Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXVII.

Bakugou Katsuki aparto la mirada, bastante avergonzado de tener que observar las curvas de una chica desconocida, amarrada, temblorosa que vendría teniendo casi su edad y apariencia similar.

Bakugou Katsuki estaba más acostumbrado a ver cuerpos masculinos desnudos. No malinterpreten, después de todo es normal que der vez en cuando toda la familia tomara un baño en una de los yakusis que Keigo había mandado a instalar en la casa, incluso Dabi proponía los momentos para que entre todos se metieran a bañar. Se notaba que el yakusi era su favorito.

Así que con toda la vergüenza de su ser escondió parte de su mirada en la espalda de su hermano mayor, intentando mantener su mirada escarlata sobre el rostro de la mujer en lugar de dejarse llevar por su pálida piel.

—¿No vas a contestar o prefieres que te corte las piernas primero? —Takami no estaba de humor, se le notaba con tan siquiera observar su (poco visto) ceño fruncido.

Keigo se encontraba rabioso, pero ¿Cómo no? Si prácticamente una completa desconocida acababa de suplantar a su mejor amigo, estuvo conviviendo con ella en todo momento del día y hasta se habían acurrucado entre todos en el sofá.

El la había cubierto con sus alas al momento de dormir, aquello fue lo que más lo enfado.

Sus alas eran especiales, más especiales de lo que cualquier persona desconocida pensaría. No era solo su quirk, era algo más que eso.

El utiliza sus alas para proteger, para cuidar, para cubrir a aquellas personas que ama y esconderlas de todo mal. Para dar calor, para defender, para dar apoyo, para dar estabilidad, para que simplemente ellos pudieran tocarlas sin que le genere pánico, para que pudieran encontrar aquel apoyo que nadie tuvo en su peor momento.

Así que estaba enrrabiado, porque aquella desconocida no merecía que el la cubriera con sus alas, no merecía su buen trato, no merecía su cariño, no merecía nada de lo que el siempre demostraba a su familia, porque aquella muchacha no era parte de ella, solo era una usurpadora, y los usurpadores no merecían ser tratados bien.

—¡Soy Toga Himiko! —Chillo, lamentando no a ver escondido un cuchillo o arma en el momento que la habían pillado.

—¿Donde está Dabi? —Una flama verdosa se manifestó cerca del cuerpo de la fémina, asustandola.

Ella por obvios motivos no quería tentar a su suerte, debido a que cualquier mal movimiento y terminaría con su cabeza rodando o en el mejor de los casos con quemaduras de tercer grado.

Por supuesto que amaba la sangre, pero no cuando era suya.

Había asesinado a docenas de personas, tenía sus manos manchadas desde sus quince años hasta ahora, por eso no se tomaba a la ligera si es que la amenazaban con asesinarla. Aún tenía muchas familias ricachonas que asesinar.

Por lo tanto tembló, porque quizás su último respiro lo esté dando en estos instantes, frente a aquellos desconocidos por un estúpido error de principiante por no a ver tanteado mejor el terreno.

—E-e-el... —Jadeo, al sentir un pinchazo en el cuello, seguido de un fino hilo escarlata que bajaba por su piel.

Está asustada, nunca antes le habían pillado, y si es que lo hacían antes de tiempo los terminaba asesinando, encerrando los dentro de una casa intoxicada por gas o incendiada hasta el cielo con ayuda de un par de galones de gasolina.

Pero está vez no pudo hacer nada, porque la pillaron en menos de un día, debido a que eran pasadas las 01:23 AM

—¡Te eh preguntado dónde mierda esta Touya! —Sintio una dolorida punzada en su muslo izquierdo, encontrando una pluma roja atravesando su carne.

«Horror.»

Aquella simple palabra describía si situación.

«Temor.»

Era lo que persivía por todo su cuerpo.

«Asfixia.»

Era lo que sentía en aquel terrible ambiente.

Todo alrededor estaba borroso, la sangre salía de su muslo a chorros. El instinto asesino de ambos varones estaba a tope, y solo ella podía sentirlo tan vivido por ser su receptora.

El instinto asesino del pecoso era pesado, ardiente, asfixiante. Como si estuviera cargando un jodido yunque en todo su cuerpo, la paralizaba.

En cambio el instinto asesino del rubio mayor era lo contrario, podía sentir un frío liberador, pero que de un solo mal movimiento podía visualizar su futura muerte, su cabeza rodando o su abdomen abierto con los intestinos afuera. Nunca antes había imaginado tantas posibles muertes en tan poco tiempo.

—¡Keigo! —Un ancla vino a su rescate.

Katsuki estaba horrorizado. Sabía que sus guardianes podían ser sanguinarios cuando se lo proponían, pero esto ya era demasiado para una mente sufrida.

La chica se veía en un estado frágil, su cuerpo era demasiado delgado, su piel era más pálida de lo normal, con sudor en forma de perlas sobre su piel, acompañado de sus ojos dorados nublados por las lágrimas que no sabía en qué momento empezó a votar.

Bakugou simplemente no pudo evitar empatizar con ella.

Se vio a si mismo siendo ostigado por su propia madre en su infancia, podía verlo. Aquella niña había sufrido igual eh incluso más que el mismo.

La observo detenidamente. Su abdomen estaba cubierto de estrías, sus muslos tenían cicatrices de cortes, sus brazos tenían moretones... Su cuello tenía una extensa cicatriz.

Así que simpatizo, porque su cuerpo estaba marcado, porque su mirada transmitía tanto dolor, tanta desesperación, tanto pesar que le recordó a si mismo tirado en un armario cuando apenas era un niño que estaba aprendiendo a hablar correctamente.

—¡Ella secuestro a Touya! ¿¡Y quieres que me detenga!? —Takami estaba rabioso.

El solo podía observar a una ladrona, una desgraciada que quería quitarle la poca estabilidad que había conseguido con ellos, con su familia.

No podía ver a una víctima, porque si juicio había sido nublado por la ira.

Ya había perdido a su padre cuando apenas era un polluelo, ya había perdido su niñez cuando la comisión de seguridad pública de héroes lo encontró, ya había perdido su libertad el momento en el que decidieron que debía ser un héroe, ya había perdido si inocencia el día que cobro una primera vida, ya había perdido su adolescencia cuando lo obligaron a entrenar hasta el cansancio, ya había perdido sus ganas de vivir justo cuando sentía que no tenía nada, que una porquería como el no merecía todo el apoyo que sus fanáticos le daba, había perdido su razón de ser, hasta que simplemente llego el.

Un Takami Keigo de 20 años se encontraba sobre uno de los edificios más altos de Japón, fumando un cigarrillo mientras observaba aquel paisaje parecido a una hermosa pintura de la colorida ciudad.

Era de madrugada, las calles no eran tan transitadas cómo de día, pero había algo que hacer por ahí.

Una vez termino su cigarro lo tiró al suelo y lo piso, despegando sus alas al enorme cielo estrellado, rozando las nubes.

—Ey mamá. —Saludo al viento al sentir como una brisa cálida golpeaba su rostro.

Cada vez que la mencionaba estando en las alturas podía sentir aquella hermosa brisa cálida que le saludaba, dándole un beso imaginario en el rostro cada vez que rozaba las esponjosas nubes.

Descendió después de unos minutos cerca de una licorería.

Había cobrado hace unos días, así que podía darse unos lujos como salir a beber solo der vez en cuando.

Compro unas tres botellas de vino, un ron y whiskie... Se notaban las ganas de querer intoxicarse que tenía.

Le pago al amable señor y se fue a beber a aquel solitario parque donde siempre iba cuando quería estar solo, aprovechando el poco ajetreo fue a la parte más oscura, justo donde nadie podría tocarle los huevos y podría disfrutar de su auto-envenenamiento en paz.

Se acomodo lo mejor posible, con ayuda de una de sus plumas abrió la primera botella de vino y sin pudor fue capaz de tomar cinco tragos profundos seguidos sin respirar, tal y como un muchacho en camino al alcoholismo lo haría.

Siguió tomando, observando las estrellas mientras divagaba entre pensamientos estúpidos sobre si algún día Endeavor querrá declarar públicamente que es el mejor compañero que alguna vez tuvo en toda su puta vida o si lo invitará a comer algún día, quizás el debería de dar el primer paso, parecía tímido.

Entre pensamientos sin sentido y risas sueltas un desconocido se había sentado en la misma banca que el, agarrando sin permiso la misma botella donde el había tomado hace unos momentos, disfrutando del sabor dulce que le brindaba.

—Dia difícil, ¿No? —Pregunto al aire, dejando ver su cabello azabache, piel blanca y ojos zafiros, que lo analizaban de pies a cabeza.

—Como no tienes idea. —Aseguro, abriendo el tercer vino que tenía entre sus cosas.— ¿Prefieren del ron o el whiski?

—Ron. —El rubio le pasó la botella, sorprendiendo al peli-negro.— Oe, ¿Y esto porque? —Pregunto con genuina duda.

—Es aburrido beber solo. —Se encogió de hombros, bebiendo de nueva cuenta desde la boca de la botella.

Ambos se acomodaron lo mejor posible, compartiendo la botella y pláticas triviales.

—Nunca antes te había visto por aquí, ¿Eres un turista? —Pregunto, sintiendo sus mejillas calientes por el alcohol.

—Puedes llamarlo así si es que quieres. —Se encogió de hombros, observando el cielo.— Estoy de pasada, en cuanto me aburra de la ciudad iré a otra.

—Entiendo. —Guardaron silencio, escuchando unos pocos grillos de fondo.

Era extraño, ninguno se conocía con anterioridad pero había un algo que los atraía el uno al otro como si fueran imanes, pero no en el sentido romántico, más bien eran sus instintos guiados por la curiosidad y fomentado por el alcohol en sus venas que los hacían poco más susceptibles al ameno ambiente.

—Suelo venir por aquí cada dos semanas. —Lanzo el dato al aire.— ¿Estaría bien si nos encontramos de nuevo a la misma hora? Claro, si estás libre.

Habían acabado las tres botellas de vino y media botella de ron mezclado con whiski, sin lugar a dudas mañana despertaría ahogado en su propio vómito.

—No tengo problema. —Sonrio sonrojado el desconocido.— Soy Touya. —Le extendió el puño con una sonrisa tambaleante.

—Dime Keigo. —Choco puños con el desconocido. Al menos ya sabía su nombre.

—Espero verte dentro de dos semana Keigo. —El peli-negro se levantó despacio, pues si es que se atrevía a levantarse de golpe eh irse rápido lo más probable es que caería y se viera ridículo frente al héroe rubio.

—Nos vemos en dos semanas Touya. —Se despidió, alzando su botella de vodka con una sonrisa y rostro caliente.— Cuídate mucho.

—Tu igual, pájaro alcohólico. —El joven adulto desapareció entre la oscuridad, logrando escuchar la suave risa del Takami antes de alejarse por completo.

—¡Ella no debe ser maltratada! Podemos hablar. —Intento razonar.

De vuelta al presente, la rubia había sido sentada sobre la mesa por una fuerza invisible, mientras que el joven adulto rubio se negaba a dejar de apuntar a la adolescente con su espada.

—¡Ella nos quitó a Touya! ¿¡Como mierda quieres que esté tranquilo!? ¡¡Si Touya está muerto no pienso dudar en asesinarla a ella!! —Amenazo, con los ojos cristalizados.

El ya había perdido mucho, lo último que deseaba era perder a uno de sus mejores amigos.

Ya estaba arto de que la vida le arrebatará todo lo bueno que alguna vez se le fue dado, ya estaba más que podrido de estar reviviendo el crudo sentimiento de pérdida una y otra vez. Estaba quebrado, y no quería seguir siento como es que una de las pocas personas que le brindaba estabilidad estaba muerta.

—S-su amigo. —Murmuro la rubia con su voz ronca por el llanto.

—Habla, ahora. —Le ordenó el único que se encontraba lo suficientemente cuerdo como para intentar enfriar la cabeza.

—S-s-se encu-entra en un alma-cén a cua-tro kiló-metros de aquí, e-e-esta ence-rrado. —La sangre salía a montones, mandando el suelo y mesada.

—¿Dirección? —Ah Keigo le resbalaba estar en pijama, saldría volando ahora mismo por el.

—Sureste, cer-ca del tran-vía aban-donado. —No necesito más información, pues ya había roto una ventana para ir volando.

—Juro que ese pajarraco me pagara por cada vidrio que rompe por salir escandalizado. —Murmuro Midoriya, apretando inconcientemente las cuerdas que tenía rodeada alrededor de la fémina.

Katsuki en cambio había ido por un botiquín al baño, ya que no podía dejar que la adolescente se desangrara en la cocina sin hacer nada.

Regreso en poco tiempo, y con ayuda de su hermano mayor curaron a la pobre rubia, quien permanecía dócil ante los extraños.

No debía andar a la defensiva, ¿Que pasaba si es que volvían a lastimarla? ¿Y si en lugar de clavar plumas en su cuerpo le hacían algo peor? ¿Y si la tocaban? ¿Y si decidían abusar de ella?

No, no, no. Ya no quería ser tocada, no quería ser maltratada, ya no quería. No, no, no.

Ella no quería, ya le habían echo cosas malas, ya había sentido cosas feas, ya había vivido cosas perturbadoras.

No quería repetir todo eso, ya no quería ser la víctima, ya no deseaba seguir con esto.

Su anemia¹ la estaba haciendo cada vez más débil, podía sentirlo, ya no tenía la suficiente fuerza como para empuñar un cuchillo, mucho menos defenderse en una lucha de cuerpo a cuerpo.

No supo en qué momento, pero el adolescente rubio ya había vuelto con unas prendas de ropa masculinas.

¿La van a tratar vestir? ¿Porque? ¿No la iban a asesinar? ¿Porque no sentía hostilidad por parte de ese rubio? ¿Porque la ayudaba? ¿Que iba a hacerle?

—Mas te vale cooperar maldita, no puedo vestirte si vas a estar toda la madrugada sentada. —Gruño, esperando que le contestará.

¿Para que la va a vestir? ¿No la iban a encerrar? El héroe había dicho que la iba a asesinar si es que hacía algo mal ¿El también la lastimara si es que no obedecía?

Con esfuerzo pudo levantarse, siendo vigilada en todo momento por el pecoso peli-verde, con sus ojos afilados y mirada cargada de odio.

El rubio le ayudo a ponerse un boxer, debido a que no tenían nada de ropa interior femenina en la casa, escepto por la tanga rosa de All Might coleccionable que su hermano mayor tenía en su santuario, pero era intocable.

Himiko pudo sentir las cálidas manos que rozaban sus piernas hasta su cadera, asustando la.

Estaba amarrada, desnuda, con dos hombres (cuatro si contamos los que están en camino) y débil, podrían hacerle lo que quisieran para luego asesinarla.

Dos eran héroes, podrían encubrir sus propias huellas y decir que todo fue un accidente, que nunca abusaron de una chica de 17 años enferma, que era una estupidez.

—Necesito que aflojes las cuerdas. —Le aviso Katsuki a Izuku.

—¿Que? No, no lo haré. —Nego de inmediato.

—Niichan, ella tiene frío. —Bakugou observo con su ceño fruncido al Midoriya.

—¿Y eso que? Lo merece. —Aseguro, frunciendo de igual manera su ceño.

—No, no lo merece. —Contraataco, posicionándose frente a la fémina.

No entendía, ¿Porque la defendía? ¿La quería solo para el? ¿Quería ser el único en tocarla? ¿Porque quería ir en contra del pecoso?

—¿¡Porque la defiendes!? ¡Ella se llevó a Touya! —Alzo la voz, apretando las cuerdas que la fémina tenía alrededor.

Le estaba costando respirar, las gruesas cuerdas apretaba el inexistente contenido de su estómago, dándole náuseas apesar de que apenas y había podido comer algo en el día.

—¡Pero Keigo ya fue por el! Necesito vestirla. —No entendía.

Su hermano mayor siempre era el más racional, pero ahora estaba completamente a la defensiva, no le gustaba para nada.

—No, que se quede asi. —Se cruzo de brazos, ya se estaba enojando.

¿Porque su hermanito quería abrigarla con tanta prisa? La calefacción estaba puesta, no había una pizca de briza fría, sin contar la ventana rota. La cocina estaba completamente cálida.

—Ella está temblando. —La señaló, con sus piernas temblorosas.— Que allá lastimado a Touya o no, mínimo debemos vestirla. Niichan, ¡Está desnuda!

Allí entendió, el niño sentía pavor al ver el cuerpo desnudo de una chica por primera vez, por eso es que quería cubrirla, no aguantaba tener que observar su piel expuesta.

—Bien. —Acepto a regañadientes.

Libero a la fémina, quien tenía sus ojos vidriosos por las marcas de cuerdas alrededor de sus brazos, generando moretones horribles.

La observo, y se sintió verdaderamente mal por lo delgada que estaba. Hasta podía apostar que con juntar su propio dedo pulgar y meñique podría rodear parte de la muñeca de la niña sin problemas.

Parecía menor que Katsuki, pues este le pasaba por media cabeza, por lo tanto el buzo que le puso le quedaba a medio muslo y las mangas una mano más grande de lo normal.

—No tengo pantalones que le pudieran quedar, así que así te quedas. —Aviso, para que luego las cuerdas volvieran a rodear a la niña, pero está vez alrededor de su muñeca y tobillos.

Ella simplemente asintió y recostó su cabeza por el cuerpo de Katsuki de forma inconciente.

El niño tenía su cuerpo cálido apesar de solo usar una camiseta y un pantalón, pero no le importaba, ella necesitaba algo de calor, sentía sus dedos entumesidos del frio que sentía, su boca seca y ojos irritados por andar llorando. Solo necesitaba algo cálido dónde apoyarse.

Katsuki se tenso al sentir la fría mejilla de la muchacha contra su cuello, mandando un fuerte escalofrío por todo su cuerpo.

—Gracias. —Solo eso escucho, lo hizo temblar.

Su voz era demasiado suave, muy quebradiza, tenía miedo.

¿Y si se derrumbaba con un solo toque? ¿Y si la lastimaba? ¿Y si usaba mucha fuerza? ¿Que pasaría si en lugar de ayudarla malinterpretara todo? Ella se veía demasiado frágil, no quería lastimarla.

Con sus brazos rodeo su cintura, dándole permiso para recostar su cuerpo por completo, escuchando un pequeño jadeo salir de sus labios.

Le dio todo el calor que pudo, porque sabía que ella no tenía otro refugio, no tenía a quien abrazar, no tenía quien le diera calor, no tenía a nadie.

Así que simplemente dejo que ella se recostara por el como si fuera su nuevo soporte, porque ella lo necesitaba, porque leía su cuerpo como si fuera el suyo propio, porque estaba herida, y necesitaba que alguien le hiciera sentir viva aún que sea con un simple abrazo.

Cargo a la fémina, quien lo observaba como si fuese un villano, así que fueron a un sofá individual donde la sentó sobre sus piernas y la abrazo contra su cuerpo, dejando que sienta con mayor intensidad aquel calor que su cuerpo necesitaba.

—No te haré nada, tu solo duerme hasta que los otros dos vuelvan. No quiero repetirlo. —La voz gruesa cerca de su oído le dio escalofríos, pero simplemente se aferró al muchacho, mientras una frazada esponjosa cubría a ambos.

—Descansen, pero los estaré vigilando. —Aviso el pecoso peli-verde, quien los observaba con su ceño fruncido desde una especie de nido raro echo con sábanas y ropa limpia.

Katsuki simplemente rodeo el cuerpo frío de la chica rubia, dejando que ella se desmayada en su regazo por toda la emoción que había estado viviendo

~🌺~🌺~🌺~🌺~🌺~

Buenos días/tardes/noches gente bonita :'D
Ayer sábado no actualicé, así que esperen otros dos capítulos a lo largo del día en compensación :v

Para quienes crean que Himiko y Katsuki van a ser pareja, déjenme romperles las iluciones y decirles que no v:

1-Anemia: La anemia es una afección en la cual careces de suficientes glóbulos rojos sanos para transportar un nivel adecuado de oxígeno a los tejidos del cuerpo. La anemia puede hacer que te sientas cansado y débil.

Himiko tiene anemia, así que es un poco más frágil de lo normal, por eso se nota tan débil y casi no tuvo la oportunidad de brillar con su aura psicópata.

La paciencia es una virtud :v

Keigo quiere asesinar a Toga, y está en su derecho. El ya perdió demasiado, perder a un amigo cercano sería desgarrador, así que está aterrado.
Izuku está en un punto neutro, mientras que Katsuki quiere cuidar de Himiko porque le recordó a el mismo cuando sufría maltratos.

Espero que se allá entendido :v

No me tengan mucha fe, porque existe más de un tipo de anemia, y Himiko puede tener cualquiera.

No sé si es que estoy escribiendo bien el personaje de Katsuki debido a que es “complejo” mientras que Izuku es un poco más “simple.”

Cuídense mucho.
Laven se las manos.
Tomen awa.
Usen alcohol (y no para tomar.)
Sayonara.🌺

Escrito: 16/06/21 (470 palabras)
17/06/21 (2095 palabras.)
18/07/21 (3464 palabras.)
Publicado: 18/07/21
Editado: ¿?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro