8. Llámala
"...Le rogue a mi amigo por tu número, apuesto a que no lo recuerdas..."
—September de James Arthur
En mi habitación luce el desorden que llevo más de un rato evitando acomodar.
Me recorre le pensamiento que el lugar esta igual de desastroso que mi cabeza.
Lo invaden papeles arrugados, la cama sin hacer, mis discos de sin acomodar, el escritorio con todas esas letras que he dejado a mitad, pues me es más imposible que nunca concentrarme.
Es miércoles, a media tarde, hace un par de horas llegue del instituto y le he dado tantas vueltas al asunto que estoy cansado de terminar en el mismo puto lugar. Quizás ya no puedo escapar, quizás es mejor dejar de intentarlo.
En ocasiones no se puede lidiar con todo solo, por más que queramos meternos esa idea en la cabeza, y esta es una de esas veces.
Abandono mi cuarto, y bajo las escaleras.
Donde, como si fuera una señal del destino, me encuentro la foto de mamá en la pared de la sala. Su sonrisa es cálida, sus ojos verdes son exactamente igual a los míos. Su cabello rubio se divide entre cierta parte recogido entre sus orejas, y varios mechones por todas partes.
Hacia un viento terrible cuando tomaron esa fotografía.
Golpeó mis mejillas para volver a concentrarme y seguir mi camino.
Cruzo en dirección a la cocina donde se escucha el notorio ruido de alguna canción de los 80's que no recuerdo el nombre.
Había pospuesto mis horas de transmisión hacia unos días. Siendo más específico desde que cierta persona me había descubierto cantando en un salón al que juraba había puesto llave.
¿Podría ponerle una demanda por eso?
No creo que sea posible.
—Oye, papá.
Todas esas dudas, esos abismos en mi cabeza que me dejaban sin salida alguna, me habían traído aquí.
—Oh, Ash—. Soltó los guantes de cocina, desde que le había dicho mencionado que hace unos días había comido una tarta dulce que no sabía nada mal, perdón Mavis, estaba maravillosa, mi señor padre decidió que quería aprender pastelería. —Que bueno que estas aquí, hay algo de lo que tenemos que hablar.
Demonios.
Ya me imaginaba dicho tema. Por lo que rodé los ojos y tomé asiento frente al mesón de la cocina, con cuidado para no llenar mi ropa de harina.
—Habla tu primero—. Pedí, reposando mi rostro en mi mano izquierda.
Pobre de ese horno.
—Bueno, me llamo Hal—. Ese imbécil, ya me creía que dejaría el tema si solo lo ignoraba—Ya no puedes seguir haciendo lo que quieras, hijo—. Tenia una mirada preocupada cuando volteo a verme.
Mierda, no quería que papá se preocupara por este asunto.
Ya se me salió de las manos.
—Yo...
—Se que para los jóvenes de ahora tomarse enserio las cosas es un poco difícil, Ash—. Volvió a mezclar un par de huevos sin despegarme la mirada por mucho rato. —Pero tienes que saber hijo que firmaste un contrato. No puedes seguir haciendo lo que te da la gana.
—Papá... La cuestión es...
—¿Qué pasa, hijo?
—Se trata de una chica...
El tazón cayó al suelo, derramando una espesa mezcla por todos lados. Una mancha difícil de limpiar si me lo preguntan.
—¿Una chica? —. Debía explicarle el desastre.
Necesitaba su ayuda. O al menos decirle a alguien que no fuera el idiota de mi amigo, o mi hermano.
—Si, esta chica...
—¿Una chica con la que sales?—. Vaya, esto había tomado un mal camino en muy poco tiempo.
A parte, ¿De dónde saco que salgo con ella? Ema no es...
—No salgo con ella—. Aclaro. —Más bien estamos involucrados en un gran lío. Uno bastante grande.
—¿No me digas que voy a ser abuelo?—. Agarra su pecho, al tiempo que empieza a deslizarse de manera dramática al suelo. Y yo no hago otra cosa más de abrir mucho los ojos. —Estoy tan joven para eso.
No puedo creer lo que acaba de pensar de mí.
Este hombre está loco.
—¡No! ¡Papá! No es eso—. Mierda, ¿Cómo se le ocurre?
—Entonces ¿No? —. Se recompone y clava su mirada en mí. Mucho peor que hace un momento.
—¡Claro que no!—. Subo un poco el tono.
—Bueno, aunque creo que deberíamos hablar sobre cierto tema...
Hago una mueca de asco, y suelto la verdad antes de que se le ocurran peores ideas sobre mí.
—Ella descubrió lo de mi programa de radio... Fue un accidente—. Me apresuro a decir. —Paso por un descuido mío. Estaba practicando en un aula de la secundaria, por eso de la grabación en vivo, para eso que Hal no me ha querido mencionar... Temo que pueda pasar lo peor.
Parece analizarme unos segundos. Yo recupero el aliento por hablar tan rápido.
—¿Cómo es ella?—. Fruncí el ceño, no veo que tiene que ver como sea Ema a toda esta situación.
—No la conozco lo suficiente—. Y es cierto, ni siquiera hemos sido compañeros de clase nunca.
—¿Crees que sería capaz de hacer algo?—. Parece pensar. —Y me refiero, hijo. Hacer algo en tu contra con esta información.
—No creo que lo haga.
Y no sé cómo, pero soy seguro de eso.
—¿Es una buena persona?—. Empieza a recoger la mezcla y yo tomo algunas servilletas de papel para ayudarle.
—Supongo que no es una terrible persona—. Eso si no menciono que me invito a salir a cambio de su silencio, lo que no la hace quedar tan bien que digamos.
—Bueno ahí lo tienes, solo tienes que hablar con ella—. Sonrió, una sonrisa que me hace sentir que todo va a estar bien. —Tengo una idea, y eso solucionara 2 de los problemas que te están dando dolor de cabeza.
—¿Ah, si?
Tengo mis dudas.
—Llámala, y dile que te acompañe al programa de mañana. Seguro que, si le enseñas lo importante que es esto para ti, no dirá nada.
—¿Y si no? —. Pregunto, como si de verdad lo considerara una buena idea.
—Sino tendrás que buscar otra solución hijo, ya lo has dicho...— Sonríe con los ojos, ojos en los que veo maldad. —Esto ha sido todo culpa tuya después de todo.
Pretendo marcharme hasta que me doy cuenta de que acaba de engañarme.
—Tengo que grabar mañana ¿Cierto?
—Le dije a Hal que, si no llegas, lavaras su auto y el de tu jefe por 1 mes.
Murmuró una grosería.
—Y sin la ayuda de Eliot, no creas que no me doy cuenta que te aprovechas de él.
Blanqueo los ojos y esta vez si me largo a mi habitación.
(...)
La pantalla de mi teléfono se ilumina, al tiempo que la canción Treat You Better invade la habitación.
El número que llama no está registrado.
—Mamá vuelvo en un segundo—. Desde el safo, la mujer que busca una película para ver juntas asiente.
Y yo, aún sin tomar mis zapatos voy hasta enfrente de la casa y cierro la puerta a mí espalda.
Y solo entonces descuelgo el teléfono.
—¿Hola?
—Hola, Ema.
La voz detrás suena extrañamente familiar.
—¿Quién es?—. Me acortó a decir
—¿Podrías venir mañana conmigo a un lugar?
—¿Asher?
Sino se trata de él, bueno aunque se trate de él, lo que acaba de decir se escucha muy sospecho.
—¿Podría tener tu respuesta ahora?
Me muevo inquieta, parece estar ignorando lo que le digo.
—¿Cómo conseguiste mi número?
—Es secreto.
—¿Realmente eres tú? ¿No eres algún extorsionador?—. Suelto una risita. —¿Esta por secuestrarme señor James?
—¿Vas a responder? Sino creo que voy a colgar...
—Ya, okey, okey.
—¿Y tu respuesta es?
—Ahí estaré.
Estoy por despedirme pero al ver la pantalla me percato que el idiota ya me ha colgado.
(...)
—Eliot ¿Podrías conseguirme el número de alguien?
Mi amigo se me queda viendo.
—Haría lo que fuera por ti—. Sonríe, y siento que no es tan idiota.
Oh, tengo un mal presentimiento
—Bien, entonces.
—Si me lo pides con cariño.
Sus ojos reflejan un brillo que odio, uno donde sabe que está en ventaja.
—Amigo mío. Hijo del amigo de mi padre. Persona con la que me he criado en contra de mi voluntad, necesito que consigas el número de esta persona—.Aumento mi tono irónico en cada palabra.
—Sentí que no tuvo pasión, vamos, Asher—. Se recuesta en mi cama y tengo ganas de tomarlo de la camisa y lanzarlo al suelo. —Puedes hacerlo mejor... Y quita esa mirada, siento que me desvistes.
Se cubre con los brazos mientras vuelve a su postura inusual.
Donde tiene una vista perfecta hasta el escritorio, justo donde estoy yo, tratando de no ceder ante mis instintos mas primitivos y acabar con su vida.
—Eres un imbécil.
—Oh, eso no está siendo nada amable de tu parte—. Se levante de un salto de la cama. —Creo que me iré, aquí no soy bienvenido.
Y camina hasta la puerta. trato de visualizar la imagen de mi mismo lavando esa enorme camioneta de Hal, con todas esas sustancias de dudosa procedencia.
Entonces esto no es tan malo.
—Bien, bien... Lo haré.
Mataría a Eliot.
Luego tomaría su propio el auto de mi hermano y conduciría hasta el lago mas cercado.
Esperaba que esto valiera la pena.
El papá de Asher es un amor.
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