Capítulo XXVIII.
Estaba cómodo, cálido, suave y acolchonado. Es como si estuviera durmiendo sobre una suave nube de malvavisco, ni siquiera las camas mas caras sobre las que había dormido se comparaban con lo acogedor que era esa cosa sobre lo que estaba durmiendo.
Pero todo lo bueno siempre debe terminar.
Una mano fría la cogió del brazo, sintiendo enseguida cómo es que caía sobre el duro suelo, lejos de aquel cálido colchón dónde dormía.
—Largate de una vez maldita zorra. —Si sus fanáticos lo vieran en ese momento sin dudas no lo reconocerían.
Sus manos estaban blancas por el frío, su mandíbula tiritaba y sus mejillas estaban rojas, debido al vuelo desesperado que había echo para encontrar al peli-blanco.
Por supuesto que lo había encontrado, amarrado como un animal en un cuarto desolado, intentando darse calor de forma inconciente, pues se encontraba desmayado en medio de la fría madrugada.
Al ingresar en la casa espero ver al pecoso con la cabeza de la muchacha entre brazos, pero no.
Lo encontró dentro del nido dormido, con la desgraciada entre las piernas de su futuro hijo adoptivo tal y como lo haría una ramera de cuarta, aquello lo en-rabio aún más.
—¡Keigo! —Lo llamo Katsuki tan rápido como pudo, intentando estar consciente.
—Tu duerme Katsuki, voy a tirar la basura. —Con todo su enojo contenido la agarró del cabello, escuchando las suplicar de la niña le daba, pero el no escuchaba.
Estaba tirando tan fuerte que varios mechones de cabello rubio se desprendieron de la niña, dejando un pequeño rastro mientras que su cuero cabelludo se iba tornando de un rojo escarlata bastante vistoso.
—¡Para porfavor! ¡No debo perder más sangre! —Intento detenerlo.
Podía sentir su ritmo irregular, el como le costaba respirar, el dolor de sus finos cabellos rubios eran desprendido por enormes mechones, las lágrimas que bajaban por sus mejillas, el dolor de cabeza insoportable que le estaba atravesando.
Bakugou, sin perder tiempo tecleo lo mejor que pudo al Takami, derribando su cuerpo al suelo, logrando por fin que suelte a la muchacha.
—¿¡Pero que mierda te pasa!? —Le grito bastante enojado, recomponiendose de inmediato.
La niña había estado durmiendo entre sus brazos sin problemas, le había estado sintiendo en todo momento, el como su respiración era irregular y el frío natural que emanaba de su cuerpo. Le asustaba que pudiera sufrir de hipotermia si es que la sacaban arrastras de la casa.
—¡Ella debe irse! Traje a Touya moribundo, ¡Y ella acostada entre tus piernas como una maldita puta sinvergüenza! —No entendía, ¿¡Porque la defendía!?
—¡Ella puede quedarse por hoy! —Intento ofrecer una solución.— ¡Prometo hacerme cargo de ella mientras esté aquí!
—¿¡Porque debería de creer que esa maldita malnacida no intentará dañarte a ti también!? ¡Piensa Katsuki! ¡¡Ella puede matarte mientras duermes!! —Comvirtio sus plumas en espadas, mientras que humo negro salía de las palmas de Katsuki.
Himiko observaba todo desde el suelo, no podía levantarse por estar amarrada, así que solo podía observar la espalda de su rubio salvador, intentando protegerla del héroe rubio.
Un hilo de sangre bajo desde su cien hasta su mentón, mezclando parte de sus lágrimas, haciéndola más líquida que antes.
No entendía, ¿Porque la defendía? ¿Porque? ¿¡Porque!? ¿¡¿Porque?!? ¿¡¿¡Porque!?!?
—¿Porque...? —Murmuro, con su voz rota.
El pecoso no se encontraba en el lugar, de seguro estaba atendiendo las heridas de su otro amigo, mientras que ella simplemente no debía hacer mucho esfuerzo por las futuras marcas que podría llegar a generar en su pálida piel.
—Basta...
El héroe alado se enfrentó al adolescente explosivo, nublando parte de la sala de estar con el humo, pero sin llegar a dañar un solo mueble de la propiedad.
Ella se fue aún rincón, abrazando sus rodillas mientras que el hilillo de sangre dejaba un rastro en su dirección, cosa que agradeció que ninguno de los dos varones rubios notaron debido a lo consentrados que estaban por no explotar ni cortar ninguna sola decoración del lugar.
—¡Ella está enferma! ¡¡Comprende porfavor!! —Aquella voz femenina la reconocía, apesar de a ver pasado años aún podía escucharla en su cabeza.
—¿¡Y que mierda quieres que haga!? ¡¡Es tu maldita hija!! —Y esa voz masculina era de aquel demonio lujurioso.
—¡¡Yo no tengo ninguna hija enferma!! Mírala, ¡Es patética! —La histeria era palpable en aquella mujer de cabellos rubios.— Salió así de enferma por tu maldita culpa. —Le acuso.
—¿¡Yo que carajo se supone que tengo que ver en todo esto!? ¡¡Tu la pariste!! ¡Es tu maldita responsabilidad! —Le devolvió la culpa.
Ellos no lo sabían, pero una pequeña niña rubia estaba escuchando sus gritos, escondida en el baño de la casa.
¿¡Porque mierda justo ahora los recuerdos debían estar atacando la!? ¿¡Porque simplemente no paraban!? ¿¡Porque tenía que recordar a ese maldito hijo de puta ahora mismo!?
—Himiko-chan... —Escucho la voz de su progenitor, asustando a la infante.
—O-ot-otosan. —Tartamudeo con miedo, observando al adulto de cabello caramelo y ojos afilados.
Su padre era su perdición, era una pesadilla estar con el. Extrañaba a su madre como a nadie, pero no podía estar con ella debido a que se divorcio de su padre, dejando su custodia completa a su progenitor.
Le tenía miedo, el le hacía sentir dolor entre sus piernas, no entendía porque su padre lo hacía. Según el se sentía bien, pero ella sentía mucho dolor, un ardor horrible que le provocaba pavor el solo intentar darse cuenta que el desgraciado ya estaba en la misma habitación que ella.
—Mi hermosa Himiko-chan. —Ronroneo el adulto, observando con aquellos ojos lujuriosos a su pequeña hijita, regocijandose en placer enfermizo al notar como la infante temblaba de tan solo verlo.— Eres la princesita de papi.
Ella simplemente negó con la cabeza, sabiendo perfectamente que cosas quería el enfermo de su padre.
No.
¡No!
¡¡No!!
¡¡¡No!!!
Un gritillo ahogado escapó de sus labios, sujetando su cabeza mientras recibía los recuerdos una y otra vez.
Ella había sido débil por su estúpida enfermedad, ella había quedado desprotegida frente al desgraciado que se supone que debería de cuidarla, ella estaba dañada, sucia, maltratada... Por eso quería saber, ¿Porque el rubio se esmeraba tanto en querer cuidarla?
Su padre le falló, ¿Que podría hacerle ahora ese muchacho que ni siquiera era de su propia sangre? Tal vez si era una buena idea alejarse y seguir asesinando en las sombras.
No sabía cuanto tiempo había pasado, pero el héroe se encontraba con la ropa echa jirones, mientras que el adolescente tenía cortadas por casi todo su cuerpo.
«Sangre.»
«Sed.»
«Hambre.»
No lo pudo evitar, no quería dejarse guiar por los malditos instintos de su estupido quirk, pero necesitaba sangre para intentar reponer la pérdida.
No es que se fuera a regenerar al más puro estilo de Deadpool, pero la sangre ayuda más de lo que cualquier persona creería. No era por mero capricho, era por una necesidad más avanzada que eso.
Se levantó como pudo mientras cojeaba, intentando no apoyarse tanto en su pierna herida mientras se acercaba al muchacho, quien apenas sintió su presencia le observo de reojo con su ceño fruncido.
Le había visto teniendo un ataque de pánico, estaba llorando, abrazándose en una esquina, y le dolió no a ver podido acercarse por miedo a que el desgraciado del alado lastimara a la niña apenas se diera vuelta.
—Porfavor... —Murmuro con notable dolor.— Solo necesito un poco de tu sangre y me iré.
Dolía, dolía como nunca tener la oportunidad de ayudar a una persona igualmente herida y no poder hacerlo, solo porque sus guardianes no estaban de acuerdo.
—No, tu te quedas. —Aseguro Katsuki con voz demandante.
—¡Deja de protegerla! ¿¡Que mierda tiene ella de especial por eso la defiendes tanto!? —Estallo el rubio mayor con su rostro deformado en una mueca de furia, apuntando de nuevo a la niña con su espada.
—¡¡Porque ella está igual de rota que yo!! ¿¡Ya lo entiendes!? —Sollozo ante su respuesta, congelando al Takami.
«¿Rota? ¿La niña estaba rota?»
Dirigió su mirada cobriza sobre el cuerpo de la niña, intentando analizar lo mejor posible, observando el resto de sangre en sus muslos, los hematomas horribles que tenía por los golpes y de la fricción de la cuerda en sus tobillos podía ver la irritacion.
El camino de lágrimas frescas mezclado con sangre y cabello rubio estaba por todo el salón, deteniendo por un momento sus ojos sobre los de la niña.
«Opaco.»
Su mirada no tenía una pizca de brillo.
«Frio.»
Su piel manchada estaba pálida, dando a entender el frío que tenía.
«Dolor.»
Solo eso transmitía sus ojos cobrizos.
«Sufrimiento.»
Lo tenía tatuado en su rostro.
Así que soltó sus plumas, acercándose a paso firme a la niña, quien simplemente tembló y agachó la cabeza, esperando el golpe.
Keigo la agarró del mentón con brusquedad, alzando su rostro que fue resividos con la mirada dorada cargada de frialdad.
—Lastimas a alguien más y yo mismo colgaré tu maldita cabeza enfrente de mí casa. —La amenazó, empujando su frágil cuerpo contra el suelo, donde golpeó su espalda contra un duro mueble.— Y Tu. —Señalo a katsuki.— Si te encuentro muerto la quemaré viva en televisión nacional, me vale si después tengo que volverme un estupido fugitivo de la ley.
Aviso, retirándose de la sala de estar, dejando solos a ambos adolescente transtornados.
Katsuki suspiro menos tenso que antes, sintiendo como sus músculos se relajaban al instante que vio como es que el rubio mayor se iba de la habitación.
—Ya se fue. —Aviso lo obvio, cargando de nuevo a la niña al estilo nupcial, caminando al piso de arriba.
—¿¡Donde me llevas!? —Mierda, fue mala idea quedarse.
—Te vas a bañar, apestas. —Gruño, llegando al segundo piso.— ¿Necesitas ayuda o puedes sola?
—¡Puedo sola! —Aseguro.
—¿Puedes pararte con la pierna mojada? —Ella simplemente callo.— Eso pensé.
El la guió hasta el baño, donde la sentó en el inodoro y empezó a cargar la bañera con agua caliente.
—¿Que edad tienes? —Intento sacar platica mientras veía los distintos aromatizantes para el agua que había en el estante.
—17, ¿Y tu? —Murmuro, devolviendo la pregunta.
Katsuki giro bruscamente, asustando a la chica.
Pero carajo, ¿¡Tiene 17 enserio!? ¡El es más alto por media cabeza!
—¿Te alimentas bien? —Su mirada escarlata perforaba los luceros dorados de la fémina, causándole aún más miedo.
Estando muda simplemente negó, estaba asustada. Más aún al escuchar voces relativamente cerca.
¿Que le haran? ¿Abusaran de ella hasta el cansancio? ¿Por eso es que quiere bañarla? ¿Por eso es que la cuida? ¿Van a usarla de nuevo? Ella está débil, apenas y con suerte va a poder caminar tres pasos con su pierna herida y la pérdida de sangre. ¿¡Entonces si abusaran de ella!?
—Tengo 14. —Sintio que su corazón se paró por un segundo entero, antes de volver a latir de nuevo.
¿14? ¿El niño tiene 14? ¡Pero si tiene pinta de 16 no joda! Ella apenas media 1.52 y ¡El muchacho media más de 1.57!
«Que cruel es la vida.»
Sonrío con amargura, mientras el muchacho extendió dos potes de aromatizante.
—¿Prefieres miel o arándano? —Ella apunto al envase dorado.— Miel.
Virtio un poco en el agua, para luego ponerlo de nuevo en su lugar.
Escucho como chasqueaba la lengua al observar las cuerdas.
Katsuki abrió uno de las puertas del mueble, sacando un botiquín. De allí saco una tijera, con la que sin perder tiempo corto las cuerdas de su muñeca y tobillo, sintiendo un verdadero alivio al no tener nada más que irritara sus muñecas.
Una vez que el agua estaba en su punto, se acercó de nuevo a la niña, queriendo desvestirla.
Ella de inmediato lo miro asustada, pensando lo peor.
—Carajo, ¿Te vas a bañar con ropa o que? —Fruncio de nuevo su ceño, pero está se veía insegura.
Su cuerpo estaba roto, estaba manchado. Era demasiado delgado para cualquier persona. Ella estaba sucia y el debería de dejar de verla.
Katsuki suspiro, así que procedió a sacarse de igual manera la ropa, aterrando a la fémina.
—¿¡Vas a abusar de mí!? —Estaba lista para correr, no era necesaria más espera.
—¿¡Que!? ¡No mierda! ¡Me voy a bañar contigo! El fetichista de patas me cortó mucho, necesito limpiar mis heridas antes de que se infecten. —Aparto su mirada sonrojado, estando en un simple boxer.— Tampoco voy a abusar de ti. —Levanto su muñeca izquierda, donde se encontraba la cicatriz de cortada.— Yo también estoy roto.
Su respiración se cortó al observar las miles de cicatrices que el adolescente escondía bajo la ropa, llamando más su atención la cantidad de puntos que tenía.
Pero viendo la ancha espalda del rubio a travez del espejo pudo ver una enorme cicatriz de cortada, que iba desde el lado izquierdo su espalda baja hasta su omóplato derecho.
«—Yo también estoy roto.»
Resonó en su cabeza como si se tratase de un eco, entendiendo mejor el porque no le estaba haciendo nada.
Simplemente se sacó la chamarra, revelando de nuevo su cuerpo delgado y desnudo.
Con ayuda de Katsuki se terminó de desvestir y fue llevada dentro de la tina, seguido del rubio menor quien se puso a su espalda, con sus piernas a ambos costados de su delgada figura.
Solo pudo abrazar sus rodillas, sintiendo los toques cálidos sobre su cabellera manchada de sangre, al igual que el agua y las manos del rubio viajando por su cabeza, cuello, hombro y espalda.
Era relajante, apesar del silencio todo era relajante. El sonido del agua callendo por su cuerpo, el aroma a miel del agua, el jabón con esencia de vainilla. Todo, simplemente todo era relajante.
—Mi niichan hace esto cada vez que estoy mal. —Murmuro, masajeando lo mejor posible los hombros de la niña, quien se sintió aún más relajada.
Ella asintió, dejando de sentir el masaje después de un rato, escuchando igual el sonido del agua caer a su espalda.
No había dejando de abrazar sus piernas en ningún momento, menos cuando el agua se torno roja por la sangre de ambos jóvenes mezclada, apesar de todo era cómodo.
Katsuki salió primero del agua, encontrando su toalla anaranjada, con la cual rodeo su propio cuerpo y seco lo mejor posible.
—Ire por ropa, tu espera. —Ella simplemente asintió, teniendo la libertad de poder enjuagarse como era debido.
El rubio solo le había lavado la cabeza y la espalda, pero ella debía hacer el resto si queria quedar “limpia.”
Observo lo ignotizante que era el agua roja con olor a miel y vainilla, sacándole una suave sonrisa por lo cómodo que era.
Al rato llevo Katsuki con ropa para ambos y una toalla rosada para ella.
La ayudo a secarse y vestirse de nuevo con otra chamarra grande, pues si es que ella se iba a quedar debía comprar ropa y demás cosas que usan las mujeres.
Vendo de nuevo su herida en la pierna, limpio sus propias heridas y la cargo, mientras ella llevaba un peine entre sus manos.
Bajaron a la sala de estar, donde Katsuki procedió a peinar a Himiko con el mayor cuidado posible, pues con su cuero cabelludo sangrando y en estado delicado no podía ser brusco obviamente.
Una vez termino seco de nuevo su cabello y la sentó en sus piernas.
—¿Porque debo estar en tus piernas? —Murmuro, no le molestaba.
—Si te separas mucho querrán tirarte de nuevo al suelo. —Agarro dos frazadas, y con ambas rodeo a ambos cuerpos.— Asi que más vale prevenir que lamentar. —Se encogió de hombros, dispuesto a dormir.
—¿No te regañaran por dejar que una desconocida se quede a solas contigo? —Murmuro acurrucandose con el rubio menor.
—Por supuesto, esos desgraciados ya mas tarde me van a gritar, ahora quiero dormir. —Abrazo un poco más fuerte a la muchacha, durmiendo profundamente.
Observo el reloj antes de cerrar los ojos, siendo las 03:33 AM, sonriendo un poco.
«Hoy no fue un día tan malo.»
Al menos no la habían tocado.
~🌺~🌺~🌺~🌺~🌺~
Buenos días tardes noches gente bonita :'D
Esta intensa la cosa, Himiko sufrió de igual manera siendo abusada por su padre biológico... Y si, me encanta hacer sufrir a los protas :v
Keigo puede leer a las personas, es algo que realmente se puede hacer en la vida real, estudiando los gestos de las personas pueden llegar a ser un libro abierto para cualquiera.
Al final Katsuki se salió con las suyas :v logro que se quede Himiko hasta nuevo aviso xd
Algunos se van a emputar del porque Keigo está al mismo nivel que Katsuki siendo que es un héroe profesional. Pues simple :v estaban bajo techo, dentro de su casa, con muebles que si dañaban, manchaban o rompían Izuku les iba a dar el PUTAZO de su vida, pero no solo una simple regañadera. No, no, no. LITERALMENTE va a ser EL PUTAZO de SU VIDA.
Además de que ninguno de los dos se quiere lastimar de verdad, solo alejar. Por eso Keigo solo le daba pequeños cortes y no le cortaba el brazo de una. Lo mismo para Katsuki que solo pudo desgarrar la ropa de Keigo con sus explosiones, no dañarlo.
No sé si estoy escribiendo correctamente el personaje de Katsuki debido a que es “complejo” eh Izuku es un poco más “simple.”
Cuídense mucho.
Laven se las manos.
Tomen awa.
Usen alcohol (y no para tomar.)
Sayonara.🌺
Escrito: 18/07/21 (2906 palabras.)
Publicado: 19/07/21
Editado: ¿?
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