Once
Kimberly
—¿Ya viste lo guapo que se mira Joshua? —pregunta Lesly.
Estamos en la cafetería, ella bebiendo un frappe de caramelo y yo uno de galleta oreo. Joshua es amigo de mi hermana Sofía y sus amigas.
—Pues, se ve bien, pero ya te he dicho que es demasiado mayor para ti —respondo mirando al chico quien está acompañado por otro hombre.
Lesly y yo tenemos 18 años; ella es menor que yo con unos meses, aunque se mira un poco mayor.
—No me importa, algún día será mi novio —suspira viéndolo.
—Limpia tu baba —bromeo—. Ni te voltea a ver.
El chico ojiazul ni siquiera da un leve vistazo hacia la zona donde estamos sentadas. Llevamos aquí más de 1 hora y ni por error él la había visto.
—Te he dicho que le digas a tu hermana o a sus amigas que me lo presenten, pero eres una mala amiga y no quieres —hace su puchero, el cual es un clásico.
Lesly es una chica muy guapa, su cabello rubio casi blanco llama bastante la atención entre los muchachos del colegio, pero a ella no le gustan.
—No haré eso y no porque sea mala. Tú alardeas de que eres muy valiente, así que por qué no lo demuestras.
Termino mi bebida, su mirada parece que me asesina. En ese momento entra Jasón, nuestro compañero de clases.
Diré un pequeño secreto que nadie sabe, porque vaya, entonces no sería un secreto. Jasón me encanta, pero nunca hemos conversado más allá de clases.
—Hagamos un reto Kimmi, yo me acerco a Joshua si tú invitas a salir a Jasón —dice la rubia sonriente.
¡Qué! No, no, no...
—¡Te has vuelto loca! —no puedo evitar levantar la voz ganándome unas cuantas miradas de las personas cercanas.
Y esas personas no son Joshua ni sus amigos, si no Jasón. Genial.
—No, pero, piénsalo tan feo no es.
—No me gusta —miento—. Además, es insoportable.
No te gusta, porque te encanta.
—En eso sí tienes razón, es insoportable. ¡Ash! Viene para acá, aprovecha.
Me pongo más nerviosa de lo que ya estaba cuando lo veo detenerse frente a nosotras.
—Oigan ¿Ustedes ya hicieron el trabajo de biología? —nos pregunta sentándose frente a mí.
—Qué te importa —responde mi amiga siempre tan amable.
Jasón y Lesly desde que se conocieron se han llevado como perros y gatos.
—Tú siempre tan educada —responde con sarcasmo.
Yo trato de fingir que no estoy admirando su belleza varonil. Sus ojos grises son lo que más me gustan de él.
—Kimberly te quiere decir algo —habla Lesly—. ¿Verdad Kimmi?
En este momento siento el verdadero terror, sus ojos me miran y da una leve sonrisa.
—¿Yo? —tartamudeo y aclaro mi garganta—. Quiero decirte que... yo sí empecé la investigación.
Lesly mueve los labios pidiendo que lo invite a salir. Niego con la cabeza.
—¿Podrías prestarme tus apuntes? Es que no los tengo completos —me pide él.
Sus ojos se encuentran con los míos y siento mi rostro arder. No tiene esos apuntes, porque se ha salido antes de que termine la clase de la señorita Lewis; no es que yo esté tan atenta a lo que hace, no, fue una coincidencia.
—Sí, no los tengo aquí conmigo, pero puedo ir por ellos a mi habitación —respondo tratando de que mi voz suene segura.
Su mirada seguía puesta en mí y eso estaba causando que mis nervios aumentarán.
—¿Te puedo acompañar? —pregunta y noto como sus orejas se ponen un poco rojas.
¿Está nervioso?
—No se vaya a perder —habla Lesly mordiendo una galleta.
—No estoy hablando contigo, así que cállate.
Me levanto de la silla y Jasón me imita. Él es unos centímetros más alto que yo, no por mucho.
—Vamos Les —le digo a mi amiga quien está viendo a Joshua.
Ya me doy cuenta porque está tan atenta viendo al chico que le gusta, éste se ha quitado la camiseta; parece que se ha echado encima la bebida.
Jasón aplaude para que Lesly me haga caso.
—No iré con ustedes, estoy esperando una video llamada de mi mamá —dice sonriendo.
La madre de Lesly es una modelo de comerciales de T. V. que quiere llegar a Holliwood para hacer películas a lado de Mel Gibson. Daisy Montgomery es una señora muy guapa.
—Me saludas a Daisy —digo recordando que me pidió no la llamará señora.
Salgo de la cafetería siendo seguida por Jasón y no, no me refiero al de la película de viernes 13.
Caminamos en silencio y de vez en cuando lo observo de reojo, él tiene sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su jogger gris; en una de esas ocasiones me descubrió viéndolo y sonrió.
Cuando estábamos a punto de llegar a mi edificio, decidí hablar.
—¿Por qué a mí?
—Porque eres de las más inteligentes del salón —toma aire—. Además, quería pasar tiempo contigo.
¡OMAIGAAAAAAD!
Veo como rasca su nuca, esa acción corporal significa que está nervioso igual que yo.
—¿Por qué? —nerviosa pregunto. Las llaves de la habitación caen de mis manos.
Ambos ignoramos las llaves en el suelo. Nuestras miradas están los ojos del otro.
—Me pareces una chica muy simpática, aunque no hablamos mucho. Y eres muy bonita —dice causándome miles de sentimientos en el momento.
Cree que soy bonita.
Mi papá no se cansa de decir lo hermosa que soy, pero es mi papá; así que no cuenta mucho, porque los padres siempre lo dicen.
—Gracias Jasón. Tú también eres muy simpático —me callo cuando estoy a punto de decir que es muy guapo.
Muerdo mi lengua para no hablar de más. Él se agacha para recoger mis llaves del suelo.
Al entregármelas mis dedos rozan los suyos y mariposas vuelan en mi estómago. Ya que es el contacto más cercano que hemos tenido.
—Me pareces una chica muy simpática, aunque no hablamos mucho, eres amiga de la insoportable. Y eres muy bonita —dice causándome miles de sentimientos en el momento.
Cree que soy bonita.
Mi papá no se cansa de decir lo hermosa que soy, pero es mi papá; así que no cuenta mucho.
—Gracias Jasón. Tú también eres muy simpático —me callo cuando estoy a punto de decir que es muy guapo.
Muerdo mi lengua para no hablar de más. Él se agacha para recoger mis llaves del suelo.
Al entregármelas mis dedos rozan los suyos y mariposas vuelan en mi estómago. Ya que es el contacto más cercano que hemos tenido.
—Gracias —le digo.
—Conocen la regla. No se admiten hombres en los cuartos —nos dice la guardia de seguridad del edificio de las chicas.
Doña Patricia mide casi dos metros de altura y la mayoría de los chicos le temen, ésta no es la excepción. Jasón se frena de golpe.
—Aquí te espero —se sienta en la silla de plástico que está en la mini sala de espera.
—No tardo —corro hacia las escaleras. El elevador me da miedo, prefiero mil veces subir escalones.
Abro mi habitación y agarro mi cuaderno de la cama. Arranco la última nota, esa donde está escrito el nombre de Jasón junto al mío.
Me doy un vistazo en el espejo acomodando mi vestido de tirantes color azul marino.
Cuando regreso a la recepción encuentro a Jasón jugando con su celular.
—Listo, aquí tienes —le entrego mi libreta.
—Gracias Kimberly.
Su sonrisa imperfecta me gusta mucho, bueno que no me gusta de él.
—Por nada —sonrió.
Segundos de silencio que terminan cuando la señora estornuda.
—Tengo que irme —se acerca a mí y me da un beso en la mejilla—. Me gustas.
Siento que me voy a desmayar por lo que acaba de decir. ¡Yo le gusto!
Estoy por responderle algo, ¿Qué le diré? No lo sé. Pero no me da tiempo, porque sale huyendo.
—Tú también me gustas —susurro antes de entrar a la habitación.
Lesly
Hace unos minutos que Kimmi se fue en compañía del tarado de Jasón. No existe persona en el mundo más molesta que él.
Le mentí al decirle que estaba esperando una video llamada de mi mamá. Ella en este momento está desconectada de todo tipo de redes sociales, necesita concentrarse para una audición.
No es fácil ser hija de una señora cuarentona que quiere cumplir su sueño de ser actriz de cine. Mi padre es abogado y viaja mucho por todo el país, porque es muy reconocido; así que tampoco lo veía mucho antes de que me inscribieran en este instituto.
Llegue aquí para que mis padres pudieran viajar a su antojo sin que yo les estorbará. Los amo, pero sin duda alguna me he llegado a sentir como que les sobró en su vida. Soy hija única, porque mi mamá no quiso arruinar su cuerpo con sufrir celulitis.
En fin no quiero pensar en eso, teniendo una maravillosa vista frente a mí. El papacito de Joshua está sin camiseta. Tal parece que no soy la única observándolo, hay una chica pelinegra que no le quita la vista de encima.
Yo lo miré primero, bitch.
El guapo Josh se vuelve a poner la camiseta azul ocultando sus cuadritos. Se levanta para irse con su amigo y así se aleja la oportunidad de hablar con él.
Me da miedo acercarme y que él me rechace frente a todos. Seguiré viéndolo de lejos, mientras me atrevo.
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