qué tan alto escuche mis canciones, nunca logro ahogar los pensamientos que me atacan.

Pienso que hay algo conmigo, que pido, pido, pido, y pido un poco más para luego no apreciar lo que intentas hacer por mí. Me siento tóxica porque sé que en el fondo te duele que te rechace, y aun más en el fondo, me alegro de que sientas lo mismo que siento yo. Pienso que estoy enferma y pienso que es peor que no quiera buscar una cura.

A veces te dejo ganar. No sonríes ni yo tampoco lo hago, pero sé que notas cómo mi ceño fruncido se va y sé que tú te sientes complacida aunque tampoco sonrías. Es en esos momentos en los que me regocijo de tu atención, en los que me convenzo de que todo mejorará y en los que pretendo que somos lo que alguna ves fuimos. Pero siempre está esa voz susurrándome al oído: «No habrán días mejores, sólo serán menos insoportables». Me dice muchas cosas. Dice que no tengo dignidad, que mendigo por tu amor, que no valgo nada. Y yo la escucho, sin negar nada porque tiene toda la razón.

Me siento insignificante. Un objeto y ni siquiera uno valioso, no dejas que me empolve pero tampoco me usas. Es como si lo hicieras para no arruinar la decoración, y digo «como si» porque quiero darte el beneficio de la duda, me gusta creer que no lo haces a propósito. De verdad no quiero pensar que es adrede.

Así que dime, ¿quién tiene la culpa de que nuestra relación sea como es? ¿Tú, por no olvidarte un rato de tus problemas para recordar que tienes una hija que te necesita y te extraña? ¿O yo, por no cooperar cuando intentas hacerlo?

Nota de la autora:

¿Alguna vez han ignorado a sus padres sólo porque no están en buenos términos con ellos? Que alguien levante la mano y me diga que no se ha sentido mal al hacerlo.

Ignorar el problema no es la solución; no se creó por sí mismo, así que no esperen que se vaya solo. Lleva trabajo, esfuerzo y lágrimas, muchas, pero lo que se quiere se puede.

Trouble milagrosa deja las notas motivacionales y se va.

[01/04/18]