Capítulo 17
Casi una semana después de la entrevista con Julieta... Todavía sigue en la cueva más oscura de mi mente. Y siempre que tengo un poco de tiempo para mí, ella aparece, dispuesta a echarme una mano o más bien su boca.
La investigación ha seguido su curso durante la semana. Las redes sociales tiene una política muy estricta sobre la propagación de contenido sexual, hasta el punto que un pezón femenino no puede verse entre las diferentes publicaciones. Cuestión: ¿Cómo han conseguido sobrevivir los perfiles que tenían?
Sinceramente, desde mi punto de vista, es una de las cosas que se quedan muy atrasadas en el siglo en el que estamos. Aumentando las horas de investigación, pude encontrar cuentas que consigue burlas las diferentes restricciones de las redes más famosas.
Sin embargo, algunas de las cuestiones que no he podido solventar la haré durante la entrevista con Petra, hoy. Como me comentó Julieta, ella era y es la encargada del Marketing de las Chapiadoras.
Estoy nervioso. Espero que Petra no quiera introducirse en mi mente y convivir con su amiga en la cueva de la perversión. Salgo de mi mente y envío el documento actualizado a mi jefe, antes de apagar el ordenador y guardar mis cosas en la mochila.
―Creo que el reloj te funciona mal ―comenta Max al verme.
―Tengo permiso.
―¿Estás malo? ―Alza la ceja.
―No, pero tengo una entrevista esta tarde. ―Trato de saciar su curiosidad.
―¿Es con unas de esas mujeres? ―Deja los auriculares sobre la mesa.
―¿Y qué más te da a quién sea? Eres un cotilla ―suelto, cerrando la mochila.
―Me gusta saber ―me afirma―. Además, te veo día a día involucrado, cuéntame algo sobre tu reportaje ―súplica con cara de cachorro.
―¿No sabes que lo bueno se hace de esperar? ―Pongo mi mochila sobre mis hombros. Tengo comprobado que si hablas sobre un proyecto, nunca sale bien.
―Venga, dime una pequeña pista.
―No.
―Si me la dices te invito a cenar esta noche ―dice en modo de intercambio.
―¿Es que ahora somos novios? ―hablo divertido.
―¡Eso nunca! ―exclama con asco. Me río de su reacción― Pero por favor...
―Es sobre prostitución sana ―digo vencido por su insistencia.
―¿Prostitución sana? ¿Eso existe? ―cuestiona extrañado.
―Sí. Y ahora me debo de marchar ―le informo, dando mis primeros pasos―. Mañana te cuento que tal me fue.
―¿No cenamos juntos? ―cuestiona, aumentando el volumen de su voz.
―Luego te escribo. ―Me doy media vuelta y respondo caminando hacia atrás.
Durante el trayecto que hay entre mi casa y la redacción no entro en el dilema que lleva en mi mente desde hace tres días ¿Y gracias a quién? Efectivamente, a Julieta.
Puedo dejar que mi mente se relaje, escuchando las letras de las canciones, mientras conduzco. Al llegar, busco un aparcamiento cercano. No voy a meter el coche en el garaje cuando luego lo voy a usar. Para perder el tiempo ya está Max, que por su culpa hoy me tengo que preparar la cena, porque anoche nos piquemos a jugar al FIFA,
Después de preparar el almuerzo, lo dejo reposar unos minutos, mientras me doy una ducha rápida. Al salir del baño, con la ropa que usaré en la tarde, me sirvo el almuerzo.
Tras unas cuantas horas tranquilo en casa, es hora de partir hacia la ubicación indicada por Petra. Rezo porque mi mente no se quede engatusada de ella y que ella no quiera hacer compañía a su amiga.
Una vez que llego al parque que me dijo, ahí la encuentro, con una vestimenta menos llamativa en comparación a Julieta, pero igual de elegante. Ella lleva un abrigo largo con un color que recuerda a las hojas en otoño y botones negros.
Este no está cerrado del todo, así que puedo ver que también lleva una blusa fina roja, unas medias blancas y unos zapatos de tacón.
El lugar como era de esperar, hay niños que corretean de un lado para otro jugando. Sin embargo, Petra se encuentra en un rincón tranquilo, entre dos árboles y unas farolas.
―Hola ¿Cómo estás?
―Hola, bien ¿y tú? ―Se levanta del banco, para recibir mi saludo.
―También bien. ―Miento. Por dentro me encuentro nervioso.
―Me alegro de que sea así ―dice, sonriente.
―Igualmente, digo señorita ―hablo con gracia.
―Ya veo que eres un galán. ―Ríe.
―Lo siento, no iba con esa intención.
―No hay nada que disculpar. ―Le quita importancia al asunto con su gracia.
―¿Estás sola? ¿No estás con un guarda espalda? ―cuestiono, sorprendido por no verla acompañada.
―Sí, está ahí. ―Señala donde se sitúa.
―¡Ah! Ya lo veo. ―Lo saludo con un gesto de brazo para que lo reciba.
―¿Qué haces? ―cuestiona, sin entender.
―Saludar ―respondo como un niño inocente―. Es de buena educación.
―Cierto. ―Agarra su teléfono para hacer una llamada y escucho la orden que sale por su boca―. Saluda― El guardia, hace el mismo gesto que hice. Supongo que nunca le dicen no.
―No era necesario. ―Esta vez soy yo el que río.
―Es de buena educación ―repite lo que le he dicho.
―Tienes razón. ―Ahora los dos soltamos una risa―. Una pregunta, ¿por qué has elegido este parque?
―Me trae bonitos recuerdos de cuando era pequeña ―responde con melancolía.
―¿Vivías cerca de aquí?
―No, mi abuela ―niega con un tono cortante. Imagino que no quiere hablar de ello.
―Comprendo. ―No indago más.
Tanto Julieta como Petra han elegido lugares que han dejado marca en sus vidas. Aunque para entrevistas como este tipo, que se trata de que el entrevistador conozca a la otra persona es lo apropiado.
Ya sé que su pasado no ha sido bastante bueno, pero me imagino que gracias a su pasado son mujeres fuertes que se dedican a ayudar a otros con una situación similar. Su labor será criticada por muchos, pero realmente no hacen nada malo, además hacen un bien social. Cosa que otras personas no hacen.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro