30 | «La gira»
📀🎶Diciembre 07 de 2042, Los Ángeles, California. 🎶📀
Cuando la última nota de la última canción suena, los cinco contemplamos al público con lágrimas en los ojos. Tocar para cien personas en el bar y para diez mil en el festival de San Valentín no se compara con esto, veinte mil personas reunidas en un estadio solo para vernos a nosotros, a Moor, a estos chicos que encontraron en la música todo lo que les hacía falta y ni siquiera eran consciente de ello. Es una locura y, por más que ahora estemos viviéndola en carne y hueso, todavía es dificil creer que de verdad esté pasando.
Nos tomamos de las manos haciéndoles una reverencia a la que responden con gritos eufóricos. Las horas de ensayo que pasamos encima de este escenario los últimos dos días valieron la pena porque gracias a eso todo resultó perfecto.
Bajamos del escenario, Lena y Mike llevándose sus instrumentos con ellos, y nos metemos en el área de carpas que utilizamos como camarines.
—¡Moor, Moor, Moor! —grita Phebe sonando como un jugador de rugby.
Nos unimos a coro con sus gritos, Melody, Kilian y los chicos nos acompañan mientras damos vueltas en círculos abrazados por los hombros.
—¡Bienvenidos al resto de nuestras vidas! —aúlla Abraham y acto seguido nos rocía con la espuma del champagne que tiene en manos.
📀🎶Diciembre 12 de 2042, San Francisco, California.🎶📀
—¿Podemos? Solo un rato, di que sí —insiste Kilian, a pesar de ser la cuarta vez consecutiva que nos dicen que no.
—Tenemos tres horas libres —apoyo yo—. Volveremos antes de que te des cuenta.
No recuerdo la última vez que tuve que pedir permiso para hacer algo, pero sí sé que fue hace mucho y ahora se siente raro, extremadamente raro, tener que rogar por permiso.
Cindy, nuestra coordinadora para California, aprieta los labios y luego suelta un largo suspiro, lo que supone una victoria para nosotros.
—Solo tienen tres horas, controlen el tiempo porque cuando se divierten pasa rapidísimo y tienen totalmente prohibido llegar tarde.
Abraham la abraza, dejando un beso en su mejilla, Mike la levanta del suelo y da un giro con ella en brazos mientras el resto de nosotros se dispone a correr hacia el estacionamiento. Encontrar un taxi con cupo para diez personas se nos hace más dificil de lo que pensábamos y terminamos perdiendo más de media hora en esa tarea; bien podríamos haber tomado una de la camionetas en las que Empire nos traslada de un lado al otro, pero esto que estamos haciendo es clandestino y si llegan a enterarse no solo estaremos en problemas nosotros, sino también Cindy.
Ya en el taxi, o mejor dicho, ya en la combi, ninguno de los diez sabe dónde ir, así que dejamos en manos del conductor decidir dónde pasaremos nuestras horas libres. Esto prueba lo falsa que es la frase «Dos cerebros piensan mejor que uno», porque ni siendo diez pudimos soltar siquiera una sugerencia decente sobre dónde ir.
—¿Les parece bien aquí? —pregunta el hombre deteniendo su combi frente a un inmenso cartel de un parque de diversiones.
—¿Crees que tenemos quince años? —Apenas Alex, uno de los chicos que nos acompaña en la gira, termina de hablar le caen encima de él nueve pares de ojos fulminantes.
—Aquí está bien, señor —Phebe le sonríe sacando la cartera de su bolso, pasa su tarjeta por el POS y vuelve a sonreírle cuando el hombre le da el recibo.
Bajamos de la camioneta todavía clavándole los ojos a Alex. Estos días en los que estuvimos tocando en Los Ángeles, aprendimos dos cosas suyas; la primera es que el día en que no apareció al estudio a grabar con nosotros no era porque quisiera ahorrar tiempo, sino porque no nos sentía merecedores de su presencia, él mismo lo dijo. Y la segunda, nadie lo soporta, salvo nosotros que firmamos un contrato que nos obliga a permaneces juntos.
—¿Ahora dónde vamos? —pregunta él rodando los ojos y haciendo que Abraham y yo compartamos miradas de asco—. ¿A la noria?
—Ahora nos separamos y en una hora y media volvemos a encontrarnos aquí —dice Lena alzando las cejas.
—Mejor encontrémonos en una hora —Kilian aprieta los labios—. Dejemos la media hora de sobra para buscar un taxi que nos regrese.
Los diez asentimos a la vez y, tras cruzar la entrada, echamos a andar en diferentes direcciones.
📀🎶Diciembre 14 de 2042, San Diego, California.🎶📀
—¿Cuántas veces tenemos que hacer esto antes de los shows? —pregunta Lena dejándose caer en el piso—. Estoy cansada, me duelen los pies y tengo hambre.
—Siempre —Kilian se quita la banda de su guitarra y deja el instrumento en su soporte lentamente—. Siempre tendrás que probar el sonido, el escenario, las luces. Nunca dejas de ensayar por más que lo sepas todo.
—Si algo tiene que fallar va a fallar a pesar de que ensayemos, todo esto solo me parece una pérdida de tiempo.
—Quizá lo sea —Melody se encoge de hombros—, pero hay que hacerse igual.
Lena bufa volviendo a ponerse de pie para tomar su guitarra. Tocamos tres canciones más, probamos cada uno de los micrófonos que utilizaremos esta noche y hacemos todo lo que debemos hacer para asegurarnos que estará todo listo cuando lo necesitemos, por eso, cuando Cindy nos pregunta si terminamos de ensayar y Kilian le dice que no, todos los miramos con el ceño fruncido.
Una vez ella vuelve a marcharse, dejándonos a solas con los chicos de iluminación que están enteramente metidos en lo suyo, Kilian se voltea hacia nosotros y se encoge de hombros sonriendo.
—Estoy ganando un poco más de tiempo para que alguien —Hace énfasis en la última palabra mirando fijamente a Lena—, pueda descansar.
—Este es el cuñado que necesito —dice ella yendo a abrazar a Phebe—. Gracias por conseguírmelo —chasquea la lengua y luego se da media vuelta dirigiéndose a las escaleras—. Iré a dormir.
Baja las escaleras de dos en dos y desaparece corriendo por el campo.
—¿Nosotros qué haremos mientras ella duerme? —pregunta Abraham recolocando el micrófono en el pie.
—No sé... —América, otra de las chicas que nos acompaña en la gira y con la que compartimos canción, frunce la boca de costado acercándose a su mochila—. ¿Alguno quiere un mojito?
Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras con una mano saca una botella de agua gasificada y con la otra algunas limas, deja todo encima de una caja de sonido y regresa a su mochila para sacar una botella, casi llena, de ron blanco.
—No tengo azúcar, pero no importa, eso solo lo hace más suave —se encoge de hombros.
Juzgando por su apariencia, jamás nadie diría que carga en su mochila todos los ingredientes necesarios para prepararse un trago a tiempo directo.
—¿Mojito sí o mojito no? —vuelve a preguntar al ver que nadie responde.
Los ocho compartimos miradas y asentimos a la vez como si estuviéramos automatizados.
—¡Ronda de mojitos machando! —grita, destapando la botella de ron.
📀🎶Diciembre 15 de 2042, Las Vegas, Nevada.🎶📀
—Tenemos doscientos dólares —Lena niega con la cabeza agrandando los ojos—. Ya vámonos, en serio, ya está.
Desde que vimos que la gira pasaba por Las Vegas supimos que tarde o temprano íbamos a terminar cayendo en la tentación, sobre todo Luisa, la otra chica con la que compartimos canción, que según nos contó tuvo un serio problema con el juego a los veinte años.
—Vámonos, Mike —insisto yo intentando bajarlo del taburete frente a la máquina tragamonedas.
—Tenemos doscientos, déjenme jugar y lo duplicaremos —suspira—. Solo déjenme jugar, confíen en mí.
—Déjalo jugar —Alex rueda los ojos—. Generamos esa cantidad de dinero solo con dos entradas, es como quitarse una pielcita de los dedos, no duele.
—Juega —concede Abraham llenando sus pulmones de aire a la vez que cierra los ojos.
Mete las únicas veinte fichas que nos quedan en la máquina y baja la palanca dorada. En la pantalla comienzan a aparecer diferentes símbolos que cambian con rapidez y nos hace compartir miradas de confusión.
—Solo denle tiempo —dice Mike dándole un beso a la pantalla de la máquina.
El primer símbolo que se detiene es el de una corona y Mike se voltea hacia nosotros sonriendo.
—¿Ven? El rey, este dinero ya es nuestro —golpetea su pie en el suelo a la espera del segundo símbolo. Otra corona llega para quedarse y Mike suelta un grito—. ¡Vamos!
Ahora nos miramos entre nosotros sonriendo, o al menos es así hasta que la tercera figura se detiene y, en vez de una corona, vemos un payaso de cabello rojo sonriendo.
—¡Te lo dije! —chilla Lena golpeándole el hombro.
—¡Perdón, perdón! —Mike carcajea—. ¡Estaba seguro que era la buena, tenía el presentimiento!
—Ya vámonos —Melody rueda los ojos riendo—. Ganamos más durmiendo que siguiendo presentimientos de Mike.
Tomo su mano y camino con ella hacia la salida, los chicos pisándonos los talones y Mike detrás de todos, todavía pidiendo perdón a carcajadas.
—Era obvio que iba a perder todo —dice Melody apretando mi mano.
—¡Te escuché, Melody! —grita él desde el fondo y ella voltea sonriendo.
—¡Es la verdad! —le regresa el grito—. Esas cosas solo sirven para comerte el dinero.
Salimos del casino saludando a los seguridad con la cabeza, nuestras manos completamente vacías y Mike todavía pidiendo perdón por haber perdido el único dinero que nos quedaba en efectivo.
Aunque nuestras cuentas ahora mismo están más llenas de lo que alguna vez pudieron llegar a estar, Empire se encarga de darnos todo lo que necesitemos o queramos, así que a ninguno se le ocurrió sacar dinero del banco y, aunque no parezca, el tiempo libre que tenemos entre ensayos y demás es escaso como para acercarnos a alguna sucursal.
—No voy a dejarlos así —Mike corre hasta llegar frente a nosotros para detenernos—. Vamos a tomar unas cervezas, yo invito.
—¿Con qué dinero? —Phebe alza las cejas.
—¿No sabes que un mago jamás revela sus secretos? —sube y baja las cejas—. Por suerte no soy mago y puedo revelar el mío —Del bolsillo de su jean saca un billete de cien dólares perfectamente doblado a la mitad y completamente liso.
—¿De dónde sacaste eso? —pregunta Phebe, ahora frunciendo el ceño.
—Ese sí es un secreto que no debería revelar, pero... —se rasca la nuca bajando la mirada—. Se lo intercambié a una señora mientras salíamos del casino...
—¿A qué señora? —pregunto yo imitando la expresión de Phebe—. Nadie se detuvo mientras salimos.
—La verdadera pregunta es por qué se lo cambió... No traíamos nada más que el dinero en el que gastamos las fichas y lo perdimos todo —Lena niega con la cabeza.
—Bueno —alza la ceja mordiéndose el labio inferior—. Le dejé un lindo sticker de gatito con corazones alrededor...
—¡Mike! —Melody suelta una carcajada—. ¡¿Cómo vas a cambiar cien dólares por un sticker de gatito?!
—¡Era un gatito muy tierno! —agranda los ojos—. ¡¿Okey?! Yo sí habría dado cien dólares por él, pero eso no es lo importante, vamos a por las cervezas de una vez o comenzaré a sentirme culpable.
Toma la delantera y no nos deja más remedio que seguirlo.
📀🎶Diciembre 20 de 2042, Monterrey, México.🎶📀
Sacudo mi cabeza dejándome llevar por la melodía suave que Melody toca en su guitarra. Llevamos seis horas encerrados en esta furgoneta, pero en realidad parece que no hace ni una hora que subimos a ella. El recorrido entero lo hemos hecho acompañados de la música, los diez cantando a coro, sintonizando a la perfección
A veces me sorprende el hecho de que, a pesar de ser tan diferentes y tener opiniones demasiado diversas que jamás suelen concordar, cuando se trata de música todo encaja sin siquiera tener un solo borde áspero que limar.
Melody comienza a cantar y mis ojos se fijan en ella como cada vez que lo hace. La forma en la que sonríe mientras canta, como mueve su mano sobre las cuerdas y las rasca con delicadeza, su cabello que vuela con el viento que entra por las ventanas de la furgoneta; cada pequeño detalle la hace magnética y a mí me convierte en un imán de heladera que se deja atraer sin mostrar ni el mínimo de resistencia.
La furgoneta se detiene en un bar a mitad de la ruta y Melody deja de tocar la guitarra, deja de cantar, sin embargo, no deja de atraerme.
—¿Qué pasa? —pregunta mientras los chicos bajan de la furgoneta—. ¿Tengo algo en la cara?
Niego con la cabeza comenzando a sonreír. Sí, tiene algo en la cara, en las manos, en el cabello, en el pecho, en las piernas... Tiene mucho más que deja todo lo que acabo de mencionar arrastrándose por el piso, pero solo llegas a saber de ello cuando la conoces, cuando dejas que te hable de sus sueños, de ella, de todo lo que ama.
—Harry —insiste golpeando mi brazo con la palma de su mano—. ¿Qué tengo?
—Me tienes a mí —le doy un beso corto en los labios—. Me tienes completamente enamorado.
—Por suerte es mutuo —me regresa el beso sonriendo.
—¡Ey! —Mike chasquea los dedos volviendo a entrar en la furgoneta—. Vengan a comer unos ricos tacos de tepín, hijos de la chingada.
Melody voltea a verme apretando sus labios para no reír ante el terrible, pésimo, español de Mike y su aún más horrendo acento mexicano.
—¿Dónde aprendiste eso? —pregunto bajando de la furgoneta.
—Se lo copié a un tipo panzón, se lo dijo a sus amigos —se encoge de hombros—. ¿Qué significa?
—Vamos a comer —asiento volteando a ver a Melody que todavía intenta reprimir su risa—. ¿Qué van a pedir?
—Yo ya ordené lo mismo que el tipo panzón —se encoge de hombros.
—No comas muchas porquerías —le aconseja Melody y él le saca la lengua.
—Si el tipo puede soportarlo yo también, voy a enseñarle quien tiene los testículos más grandes de todo México.
Y sí, aunque comió su taco con orgullo, luego las chicas del bar tuvieron que darle leche y ponerlo delante de todos los ventiladores del local para evitar que se desmayara. Quedó con la garganta hecha pedazos y esa noche su voz no sonó siquiera en los coros. Aprendió la lección y, sin verlos, también que el tipo al que le copió su orden tiene los testículos más grandes que él.
📀🎶Diciembre 21 de 2042, San Antonio, Texas.🎶📀
—Abre, abre, abre —insiste Mike golpeándome la espalda con ambas palmas de sus manos—. ¡Anda, abre!
La cerradura cede y la puerta hacia la terraza del hotel finalmente se abre emitiendo un chirrido. Lo malo de que Abraham y yo hayamos dejado de creernos dos bandidos es que ahora abrir puertas supone un trabajo mayor de lo que solía ser cuando teníamos dieciséis y robábamos autos.
—Se ve toda la ciudad desde aquí —dice Lena acercándose a la barandilla—. ¡Miren, allá fue donde tocamos! —niega con la cabeza a la vez que nosotros nos acercamos—. Todavía hay gente saliendo, ¿no les parece loco que todos hayan venido solo para vernos?
—No vienen solo para vernos a nosotros... América, Alex, Kilian, Melody y Luisa también atraen gente... —Mike se encoge de hombros.
—Ay, claro, lo sé, pero solo tocamos una canción con ellos, las otras veinte canciones son nuestras.
No solo tocamos las que están en el disco, también decidimos agregar todas las otras canciones que en su momento nos hicieron ser Moor, gracias a ellas nos comenzaron a conocer en Barstow y, por poca fe que ahora les tengamos, son demasiado buenas como para dejarlas fuera.
—Se parece un poco a Barstow —comenta Phebe y los seis volteamos a verla esperando a que se ría o algún pequeño gesto que nos indique que es broma.
Al terminar de tocar sus canciones América, Luisa y Alex se marcharon a un programa, así que por esta noche somos solo Moor, Melody y Kilian.
—¿Estás hablando en serio? —Lena agranda los ojos.
—Sí —Ella asiente completamente convencida de lo que dice—. No hay edificios altos ni nada de eso, pero en algunos años seguro sí... Tienen el mismo encanto.
El Barstow que nosotros conocemos no es el mismo que en el que crecieron nuestros padres, antes solía ser un pueblo de no muchos habitantes, ahora es una ciudad bastante bonita y aunque Phebe tiene razón, Barstow tiene su encanto, no se compara ni por asomo con San Antonio.
—Voy a confesar algo —Abraham ríe por lo bajo—. Desde pequeño siempre he pensado que Texas eran puros cardos rodadores, vaqueros y vistas estilo el lejano oeste...
—No te culpo, yo creía que Las Vegas era parte de California —Melody se encoge de hombros sonriendo.
Lena se aparta de la barandilla abriendo su bolso para sacar una de las mantas que trajimos. Phebe la sigue ayudándola a desdoblar la manta y la colocan en el suelo.
—Gracias al cielo me hicieron caso y trajimos otra —Kilian coloca la manta que tiene en manos justo al lado de la otra—. Esa sola no daba ni de broma para todos.
Todos nos recostamos encima de las mantas con la vista fija en el cielo. Esto es en lo único que se parecen, en el cielo; a pesar de la iluminación de la ciudad, las estrellas se alcanzan a ver a la perfección y hacen del azul del cielo nocturno un lienzo hermoso.
—Se siente como si estuviéramos acampando —dice Mike soltando un suspiro—. Dejen nos tomo una foto, quiero enviársela a Giulia.
Sonreímos a la cámara del celular de Mike sentándonos sobre las mantas y luego volvemos a recostarnos.
—No puedo creer que en serio vayamos a pasar la noche aquí —Kilian niega con la cabeza.
—No sé si llegaremos a pasar la noche —Abraham ríe—, pero al menos nos quedaremos hasta que los de seguridad se den cuenta de que estamos aquí.
—Hasta mañana, chicos —Phebe se voltea de lado y cierra los ojos.
—Hasta mañana —repetimos todos a coro.
📀🎶Diciembre 23 de 2042, Austin, Texas.🎶📀
Después de compartir dos horas de insomnio con Mike, por fin estoy por conciliar el sueño. En mi mente comienzo a ver imágenes, mis pies parecen seguir encima del escenario y mi cuerpo todavía tiene la sensación de estar tocando la batería. Mi respiración se enlentece y cuando por fin estoy adormecido, golpean la puerta de la habitación como si quisieran tirarla abajo.
Suelto un largo suspiro poniéndome de pie para ir a abrirla. Apenas le quito el seguro, Abraham entra en la habitación llevándose todo por delante y yo sonrío sintiendo un deja vu.
—¿Qué pasó? —pregunto mientras él camina de un lado al otro de la habitación con las manos en la cabeza.
—Están juntos —alza la cabeza y al ver las lágrimas en sus ojos mi sonrisa se esfuma.
—¿De quién hablas? —me siento en mi cama, todavía con el ceño fruncido.
—Lena y Miles —una lágrima corre por su mejilla—. Están juntos, los vi saliendo de la habitación de ella tomados de la mano... Están juntos y yo... no puedo.
—¿Qué es lo que no puedes? —lo observo mientras se sienta en los pies de mi cama.
—No puedo aceptar que estén juntos... Yo... Yo la quiero...
—¿La quieres? Así como yo quiero a Landon —La ironía es clara en mi tono—. Estás acostumbrado a lastimarla y que ella regrese, nunca la has visto como algo más que no sea una amiga... Si la quieres de otra forma, créeme que estás fallando en hacérselo saber.
—Yo estoy jodido, Harry —apoya la cabeza en las palmas de sus manos—. Tengo mucha mierda en la cabeza, pero la quiero y si nunca quise tener algo serio con ella es porque no quiero atarla a mí, pero la quiero, mierda, claro que la quiero.
—Como tu amigo debería aconsejarte que vayas en busca de ella, pero sería injusto para Lena. Te ha dado miles de oportunidades, muchas más de las que merecías y ahora, por más que te duela, ella avanzó y te dejó atrás...
O al menos espero que esta vez sea de verdad, porque Miles tampoco merece que jueguen con él y ella lo sabe.
—Quería que fuera libre, no quería atarla a toda mi mierda...
—No es excusa —alzo las cejas soltando un suspiro—. Salías con ella y con cuatro chicas más a la vez. Eso no es querer.
—Las relaciones poliamorosas existen...
—Lena no quería una relación poliamorosa, te quería a ti y nadie más que tu se encargó de que eso cambiara.
De verdad espero que esta vez no regrese a él.
—Le pedí perdón por todo, le rogué por otra oportunidad y ella solo... solo me abrazó y me dijo que no...
Las lágrimas caen por sus mejillas y no puedo evitar sentir lástima por él, pero no culpo a Lena y a la vez me alegra que de una vez por todas haya abierto los ojos. Quizá Miles tampoco sea el chico indicado para ella, pero al menos avanzó, salió del estanque en el que llevaba años atrapada, es libre.
—Lena es el amor de mi vida...
—Que sea el amor de tu vida no quiere decir que vayan a acabar juntos —me encojo de hombros—. Si de verdad la quieres tienes que dejar que sea feliz.
—¿Aunque eso no sea conmigo? —alza la mirada hacia mí, sus ojos enrojecidos por el llanto.
—Aunque no sea contigo —asiento—. Tienes que dejarla ir.
—Pero no quiero hacerlo... La amo.
—Ella avanzó, Abraham...
—Pero yo no puedo, no puedo... de verdad, necesito que me de otra oportunidad y esta vez hacer todo bien...
—Ya te ha dicho que no —me acerco a él y lo abrazo—. Déjala ir, Abraham, solo vas a hacerte daño.
Seca las lágrimas de sus mejillas y alza la vista hacia mí—. Duele saber que has perdido a la chica que amas, duele demasiado... Cuando Zoe me dejó no se sintió igual... Esto va a destrozarme.
—No puedes permitírtelo —Sé que es egoísta pedírselo, pero tengo qué—. Estamos en nuestra primera gira, deberías estar celebrando, no pensando en otras cosas.
—¿Tengo que olvidarla? —suspira—. ¿Cómo olvidas a alguien que amas?
La verdadera pregunta es cómo puedes lastimar a alguien que amas. Amar y lastimar son dos acciones completamente diferentes que jamás deberían cruzarse, sin embargo, estamos mal acostumbrados a vincularlas y fingir que está bien.
—No tienes que olvidarla —Viéndola a diario tampoco creo que sea una tarea fácil—. Solo tienes que entender que ahora no podrán ser.
—Si no somos ahora no seremos jamás... —vuelve a suspirar y el llanto regresa a sus ojos—. Duele saber que la perdí... duele demasiado, Harry.
—Nada duele para siempre —vuelvo a abrazarlo y me pongo de pie—. Quédate aquí, yo iré a dormir a la habitación de Melody.
Si Lena no está, Melody ha de estar sola.
Salgo de la habitación y camino por el pasillo rascando mi cabeza a la vez que suelto un bostezo. Golpeo la puerta de la habitación de Melody y ella no tarda ni medio minuto en abrir.
—¿Estás bien? —pregunta abriendo la puerta hacia atrás—. Son como las tres de la madrugada, Harry.
—¿Puedo dormir aquí?
Ella toma mi mano y tira de mí hacia dentro de la habitación.
—¿Está todo bien? —vuelve a preguntar mientras nos recostamos en su cama.
—Sí, todo bien —me recuesto boca arriba para dejar que ella apoye su cabeza en mi pecho—. Le dejé mi cama a Abraham y aprovechando que Lena no está quise venir aquí.
—Va a quedarse con Miles —dice ella apoyando su mano justo encima de mi corazón—. ¿Abraham está bien? Oí las cosas que Lena le dijo...
—Va a estar bien —le doy un beso en la cabeza—. Descansa, te amo.
—Te amo.
📀🎶Diciembre 24 de 2042, Houston, Texas.🎶📀
Para muchos de nosotros es la primera navidad fuera de casa y a pesar de estar rodeados de gente que queremos, de tenernos a nosotros mismos, se siente raro. Los padres de Lena viajaron hasta aquí para pasarla con ella y se la llevaron esta mañana después de que diéramos un show benéfico para un hogar de niños. Los padres de Phebe volaron hasta Dallas, nuestro próximo destino y ella y Kilian fueron a encontrarse con ellos ahí. América, Luisa y Alex decidieron quedarse en el hotel, pero nosotros nos negamos a pasar la navidad encerrados en una habitación así que, sin tener nada más que hacer, decidimos salir a dar vueltas por la ciudad.
—Me molesta que mis padres vayan a pasar solos la navidad —dice Abraham mientras caminamos sin rumbo alguno—. Tendríamos que estar allá.
—No nos da el tiempo para ir hasta California y regresar aquí para mañana partir hacia Dallas, es imposible —Mike niega con la cabeza y patea una piedrita que se interpone en su camino—. Además, nuestros tíos irán a Barstow, no estarán solos...
—Yo estoy a tres horas en avión de la casa de mi madre y ni así he podido ir —Melody se encoge de hombros.
—Pero Sam no está en New York —digo yo y ella voltea a verme con los labios ladeados.
—¿Sabía que estarían a tres horas de distancia y se marchó? —Abraham ríe—. Me parece que te dejó una linda indirecta...
—No es eso —Ella rueda los ojos como si no hubiera captado la broma—. Mis tíos están en Paris y como mi tía está embarazada decidieron viajar todos allá y no hacerla venir hasta aquí.
—Pasarla con nosotros es mil veces mejor, ¿no? —Mike le codea las costillas y ella asiente frunciendo el ceño.
—Allí hay un bar abierto —anuncia Abraham señalando un local a la distancia—. Pidamos chocolate caliente y algo de comer para fingir que estamos en casa.
Los tres compartimos miradas y luego nos encogemos de hombros siguiéndolo a Abraham que camina a paso acelerado y se mete en el local haciendo sonar la campana de la puerta. El local está lleno de ancianos jugando al póker, bebiendo cocteles y disfrutando de la noche.
—Disculpen —Una de las camareras se acerca a nosotros—. El restaurante esta noche solo está abierto para los abuelitos del centro de Houston, no aceptamos a nadie más.
—Ah —Abraham se muerde los labios—. Es que verás... No somos de aquí y no tenemos a nadie más con quien pasar la Navidad...
Una señora de unos ochenta años camina hacia nosotros ayudándose de un andador y nos sonríe.
—Mary, querida, déjalos quedarse —le dice a la camarera apoyando su mano en el hombro de la chica.
Mary nos mira y cuando sonríe sus hombros descienden—. Está bien, busquen una mesa y yo les llevaré la carta para que ordenen.
La medianoche nos encuentra jugando a las cartas con Hassel y Jimmy, dos ex militares de noventa y ochenta y ocho años, que se enamoraron en una misión a una isla y desde entonces están juntos.
—Feliz navidad, amor mío —le dice Jimmy antes de darle un sonoro beso en los labios.
—Feliz navidad, querido —le responde Hassel abrazándolo.
Los cuatro compartimos miradas miradas y luego nos abrazamos.
—Feliz navidad, xodó —dice Melody y me besa.
—Feliz navidad, petit monstre —vuelvo a besarla.
Al apartarnos vemos a Mike que sube y baja las cejas viendo a Abraham con picardía en sus ojos y una sonrisa que no augura nada bueno.
—No vamos a besarnos —se apresura a decir él.
Jimmy y Hassel carcajean mientras aplauden y el resto de abuelitos en el bar soltando risotadas que llenan el lugar.
—Necesitamos una foto de este momento —digo, sacando mi celular del bolsillo de mi jean—. Nos ganamos otro recuerdo para el tablero.
—¡Todos juntos, vamos a tomarnos una foto! —grita Mike atrayendo la atención de todos los abuelitos que enseguida comienzan a acercarse.
—¡Sonrían! —digo justo antes de tomar la foto.
Al ver la pantalla de mi celular sonrío y alzo la vista hacia ellos todavía con el mismo gesto en mi rostro. Me parece increíble que aún sin conocer a todas estas personas podamos sentirnos como en casa y de corazón lleno.
Esta es la verdadera magia navideña.
📀🎶Diciembre 26 de 2042, Dallas, Texas.🎶📀
Abraham se cubre la boca intentando que sus carcajadas no se escuchen, pero es inútil. Melody se lleva el marchador a los labios pidiéndole que haga silencio y continua su obra de arte sobre el rostro de Mike.
—Deja de reírte, Abra —vuelve a pedirle en susurros—. Va a despertarse.
Con una mano le raya el rostro y con la otra sostiene a Harriet intentando grabar cada movimiento. No reprime la risa cuando le dibuja un bigote que se une a sus cejas, ríe y se ve obligada a apartarse porque Mike comienza a moverse.
—Así que por eso uso el apellido de mi madre y no el de mi papá —le dice Luisa a Melody disimulando haber estado conversando desde hace rato cuando Mike abre los ojos y nos mira con ellos entornados.
—¿Por qué no están tocando algo? —pregunta y luego suelta un bostezo—. Toquen algo, hay mucho silencio.
América agarra una de las guitarras y comienza a probar melodías sonriendo con la cabeza agacha. La carretera se hace más corta acompañada por la música, es casi medio día cuando llegamos al hotel y para entonces todavía Mike no se ha percatado de la obra de arte que tiene en su rostro.
Subimos a las habitaciones compartiendo risas con cada persona a la que nos cruzamos y Mike saluda. Nuevamente me toca compartir habitación con él, así que Melody nos acompaña y una vez estamos frente a la puerta dejamos que sea él el que entre primero.
Permanecemos en el pasillo riendo y cuando lo escuchamos hacer preguntas y acto seguido gritar, no podemos contener la carcajada que resuena por el pasillo entero.
—¿Quién fue? Díganme quien mierda fue —exige asomándose a la puerta.
—Mejor me voy a mi habitación —canturrea Melody, me da un beso y se echa a correr por el pasillo—. Nos vemos antes del show.
—¿Me dejas matarla? —pregunta y yo me encojo de hombros—. Entonces voy a matarla.
Agranda los ojos y corre por el pasillo intentando alcanzar a Melody que ya está dentro del ascensor, las puertas a punto de cerrarse.
📀🎶Diciembre 27 de 2042, Nueva Orleans, Luisiana.🎶📀
Los pies jamás me habían dolido tanto en la vida como ahora mismo, pero no importa. Hago girar a Melody y la vuelvo a perder cuando alguien más toma su mano y la ronda continúa con otra persona tomando mi mano. El show de hoy a la tarde fue hermoso, una banda de jazz hicieron de teloneros locales y al acabar nos invitaron a salir a bailar. Cualquiera de nosotros habría imaginado que sería a un club o a cualquier otro lugar, pero estoy seguro de que ninguno tenía ni la menor idea de que terminaríamos bailando en la calle con decenas de personas que no conocemos.
Continuamos bailando, nos besamos y bebemos, bebemos mucho. Esas tres acciones se convierten en nuestra rutina durante toda la noche y al día siguiente, cuando nuestro coordinador para Luisiana, Pierre, va a despertarnos a las habitaciones, nosotros ya estamos sobre el escenario ensayando para el concierto de esa noche.
El último en esta ciudad.
—Tenemos que volver algún día —me dice Melody codeándome las costillas—. Es hermosa y... mágica.
—Cada año —sonrío—. Y luego puede ser nuestro lugar para vacacionar cuando seamos ancianos.
—Nos sentaremos en el balcón de nuestro apartamento a escuchar el jazz que toquen en las calles, a ver la gente bailar y recordar cuando nosotros también lo hacíamos.
Le doy un beso en la frente y me aparto volviendo a meterme detrás de la batería para continuar tocando.
📀🎶Diciembre 28 de 2042, Asheville, Carolina del Norte.🎶📀
—Por favor, todos diríjanse con precaución a las salidas de emergencia —dice alguien a través de los altavoces—. Por favor diríjanse a las salidas de emergencia.
Stefano, el coordinador para Carolina del Norte, nos conduce debajo de las carpas hacia los autos que nos sacan del teatro e inmediatamente nos llevan al hotel.
Justo en medio de la última canción comenzó a llover demasiado, casi torrencialmente. El público pedía una canción más que no pudimos tocar porque, por razones obvias, no nos dejaron.
—Yo quería tocar una más, podríamos haberlo hecho bajo la lluvia —dice Lena viendo a través de la ventana del hotel—. Ni que fuéramos de azúcar.
—Si se mojan los equipos querrás ser de azúcar para derretirte y no tener que pagar por todos daños que ocasionó una canción más —Kilian sube y baja las cejas a la vez que ella rueda los ojos.
—Ya comienza a caerme mal tu novio, Phebe —suelta sacándole la lengua a Kilian que sonríe.
—A mí a veces también me cae mal —Phebe arruga la nariz asintiendo con la cabeza y él la mira como si lo hubiera traicionado—. Sobre todo cuando me lleva la contraria.
—Saben qué se me ocurre —Melody se pone de pie, dándome un susto, y camina hacia su mochila a toda velocidad—. Podemos hacer un live en mas o menos hora y media para darle tiempo a que todos lleguen a sus casas y tocar algunas canciones más...
—¡Ay, sí! —chilla Lena aplaudiendo repetidamente—. Yo me apunto.
—Yo no —Alex niega con la cabeza poniéndose de pie, dispuesto a marcharse—. No me pagan por tocar gratis en un live.
—A ti te pagan por tener cara de culo todo el tiempo —Phebe sonríe viéndolo a los ojos.
—No voy a responder comentarios infantiles —Él se encoge de hombros abriendo la puerta de la habitación y dejando que se cierre con un golpe al salir.
—Mejor que se haya marchado —Melody hace una mueca de asco—. Sean sinceros, no nos cae bien a ninguno de nosotros.
—Yo lo soporto solo porque tenemos tres canciones juntos y Empire me pide que vaya como invitada a sus conciertos —dice Luisa agrandando los ojos.
—Es nefasto —América rueda los ojos.
—Dejemos de hablar de ese idiota —Phebe se une a Melody y le roba el celular de sus manos—. Preocupémonos por el live. ¿Quieren hacerlo o no?
Los nueve asentimos de diferentes formas y cuando ella comienza a grabar una historia anunciando el live, sonreímos desde el fondo saludando con nuestras manos.
Dos horas y media después Melody está colocando su celular en un trípode frente a las camas que hemos unido y sobre los que estamos sentados.
—Hola, bienvenidos a todos —dice ella y la calidez en su voz me hace sonreir.
No usa ese tono con todas las personas y por eso me siento privilegiado de ser uno de los que ha podido escuchar su nombre en él.
—A quienes sean de Asheville, esperamos que no se hayan empapado demasiado con la lluvia —ríe encogiéndose de hombros—. Sabemos que le debemos algunas canciones extras así que esperemos que disfruten ese mini concierto en casa.
Voltea a vernos sonriendo y acto seguido se sienta junto a nosotros tomando una guitarra. Lo que suponía ser un mini concierto, acaba siendo uno de tres horas en el que no solo cantamos, sino que también respondemos alguna que otra pregunta que nos dejan en los comentarios.
Al acabar el live, sé que no hablo solo por mí cuando digo que el sentimiento de satisfacción nos llena el alma.
📀🎶Enero 01 de 2043, New York City, New York.🎶📀
Después de haber cenado en casa de Sam, ver a Fausto emborracharse con sidra de manzana y reír con los malísimos chistes de Uriel y Mike, Melody y yo caminamos tomados de las manos por las calles que la vieron crecer.
Meto mi mano libre en mi bolsillo solo para asegurarme que la pequeña cajita todavía sigue ahí mientras sonrío viéndola intentar atrapar un copo de nieve con la lengua. Continuamos caminando, besándonos en cada esquina, bailando cada vez que escuchamos música a la distancia y sobre todo riendo sin algún motivo específico.
El reloj da las dos de la madrugada cuando emprendemos el camino de regreso y entonces no puedo contenerme más. Antes de que comience a caminar al detengo apretando un poco su mano y sonriendo saco la cajita de mi bolsillo.
—¿Recuerdas la vez que me dijiste que darías cualquier cosa por ir a la Luna o tener un pedacito de ella? —pregunto y ella asiente frunciendo el ceño—. Cuando fui a la tienda con Sam vi algo que me recordó a ti y te lo compré...
Al abrir la caja su sonrisa se ensancha y me besa. Toma el pequeño colgante con un dije de una Luna llena pintado a mano y se lo coloca en el cuello alzando el cabello para que yo pueda prendérselo.
—Es hermoso, Harry —Vuelve a besarme.
—No es un pedazo de Luna real, pero hasta que la NASA largue un programa de visitas a la Luna es lo que puedo darte.
—Es perfecta —me abraza por el cuello—. Te amo.
—Te amo.
📀🎶Enero 05 de 2043 , Chicago, Illinois.🎶📀
Mi pie golpea el piso una y otra vez sin detenerse. Los nervios están comiéndome el estómago y que Phebe no aparezca solo lo empeora. Me pongo de pie y camino de un lado al otro del pasillo durante minutos que se me hacen eternos y cuando finalmente la puerta del consultorio se abre, Phebe sale de él respirando agitada, con la mirada hacia abajo y un papel entre sus manos que parece estar leyendo.
Camino hacia ella y una vez estoy a su lado, la doctora me sonríe.
—Felicitaciones —dice la mujer sonriendo.
Mis ojos caen sobre Phebe que alza la mirada, sus ojos demasiado abiertos, el miedo claro en ellos.
—Gracias —le respondo a la doctora a la vez que paso mi brazo por detrás de los hombros de Phebe y la conduzco fuera del hospital.
Al levantarse a la mañana se desmayó y volvió a hacerlo mientras estábamos ensayando así que, en contra de su voluntad, Daisy, la coordinadora para Washington, la envió al médico y cuando me pidió que la acompañara no lo pensé ni un segundo.
Al subir al auto suelta un suspiro largo y yo la abrazo. Cuando comienza a llorar, beso su cabeza y le aseguro que todo estará bien, pero entonces me mira y niega con la cabeza.
—No sé si estoy lista para esto —baja la mirada a sus manos sobre su regazo—. Kilian y yo ni siquiera hemos hablado sobre tener hijos, no sé cómo va a tomárselo, no sé si quiere...
—Todo va a estar bien, Phebe —aseguro asintiendo con mi cabeza—. ¿Qué quieres hacer tú?
—No sé —vuelve a negar—. Mi carrera recién está empezando, un bebé... No sé qué voy a hacer...
—Tienes que hablarlo con él —recuesto mi cabeza en el respaldo del asiento—. Sin importar lo que él diga es tuya la decisión, y ten por seguro que decidas lo que decidas voy a apoyarte... Estoy aquí, Phebe —aprieto su mano y ella vuelve a llorar.
—Nos cuidamos, de verdad, no entiendo cómo pasó —cubre su rostro con sus manos—. Tengo miedo, Harry.
—Todo va a estar bien —vuelvo a asegurar—. Tienen que hablarlo.
—Apenas tengo tres semanas —niega con la cabeza—. Esperaré a que acabe la gira y luego... Te juro que no sé qué haré... Quiero decírselo, pero tengo miedo. Jamás tuve tanto miedo en mi vida.
—Cuanto más tiempo pase menos opciones tendrás —Sé que no es el momento indicado para resaltárselo, pero tiene que ser consciente de ello.
—Voy a decírselo en cuanto pueda —ladea la cabeza—. Por favor no le digas a nadie, ni siquiera a Melody, por favor.
—Te lo prometo, no voy a abrir la boca.
Vuelvo a abrazarla y a asegurarle que todo va a estar bien antes de poner en marcha el auto y regresar al hotel.
📀🎶Enero 17 de 2043, Los Ángeles, California.🎶📀
Los últimos días han sido bastante monótonos. Ensayos a la mañana, conciertos en la tarde y después de acabado el show volvíamos a la furgoneta para trasladarnos a una nueva ciudad. Minneapolis, Kansas City, San Luis, Indianápolis y Nashville fueron nuestros últimos destinos y, ya cansados de todo, nos ajustamos completamente a los horarios que los coordinadores nos daban. Todo el tiempo libre que teníamos lo usábamos para dormir; reponer energías era fundamental para poder seguir de pie.
Camino junto a Abraham hacia la oficina en donde el resto de chicos y socios de Empire nos esperan. La reunión sería a las cuatro, pero no hubo alma que pudiera hacernos levantar, así que inevitablemente y con suerte, estamos llegando tarde.
Nos sentamos entremedio de Luisa, que nos saluda alegre como siempre, y de Alex que ya tiene su característica cara de culo puesta.
—Bien, comencemos —dice uno de los socios sonriendo falsamente—. Primero que nada, los felicito por todo el trabajo que han hecho durante este mes, estuvieron excelentes y las ganancias lo demuestran. No dejaron siquiera un banco libre, no entraba una persona más en sus shows y eso es gracias a su compromiso y dedicación a la música. El dinero que fue entrando en sus cuentas no se compara con lo que obtendrán ni bien los cheques estén listos. Finanzas hizo algunos cálculos y por ley a cada integrante de Moor le pertenece al menos ocho millones de dólares, el cálculo para sus acompañantes es de tres millones menos.
Mi mandíbula cuelga por el piso, Mike tiene los ojos tan abiertos que parecen ya haberse salido de sus órbitas, Lena se sostiene la cabeza entre sus manos, Phebe lagrimea y Abraham niega con la cabeza.
—De no haber problemas con el banco estarían recibiendo los cheques en un mes aproximadamente —agrega otro de los socios, pero no creo que nadie los esté escuchando—. No nos queda nada más por decirles, los felicitamos y deseamos que disfruten al máximo de sus vacaciones porque se las ganaron.
Mike insiste en tomarnos una foto con los socios, así que lo hacemos y luego abandonamos las oficinas aún sin poder creer lo que ha pasado en la última media hora. Literalmente, somos millonarios.
—Con tanto dinero no se me ocurre en qué gastarlo —comenta Mike cuando nos subimos a la camioneta de los padres de Lena, el único con espacio suficiente para los seis.
—Primero que nada deberíamos comenzar por comprar algo en qué movernos sin tener que pedirle nada a los padre de Lena —dice Abraham y los cinco asentimos a la vez.
—Y segundo —Mike abre la ventana en el techo de la camioneta y saca la cabeza fuera—. ¡Nos vamos de vacaciones, carajo, yo invito!
—¿Vacaciones juntos? —Lena agranda los ojos.
Yo asiento sonriendo y Abraham me imita.
—Nos las ganamos.
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