Capítulo 7
La conclusión que tengo sobre el burdel de Las Chapiadoras hasta ahora es: No aumentar las víctimas de la trata de personas y ayudar a las personas que más lo necesitan. Julieta, Petra y Carol tratan de echar una mano mostrándole a esa gente que hay más salidas.
—¿Y por qué un club nocturno y no una fundación? —suelto con la segunda ronda de cafés sobre la mesa.
—¿Y por qué no? —rebate Julieta con un trozo de tostada en la boca.
—Todo se inspiró en lo recorrido —Apaga su cigarrillo Petra—. Cuando nos fuimos de la casa de nuestros padres, nos quedábamos casi sin dinero para subsistir, sin embargo, dimos con la fórmula perfecta para conseguir más —¿De qué fórmula hablará?—. Gracias a Dios, a día de hoy solo pensamos en aumentar nuestros ahorros.
—Cosa que no sucedería si hubiésemos construido una fundación —interviene Carol, probando su nueva taza—. Las asociaciones y todo ese mundo se benefician de las donaciones de almas caritativas, y ese dinero, tendría que estar destinado a un proyecto.
—Pero con nuestro propio negocio, somos las amas de nuestra fortuna —habla Julieta con una notable alegría. Se nota que le gusta ser la dueña, además, pienso que tiene madera para ser una buena empresaria.
—Nosotras sabemos cuanto hay, a qué se va a destinar y cuáles son nuestros gastos. —comenta Carol, dándole un bocado a su Sandwich.
—¿Y futuramente, habéis pensado en fundar una asociación? —interrogo agarrando mi vaso lleno de agua.
—No lo descartamos —responde Julieta, sin tapujos.
—Si me lo permitís, os daré mi opinión. —Ellas se mantienen en silencio esperando lo que quiero soltar—. Creo que es una bonita forma de compaginar lo que hacéis con lo de ayudar a otras personas.
—Gracias, lo tendremos en cuenta —dice orgullosa, tras tomar un trago de su café para luego continuar comiendo su media tostada de tomate.
—¿Podría preguntaros sobre vuestro comienzo? —Creo que es el momento perfecto para conocer más de ellas.
—Por supuesto, dispara —afirma Petra simpática. Con su café otra vez a medias, se enciende otro de los cigarros de su paquete.
—¿Cómo os conocisteis? —Le doy la vuelta a la hoja y empiezo a escribir en la nueva cara.
—Nos conocemos desde pequeñas —responde con nostalgia, tomando una calada.
—Nos conocimos desde la escuela —habla Carol, con cierto brillo en sus ojos.
—Hemos crecido juntas —comenta la dura de Julieta—. Somos como hermanas. —Por sus palabras, veo que su infancia ha sido bastante importante para ellas.
—Ya puedo comprender la conexión que tenéis. —Río, animando este momento de recuerdos—. ¿Y qué es lo que os llevo a emprender vuestro negocio?
—Como he dicho antes, todo empezó cuando nos independizamos —vuelve a decir Petra.
—Nos fuimos el mismo día y a la misma casa. —Añade una Julieta llena de melancolía, mirando a sus amigas.
—Cuando llego el momento de pagar todo el primer mes, nos dimos cuenta de que apenas nos quedaba dinero para comprar algo de comer —explica Carol. Toma un sorbo de su café.
—A pesar de que estábamos trabajando. —Resalta Julieta con cigarrillo en mano.
—Hicimos una lluvia de ideas para conseguir dinero rápido. —Continúa narrando Carol—. Pedimos un aumento de jornada, busquemos otros trabajos, pedimos aumento de sueldo.
—Y al final, una acabó en la calle —suelta apenada Petra—. Y eso fue como una predicción de ellas. —Mira a sus amigas con ojos vidriosos. Entre ellas parecen entenderse, me parece tan mágico su conexión.
—Entonces, escogimos otra opción más arriesgada. —Añade Carol con fortaleza.
—La idea no estaba dentro de la lluvia, pero era una opción que no podíamos descartar —cuenta Julieta—. Les propuse el crearnos una cuenta de OnlyFans.
—Al principio nos pareció una locura. —Recuerda Petra, pegando el último bocado a su empanada.
—Mi sugerencia era crear contenido teniéndome solo a mí como modelo, ya que nunca me ha dado ningún tipo de pudor el mostrarme desnuda —expone Julieta su idea principal.
—Sin embargo, al final acabamos como siempre. Lo que hace una lo hace la otra. —Ríe Carol, mostrando un poco de luz a esta triste historia.
—Nos preparamos para realizar nuestra primera sesión de fotos, esa era en ropa interior como prueba y en forma de presentación. —Continúa sin aún encender su cigarro—. Después Petra editó las fotos, mientras Carol pedía algo de comer con lo poco que nos quedaba y yo creaba la cuenta.
—Recuerdo que la primera foto nos encontrábamos en el sofá del piso que teníamos alquilado, tocando el cuerpo de la otra. —Ilustra Petra. Con esos detalles, mi imaginación vuela por sí sola. Pero me debo de aguantar. Debo ser profesional.
—Tú me tocabas el pecho y Carol fue a un lugar más sugerente. —Rememora Julieta, divertida. Trato de animarme, mentalmente, para controlar la excitación de mi cuerpo.
—Y tú nos tocabas el culo a las dos. —Añade Carol con su caracterizada gracia—. Esa noche pasemos de cero a cien euros. —La imagen de esa foto se ve cada vez menos nublosa para mi imaginación por los detalles que han dado.
—Luego de ver la interacción que estaba teniendo las fotos que publiquemos durante esa semana, nos hicimos sesión cada una para presentarnos individualmente —explica Petra, apagando su cigarro en el cenicero de la mesa.
—¿Cómo se llamaba la cuenta? —Con esta cuestión no sé si estoy siendo objetivo o no.
—Desde un principio nos empezamos a llamar "Las Chapiadoras" —responde Julieta con cigarrillo ya prendido.
—¿Por qué Las Chapiadoras? —pregunto curioso. Tomo el último sorbo de mi vaso.
—El nombre se me ocurrió a mí cuando estaba poniendo los datos, no pedí opinión, solo trataba que destacáramos, llamar la atención de los usuarios —cuenta sin mostrar gran detalle.
—¿Y solamente os dedicabais a crear contenido erótico? —cuestiono, a pesar de tener una llama prendía en mí.
—Al principio, sí —contesta Carol honestamente, robando una calada del cigarro de Julieta.
—Después, se nos fue un poco de las manos y empezamos a dar otros servicios que nos llevó a ser lo que hoy somos —comenta Petra, recostándose en su silla.
—Suena como que hicisteis algo malo —digo con gracia.
—No —niega, riéndose—. Es verdad que tuvimos consecuencias, pero sin ellas no hubiésemos podido tener experiencias para aprender.
—Comprendo, última pregunta por hoy y os dejo señoritas —anuncio, simpático— ¿Cuáles eran esos servicios?
—Depende a la época te refieras —responde Julieta, exhalando un poco de humo por la boca—. Pero hemos tenido conversaciones subidas de tono, envío de contenido personalizado, videollamada y lo último de todo fue tener encuentros sexuales. —En resumen, han experimentado de todo.
—Chicas, no sé qué deciros, pero siento que el reportaje está tomando su curso y estoy feliz de contar con vosotras. —Pongo fin, por hoy, a la entrevista. Realmente me han dejado sin palabras y tengo ganas de conocer más sobre ellas.
—Muchas gracias por todo, David —agradece sonriente Carol.
—Ya sabes, si necesitas que volvamos a vernos, solo debes de decirnos. —Me guiña un ojo Julieta. Inconscientemente de lo que ha producido en mi interior.
—Sí, ¿os importaría que a la próxima nos veamos individualmente? —cuestiono, tratando de ocultar mis nervios.
—Claro, lo que necesites, estamos a tu merced —afirma Petra divertida, mirándome fijamente a los ojos como lo hizo la serpiente a Eva.
—A la hora y el lugar que tú decidas —dice Julieta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro