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Capitulo IV

La aburrida reunión

Mini maratón 1/2


Me levanto sosteniendo mi cabeza.

Tengo un dolor insoportable y trato de recordar porque estoy así y lo único que recuerdo es que estaba sentada en la ventana viendo la luna.

¿Y si me quedé dormida y me caí?

Uy no.

Camino al cuarto de baño y me lavo los dientes para bajar y tomar un desayuno.

Tengo mucha hambre.

Me miro al espejo mientras me lavo la boca y observo mi cabello castaño claro imaginándomelo de blanco.

Lo admito, ese color de cabello me encanto.

Recuerdo esos ojos verdes y un escalofrío me recorre el cuerpo. Siento que algo paso, pero no sé qué.

Cierro los ojos borrando esos recuerdos saliendo del baño para bajar las escaleras y encontrándome a la que cocina desayunando.

Se levanta como si fuera un pecado comer.

—Perdón señorita.

—Me llamo Laura, no me hables con formalidad. Y no te disculpes que no estabas haciendo nada malo. —camino hacia la nevera buscando una botella de agua.

—Pero sus padres...

—Ellos son ellos, yo soy yo. Que usted nos cocine no quiera decir que debo humillarla o prohibirle cosas. —me giro hacia ella—, sigue comiendo y si le dicen algo, usted no está sola.

Salgo yendo a la mesa donde está mi puesto del desayuno. Me siento y empiezo a desayunar en silencio.

Ellos están hablando de algo sobre un evento y no le tomo mucha importancia.

Odio ir a esos lugares y aunque muchas veces no voy debo ir, aunque sea una para hacer presencia y dejen de joder.

Pero recuerdo mi dolor de cabeza y decido preguntarles.

—Madre ¿Qué paso después que se fue la luz y subí a mi habitación? —llevo un poco de queso a la boca.

Ella se mira con mi padre y no entiendo esa mirada, pero aun así me responde.

—Bajaste corriendo y saliste hacia la parte trasera, luego las vecinas nuevas te encontraron y te trajeron.

¿Khé?

Frunzo el ceño y ladeo la cabeza tratando que sigan hablando y esta vez es mi padre quien continua.

—Ellas nos dijeron que salieron porque escucharon unos disparos, lo que nosotros también escuchamos. En cambio, no salimos, pero tú sí.

—¿Y...?

—Te encontraron desmayada por el bosque y te trajeron. Por suerte no te paso nada malo. —bebe un poco de su café—, ¿Acaso no lo recuerdas?

Pasmada en mi puesto trato de recordar lo que acaban de decirme, pero realmente no lo hago, lo último fue estar sentada en la ventana y de ahí todo es confuso.

Qué raro.

Primera vez que me sucede esto.

No le tomo importancia y continúo comiendo recordando que hoy saldré con mis amigas a comer.

Aunque haga sol, hace mucho frio.

Levanto la vista de mi plato para observar a mi papá que está revisando su celular llevando el café a sus labios. El único momento que hablo fue cuando le pregunte lo de ayer. No intercambia palabras con mi madre ni nada, aunque ella tampoco hace el intento de sacar un tema de conversación con él.

En cuento a ella, también esta revisando su celular. Siempre se la pasan en ese aparato y ni atención me dan. Yo creo que si un día me voy, ellos ni cuenta se darán.

Esta es la triste vida de ser hija única.

Me levanto para poder ir a arreglarme e irme con mis amigos cuando mi padre habla.

—A las 18:00 tienes que estar lista que nos iremos a la reunión —dice sin despegar la vista del celular.

—Yo no iré a esa reunión.

—No te estoy preguntando.

Miro a mi madre en busca de ayuda, pero lo que hace es todo lo contrario.

—El vestido que te pondrás es el que está en mi habitación —dice y vuelve su mirada al celular.

—Pero...

—Pero nada. Ya tu padre hablo.

La miro muy mal antes de girarme y subir las escaleras. Abro la puerta de mi habitación y me paro en el marco de la misma viendo directamente la ventana. Me acerco un poco para ver el bosque y tengo la sensación que algo paso allá.

Está empezando a caer nieve y el pasto está cubierta por la misma. Veo algo rojo pasar de manera rápida, entrecierro los ojos tratando de ver mejor.

De pronto, el celular empieza a vibrar logrando que me sobresalte, lo miro como la pantalla se enciende. Lo ignoro completamente volviendo la mirada a la ventana y esta vez no veo nada.

Cierro y abro los ojos, pero efectivamente, no hay nada.

Alguien está quedando loca.

Shh cállate.

Me alejo de la ventana yendo por mi celular. Me siento en una esquina de la cama abriendo la notificación de whatsapp.

Abro el chat que es un grupo.

Karolina: Chicxs, hoy no saldré con ustedes. Iré a la reunión con mis padres.

Paulina: Yo menos iré. Voy al salón de belleza con mi madre... lo siento.

Y la mayoría de mensajes son que no irán por la dichosa reunión. Bueno equis, que más da. Tendré que ir.

Lo más aburrido de ir a esos tipos de eventos es que se la pasan hablando de negocios o presumiendo quien tiene más dinero, quien lleva el vestido más caro, entre otras cosas.

Me estresa esos tipos de cosas. Me dan ganas de ensuciar todos esos vestidos costosos para ver su cara de horror por algo material.

Me levanto con flojera yendo a la habitación de mi madre para ver ese ridículo vestido.

Ella siempre termina escogiendo mis vestidos para estas ocasiones ya que a mí me gusta ir informal.

Abro la puerta de su habitación buscando el dichoso vestido. Voy directamente a su closet.

Hay una funda de color negro con un papelito afuera que dice mi nombre: Laura Campbell.

Lo agarro devolviéndome a mi habitación y lo dejo en unos de los ganchos de la pared para poder abrir la funda. Bajo el zíper de color blanco dejándome ver el vestido de color beige.

Le quito la funda para poder detallar mejor el vestido.

Las mangas son largas de encaje casi transparente con diseño leves de flores. Es un vestido largo con una apertura del lado derecho, paso los dedos por la tela y es muy suave.

Miro la hora y apenas son las 11:00 de la mañana, por ello decido ponerme unos guantes y una bufanda para dar una vuelta por el bosque.

***

Regreso cansada después de dar vueltas por el bosque y jugar un rato con la nieve sola. Aunque bueno, se la lanzaba a un tronco para no sentirme tan sola la verdad.

Después de eso me fui a almorzar y a recostarme un rato. Mi día a día es muy aburrido, y eso que estoy de vacaciones.

Que horrible.

Almorcé con ellos y realmente pareciera que nadie estaba comiendo, en realidad parecía que nadie vive en esa gigante casa.

En fin, ahora mismo me encuentro secando mi cuerpo para poder vestirme y demás.

Mamá dijo que venia su amigo Frank para peinarme y maquillarme. Así que me seco bien el rostro.

Me pongo un sostén sin tiras de dolor beige y unas bragas a juego. Ya estando semidesnuda me voy a buscar una blusa gigante para ponerme hasta que terminen con mi rostro y poder vestirme.

—Laura, ya llego Frank, ¿puedes ba...?

Me sobresalto cuando escucho la voz de mi padre y lo primero que hago es cubrirme con una almohada y agarrar otra para lanzársela.

—Aush —se queja.

—Para la próxima toca antes de entrar —chillo.

—Si, si... perdón, la próxima to-toco. Sí.

—Bueno, ya vete.

—Si, ya me vo... —se detiene para luego entrecerrar los ojos—. No me hables así —dice "enojado". Para luego marcharse.

Termino colocándome la blusa gigante y bajo encontrándome a un Frank terminando de arreglar a mi madre.

Luego de casi media vida, Frank deja la brocha a un lado diciéndome que abra los ojos. Lo hago parpadeando continuamente para acostumbrarme a la luz.

Me veo en el espejo que esta al frente y wao.

El maquillaje hace milagro.

Confirmo.

Me maquillo con un color rosa claro en los ojos, un buen delineado y unas pestañas alargadas -cabe destacar que mis pestañas son largas- pero está un poco más por la máscara de pestaña.

Tengo las mejillas con un poco de color y el pinta labios es de un rosa un tanto puro. Me paso los dedos por los labios y al parecer es labial mate.

Amo.

—Te ves increíble —dice emocionado.

Me levanto para mirarlo y asentir con la cabeza y diciendo un gracias por lo bajo.

Subimos las escaleras, él yendo a la habitación de mi madre para peinarla y yo para ponerme el vestido.

Ya dentro voy en busca del vestido y me lo pongo con cuidado para no dañarlo. Me paro frente del espejo para terminar de acomodarlo.

Me queda espectacular. Se me moldea de una forma muy wao.

Mis pocas curvas se hacen notar con este vestido. Termino dando varias vueltas y en unas de ellas casi me voy de culo.

***

Bajamos del auto entrando a la residencia del representante de este pueblo. Su casa es el doble de grande y los acabados son hermosos.

Caminamos por la entrada que en los lados tiene varios arbustos. Varios nos saludan elogiando el trabajo de mi padre. Entramos al vestíbulo y los zapatos de los presentes resuenan en el piso de mármol.

Las paredes son blancos con grises y varios cuadros de su familia hay en este lugar.

Nos llevan a la parte trasera del lugar donde hay una carpa gigante con un piso para no pisar el césped ya que tiene nieve.

Nos sentamos en la mesa que dice: Familia Campbell.

Un joven con camisa blanca y una corbata negra llega a la mesa para preguntarnos que deseamos para tomar.

Viéndolo bien parece de unos veintisiete años, con una ligera barba y ojos de color azules oscuros.

Me dedica una leve sonrisa para luego retirarse.

Nueve años realmente no son nada.

Estoy contigo, Laurita.

—Buenas, buenas —me giro viendo hacia la mini tarima donde esta el representante—. Gracias por asistir hoy, como ya saben esta reunión es para donar a beneficio de las personas con menos dinero de nuestro pueblo.

Oh, para eso es la reunión.

—Pero también, como ya saben. Tenemos gente nueva en este lugar, supongo que la mayoría saben de quienes hablo. Por ello esta reunión también es una bienvenida para ellas.

Veo mi alrededor y todos en su mayoría asienten con la cabeza, pero a dos mesas de la mía hay una vacía que dice: Familia Coleman.

Nunca he oído ese apellido en este pueblo.

—Por favor, denle la bienvenida a las hermanas Coleman.

●●●●●

Holisss, perdón por demorar en actualizar :(

Pero aquí esta y más tarde estaré subiendo la segunda parte de la maratón.

¿Qué tal el capítulo?

Ah y muchassss gracias por tenerme paciencia y también por el apoyo.

Los quiero.

Bye.

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