Escrita por: Lexie

Escrita el día: 20/04/2020

Desde muy pequeña siempre fui callada con el resto del mundo. Cuando estaba en casa con mis padres, era cuando me sentía tranquila, cómoda y feliz. Aún recuerdo cada noche de películas, donde insistía siempre en el canal de Disney, ellos se volvieron mi todo. No importaba el resto del mundo si solo podía abrazarlos. Para otras niñas, la felicidad estaba en jugar muñecas o salir en bicicleta, pero no sentía eso en mí, porque para mí el estar feliz era ver las sonrisas de mis padres y sentir su amor.

Para el mundo, para las niñas o niños, el ser tímido era señal de ser un fenómeno que producía repulsión para ellos. Nunca tuve amigos, y siempre me sentí sola. Las burlas no faltaron, los actos crueles contra mí, muchas veces hablé y los castigaron, pero solo lo hacía peor más adelante.

Reprimí todo lo que sentía, y solo cuando salí de la escuela tuve un respiro, aunque no debí sentirme segura, porque el mundo exterior fue incluso más cruel conmigo.

Creo que a veces simplemente existimos personas a las cuales las desgracias atraen, y llega un instante donde el hecho de respirar resulta un esfuerzo.

Las personas nunca llegarán a amar el desastre que soy, lo dañada que estoy, no les gusta lidiar con problemas, y creo que he decidido aceptar eso.

Un abrazo.

Alex G P