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Capítulo 11

Durante la tarde de ayer, estuve entretenido investigando más sobre los creadores de contenido de OnlyFans, en específico a la pareja que aceptó la entrevista, que casualmente se llevará a cabo dentro de un rato. Nada más llegar a mi mesa, me puse en contacto con ellos y acordemos una hora para hacerla.

Y apenas es la hora de la conexión y ya me encuentro en un despacho aislado procurando que todo esté correcto. Aprovechar la tarde de ayer para investigar me ha hecho estar prevenido para hoy. El tiempo camina lentamente. Ya tengo todo listo para la videollamada y estoy esperando impacientemente.

Al cuarto de hora, el ordenador me indica que ya es la hora. Ellos me notifican en un mensaje que ya están preparados para conectarse, así que inicio la videollamada, de manera inmediata. Cuando la aceptan, veo que en mi pantalla se refleja a un hombre barbudo sin pelo en su cabellera y a una mujer de media melena con ojos esmeralda.

—Buenos días, gracias por haber aceptado a colaborar con el reportaje —saludo, agradeciendo la entrevista.

—Buenos días, gracias a usted por contar con nosotros. —Me devuelve el hombre educadamente.

—Primeramente, me gustaría que nos presentáramos —sugiero tranquilo con mis codos sobre la mesa—. Yo me llamo David y soy periodista, como ya os he dicho anteriormente, y estoy haciendo un reportaje donde la plataforma de OnlyFans ocupa un gran lugar.

—¡Encantado David! Yo soy Israel y me dedico a lo que es lo audiovisual —se presenta amablemente el hombre.

—Yo me llamo Fátima y soy veterinaria —habla la mujer sonriente.

—Encantado de conocerles. —Sonrío, antes de comenzar la entrevista—. Si os parece, empezamos ya la entrevista o si me quieren hacer una pregunta antes, son libres de hacerlo.

—¿Podemos saber más sobre lo que trata el reportaje? —interroga Fátima de forma agradable. Curiosa o desconfiada. No estoy seguro. Su rostro muestra calma desde el otro lado de la pantalla.

—Por supuesto. Concretamente, estoy trabajando en un reportaje sobre el club nocturno de Las Chapiadoras, no sé si habéis escuchado hablar de él —explico con un poco de temor a que se echen atrás.

—No, no hemos escuchado hablar sobre él —niega Israel. Su cara muestra que he despertado su curiosidad.

—Es un club que tiene su peculiaridad por el hecho de que tratan de empoderar a las personas, que son víctimas de la pobreza —cuento el objetivo que tiene el burdel.

—¿Las prostituyen? —cuestiona Fátima con desconfianza.

—No, lo contrario. Procuran buscarles un trabajo digno. —Trato de calmarla.

—¿Entonces, en ese club no hay mujeres? —pregunta esta vez Israel, refiriéndose a las mujeres de compañía.

—Sí las hay, pero son por su propia voluntad, no porque necesiten el dinero —respondo, esperando saciar su curiosidad.

—¿Y qué tiene que ver OnlyFans en todo esto? —Vuelve a interrogar la mujer de media melena.

—El objetivo de mi reportaje es resolver la siguiente cuestión ¿Existe la prostitución sana? Es decir ¿Hay gente que lo hace por voluntad propia? Y si es así ¿OnlyFans es un paso más? —Hago una pausa—. Por otro lado, las dueñas del club empezaron a través de esta plataforma, por eso es un punto relevante.

—Entiendo —comenta pensativa—. Aunque eso depende de como uno use la aplicación.

—¿Con qué fin lo usáis vosotros? —interrogo, agarrando mi bolígrafo para empezar a apuntar los detalles más significativos.

—Nosotros usamos OnlyFans para exponer nuestras fantasías, además de conseguir un dinero extra —responde honestamente Israel.

—¿Pensáis que la plataforma puede sacar a la gente de la pobreza? —pregunto, pensando en el éxito que tuvieron Las Chapiadoras.

—Depende, pero sí. Puede ser una gran ayuda, aunque depende del tipo de perfil y la constancia que tengas —explica Fátima, un tanto analítica.

—Al nivel que nosotros hacemos y al precio de la suscripción, no. —Añade Israel. La curiosidad me incita a preguntarle el precio de la suscripción, pero no pretendo adentrarme, así que la cuestión se queda en el aire.

—¿Tenéis una comunidad formada? —Intercambio el bolígrafo por la botella que tengo al lado.

—Sí, pero está abierta a crecer, así que se puede añadir cualquiera que lo desee —afirma Fátima con una sonrisa.

—¿Y cómo es vuestra experiencia? —Cuestiono tras beber un poco de agua.

—La verdad es que hemos tenido la suerte de encontrarnos a gente respetuosa —habla el hombre de forma orgullosa, evaluando a sus seguidores.

—Excepto alguno otro que no sabe ni lo que es el respeto —suelta Fátima.

—¿Qué es para vosotros estar registrados en esta plataforma? —Siento a entrevista está yendo de fábula, me está ayudando a avanzar en el reportaje.

—Esto para nosotros es un hobby, nos entretenemos en planificar y una vez que está todo listo, pues hacemos el vídeo o las fotos. —Gesticula con sus manos.

—Un hobby que nos permite tener otros hobbies. —Ríe Fátima—. Gracias a OnlyFans, al conectarnos con gente que nos apoya económicamente, pues podemos permitir algún viaje e ir al gimnasio.

—Bueno, el gym es algo que complementa a nuestro contenido —comenta Israel, mirando cómplice a Fátima.

—Entonces los viajes también. —Razona la mujer, devolviéndole la mirada.

—¿Cuánto tiempo lleváis utilizando OnlyFans? —Ambos vuelven a situar su vista en la pantalla de su ordenador.

—Creo que menos de un año ¿no? —dice Israel con cierta duda, volviendo a mirar a su compañera para que confirme.

—Llevamos como unos diez meses ya —asegura Fátima, amablemente.

—¿Y qué es lo que más os gusta de esta experiencia?

—A mí personalmente el apoyo de los creadores —contesta sonriente.

—A mí lo que más me gusta es la comunicación y que nos den ideas para crear contenido. Así ya la comunidad no es solo nuestra, sino que también pertenece a los seguidores —cuenta Israel. Se nota que tiene pasión por su profesión.

—¿Y a la hora de crear contenido? —Alzo una ceja de forma atrevida. Ellos se ríen por mi gesto.

—A ver, aparte de que es algo a lo que me dedico y hacer esto de forma libre, sin las exigencias del cliente y mostrando lo que yo deseo, está guay, pero además es un modo de pasar tiempo juntos y divertirnos un rato —explica divertido.

—Yo opino igual, es un modo de pasar tiempo juntos y divertirnos, pero para mí es una forma de mostrar mi sensualidad, mi cuerpo y ayudar a otra gente a fantasear —habla Fátima en el mismo tono que su pareja.

Al terminar la entrevista, me siento orgulloso por la información recaudada para el reportaje. Además, me llevo una conclusión para poder comparar la vivencia entre Las Chapiadoras y esta pareja. Ambas experiencias son aceptables, a pesar de que son distintas.

Las Chapiadoras trataban de conseguir a través de la plataforma un dinero extra que le permitiera vivir. Sin embargo, a la pareja lo único que le importa es divertirse y mostrarse tal y como son, compartiendo sus fantasías más eróticas y haciendo lo que les gusta. 







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