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6 | «¿Así sí caerías?»

—¿Van a volver a dormir a casa? —pregunta mamá cuando me despido de ella y yo niego con la cabeza.

—Nos quedaremos en casa de Phebe, no te preocupes —digo caminando hacia Mike que me espera en el umbral de la puerta.

—Conduce con cuidado —Mamá mira a Mike y él asiente—. No beban demasiado, no vayan muy rápido y cuídense.

—Duerme tranquila, mamá —ruedo los ojos—. Te enviaré un mensaje antes de irnos a dormir para que sepas que estamos bien.

Mike sale de la casa y yo lo sigo dejando que la puerta se cierre con un golpe a nuestras espaldas. Ayer los chicos vinieron aquí a intentar terminar de una vez por todas la canción, cosa que no conseguimos y después de cuatro horas de estar dando vueltas y vueltas en la misma estrofa decidimos que era hora de tomarnos un descanso. Cuando todos se estaban marchando, Mike me pidió quedarse y más tarde, cuando me contó por qué, a pesar de esperármelo, no podía creerlo.

La cena de sus padres se adelantó y como Abraham todavía no había llegado a reponer los vinos que tomamos jugando a las cartas terminó haciendo lo que dijo que haría, culpar a Mike. Sus padres se enojaron, quizá más de lo que deberían y optaron por echarlo de casa, así sin más.

En parte me hizo sentir culpable porque debimos haber ayudado a Abraham con dinero para reponerlos, solo que no nos dimos cuenta y sinceramente, no pensé que de verdad fuera a echarle la culpa descaradamente. Verlo llorar completamente desarmado mientras nos contaba a mamá y a mí las cosas horribles que su padre le había dicho todavía me tiene un poco mal y hace que el sentimiento de culpa sea peor. Cuando me miró con los ojos completamente rojos y preguntó «¿De verdad soy una decepción para todos?», no pude retener mis lágrimas y acabamos los dos llorando a ambos lados de mamá.

Hay gente que no está lista para ser padres y quizá nunca llegue a estarlo. Alguien perdido no puede ayudarte a encontrarte, alguien roto lo único que sabe hacer es romper y un adulto frustrado solo crea traumas que ni los años ayudan a superar.

Cuando nací, mamá tenía diecinueve años y absolutamente ningún plan a futuro. Sé que muchas veces se frustró conmigo, con ella, con la vida por no haber sido diferente, pero aún así, jamás la escuché decir una sola palabra que pudiera llegar a herirme, ni siquiera por asomo o sin darse cuenta. Jamás hizo menos lo que sentía o invalidó mis gustos, me ayudó a crecer de la forma más sana que puede existir y gracias a eso hoy en día soy un adulto funcional que sabe afrontar sus sentimientos y evaluar sus emociones.

—¿Verás a alguien en la fogata? —le pregunto a Mike una vez salimos a la calle.

—Sí, de hecho, tengo una cita —suspira y mi ceño se frunce un poco.

—¿Cristal? —alzo las cejas y él niega con la cabeza.

—Mi cita es con Giulia —Antes de que pueda decir algo alza la mano en el aire indicando que detenga cualquier palabra que tuviera en la punta de mi lengua—. Yo sé que nunca me tomé nada en serio y que quizá pienses que solo quiero a Giulia para un rato, pero no es así, todo esto que te pasó con Melody me hizo darme cuenta de que no quiero seguir perdiendo tiempo yendo de chica en chica por miedo a que las cosas con Giulia no funcionen.

Escupe todo con tal rapidez que al acabar suelta un jadeo de cansancio.

—¿Tenemos que llevarla a su casa cuando acabe la fogata? —pregunto cruzándome de brazos.

—¿Solo eso vas a decirme? —me mira con el ceño fruncido y yo hago una mueca con la boca.

—¿Qué quieres que te diga? —me encojo de hombros—. Te conozco desde toda la vida, Mike, sé cómo eres y sé que no es así como te muestras siempre. Giulia ya no es una niña y puede tomar sus propias decisiones, si quieren intentarlo estoy feliz por ustedes.

—Me gusta desde hace año y medio... Nunca nadie me ha gustado por tanto tiempo y eso da miedo...

—Es amor —sonrío de lado.

—¿Así se siente? —traga grueso a la vez que una sonrisa tierna se forma en sus labios.

—La mayor parte del tiempo sí —vuelvo a encogerme de hombros—. Está claro que habrán días en los que querrás mandar todo a la mierda y tirar la toalla, pero no lo hagas.

—Tu tampoco, no tires la toalla con Melody —pone su mano sobre mi hombro sacudiéndome un poco.

—No voy a hacerlo —le aseguro.

—Giulia dice que ustedes estaban destinados y que si Melody quiso regresar a la ciudad es porque la vida tiene planes de volver a unirlos —Lleva su mano a la radio y la enciende dejando que Space Junk de Wang Chung ocupe los espacios libres entre nuestras voces.

—¿Podemos no hablar de eso? —mi ceño se frunce un poco—. Esta noche solo quiero pretender que todo es como antes, beber hasta emborracharme y luego irme a dormir con una sonrisa porque pasé la noche con ella.

—¿Desde cuando bebes para emborracharte? —me mira extrañado por mis palabras.

—¿Desde que dejé de fumar? —me encojo de hombros—. Igual, solo será por esta noche, pero dicen que tienes que reemplazar un vicio por otro...

—¡¿Dejaste de fumar?! —Me toca la frente y yo lo miro de reojo sonriendo—. ¿Por qué? O sea, estoy feliz de que hayas decidido dejar la bomba de tiempo a la que tu mismo le agregabas segundos, pero... ¿por qué?

—Le prometí a Dakota que iba a fumar menos y Melody me hizo prometerle que iba a dejarlo, así que lo dejé —hago una mueca con la boca—. Llevo cinco días sin poner un cigarrillo en mi boca y no he pensado en eso sino hasta ahora.

—¿Lo dejaste solo porque Melody te lo pidió? —La forma en que me mira me hace reír—. ¿Si te pide que dejes de vernos también vas a hacerlo?

—No va a pedirme eso —Entorna los ojos y su mandíbula cuelga por el piso—. Tienes que doblar en la siguiente.

Regresa su vista a la carretera y gira hacia la derecha para meternos en un camino rodeado a ambos lados por vegetación. A medida que nos vamos acercando al final del camino la luz del fuego comienza a hacerse presente, al igual que el murmullo de las voces y la música. Estaciona el auto detrás de algunas camionetas y nos bajamos al mismo tiempo para caminar hacia la maleta y bajar la conservadora que está hasta el tope cervezas y hielo.

Lo único malo de las fogatas es que o tienes que traer tu propio alcohol, o caes en bancarrota intentando comprarlo en la cantina.

—No dejes que lo que escuchaste te coma la cabeza —me pecha con el codo mientras caminamos hacia la multitud—. Un novio puede pasar a ser ex en cualquier segundo.

—No quiero pensar en eso, en serio —meto las manos en los bolsillos de mi jean—. Vine a divertirme.

Nos sumamos a la multitud que se esparce desde el bosque hasta el claro estirando los cuellos para intentar dar con alguna de las chicas. Mike les habló mientras yo me duchaba y dijeron que nos esperarían cerca del lago así que, ni bien logramos abrirnos paso entre la gente, hacia allá nos dirigimos. Aún estando un poco lejos logro divisar el cabello rubio de Lena y los rizos de Phebe; Mike me hace una seña para que caminemos lento y al llegar junto a ellas soltamos un grito que logra espantarlas a ambas.

—¡Por la madre que los parió! —Lena le golpea el brazo a Mike y yo me salvo de un golpe solo por estar dejando la conservadora frente a ellas.

—¡¿No piensan madurar nunca?! —Phebe nos lanza un puñado de arena a cada uno y comienza a negar con la cabeza.

Mike se sienta a un lado de Phebe riendo y yo me cruzo de brazos manteniéndome de pie—. ¿Melody no venía con ustedes?

—Fue a comprarse un agua —Lena señala la cantina con su pulgar—. Ve a buscarla, ya lleva bastante rato ahí.

Vuelvo a meter las manos en los bolsillos de mi jean y me encamino hacia la cantina escaneando con mis ojos la multitud en un intento de dar con Melody, pero no resulta, porque no está por ningún lado. Me acerco a Florian, el chico que está en la cantina y a quien conozco porque fuimos compañeros de clase en la secundaria, y no es necesario preguntar, simplemente señala hacia un lado con la cabeza y en cuanto volteo en esa dirección veo a Melody acompañada de Garret.

Frunzo el ceño acercándome a ellos a paso lento, pero entonces noto como Melody me mira y agranda los ojos haciendo una seña hacia Garret, lo que tomo como una señal para apurar mi caminata.

—Hola, Harry —dice Garret al verme.

—Hola —subo y bajo mis cejas a la vez que me paro junto a Melody—. ¿Conseguiste el agua?

Ella sonríe acercándose más a mi cuerpo y pasa su brazo por detrás de mi espalda baja—. Sí —sacude la botella con su otra mano.

—¿Ustedes están juntos o... —Garret nos mira con el ceño fruncido.

—No, pero vinimos juntos así que... —Respondo a toda prisa antes de que Garret meta la pata y bajo mi mirada a Melody—. ¿Nos vamos?

Ella asiente y toma la delantera entrelazando nuestros dedos para guiarme entre la multitud. Aunque me preocupa que vaya a prestarle atención al anillo y darse cuenta que es el que va a juego con el suyo, no quito mi mano; su tacto se siente tan bien que me niego a quitarme el gusto. Frunzo el ceño al notar que no nos dirigimos hacia donde están los chicos, sino, por el contrario, hacia donde están estacionados la mayoría de los autos.

—Es para el otro lado, Melody —digo acercándome un poco más a ella para que pueda oírme.

Ella me mira por encima de su hombro y guiña un ojo sonriendo—. Yo sé donde vamos.

Dejo que me guíe hasta meternos entremedio de los árboles y llegar a un jeep negro. Mi ceño vuelve a fruncirse viendo como abre la puerta del lado del copiloto y se mete dentro del Bora con todo el descaro del mundo.

—¿Qué haces? —Miro hacia atrás solo para asegurarme que nadie nos está viendo.

—Vamos a robarnos el auto —se encoge de hombros y mis ojos parecen desorbitarse—. ¿Nunca lo hiciste?

Sí, pero dejé de hacerlo cuando tuve la edad suficiente como para afrontar cargos por eso.

—¿Estás loca? —le tomo la mano intentando hacer que baje del auto y entre en razón, pero ella solo ríe.

—Anda, métete, ya encontré las llaves —se cruza por encima de la palanca de cambios hasta quedar en el asiento del conductor y hace una seña con la cabeza para que me suba.

Vuelvo a mirar hacia todas partes antes de meterme en el auto negando con la cabeza sin poder creer que me estoy dejando arrastrar a esta locura. Enciende el motor y hace marcha atrás esquivando árboles y otros autos con una habilidad impresionante.

—Creo que sí vas a quitarle el puesto a Mike de mejor conductor —suelto poniéndome el cinturón.

—¿Sientes la adrenalina corriendo por tu cuerpo? —Su sonrisa es amplia.

—Siento que si nos atrapan vamos a meternos en problemas —veo los árboles que dejamos atrás y vuelvo a fruncir el ceño—. ¿Siquiera sabes dónde vamos?

—No vamos a alejarnos mucho, solo hasta la salida a la ruta...

—Si el dueño del auto se da cuenta estamos jodidos.

—No creo que a mamá le moleste, para esto me lo prestó...

—¿Es de Sam? —Ni bien termino de preguntar ella suelta una carcajada.

—¡Debiste haber visto tu cara cuando te dije que íbamos a robarlo! —carcajea y yo me cruzo de brazos evitando reír—. No estabas de acuerdo, pero aún así te metiste. Me voy a creer lo de que mis palabras tiene poder sobre ti...

La miro de reojo y ahora no puedo evitar que una sonrisa se forme en mis labios.

—¿En serio, a dónde vamos? —pregunto.

—A ningún lado, solo quería fingir que nos alejábamos para que te creyeras que de verdad nos estábamos robando el auto. Apenas salgamos a la ruta doy la vuelta y regresamos, no te preocupes, no voy a secuestrarte.

Me muerdo el labio inferior y niego con la cabeza. Pronto el camino se acaba y como dijo, da la vuelta y regresamos al lugar de la fogata en menos de cinco minutos.

—Pensé que ibas a matarme o algo así —bromeo desabrochándome el cinturón una vez que detiene el auto.

—En realidad... Pensaba dejarte desnudo a mitad del camino, tomarte fotos y venderlas a alguna revista para hacerme millonaria.

—¿Cómo ibas a conseguir que me desnudara? —frunzo el ceño cruzándome de brazos.

—Con mis poderosas palabras, ¿no está claro?

—¿Crees que caería así de fácil? —Sí, definitivamente sí.

—No lo sé, pero si eso no servía podría... —lleva su mano a mi pierna y comienza a subir hasta mi abdomen lentamente—. ¿Así sí caerías?

Mis escápulas se retraen haciendo que me enderece en el asiento.

—Creo que con las palabras ya era suficiente —suelto viendo su mano colarse debajo de mi camisa. Todo mi abdomen se contrae bajo su tacto. Alzo mi vista a sus ojos y en ellos encuentro puro deseo, mismo deseo que yo llevo contenido dentro de mí durante cuatro meses.

—¿Sabes que las pupilas se dilatan cuando vemos algo que nos gusta? —acerca su boca a la mía y trago grueso—. Ahora mismo juraría que tus ojos son negros.

—Quizá es porque estoy viendo a alguien que me gusta —Mi voz es suave, tranquila.

—¿Qué dicen mis ojos? —pregunta y yo acerco un poco más mi boca a la suya haciendo que nuestros labios se rocen.

—Que quieres esto tanto como yo —Apenas termino de hablar es ella quien acorta la escasa distancia entre nosotros y me besa.

Me toma medio segundo ser consciente de sus labios sobre los míos y cederle todo el control de mi cuerpo dispuesto a dejarme llevar a donde sea que quiera ir. Cruza una pierna por encima de las mías subiéndose en mi regazo y mis manos van a sus caderas para mantenerla firme ahí, sobre el bulto de mi pene que a este paso no tardará en convertirse en una erección.

Nunca antes en mis veinte años había deseado tanto sentir el tacto de alguien como con Melody.

Sus dedos juegan con mi cabello antes de bajar sus manos al borde de mi remera y tirar de ella hacia arriba para quitármela. Contempla mi torso y cuando noto como sus ojos se detienen en mis clavículas me maldigo por dentro.

—Ahora sé dos cosas más sobre mi pasado —besa uno de mis tatuajes y sube su vista a mis ojos—. Me atraías igual que ahora —besa el otro tatuaje sobre la clavícula y me mira sonriendo—. Y, mierda, follas demasiado bien.

Sonrío, pero enseguida ella se encarga de borrarme la sonrisa con un beso. Mis manos se meten debajo de su falda que para entonces ya se le ha subido casi completamente y aprieto sus nalgas con fuerza pegándola un poco más a mi cuerpo.

—Nadie puede enterarse de esto —jadea comenzando a moverse sobre mi erección—. No pueden saberlo porque...

Entonces escuchamos golpecitos en la ventana del auto y ambos detenemos nuestros movimientos girando nuestras cabezas hacia la ventana. Lena vuelve a golpear con insistencia y Melody no duda en regresar a su lugar acomodándose la ropa y el cabello.

—¿Dónde está mi remera? —pregunto y al segundo siguiente la prenda cae sobre mi regazo.

Ni bien me la coloco abro la puerta y Lena nos mira con el ceño fruncido.

—Me pelee con el idiota de Abraham, es un estúpido, solo vino a aguarnos la noche...

Phebe aparece detrás de ella rodando los ojos—. Quiere irse a casa, pero ya le dije que la única que está aguando las cosas es ella misma.

—No voy a quedarme a ver como él se la pasa bien con alguien más —abre la puerta de atrás y se mete en el auto cruzándose de brazos.

—¿Qué hacían? —Phebe nos mira con el ceño fruncido y ambos negamos.

—Nada —respondemos a la vez.

Phebe me clava la mirada sonriendo y yo me veo obligado a apartar los ojos de ella para no sonrojarme y terminar de delatarnos. Entiendo que no quiera que sepan lo que pasó o lo que iba a pasar si Lena no golpeaba la ventana, todavía tiene a todos los medios encima de ella y los rumores de romances no son siempre bienvenidos.

—Voy a llevar a las chicas a casa y no regresaré —dice Melody—. ¿Está bien si nos vemos después?

Yo asiento bajándome del auto y dejándole el lugar libre a Phebe que se mete todavía viéndome con desconfianza.

—Entren por la puerta de atrás —me dice haciendo una seña con la cabeza hacia Melody—. Se las dejo abierta.

—Nos vemos —respondo rascándome la nuca.

Me quedo recostado a un árbol viéndolas marcharse y aprovechando el tiempo para que se me baje la erección. Una vez no queda ni rastro de lo que pretendíamos hacer regreso a la orilla del lago y me siento junto a Abraham de espaldas a la fogata.

—¿Mike? —pregunto buscándolo con la mirada.

—Giulia llegó y se lo llevó con ella —se encoge de hombros—. ¿Una cerveza?

Extiende una lata hacia mí y yo la tomo sonriendo. Quizá no vaya a pasar la noche entera con Melody, pero sí puedo hacer las otras cosas que tenía planeadas, emborracharme y regresar a casa de Phebe sonriendo como idiota.

Hoy no hay holas, no hay caras de bolas, no hay costrosos, no hay nada, solo hay un grito poseído por Yeri Mua.

KHEEEEEEE

No sé cómo se hayan tomado lo que pasó, pero yo sí caí, AH.

Quiero saber cómo vienen con la historia hasta ahora, si les está gustando o si no, si ya me quieren matar o khee, no sé, ustedes dígname.

Nos vemos el próximo domingo, tkm, besos en la kolita.

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