Durante el resto de las horas que pasé sentado en mi puesto, no pude dejar de pensar e imaginar la foto que describieron. Además, de no poder sacarme de la mente sus gestos, sus palabras...
Petra con sus palabras me sacó de mis órbitas. Ojalá fuera real que ellas tres estuvieran a mi merced en todos los sentidos. Tenerlas de rodillas, turnándose para ofrecerme todo el placer que me puedan proporcionar... Eso no va a suceder, trato de volver a la realidad.
Debo de ser profesional y mantener una relación cordial con ellas. Debo de mantener mis principios, además que no tendría sexo a cambio de un material tan valioso, como es el dinero, con nadie. Y por último, no tendría el dinero suficiente para pagarles por sus servicios.
Al llegar a casa, me adentro en ella despojándome de toda mi ropa inferior que llevo puesta. No tardo demasiado en estar acomodado en el sofá con mi mano en la zona más preciada de mi cuerpo.
Doy inicio al masaje que tanto me gustaría que me hicieran las tres dichosas diosas, que he tenido el placer de conocer hoy en persona. Mi deseo se fusiona con la realidad. Las veo frente a mí. Su cuerpo se encuentra semidesnudo, vestido solo de una hermosa lencería que va a juego con la belleza de cada una.
Mi mente me hace sentir como uno de sus clientes más preciados. Veo como se besan y se tocan entre ellas, mientras admiro su figura. Julieta se pone a mi lado derecho, reclamando la atención inmediata de mi mano en su parte baja, que la hace revolucionar todos sus sentidos.
A mi izquierda se posa Carol, y no pide menos para su hermoso culo, mientras que su boca pide divertirse con la mía. Jugando, todo sube cada vez más el nivel. Ya no es tan solo una pelea de entre nuestras lenguas o intercambio de saliva, esto ha llegado a un nivel más carnívoro, a la que suelo dejarla ganar.
En cuanto a Petra, se encuentra arrodillada ante mí. Tocando, lamiendo, ofreciéndole todo el placer a mi verga como nunca nadie lo había hecho. Su capacidad bucal me hace pensar, por un instante, que es insuficiente para ellas, puesto que no le supone nada metérsela hasta el fondo de su garganta.
Julieta, insatisfecha, la agarra del pelo para plantar sus labios contra los suyos, metiéndole la lengua hasta el fondo, para luego pactar con sus miradas un intercambio de posiciones. Dejo de prestarle atención a Carol, para descubrir con mis manos los pechos de Petra, para poder también jugar con sus rosados pezones.
El ambiente está completamente lleno de placer y lujuria. Ellas lo gozan, yo lo gozo; me desean, yo las deseo; la casa se inunda de nuestros jadeos. Mi mano siente el pantano que se aloja en la zona baja de Carol. Echo a un lado la tela que nos estorba y sumerjo un par de dedos en ella, produciendo música para mis oídos.
Mientras que Julieta se apropia cada vez más de mi placer y Petra del resto de mi cuerpo, al mismo tiempo que juega con su mano. Aun así, mi atención se centra plenamente en Carol, llenándola de placer y haciéndole probar de lo que soy capaz de hacer por ella.
Nuestros cuerpos no nos pertenecen, no somos dueños de ellos, sino del placer. Le reclamo a Petra sus labios sobre los míos, haciendo que nuestro control se pierda un poco más. Julieta atiende a la petición de Carol, y deja que ella tome el mando en mí.
Se posiciona encima de mí, metiéndosela completamente entera dentro de ella. Sus movimientos son dignos de la diosa que es. Petra se posa entre las piernas de Julieta, y su lengua hace que esta gima intensamente, aumentando la intensidad de mis deseos, sin embargo, Carol lo capta sin la necesidad de mutar palabra.
Mis manos aprisiona sus caderas, ayudándola moverse cada vez más rápido, al nivel de que requiere nuestro deseo, mientras que sus amigas se devoran entre ellas. Me encuentro al borde eclosionar. No pongo resistencia, quiero demostrarle lo que han sido capaz de hacer conmigo, pero solo una será la que lo disfrute.
La diosa de piel afroafricana hace unos cuantos movimientos de caderas más, antes de sentir la punta de mi falo palpitar dentro de ella y notar como mis fluidos corren dentro de ella. Los cuatro respiramos. Todo ha sido tan intenso, tan placentero que gozábamos sin remedio.
Cierro los ojos durante unos segundos. Dejo de sentir el peso de Carol sobre mí, la presencia juguetona de Julieta y Petra al lado mi. Los abro y efectivamente ya no están. No puedo decir, que aunque haya sido pura imaginación, no ha sido divertido. Me repongo de mi agitación, antes de seguir con mi rutina.
Fantasear, mientras masajeo mi pene ha sido fantástico, pero me ha abierto un poco más el apetito. Mi eyaculación se encuentra sobre mí. La limpio con un trozo de papel. Y aunque estamos en pleno invierno, paseo por los rincones de mi casa con tan solo la camiseta que llevo puesta.
Precaliento la comida ya preparada, mientras que no puedo dejar de pensar en ellas. Con tan solo un rato, han sido capaces de apoderarse de mi mente con su sensualidad, atrevimiento y exclusividad. Durante la mañana, me han dejado fuera de combate.
No sé si realmente son mujeres o son más que eso, por ello mi mente la asemeja a que simplemente son como algún tipo de diosas. Su historia es algo peculiar, al igual que su objetivo, aunque no tienen nada de malo.
Ayudan a gente a empoderarse, como ellas lo hicieron en su momento. Su pasado se llenó de humildad cuando conocieron la otra cara de la vida. Su amistad desde su inicio, hizo que sean únicas. Desde mi punto de vista son como tres superwomen que debemos de admirar por lo que hacen por la humanidad.
La vida puede traernos situaciones complicadas de resolver, y que para encontrar la solución te tienes que topar con un milagro o que la suerte se encuentre de tu lado. En el caso contrario, podemos ser víctima de nuestra existencia.
Por eso, las personas como ellas, que buscan hacer el bien, debemos de mostrarle un reconocimiento lleno de respeto y agradecimiento.
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