Capítulo III.
Después de realizar el chequeo diario al adolescente y que el joven adulto amenazara a la prensa con acercarse mucho a su niño, partieron en silencio, siendo el peli-cenizo cargado en la espalda del peli-verde.
Katsuki enterró su rostro entre el cuello y hombro de su protector, abrazando fuertemente el cuerpo lleno de pecas del mayor.
—Cuando lleguemos a nuestra casa le avisaré a tu madre que te quedaras conmigo una semana, lo último que necesitas ahora mismo es un arrebato de Bakugou-san. —Gruño, sintiendo como el cuerpo mas pequeño se estremecía en su espalda.
Midoriya Izuku no era idiota, el sabía que Bakugou Masaru y Bukugou Mitsuki eran unos padres negligentes que solamente querían a Katsuki por su don y para que les haga los que-haceres del hogar, pues el en su niñez y adolescencia había sido testigo de los inmuebles moretones y cortadas que tenía el niño, ya que el era quien cuidaba y curaba sus heridas.
Tenía una colección de fotos del infante magullado por su propia madre, y ahora más que nunca pensaba en ir a realizar una denuncia, con la evidencia que tenía guardada sería más que suficiente para tener la custodia del adolescente.
Obviamente no resivio respuesta, pues sabía que la experiencia aún lo tenía ensimismado.
Siguió caminando hasta llegar a la casa estilo estadounidense color blanca llenas de flores, con una placa que tenía escrito “Residencia Midoriya.” en ella.
De su mochila saco las llaves sin soltar al rubí y entraron al recinto. Dejaron las mochilas en la sala de estar y fueron en dirección del baño. Olían a humo y ollin, cosa que no era muy agradable.
Dejaron el uniforme escolar sucio en el cesto y el mayor procedió a poner el agua en la bañera, suspirando mientras el cenizo veía sus cicatrices en el espejo, recorriendo la mayor cantidad con sus dedos, perdidos en sus pensamientos.
—Ya está el agua. —Lo llamo suavemente.
El adolescente se metió a la bañera, observando como el shampoo volaba en dirección de su cabeza al igual que el jabón aterrisaba en sus manos.
El baño fue en silencio, pues el mayor intentaba relajar al adolescente con los reconfortantes masajes que le daba en el cabello y hombros.
El sabía que era difícil enfrentarse a villanos por primera vez, la experiencia física y la carga emocional eran demasiadas para un adolescente de 14 años.
—¿Te encuentras mejor? —Murmuro Midoriya mientras veía como Bakugou jugaba con algunos burbujas.
—Si... Y-ya no duele tanto. —Enjuago el cuerpo aperlado y siguió con sus masajes, está vez con el acondicionador puesto.
—Cuando seas héroe profesional verás que no es tan complicado, te acostumbras a lidiar con tipos malos a menudo. —Se encogió de hombros y masajeó los hombros del adolescente.
Guardó silencio, apartando la mirada en dirección de los azulejos.
—¿Tu trabajo siempre es así? —Murmuro con una pizca de curiosidad.
—¡Por supuesto! Pero es un poco más complicado de lo que alguien esperaría, los héroes en el mundo subterráneo deben estar más alertas que los héroes diurnos. —Enjuago el acondicionador y el resto de jabón.— Aguantame tantito, voy por ropa. —Se levantó y salió de baño.
Katsuki se levantó y cogió su toalla anaranjada, secando su cuerpo lo mejor posible, deteniendo su mirada en el empañado espejo.
Con sus dedos delineo sus cicatrices sobre el cristal nublado.
Doce puntos en la espalda.
Diez puntos en el abdomen.
Ocho puntos en su hombro derecho.
Seis puntos en cada muslo.
Cuatro puntos en su muñeca izquierda.
Suspiró mientras intentaba recordar cómo carajo se había lastimado tanto. Se supone que los niños deberían de tener cicatrices en las rodillas, no el cuerpo con puntos.
Acaricio la cicatriz en su muñeca, intentando recordar o tan siquiera adivinar cómo pasó, pues parecía echo con una hoja afilada y el hasta donde recordaba nunca jugó con cuchillos, a menos que fueran cuchillos sin filo bajo la supervisión de su niichan.
No lo recordaba, solo sabía que era un niño que necesitaba ser cuidado por un adulto, y el único adulto en la casa era Izuku.
—¿Niichan? —Lo intento invocar, inseguro si salir o no del baño.— ¿Niichan?~
—¡Ya voy Katsuki! —Los pasos apresurados golpeando el suelo fueron escuchados.— Lamento tardar tanto, estaba buscando mí ropa para cambiarme. —Ingreso al baño, entregándole sus pertenencias al menor.— Cambiate en mí habitación si querés, después cocinaremos algo para comer y veremos alguna película, ¿Está bien?
Un asentimiento en forma de confirmación y salió disparado del baño. Izuku alzo una ceja pero le resto importancia, quizás seguía alterado y quería su espacio.
Katsuki llego a la habitación que tenía escrito “Zuzu” en un letrero añiñado con decoración de All Might, cerrando la puerta con algo fuerza.
La habitación en si no era la gran cosa. Era de un color negro con rayas en forma de arcoiris que llamaría la atención de cualquiera. Su futon estaba en medio de la habitación, era lo suficientemente grande como para que entrarán dos personas adultas en ella. Las sábanas de color anaranjado y cortinas blancas. Muebles grises junto aún escritorio que tenía apoyada una computadora de tres pantallas codificadas par su trabajo de héroe, su silla era de un verde oscuro que resaltaba bastante.
Mordió su labio inferior y se vistió lo más rápido que pudo.
¿Debía salir ahora o esperar a que el venga a buscarlo?
¿Lo llamara para que vallan juntos abajo o debía bajar ahora?
¿El se haría responsable de el la semana completa o debía valerse el mismo?
¿Tenía permitido comer alguna galleta de avellana o le castigaría?
¿El era un buen niño?
¿Se burlara por ser tan débil y dejará de entrenarlo por no a ver sido lo suficientemente fuerte como para derrotar al villano?
¿Y si lo dejaba en la calle como ellos?
Un momento...
¿Quienes eran ellos?
Sentía que su mente estaba a punto de dividirse, podía saborear las palabras que tenía en la punta de la lengua pero no podía dejarlas salir, era como si un algo lo estuviera deteniendo.
Había un algo que el no podía recordar, pero sabía que estaba allí y debía recordarlo, tenía el presentimiento de que no era algo lindo, porque las personas que detestan un recuerdo prefieren olvidarlo antes de intentar superarlo.
Sabía que tenía una barrera invisible en su propia mente, pero no es como si pudiera ver qué se ocultaba detrás de ella... Y le estaba dando dolor de cabeza.
Con sus manos empezó a masajear sus cien, sintiendo entre sus dedos como su cabeza palpitaba y le decía que era mejor olvidar.
¿Olvidar? ¿De que sirve olvidar si tarde o temprano lo recordarás? ¿Porque su propia mente estaba tan consentrada y tan tensa en que el no pudiera reconocer su propio recuerdo?
Su respiración empezó a acelerarse.
«Recordar.»
«Recordar..»
«Recordar... »
¿¡Que carajo se supone que debe recordar!?
Un sollozo cargado de frustración y dolor escapó de su garganta.
«Recordar.»
«Recuerdo.»
«Recobrar.»
«Revivir.»
¿Debería revivir un momento para recuperar su recuerdo? ¿Entonces como se supone que debería saber que carajo hacer para recuperar algo de lo que ni siquiera el estaba seguro que perdió? Es más, ¿Estaba verdaderamente seguro de que era un recuerdo lo que estaba persiguiendo o una mera ilusión que su cerebro estaba proyectando para si mismo?
Su ansias lo estaban comiendo vivo y su labio inferior tenía un sabor metálico bastante familiar en su boca.
«Conocido.»
«Semejante.»
«Familiar.»
¿Tenía tan siquiera sus pensamientos algo de sentido? ¿Porque no podía simplemente dejar de joder?
«Porque no debes recordar...»
Ok... Definitivamente el no pensó eso.
Aterrado sus piernas empezaron a flaquear, observando a todos lados bañado en paranoia.
El no pensó eso, aquella voz no tenía la misma tonada que el utiliza para sus propios pensamientos o para leer algún artículo interesante cada vez que se veía atrapado por la lectura.
Con el cuerpo lleno de temblores se dirigió al armario de su mejor amigo y se encerró allí adentro.
Allí nadie lo encontraría, el podía esconderse de lo que fuera que hubiera allí.
El armario era seguro, podía permanecer de pie o sentarse por la cantidad de espacio que había allí, hasta que una maleta llamo su atención.
Era la maleta dónde su niichan guardaba su disfraz de héroe.
En comparación de los disfraces de los héroes diurnos, el disfraz de su niichan estaba mayormente cubierto por el color negro, verde y algo de rojo. El lo sabía, pues varias veces lo había visto salir de la casa a altas horas de la madrugada y regresar unos minutos salido el sol.
¿Su niichan tendrá una misión especial está semana o se quedaría en la casa para cuidar de el? ¿Podría algún día trabajar codo a codo junto a su niichan? ¿Podrá estar a la altura del desafío? ¿Era mejor ser un héroe diurno o subterráneo?
Unos conocidos pasos fuera de la habitación llamaron su atención, atrayendo lo a la tierra.
—Kacchan, ¿Ya estás vestido? —Entro a la habitación, asustando al pecoso al encontrarla desierta.— ¿¡Estás abajo Kacchan!? —Cogio su toalla tirada en el suelo entre manos, dispuesto a salir de la habitación.— Bajaré en un momento para acerté compañía.
Salió de la habitación dejando de puerta abierta, al estar en su casa no creía en la verdadera necesidad de tener todas las puertas interiores cerradas.
Katsuki respiro hondo, quería salir de su “escondite” pero algo le hacía sentir seguro allí adentro, le decía que nadie lo lastimarían estando tan alejado, y eso le gustaba pero al mismo tiempo le aterraba.
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Buenos días/tardes/noches gente bonita :'D
Espero que les haya gustado.
¿Que les parece Katsuki? No soy buena escribiendo su personaje ya que es “complejo” eh Izuku es más “simple”
La ansiedad de Katsuki en este capítulo es palpable, hasta ahora es uno de los que más disfrute de escribir (y eso que recién vamos por el capítulo III)
Cuídense mucho.
Tomen awa.
Laven se las manos.
Usen alcohol (y no para tomar.)
Sayonara.🌺
Escrito: 22/06/21(700 palabras)
23/06/21 (1600 palabras)
Publicado: 26/06/21
Editado: ¿?
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