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34. Me gustas...

34.

Ema Charles

Cuando las cosas van bien, se supone que solo podrían mejorar ¿O no?

Clasifiquemos lo siguiente como el mejor, día de mi vida. Partamos desde ahí, y lo que venga después, lo discutimos en su momento.

(...)

En la radio del auto de Liam se escucha Good to be, y es una lástima que la canción dure tan poco tiempo. Asher la ha escuchado un par de veces, y siempre está de buen humor después de eso.

Hay una brisa fría, que por esta vez solo puedo a ver a través del cristal de la ventana, ya que la calefacción está puesta a tope, a penas algunos rayos de sol dejan ver una tarde entre azulada y en tonos naranja.

Que temo, no tardará en convertido en oscuridad, una profunda oscuridad.

—¿Alguna petición?—. Observo a Asher con curiosidad.

Lleva puesto unos jeans azul oscuro, una camisa blanca que se ve muy poco, debido a la cazadora de cuero color negra que lleva encima. Su cabello castaño está un poco más ordenado hoy, me mira con los ojos verdes, tan brillantes que necesito un par de lentes de sol.

Me quedo en silencio, y lucho un poco con las ganas de besarlo. Hasta que el esfuerzo termina por un intento en vano, con impulsos que me rebasan, y me acerco con una rapidez impresionante solo para dejarle un corto beso cerca de los labios, que lo deja perplejo varios segundos.

Talvez incluso a olvidado como hablar.

—Reproduce algo que te recuerde a mi—. Vuelvo a mi postura inicial, pero dejando mis manos sobre mi regazo, y con las rodillas apoyadas sobre el auto de Liam.

Los vestidos por este año han pasado al fondo de mi clóset, el frío sobrepasa mis ganas de usarlos. Pero está bien, también amo mis vaqueros, y sudaderas coloridas.

—Pondré la canción que tenga grabado tu nombre, pero...—Puedo ver peligro en su mirada, y aún con eso le dedicó una sonrisa. —Solo si me besas de nuevo.

—Yo no...

—Y hablo de un buen beso, Em—. Como odio que esa media sonrisa suya me guste tanto.

—No creo que ninguna canción tenga mi nombre, sería un sacrificio en vano—. Eso hace que la sonrisa de sus labios se haga más grande.

—La escribiré yo, escribiré todas las canciones que quiera si me das un maldito beso, Ema.

(...)

Para cuando llegamos a nuestro destino, el bosque nos envuelve, entre capas de árboles sin hojas, preguntas sin respuestas, y bastantes dudas. Agradezco que aún haya algunas farolas alumbrando, porque si no habría demasiada oscuridad.

Salgo del auto y me encuentro de frente con la noche tratando de convertirme en un bloque de hielo, pero el frío desaparece en cuanto me percató de lo que me rodea.

Asher me sigue afuera un segundo después, escucho el suave ruido de la radio, y trato de reconocer que canción es esa.

—Es hermoso—. Suelto, cuando lo tengo a mi lado.

Agradezco que dejase las luces del auto encendidas. No es como que más lámparas iluminen tanto como quisiera.

—Es perfecto—. Me dice, pero su mirada va hasta a mí. —Es realmente perfecto.

Quisiera saber que pasa exactamente por su cabeza.

—Las estrellas—. Digo con burla, pero sí que están preciosas.

La vista es increíble, y eso se le queda corto. El cielo no se ve ni un poco vacío, cada parte parece estar lleno de estrellas, cada centímetro del enorme firmemente se muestra completo, como si por más que sea la misma oscuridad, y este constantemente envuelto en la sensación de ausencia, nunca hubiera estado ni un poco solo.

—No hay nada más precioso que tú, Ema.

—¿Ni las estrellas?—. Nada se iguala ni un poco a esa belleza.

Pero...

—Ni las estrellas—. Afirma de inmediato.

Y para rematar... Sin dudas

—¿Y el universo?— Muerdo mi labio ante la estupidez que solté.

Y aparto la vista con las mejillas acaloradas, no creo que él vaya a responder enserio.

Pero me olvidó que se trata de Asher, y él siempre va enserio.

—Ni siquiera eso—. Puedo ver un destello de brillo, y de alguna forma aquello que ocultaba ahora se ve un poco más claro. —Eres como la música, y siempre que escucho música, todo el ruido de mi cabeza se convierte en un silencio, mi corazón se suele acelerar y siento que cada melodía es perfecta...

—Asher...

—Definitivamente eres como la música Ema Charles. No creo que haya algo tan perfecto como tú.

Abro la boca, pero él me alza como si se tratará de una pluma, y luego estoy sobre el auto. Recostada entre el parabrisas y sintiendo que estoy mucho más cerca de las estrellas, mucho más cerca de todo lo que he querido.

Asher con facilidad llega hasta mí y se acomoda a mi lado. Y puedo sentir como roza mi mano con timidez en varias ocasiones. Y en cada una de ellas hay una electricidad entre nosotros que se encarga de recorrer mi cuerpo, bueno hasta que la toma y todo eso se convierte en golpes en mi pecho.

Mi corazón está tratando de escapar.

Está tratando de ir hacia él.

No sé si quiera detenerlo, o incluso intentarlo.

No tenía tan claro algo, no tanto como lo que se sobre cómo me siento con Asher. Se que él...

—Me gustas Ema...

Y todo se detiene.

Aún siento la calidez de su mano, todo indica que es cierto. Que está pasando, que lo que se desarrolla frente a mí no es un sueño, está aquí, estoy aquí y creo que nunca en mi vida me había sentido tan cómoda en ningún lugar.

Nos invaden las montañas, silenciosas. Los árboles que ahora solo parecen ser muchas y muchas ramas. Vientos que susurran frases sin sentido, y sentimientos cálidos.

Y yo, bueno, yo tengo la boca abierta, mis ojos y los suyos se conectan a tal punto que todo desaparece, el frio del invierno, el frio que se había adueñado de nosotros se convierte en algo como los primeros rayos de sol después de meses de invierno.

Todo encaja, todo es perfecto, somos él y yo, somos Asher James y Ema Charles diciendo, bueno, frases incompletas.

—Me gustas... Me gustas demasiado Ema.

No creo que pueda decir una sola palabra, pero con el corazón totalmente enloquecido me acomodo, porque quiero verlo. Quiero saber cómo es su expresión mientras dice que me gusto, quiero saber cómo, cuando, que lo llevo hasta ese punto.

Yo quiero saberlo todo.

Y me mira, en ese momento creo que Asher es la persona mas valiente que haya conocido nunca. Porque esta aquí, frente a mi diciendo que le gusto, con sus ojos brillantes, igual y algo invadido de nervios, pero sin despegar sus ojos de los míos.

—Siempre quise querer a alguien, aferrarme de un modo egoísta. Quería que esa persona hiciera lo mismo conmigo, que tomará de mi lo que quisiera, quería...— Toma un aliento, y admiro como es incapaz de soltar de mi mano, de soltarme a mí. —Quería experimentar la sensación de poder parar, detenerme un segundo y tomar un aliento, quería que alguien me obligara a no seguir solo, a no aguantar una mierda más...

—Asher...

Pero me interrumpe.

—Estoy lidiando con todo, porque no quería cansarme, quería ser más valiente que cualquiera, quería dejar de ser el niño tonto que se volvió un desastre cuando su mamá murió... Ya no quería que nadie cuidara de mí. Estuve yendo por mi cuenta, para no lastimar a nadie, yo...

Rodeo a Asher con mis brazos, y lo obligó a caer en mi hombro, porque...

—Nadie necesita que seas fuerte, no solo. Puedes descansar, puedes quedarte a respirar, y luego...— Escucho una sonrisa que se mezcla con un pequeño sollozo. —No seguirás por tu cuenta, idiota. Nunca más.

Se separa un poco, y sus ojos me miran, los tiene un poco rojos. Pero está sonriendo, una válida sonrisa que puede ser un poco, y solo un poco más hermoso que todo lo que nos rodea.

Creo que llegue a mi limite porque, empiezo a ver borroso, distingo sus ojos rojos, pero todo deja de ser tan claro. Las lágrimas abandonan mis ojos y recorren con rapidez mis ojos.

Su mano se alza ante mis ojos, pero su vista no se despega de mi rostro. El tirón que viene un segundo después no es del todo una sorpresa, y mucho menos el choque de sus labios y los míos.

—No llores en un momento como este—. Susurra contra mi boca.

Su aliento es cálido, y su boca sabe a menta.

—Es porque estoy feliz...

—No pasa nada entonces... porque yo también estoy muy feliz en este momento.

Me cuesta seguir su ritmo, porque hace un tiempo fue la última vez que hicimos esto, y agradezco que sea un beso largo, que me deje adaptarme un poco hasta alcanzar su ritmo.

Ese que cada vez que más rápido, pero que me permite alcanzarlo, sujetar su cabello y adueñarme solo un poco de la situación.

Ni siquiera me dejó responder apropiadamente, pero también me gustas Asher James, y déjame por esta vez aferrarme con todo lo que me queda a ti.

Solo por esta vez.

Puedes hacer lo mismo, quédate aquí, conmigo.

No hagas que me arrepienta.

Nota de autora: Uno más y ya.

Bueno luego el epílogo

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