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carta 4

Se me va tornando más difícil escribir cada suceso, es una sensación rara; una amalgama de dolor pero a la vez necesidad de expresarlo, pues sino a veces siento que voy a explotar.

Queridísima Mel, nunca imaginé que Dios me permitiera verte de nuevo después de esta infausta despedida.  

Yo esperaba tanto el 15 de Marzo con tantas ansias, era un día crucial para mí, lo había planeado hace meses. Me acuerdo tu cara llena de asombro cuando te dije que no sabrías más de mí definitivamente; excepto el día de tu cumpleaños, que tampoco me verías, pero te haría llegar mi regalo.

Me pediste que te diga qué era el regalo tan misterioso. Creo que la curiosidad es la principal cualidad de una mujer y fue un pecado decirte algo a medias; que te tenía un regalo y no decirte de qué se trataba, de hecho que a cualquier fémina le carcomería el alma la curiosidad de qué era y más aún que yo te dijera que ni lo imaginabas. Cuando te lo dije aquel 30 de diciembre, nos distanciaban 75 días aproximadamente; dos meses y medio de incertidumbre.

Mi plan en principio era enviarte el regalo con Mariafé, claro soñaba con muchas escenas tan ilusorias; como que le pedirías a ella que te diga dónde encontrarme y vinieras por mí, sería ideal pasear o ir a comer los tres juntos. En fin, tonterías como esa, que solamente se le pueden ocurrir a alguien como yo.     

Con el tiempo las cosas cambiaron y mis planes también, pese a que no nos veíamos surgieron algunos problemas que nos distanciaron más sin embargo mi idea del regalo no cambiaría por nada. Mediante alguno que otro milagro por obra y gracia de Mariafé nos unieron de nuevo por lo  menos para tener la posibilidad de darte el regalo que lo tenía guardado meses y meses en mi habitación.

Aquel 15 de marzo, Te llamé a las 00:00 horas , sin embargo no contestaste, yo solo quería ser el primero en cantarte el “las mañanitas…”. Ya habíamos quedado en vernos para entregarte mi regalo; prácticamente te tuve que suplicar que me des un poco de tu tiempo y que además Mariafé te quería ver, por lo que aceptaste.

Tengo varias escenas que aletean en mi memoria; te sorprendiste por el regalo, realmente no lo esperabas y te preocupaste por lo que te podría decir tu mamá, porque no era algo como un peluche, un perfume o una tarjeta. Aunque no fue lo único que te di, pues cuando nos vimos antes de que llegara Mariafé, brindamos con una copa de un vino “Perfecto amor”, te di tus chocolates favoritos “Ferrero Rocher”y una infaltable rosa.

Te sorprendió mucho mi regalo principal y nunca lo imaginaste ni presagiaste, era bueno sorprendiéndote pues siempre lo hice. Además hice una carta para tu madre. Sí ya lo sé era una locura.

Te hice prometer que se la entregaras y te la di sellada para que  no se te tientes a leerla; sin embargo me preguntabas qué le decía en la carta porque temías su reacción.

Te dije que si algo sabía hacer bien era hablar y escribir. Como no era posible hablar con ella, pues le envié esa carta de unas 4 páginas explicándole : quién soy, la razón del regalo y parte de nuestra historia, por supuesto aclarándole que no tenía pretensiones contigo, pues solo éramos amigos en la actualidad; por lo tanto el regalo no se lo daba esperando algo a cambio sino era la más pura expresión de amor, agradecimiento y bendición que Dios puso en mi corazón.

Te pedí que me comunicaras si es que tuviera algún problema con su  madre y era necesario que yo hable con ella, solo me lo digas y yo iría. Sea buena o mala la noticia me lo hagas saber. Ese para mí era el último capítulo en mi historia contigo y cuando te pregunté sobre la reacción de tu madre ante el regalo y mi carta me sorprendió pues me dijiste en un mensaje de texto : “me fue bien, no te preocupes, mi madre quiere conocerte…”

Cuando cenamos Mariafé, tú y yo; me puse melancólico y me costaba comer, por momentos tenía el rostro desencajado y algo ido, Mariafé me miraba preocupada y ante el silencio que reinaba en nuestra mesa.

Tú me regañabas dulcemente y me dabas de comer a la boca, me acuerdo que eso hacías siempre cuando estábamos juntos y solos, aunque parezca cursi, pero me dabas de tu plato a mi boca y yo, aunque esté molesto, decaído o stresado no me resistía a ello. Yo hacía lo mismo contigo y así podíamos comer juntos; pero esta vez no estábamos solos. Una niña nos observaba sonriendo muy feliz. Lo más curioso era que se había cortado el fluido eléctrico en el restaurante y nos pusieron velas con lo que la cena se hizo más romántica, parecía que yo lo había planeado así y aunque no era cierto pues fue idóneo para el momento.

Yo me ponía así porque me sentía como en una “ultima cena”, tú intentabas animarme y me mirabas con tristeza. Por mi mente pasaban todas las peripecias por la que tuve que pasar para estar ahí contigo y mi hija disfrutando de una cena, mis ojos se tornaban acuosos y a punto de explotar en llanto. Tú también te conmovías pidiéndome que no me ponga así, cuando vi que te abanicabas con tus manos, hacías eso para evitar tus lágrimas. Me calmé para no apenarte más pues me partía el alma verte triste.

Por un momento nos olvidamos de Mariafé y me puse de pie te tomé de la mano  te dije mirándote a los ojos casi como despidiéndome: “Gracias por brindarnos tu tiempo, fue muy especial y será inolvidable para Mariafé y para mí” ; me sonreíste y me dijiste : “No, no digas eso, al contrario, ¡Gracias a Mariafé y en especial a ti por todo!”.

Estábamos tan cerca, nos mirábamos tan profundamente que casi nuestros labios bailaban un vals de besos, se detuvo el tiempo y solo estábamos tú y yo, mientras Mariafé suspiraba contemplándonos tan emocionada, como viendo su telenovela o serie favorita, solo que era real, sus papitos juntos, parecía un sueño.   

Más tarde Mariafé me dijo que su FE se basaba en cómo nos veía cuando estábamos juntos, no importa que no nos viéramos un mes o un año, parecíamos como esposos enamorados, hechos el uno para el otro, por eso es que ella creía tanto en nuestro amor incluso más que nosotros mismos.

Mi querida Mel, esta noche he vuelto a recordar ese episodio, recuerdo también que había algo que te impedía volver a reiniciar nuestra historia de amor, algo que me daba miedo indagar, que tú lo escondías y que siempre que estábamos juntos pasaba a segundo plano.

Entonces otra vez, resonaba aquella frase de cuando nos besamos,  nos miramos y hablamos por horas, al teléfono hasta la madrugada… siendo solo “amigos” y yo te pregunté con cierto temor “¿fue casi como antes cuando estábamos…?; tú me respondiste con gran certeza : “todo fue como antes …”. Es doloroso pero quedó en el vacío y ondeando la frase : “…y entonces ¿por qué seguimos separados si cuando estamos juntos somos uno?.

Ahora una idea me atormenta, he llegado a la conclusión de que tú no quieres que conozca a tu madre, tus actitudes me lo han mostrado muy claramente.

Te dije que ya no tengo intenciones contigo porque no me gusta forzar la situación, sin embargo insistes en que, es ella quien no tiene tiempo y por lo que sospecho le has dicho lo mismo a tu madre de mí. Me arrepiento de no haber escrito mi número de celular en la carta, aunque mi idea no era precisamente conocer a tu  madre, pero ahora el encuentro con tu madre solo depende de ti, y claro si eso no se concreta no quiero que piense ella que yo le estoy rehuyendo o algo así.

Hoy también fue funesto para mí porque me enteré sin buscarlo por las redes que tu : “estoy saliendo con alguien” sigue en pie y claro que me dolió mucho. Esta carta no es para desbordar toda mi aflicción, dar pena o mendigar compasión sino me preocupa dos cosas: Conocer a tu madre y celebrarle el mejor cumpleaños a mi hija, no importa que mi alma esté destrozada, estaré bien y me levantaré como siempre.

¿Sabes qué es lo que más desea mi Mariafé?; verte en su cumpleaños, hubiera preferido que me pida lo que sea, cualquier otra cosa que pueda depender de mí y que esté a mi alcance pero no es así y siento que las dos cosas están relacionadas, es decir, si logro conocer a tu mamá tendré la oportunidad de cumplirle el sueño a mi Mariafé. No, no exagero, créeme lo veo tan difícil ese suceso que le dije a mi hijita que eso no podrá ser y ella lo entendió. Solo un milagro lograría que tú, viajes 50 kilómetros y des de tu tiempo toda una tarde para pasar un momento con ella y conmigo si es que no te incomoda.    

Haré el intento y tiene que ser sorpresivo, pues, aunque faltan casi dos semanas debo apresurarme porque según mis proyecciones ; si es que sale como lo estoy planeando  y sobre todo, si Dios así o quiere, lo lograré.

Lo que más quiero es ver feliz a mi Mariafé en su cumpleaños, ella se lo merece; es muy complicada la hazaña porque no sé cómo ubicar a tu madre y más aún sin que lo sepas.

Apenas me acuerdo de su nombre y un apellido y por un detalle que se me vino a la mente podría intentar ubicar tu casa; porque aunque suene irónico, hasta ahora no lo conozco.  Puede parecer raro pero nuestra relación siempre fue a escondidas y tu madre nunca lo supo ni llegué a conocer tu casa pero eso fue por ti, pues si por mí fuera yo me hubiera presentado a tu  madre hace tiempo.

Esta noche voy a tener que hacer mucha memoria de más detalles que me ayuden a investigar y entre mañana o pasado intentar hacerme tiempo para ir a ubicar tu casa o el trabajo de tu madre, para presentarme solo.

Espero que Dios me guie porque solo con su ayuda podré lograrlo pues si sucede comenzaré a creer que Él responde mis plegarias y es su voluntad, porque todo sucede con un propósito y en su divina soberanía.

   

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