El poder del enojo.
Hoy me regañaste porque boté a Génesis y a Giselle de mi cuarto cuando vinieron mis amigas. Bueno, no fue un regaño per se, porque no te das tanta molestia como para regañarme como Dios manda. Más bien descargarte tu mal humor conmigo que, por cierto, very nice of you.
Y ya que no quieres escuchar, pues te escribo cómo fueron las cosas. No creo que puedas interrumpirme por escrito, aunque viniendo de ti, me espero cualquier cosa.
Si me conocieras, sabrías que odio que me rodeen cuando hago algo, sabrías que me estreso y que por consecuencia, me altero. Pero no lo sabes. Como siempre.
Lucy se estaba pintando las uñas y como para las niñas ella es el centro de atracción, la tenían rodeada como si fuera la ofrenda de algún rito satánico. Lo único que le dije a Lucy fue: «¿No te estresa tener a tanta gente encima de ti?» y ella respondió que sí.
Oh, pero mala suerte la mía que tu esposo de «casualidad» (no me la creo; estoy segura que se daba la mejor paja de su vida pensando en las tetas de Lucy) pasaba frente a mi puerta abierta y escuchó nuestra conversación.
Fue como si alguien le hubiera pinchado el culo con una tachuela ya que empezó a chillar como una perra en celo. Le gritó a Génesis que saliera de ahí, que no se iba a quedar a aguantar desprecios de otros. Génesis obviamente no lo comprendió porque 1) tiene cuatro años y 2) nadie la estaba despreciando.
Lucy me miró con una ceja alzada y preguntó «pero ¿por qué?» al aire; yo le respondí encogiéndome de hombros y con un «¿qué te puedo decir? Esta gente es muy sensible». Y al parecer tu esposo se ofendió porque se fue dando zapatazos y maldiciendo entredientes como una puta a la que no le dieron la noche anterior.
Si lo que quería era hacerme pasar pena frente a Lucy, pues se jodió porque el único que hizo el ridículo fue él.
Más tarde, luego de que Lucy se fuera, tenías puesta tu cara de perro y tu esposo lucía satisfecho con él mismo. Eso hasta que me dizque regañaste porque mi cuarto era un desastre y yo te respondí que no te había mandado a acomodar mis mierdas.
Mi respuesta te dejó en blanco. No esperabas que estuviera molesta, y no lo estaba en realidad, pero tampoco iba a dejar que me trataras mal sólo porque a la marica de tu esposo le provocó tener una rabieta. La mejor parte fue la cara que él puso cuando vio que no me dijiste nada más.
Así son las cosas ahora, ¿no? El que se enoja más tiene tu apoyo porque eres una tremenda lameculo que no puede tener opinión propia porque eso significa perder el apoyo de alguien. Me enferma. Antes te importaba media mierda lo que dijeran los demás y te admiraba por eso, ahora sólo bajas la cabeza y dejas que te manipulemos como nos dé la gana.
Me avergüenza decir que te admiré alguna vez.
PD. Sí sabes que lo que dije no sólo iba dirigido a Génesis, ¿cierto?
PD2. ¿Te has puesto a pensar por qué no le dijo a Giselle que se fuera también?
Respuesta: NO LE IMPORTA PORQUE NO ES SU HIJA.
Piensa en eso. ;)
[13/05/18]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro