Cuando llego a casa voy directo a mi habitación, pero cuando estoy a punto de entrar, me encuentro a la pelinegra en la ventana. Se gira cuando nota mi presencia en la puerta. Durante su corta caminata, se deshace de sus lentes oscuras que ocultaban el veneno de su belleza.
"¿Preparado para experimentar tus fantasías más extremas?", interroga rompiendo los límites de la distancia entre nosotros, sin embargo, dura menos de lo que me gustaría. Se aleja con su contoneo de caderas y con un bailecito se deshace de su glamuroso abrigo.
"¿Desea que me lo quite?", me pregunta, mirándome intensamente a los ojos. No soy capaz de pronunciar palabra, pero ella actúa según la respuesta de mi inconsciente, porque sabe que en lo más profundo de mí, quiero descubrir lo que esconde ese vestido oscuro.
"¿Quieres qué me lo quite?", pregunta de forma sugerente, yo sigo sorprendido por lo que veo delante de mí, por lo que no doy ninguna respuesta y ella actúa por su propia cuenta, pero con su gracia. Se da la vuelta y con pequeños movimientos de caderas se lo baja hasta que este llega al suelo.
Cuando menos me lo espero, lo veo tirado en el suelo. Subo la mirada, descubriendo el color de su lencería. Se agacha, sugerentemente, para recoger lo que me estorbaba de hermosa visión y lo deja en algún lugar que no nos estorbe.
El resonar del tacón de sus botas, suena con firmeza hasta sentarse sobre las sábanas limpias de mi cama. "¡No te quedes ahí!" Dice para que pueda reaccionar. Me siento a su lado y pone una de sus piernas sobre mí, para que me deshaga de su alto calzado.
Bajo la cremallera con delicadeza, haciendo que nuestro gran deseo suplique. Una vez que me deshago de la bota y de la media que cubría el pie, lo tengo entre mis manos. Lo trato como si fuera lo más preciado en esta vida. Lo masajeo, lo beso e incluso me atrevo a lamerlo, mientras Julieta disfruta de cada uno de mis cuidadosos gestos.
Sin embargo, vuelve a tomar el mando. Lo retira en el momento en el que mi deseo se estaba duplicando por un millón más. La miro directamente a los ojos y las palabras simplemente sobran en esta conversación.
En un beso devorador, me tumba y trata de quitarme el pantalón como la fiera del deseo que es. Cuando arranca cada una de mis prendas, me quedo igual de desnudo que ella. Agarra mi erección sin temor, sin delicadeza, y empieza jugar con él con sus manos, para después meterla hasta el fondo en la boca.
Disfruto, mientras con una mano tengo agarrado gran parte de su cabello y marco el ritmo que deseo. En ocasiones, hago que se la saque para que lama mis huevos y luego metérsela de nuevo hasta el fondo. Dejando el miembro babeado de su saliva. Lo gozo, mientras indago en mis más oscuras fantasías.
Tiro de su cabello, sacándola toda de su boca. Hago que se tumbe para yo colocarme sobre ella. Lamo sus pechos e hinco el diente en sus pezones, con delicadeza, mientras sus dedos se enredan en mi cabello.
Bajo un poco más y me encuentro con el monte de venus, lo recorro con mi lengua hasta llegar al botón del placer, el cual juego con mi húmeda boca. Ella gime sin parar. Empiezo lento, subiendo las revoluciones por cada segundo que pasa.
Acompaño mi movimiento de lengua, metiendo dos dedos en ella, haciendo que disfrute más de la experiencia. Ya le dije que las chicas no tienen queja de mí. Noto como su vagina se contrae, así que paro. No quiero que esto termine tan pronto.
Subo y le ofrezco mis dedos llenos de su flujo, y como esperaba, no le hace ningún feo. Se los mete deseosa, saboreando lo rica que es ella misma. El momento de darnos placer mutuo al mismo tiempo, se hace presente.
Introduzco mi miembro con delicadeza, pero a continuación me muevo dentro de ella sin ninguna consideración, solo busco mi placer y sé que ella igualmente lo está disfrutando, porque no pone resistencia, ni se queja. Solo se dedica a gemir y hacer que los vecinos se enteren de lo que estamos haciendo.
Ambos recibimos lo que deseamos. Cada vez nos acercamos más a tocar las estrellas. El sudor en nuestro cuerpo es la prueba que demuestra lo intenso que está siendo este momento. Acerco mi boca a su cuello y se lo muerdo, como si tuviese sed de su dulce sangre.
Antes de que esto llegue a su fin, cambiamos de posiciones. Ahora, ella es quien está encima de mí como la diosa que es. Ella se mueve igual de piadosa. Sus manos se encuentran en mi pecho, mientras mueve su cadera a un nivel que desconocía.
Cuando ella baja, yo le ayudo a que sea más intenso. Y cuando menos me lo espero, llenándola de leche, mientras ella llega al orgasmo, al sentir mi polla palpitar dentro de ella. La saco y veo en primer plano como mi fluido se está derramando por toda su vagina.
Sin embargo, para ella no es suficiente. Con movimientos suaves, aumenta el placer de su orgasmo, sacando todo lo que lleva dentro de ella. Disfruto de la hermosa vista que tengo de su cuerpo, mientras mueve sus caderas en círculos.
Cuando se sacia, siento que pierdo la noción y en un par de parpadeos, noto como se esfuma ¿Qué ha ocurrido? ¿Ha sido todo parte de mi imaginación? Me encuentro desnudo en mi habitación, con mi corrida encima de mí y mi mano agarrando mi miembro.
Ojalá todo esto hubiese pasado realmente. Todo era tan intenso, tan maravilloso que solo puedo desear eso, que hubiese sido real. No me puedo enfadar con mi mente porque lo disfruté igualmente, pero espero que esto no se haga costumbre, porque si no tendré un gran problema.
A pesar de la hora que marca el reloj que tengo en la mesita, el hambre no aparece, así que limpio el fluido que tengo encima de mí y me meto dentro de la cama a descansar un rato. Me siento agotado por el día de hoy, pero lo que ha colmado el vaso ha sido todo esto que ha pasado por mi cabeza. Durante ese momento no he sabido diferenciar la realidad con el mundo creativo que permanece dentro de mí.
Cierro los ojos y en seguida me quedo dormido. Cuando los abro pienso que estoy en un sueño, pero la hora que me marca el reloj y lo oscuro que está todo, creo que esto es la plena realidad.
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