Escrita por: Lexie.

Escrita el día: 06/11/2019

¿Como empezar?

Iniciemos por el principio:

Recuerdo sentirme perdida, el dolor se incrustaba en mi interior, era algo tan feroz y fuerte, no sabía de dónde provenía, no había justificación. ¡No había razón! Era simplemente algo que quemaba por dentro.

¿Acaso debe haberla? ¿Hay una razón para sufrir? ¿Un motivo? Por supuesto que debe haberla, pero ese día no había una, solo pude llorar silenciosamente, sin emitir algún sonido fuerte. Mi corazón gritaba, no sabía qué hacer.

Esa tristeza que no sabía cómo controlar, era ingenuidad mía decir que no había un motivo, pero sí que lo había, solo no sabía aceptarlo. ¿Cómo controlar el dolor? ¿Cómo desprenderte de él? Ese día deseé brillar, deslumbrar, impresionar y maravillar, pero ¿cómo lograr eso? Las grietas no se están cerrando, solo conocía el dolor.

Algunas personas pueden hacerte daño sin siquiera intentarlo, logran marcarte, es algo tan sumamente impresionante que alguien, con tan solo decir unas palabras, logré hacerte sentir de lo peor.

Soy frágil, debo decirlo, me afectan tanto las cosas, no sé cómo mierda expresarme, nunca he buscado ayuda, he dado señales, pero seguro no han sido suficientes, es algo incomprensible. El dolor de mis heridas es tan profundo que a veces no sé cómo sanarlo.

O tal vez nunca logre sanar.

A veces quisiera solo introducir mi pequeño cuerpo en una caja de cristal, para que nadie me hiera, pero cuando lo haces, son esas mismas personas que destruyen tu caparazón e incrustan esos mismos pedazos de vidrios en tu piel, abriéndola. Ella está ahí, parada, mirando hacia el vacío, mientras la sangre corre por sus brazos, perdiéndose en el interior de sus ropas.

Una palabra.

Una lágrima.

Un corazón.

¿El motivo de la herida?

Muchas personas.

Un abrazo.

Alex P.