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32. Todo lo que somos

32. 

Ema Charles

Algo paso a inicios de diciembre.

Al comienzo del invierno.

Justo cuando el invierno no se había molestado en tocar la puerta, sino que se había deshecho de ella de un golpe.

El programa de Asher tenía horarios establecidos, cosas de la cual no me había enterado sino hace poco. Él mencionó que, después de 3 meses pasaron de darle 1 hora a la semana, a llegar a 4. Por ejemplo, los lunes y miércoles transmitía a las 5 de la tarde, le daban 2 horas al aire, pero solo tomaba 1.

Escuche a Eliot mencionar que le habían cada vez más tiempo al aire, pero se negó una y otra vez.

Bueno, aquí es donde las cosas se tornan extrañas, ese viernes primero de diciembre, Asher apareció pasadas la 5 en mi puerta.

Estaba bastante confundida, ya que lo último que supe de él, fue en un mensaje corto de "Estoy bien... Nos vemos mañana Ema". Y por más que me moría de ganas, no pregunte, no insistí. Pretendía darle su tiempo.

Entonces sí, claro que estoy sorprendida.

—Hola...— Tan pronto como abro la puerta lo veo.

Su cabello esta hecho un desastre, su pecho sube y baja tratando de recuperar el aliento, incluso sus mejillas tomaron un tono carmesí que por poco y pasa por alto. Luce como si acabara de correr 5 kilómetros.

—Hola, Asher—. Moria por verte, quiero decirle. Quería que vinieras y aquí estas, ¿Podrías ser acaso más perfecto? Me guardo esos pensamientos para mi misma.

—Ema Charles, yo...— Creo que trata de buscar palabras, pero no sé exactamente para que. —¿Podrías venir conmigo?—. La desesperación en su tono, las ansias que muestra, sus ojos verdes que no parecen ver nada que no sea yo.

Lo recorro tratando no ser consumida del todo por su mirada, solo hace 3 días no lo había visto, y eso solo sirve para comprobar que cada vez se ve mejor. Igual y es que necesito echarle miradas el resto de mi vida para acostumbrarme a él.

—Asher...

Se me seca la boca.

Quiero tomar su mano, quiero que sujete la mía, y hundirnos en las profundidades de nuestros, bueno, de mis deseos más egoístas. Mierda, tengo miedo, Asher James, ahora se siente como una rosa, era tentadoramente hermoso, pero me pinchaba, con espinas cada vez más grandes.

Más afiladas.

Más dolorosas me atrevería a decir.

Pronto, si todo seguía así saldría muy lastimada.

—Por favor—. Ruega, y creo que la posibilidad de decirle que no, ni quiera se me cruza por la cabeza.

—A donde quieras.

Nunca escucho las advertencias que me da el universo, al parecer. Pero es que universo, te pido compresión por mi carne débil, y es que hay partes de mí que desconozco, y solo aparecen cuando estoy con Asher.

¿Cómo podría huir ante eso?

Asher me sostiene la mirada unos segundos, y luego parece tener sus ojos verdes en todos lados menos en mí. Quiero ir con él, donde sea que esté dispuesto a llevarme. Y eso solo me hace pensar en algo que leí una vez "Las almas, al final se encentran porque tienen el mismo escondite".

Quería ser el escondite de este chico, que recorriera a mi cada vez que se sintiera un poco perdido. Que cada vez que necesitara respirar, bueno, que necesitara venir hasta mí.

Asher sujeta mi mano, y el camino es un abismo de silencio. Puedo ver humo blanco saliendo de mi boca por el frio que cada vez es peor, al momento que abandonamos la entrada de mi casa, y las calles de Insane nos rodean.

Asher esta menos abrigado que yo, y conserva sus manos frías.

Ojalá y su corazón no este igual.

Pronto recorremos lugares de la ciudad que ya conocía, esta noche estamos rodeados de un azul claro, todo parece vacío, la parte del mundo donde existimos es un poco aterrador, a la tarde la invade una vibra adormecedora. Silencio, más el frio de su cuerpo que busca la calidez en el mío. Me temo que estoy perdida, tanto como la luna en busca del sol por las noches, y cuando me doy cuenta la sensación de calma a cada paso se convierte en ansiedad, necesito respirar. Estoy cada vez envuelta en situaciones más y más complicadas, no debí enamorarme de Asher en primer lugar, y me temo que es tarde.

No creo que haya vuelta atrás.

No quiero perder lo que tenemos, eso me hace pensar que igual y el agitado vuelo de una mariposa, o bien un parpadeo pueda cambiarlo todo.

Pero entonces, mis pensamientos se ven interrumpidos de manera abrupta, y a pasos a un ritmo rápido, en medio de una noche sin estrellas, Asher y yo llegamos al cementerio de la ciudad.

Las letras "They fly even without wings" están en la entrada, siempre he pensado que el nombre del lugar no es para las personas que ya no están entre nosotros, sino un consuelo para los que se quedan. "Vuelan incluso sin alas", cada vez que viene eso a mente solo puedo pensar en un camino de plumas blancas y delicadas, una corriente de viento suave que agita el cabello de cada persona que estaba aquí, y ya no va a estarlo más. Decía Vicent Van Gogh, hablan de que cada átomo de nuestro cuerpo alguna vez fue una estrella, talvez no me voy, talvez solo voy a casa.

Cuando caigo a la realidad, dos portones abiertos nos reciben, y sujeto aún más fuerte a mano de James, porque siento que el corazón se me detiene, y que cada cabello de mi cuerpo está paralizado. Y en el busco la calma que siento ausente, la sensación de seguridad, igual y soy una idiota irremediable que quiere a esta persona.

Como es de esperarse el lugar está lleno de tumbas, algunas están descuidadas, otras se han torcido, en varias hay flores secas y algunas recientes. En algunas hay nombres borrosos, algunas otras tienen una cruz, pero entre todas ellas hay un camino un tanto borroso, como si las personas cada vez vinieran menos.

Igual y admito que me siento inquieta al ver tantas. Estos lugares hacen que se me salga el alma, aunque no me asustan del todo. Nunca he tenido a la muerte en una visión, es un proceso de la vida, y si bien en ocasiones puede doler, por más que llores o grites, o igual y te niegas por completo a seguir, las cosas no van a cambiar.

Me golpeo contra Asher cuando se detiene y no me percato a tiempo. La tensión en el cuerpo, y los latidos de mi corazón aumentan cuando noto la farola de un tono brillante, alumbrando a una lápida en específico.

Tiene flores, los tulipanes y gardenias más hermosas que haya visto, florecen alrededor de la tumba de una manera impresionante, aun cuando ha empezado el invierno, casi no lo puedo creer. No puedo distinguir el nombre por completo de la persona por la distancia, eso y el castaño que se niega a moverse, lo único que puedo ver un grabado en una tipografía preciosa que dice "All we are are dreams, music and stars" y unas un poco más pequeñas que dicen "Por ser una gran mujer, esposa y madre, que allá en las estrellas también escuchen tus canciones".

Je te laisserai des mots invade mi cabeza, igual y trata de eliminar el silencio.

—Mamá... ella es la chica de quien te hable.

Mi corazón se detiene, y es en donde observo la mirada más triste de todas. No había razones, no había sueños, igual y quedaban cenizas. Esta era la parte de Asher James que yo no conocía, la parte que aterraba un poco y daban ganas de salir corriendo.

Y todo este tiempo, donde no ha soltado mi mano, quizá se trata de una señal, igual y yo soy la que debería estar aquí, las cosas pasan porque tienen que pasar. Entonces doy uno de los saltos más grandes, que podría dar corazón cobarde como lo es el mío.

Apretó su mano fuerte, esta fría, pero sé que esta persona es cálida. Se atreve a mirarme porque después de todo el sí es de las personas más valientes que conozco. Sus preciosos ojos no son más verdes, en el fondo quizás, por ahora se tornan de un rojo, un rojo que grita con desesperación que necesita llorar. Las palabras que no salen, terminan por ahogarte el alma, había escuchado por ahí.

Le dedico una sonrisa donde también dejo caer una lágrima, justo antes de avanzar unos pasos hasta quedar exactamente al lado de la tumba.

Veo el nombre de su mama, y me temo no ser capaz de pronunciarlo. Pero por suerte, aun queda un poco de fuerza en mi pecho.

—Es un gusto Elayne Payne...—Suspiro, y casi siento que mi voz esta por temblar. —Asher no me ha hablado mucho de usted, pero debe ser una persona maravillosa, tengo la certeza de eso... Y su familia, Dios es encantadora, ha hecho un trabajo increíble se lo aseguro...

Se me quedan las palabras en la garganta, donde arde, pero también ruegan por salir.

—La aman demasiado, también le aseguro que la extrañan como a nadie.

Asher suelta mi mano, y a mi espalda escucho un pequeño quejido. Lleno de dolor, uno que se desborda y hace que el caiga al suelo, que difícil es perder a los que amamos.

Me acerco a él, y se ve tan frágil que me da miedo romperlo. No sabía que alguien se podía expresar así, que su dolor podría atravesarte el pecho y herirte. Igual y es verdad que las heridas más dolorosas nunca sangran.

—Tranquilo cariño, que estoy aquí—. Y trato de acercarme, pero el viene hacia mí, con el pecho agitado y una vez más sin verme a la cara.

—Es una mierda, todos te mienten... El dolor nunca se hace más soportable.

Y quiero decir algo que lo haga sentir mejor. Pero, creo nunca he sido tan incapaz en mi vida, no puedo, no me sale nada.

Me quedo en silencio, no hago más que presionar su cuerpo con el mío, aguantando con todas mis fuerzas el ardor en los ojos, las ganas de romperme a llorar junto a él. Pero no es suficiente, Asher se ha abierto por completo conmigo, y lo menos que debería hacer por él es brindarle consuelo.

—Las pérdidas siempre van a doler. No importa cuando lo intentes Asher, van a seguir doliendo. Y cuando dicen que estarás bien, eso solo significa que el dolor no te puede matar.

Aunque si te puede matar por dentro.

—Pues sigue siendo una mierda—. Asegura, con algo de ironía, pero se que no lo dice de una mala forma.

—Lo sé. Nunca he dicho que no lo fuera.

Su cuerpo y el mío se quedan en el suelo, inertes. A mitad de la noche, tristes, bajo la luz que le pertenece a Elayne Payne, quien donde sea que este, espero que este muy feliz.

(...)

Las horas pasan, y ante todo el silencio, ante todo lo que nos había puesto la vida, de alguna forma podríamos seguir. Con la música, que no siempre esta de nuestro lado, con todas las canciones que aún necesitamos escuchar, por todos los que estuvieron un momento y ya no están.

Elayne, quiero que sepas...

Cuando la música suene...

Nosotros seguiremos siendo canciones en tu nombre. 

Bueno. Ya estamos en las últimas. 

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