Holisssss, tenía pensado subir esto en agosto, pero no pude esperar tanto jeje. Aquí les dejo el primer capítulo.

Yo no me llamo...

—Mátalo.

—No puedo.

—Hazlo, para eso naciste.

—Mamá, no...

Me arrebata el arma de fuego, apunta y dispara.

Veo como su cuerpo cae y la sangre sale rápidamente. Siento una satisfacción al ver ese color rojo tan espeso que corro hacia el animal y pongo mi mano en la herida machándome de su sangre.

Alzo la mano y contemplo la misma formándose una sonrisa en mi rostro.

Me encanta.

—Puedo ver el brillo en tus ojos, mi niña —se inclina a mi lado y hace lo mismo que yo.

Empiezo a embárramela por todo el cuerpo al igual que ella. Una cosa que tenemos en común es esta.

Ver la sangre.

—Mami —digo agarrando su mano para ir a casa.

—Dime mi niña.

—¿Cuándo mataras a una persona? Ya me aburre ver como lo haces con los animales —formo un puchero.

Escucho como se ríe y me mira.

—Pronto amor, muy pronto. Solo tienes nueve años.

Entro corriendo a casa y escucho que dice que me bañe, pero no le hago caso. Me gusta estar manchada de sangre.

Las paredes de la habitación son rojas y pongo la mano en la misma manchándola y dibujo una carita con la misma.

De pronto escucho una voz que proviene del armario. Siempre que vengo del bosque la escucho.

—Falta poco para que encuentres tu camino.

—¿Cuál camino? —digo confusa, sentándome en el suelo.

—Falta poco "señorita, Coleman"

—Que no me llamo así, armario estúpido —me levanto rápidamente para ir donde mami.

Corro por las escaleras yendo a la cocina y la veo preparando algo.

—Mami —lloro.

—¿Qué sucedió, amor? ¿Por qué lloras? —camina hacia mi inclinándose.

—Otra vez ese armario me dijo lo de siempre.

Y me abraza.

—No le hagas casi amor, hoy dormirás conmigo —se separa y nuestra mirada verdosa se conecta—, ¿sí? —asiento con la cabeza.

Me separo y me siento en el tamborete mientras la veo haciendo el almuerzo.

Mami me ha dicho que cuando crezca entenderé muchas cosas y una de ellas es sobre mi actitud sobre la sangre. Le he preguntado si era algo como lo de ella y su respuesta siempre es la misma: "Es algo peor"

—Que lindos recuerdos —digo sentándome-, pero odiosos.

Me pregunto ¿Qué sucedió? ¿Por qué me encerraron?

Desde que tengo 16 años estoy encerrada en este lugar sin color, sin vida. Y desde que entre a los meses me pusieron camisa de fuerza.

Odiosos.

Ya estoy harta de ver esas paredes, me he aprendido hasta las cantidades de líneas que tiene.

Siento como alguien entra y se acerca lentamente, puedo sentir su miedo.

Odio cuando vienen. Saben que no me gusta estar rodeadas de personas y menos dialogar con ellas.

Observo cuatro cuerpos detrás de mí.

—Ahí esta tu comida.

No respondo.

Sigo observando la pared. Wao una raya nueva, pienso ladeando la cabeza.

—Te hablé.

Estúpida, quien se cree para hablarme así.

Escucho su suspiro y sonrío.

Camina hacia mí y uno de sus acompañantes le advierten que no se acerque.

Ni que fuera peligrosa.

Bueno, un poquito.

Posa una mano en mi hombro y me giro rápidamente mirándola a los ojos. Ella se sobresalta y se aleja un poco.

—Colócala de nuevo, llevo años que nadie se acerca a mi —finjo estar triste.

Le ruego con la mirada y se acerca a mí mirándome de manera tierna.

Que asco.

Hace lo que le pedí e inclino mi cabeza sobre su mano como un gatito.

—¿Usted leyó mi expediente? —pregunto en un susurro.

Asiente con la cabeza.

—¿También sabe que odio que me toquen y me hablen como lo hiciste?

Me mira confundida y le sonrío.

Tantos años aquí encerrada aprendí como soltarme la puta camisa de fuerza.

Y eso hago, me suelto llevando mi antebrazo a su cuello ahorcándola. Los tres hombres se acercan y digo:

—Si se mueven, con el mínimo movimiento puedo hacer que se muera.

Se detienen mirándose entre sí.

Me levanto con ella y sin el mayor cuidado.

—Auh —chilla.

—Cállate.

Miro a los otros tres y veo como uno saca algo de su pantalón. Taser.

Dejo que piense que no lo he visto mientras me muevo por el cuarto buscando algo filoso y no veo nada.

Necesito sangre.

Y en menos de lo que espero el muchacho se abalanza sobre mí, pero pongo el cuerpo de la mujer adelante como escudo y veo como su cuerpo recibe la electricidad.

—Wao, necesito uno de esos —digo con fascinación.

Me inclino al cuerpo antes de que me agarren y le quito uno de sus aretes.

Edward reacciona rápido y me agarra poniéndome contra el piso. Mientras escucho al otro hablar pidiendo ayuda a esta habitación.

—Ahora ni jugar puedo, aburridos —me quejo.

Me levanta sentándome y como puedo coloco la punta del arete en el brazo del joven y se lo entierro provocando que salga poca sangre.

Escucho su chillido, pero yo no pierdo la vista de la sangre.

Es tan satisfactorio ese color, tan hermoso que me gustaría que mi cabello sea de ese color, pero no, es blanco.

Entran más personas, pero no quito la mirada de ahí y siento como me vuelven a coloca la camisa de fuerza y me inyectan algo en el brazo provocando que mi cuerpo se sienta un poco pesado, pero lo único que escucho es lo siguiente:

—A Mara hay que colocarle esposas, se logró soltar con lo que tiene puesto.

Es lo último que escucho para caer en un profundo sueño.

"Pronto llegara la libertad más anhelada.

Pronto se verán las caras.

Pronto podrán saber de su destino.

Pronto harás lo que siempre has querido... jugar con la sangre como solías hacer.

Pronto el mundo sabrá de sus llegadas.

Pronto ustedes, seres inmundos sabrán que nosotras somos su peor perdición."

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Buenooooo, ¿Qué tal les pareció?

Me gustaría leer lo que piensan sobre esto.

Los quiero y gracias por su apoyo. Besitos.