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19 | «¿Quieres casarte?»

Ya han pasado tres horas desde que salimos del juzgado, tres horas desde que mamá le dió el "sí" oficial a Ander, tres horas desde que la ví siendo feliz como nunca antes y todavía mis ojos siguen rojos a más no poder. Lloré desde que la vi entrar vestida con un traje blanco haciendo juego con su sonrisa, estaba hermosa y se la veía feliz, muy feliz. No sabría explicarlo con exactitud, pero verla así me generó una felicidad completamente nueva que no había experimentado nunca antes.

Ya en la fiesta llegó mi turno de dar el discurso en el que llevaba horas trabajando. Al pararme frente a todos a hablar sobre la familia, mamá y lo que Ander significaba para mí, volví a llorar, pero esta vez mamá y Ander lo hicieron conmigo. Está claro que un papel no nos hace familia, pero el momento y lo que significa para ellos sí.

Melody cantó mientras mamá y Ander, ahora siendo esposos, abrieron la pista de baile. No hubo ni un solo segundo en que pudiera quitar los ojos de encima de mi novia, en serio, ni siquiera uno. Se veía, se ve, tan perfecta que me es imposible dejar de verla. Es como si estuviera hipnotizado por su brillo, así como un animal indefenso a mitad de la carretera que queda encandilado por la luz de los faroles de un auto, solo que mi destino no es la muerte, todo lo contrario.

—¿Me la prestas un rato? —dice Ander tocando mi hombro y yo asiento apartándome—. Saca a tu madre de la mesa dulce antes de que le dé un coma diabético o algo así, a mí no me hace caso.

Sonrío dándome media vuelta en busca de mamá. Doy con ella, efectivamente, en la mesa de dulces que se extiende en uno de los laterales del lugar.

Mamá, Em y Sara se encargaron de organizar todo, Klara arregló las habitaciones en el hotel y así repartimos los quehaceres entre todos los adultos de la familia.

—¿Quieres bailar? —pregunto acercándome a ella.

—Pensé... —engulle un trozo de magdalena en su boca y lo traga a toda prisa para poder seguir hablando—. Creí que estabas con Melody.

—Estaba, hasta que Ander quiso bailar con ella —tomo un bombón y me lo mando entero a la boca.

—Le dije que no los interrumpiera —se queja cruzando los brazos.

—Mamá...

—¿Por qué usas ese tono? Si es una mala noticia no quiero saberla hasta después de la fiesta...

Río sabiendo que no se espera lo que voy a decirle pero ni por asomo—. Melody y yo estamos juntos otra vez.

Su mandíbula cuelga por el piso y yo solo puedo sonreír como idiota.

—¿Te recordó? —me abraza—. Dios, Harry, esto ha mejorado mi día al cien por ciento.

—No me recordó exactamente, pero sí algunas cosas y... vamos a volver a intentarlo.

—¿Cuándo pasó? ¿Cuándo volvieron si hemos estado en Las Vegas los últimos dos días?

—En Los Ángeles.

Golpea mi brazo sin delicadeza alguna atrayendo algunas miradas curiosas a las que les responde con una tremendísima sonrisa falsa—. Tienes que dejar de ocultarme cosas.

Carcajeo dándole otro abrazo—. Perdón, prometo que serás la primera en enterarte cuando vuelva a pasarme algo bueno.

—Más te vale, Harry Bianchi, o a modo de venganza voy a mostrarle la foto con el disfraz de vaquero.

La miro con los ojos entornados y una clara amenaza en ellos—. No te atreverías.

—Vuelve a ocultarme algo y verás —sube y baja las cejas—. Tengo muchas otras fotos que podrían interesarle.

Alzo las palmas a la altura de mi pecho en señal de inocencia antes de tomar una de las suyas y arrastrarla a la pista de baile.

Pierdo la cuenta de las canciones que bailamos juntos después de la tercera. Cuando mamá se cansa, aparece Klara, luego Em y así voy saltando por todas las mujeres de la familia durante toda la noche para finalmente acabar caminando hacia mi habitación con ella, la única mujer con la que de verdad quería bailar y cada vez que iba a intentarlo alguien me ganaba de mano.

—¿Cuál crees que fue el mejor regalo? —pregunta ella mientras nos metemos en el ascensor.

—¿Es en serio? El de Lucca, claramente —Veinte días paseando por Europa con todos los gastos pagos, nada puede superar eso.

—Mi regalo se queda en la nada comparado con el de él.

—Que cantaras es mejor que cualquier otra cosa, Melody. Incluso mejor que el all inclusive en el hotel que le diste —beso el dorso de su mano—. Además, Lucca los conoce desde siempre, Ander es de sus mejores amigos, debía ser algo extravagante.

Las puertas del ascensor se abren y al salir la hago dar un giro. Es increíble como cada vez que estamos juntos en mi cabeza aparece esa melodía de la que alguna vez me habló, esa que unía almas gemelas, la que nos une a nosotros.

—Fue todo tan hermoso —suspira—. Si pudiera revivir el día lo haría, no me importa tener que soportar el dolor de pies dos veces porque vale la pena.

—¿Quieres que te lleve...

—No —niega con la cabeza—. Creo poder llegar sola hasta la habitación.

Tanteo los bolsillos de mi pantalón y al no sentir el bulto de la tarjeta eléctrica me alarmo deteniéndome en seco. La última vez que recuerdo tenerla en mis manos fue antes de bailar con Evelyn.

—¿Tú tienes la llave? —pregunto viéndola con los ojos agrandados.

—La tenías tú —se encoge de hombros.

—Pues, no la tengo —Vuelvo a revisar mis bolsillos solo para asegurarme de que no está—. No, no la tengo.

Al llegar junto a la puerta recuesta la espalda en la pared de al lado y se deja caer en el suelo soltando un suspiro de cansancio.

—¿Qué haremos? —Ni bien termina de preguntar, saco mi celular y le escribo un mensaje a Phebe que, para cuando subimos al ascensor, todavía no se había marchado de la fiesta.

Me siento junto a Melody y dejo que el movimiento constante de su pierna sacuda la mía. Noto que gira la cabeza hacia mí y hago lo mismo.

—¿Quieres casarte? —pregunta de repente dejándome desconcertado.

—¿Qué? ¿Ahora? ¿Dónde? —toco los bolsillos de mis pantalones como si así mágicamente pudiera hacer aparecer un anillo que darle—. O sea, sí, sí quiero, pero dónde...

Ella suelta una carcajada que resuena en el pasillo del hotel.

—No me refería a ya ya, sino a...no sé... en unos meses, o años.

—Sí —recuesto mi cabeza en la pared detrás de mí—. Quiero un futuro contigo, Melody y sí, espero que algún día una boda esté en nuestros planes.

—¿Hijos? —acaricia mi brazo con las yemas de sus dedos.

—¿Por qué hablamos de esto ahora, Melody?

—Porque no tenemos llave y si nos quedamos en silencio voy a dormirme —se acerca para darme un beso corto—. ¿Qué dices? ¿Un hijo?

—Dos —arrugo la nariz—. Yo siempre quise un hermano con el que pelearme a cada rato.

Estoy agradecido por mis primos y los amigos que se convirtieron en mis hermanos, pero en serio me habría gustado crecer día a día con alguien.

—Yo no podría imaginarme compartiendo a mi madre con alguien más, pero si quieres dos serán dos entonces y que aprendan a compartir —se encoge de hombros—. No vamos a buscar los nombres en esas tipicas paginas con listas enormes e interminables, hay que ser originales...

Sonrío porque incluso antes de que lo mencionara, en mi cabeza, ya estaba pensando en hacer eso.

—Tendrán primero tu apellido...

—¿Por qué? —me mira con el ceño fruncido y yo sonrío.

—Porque habrán otros Bianchi, pero Corbyn solo eres tú.

Me da un beso en la mejilla a la vez que paso un brazo por encima de sus hombros y la acuno contra mi cuerpo.

Una vez ví una entrevista de Liam Corbyn en donde le preguntaban por sus deseos de ser padre. No recuerdo exactamente qué dijo, pero sí que esperaba que su apellido siguiera portándose en alto por muchas generaciones más... No seré yo quien le quite eso.

—Papá te habría amado —susurra apoyando su cabeza en mí—. Ojalá hubiéramos podido conocerlo. A veces me gusta pensar en lo diferente que habría sido mi vida si él hubiera estado en ella... Supongo que nunca lo sabré.

Suspiro dejando que el peso de mi cabeza caiga sobre la suya. Permanecemos en silencio algunos minutos hasta que la puerta del ascensor se abre haciendo un suave sonido de campana y al mirar hacia ella vemos a Phebe caminando con una botella en su mano.

—El mono de recepción no me quería dar la tarjeta porque disque no era seguro, por favor, que idiota —bufa—. Tuve que hacerlo buscar a la banda en internet y que viera que sí nos conocemos, que somos amigos y que darme la llave a mí podía resultar en cualquier cosa menos en algo peligroso.

Se sienta a mi lado y me pasa la botella a la que le doy un trago. El líquido cae por mi garganta quemando todo a su paso; no bebí siquiera una gota durante toda la fiesta, ahora me lo merezco. Extiendo la botella hacia Melody y ella la toma empinándola para beber.

—¿Por qué les tocó la habitación juntos? —pregunta Phebe haciéndose hacia adelante para vernos con los ojos entornados.

—Estamos juntos, y por "juntos" me refiero a en una relación —dice Melody y Phebe abre tan grande los ojos que su pupila parece perderse en el blanco de la córnea.

La mañana siguiente después de despertar acordamos que íbamos a mantenerlo en secreto hasta después de la boda. Todos tenían su atención centrada en eso y no queríamos desviarla. Que tuviera que venirme a Las Vegas antes para ayudar a mamá y a Ander con algunas cosas nos hizo más fácil el disimularlo o al menos fue así hasta hoy en la mañana cuando al reencontrarnos nos besamos y Klara nos vió.

Seguramente para mañana ya toda la familia lo sepa, Klara no va a aguantarse mucho con la noticia para ella sola.

—¡¿Lo recordaste?! —grita Phebe generando eco en el pasillo.

—Algo así —ella me devuelve la botella—. Lo importante es que estamos juntos, ¿no?

Yo asiento y le doy otro trago a la bebida—. ¿En qué habitación estás tú?

—Se supone que con Mike, pero tengo prohibido ir allá —ambos fruncimos el ceño—. Él y Giulia...bueno, ya saben y me pidió que cambiara de lugar con ella, pero no me da la vergüenza para ir y tocarle la puerta a Sofía y Emily.

—¿Dónde vas a dormir? —pregunta Meñody y yo suspiro porque ya sé la respuesta.

—Esperaba que con ustedes —saca la llave de la riñonera que tiene alrededor de su cintura—. Al fin y al cabo tienen habitación porque yo traje la llave.

—¿Lena no está libre? —la miro de reojo.

—Lena comparte habitación con Abraham —Phebe pone cara de asco—. No pienso meterme ahí.

—Haremos una pijamada —Melody se pone de pie y le arrebata la tarjeta a Phebe de las manos—. Vamos, llegó el momento de la rutina facial.

Quince minutos después estoy sentado de piernas cruzadas sobre la cama con una vincha de orejas de conejo sosteniéndome el cabello de caer en mi rostro y en este un menjunje de cremas y otros productos con nombres poco fáciles de recordar.

—Deberíamos salir un día los cuatro —propone Phebe y yo la miro de reojo intentando no reír.

Tiene la cara enbadurnada con un ungüento verde de pepino y algas que Melody compró esta mañana en una droguería de poca confianza visual.

—Mike y Giulia también —agrega.

—¿Lena y Abraham? —Melody se sienta frente a nosotros cruzando también las piernas.

—Es que ellos no tienen algo serio....No sé, que lo decida Mike, es su hermano.

La que no tiene algo serio es ella, básicamente el rostro. Con la cara como Shrek no puedo tomarle siquiera una palabra con seriedad.

—Salgamos todos juntos —digo yo—. Antes de ser novios, somos amigos y eso va en serio para todos.

—¿Van a hacer oficial su relación en algún programa? —pregunta Phebe golpeándome la pierna—. No me digas que harás como Abraham de querer ocultarlo para mantener el interés de las fans...

—Me da igual lo que piensen —me encojo de hombros—. Si pierden el interés en la banda solo por saber que amamos a alguien más que no son ellas, verdaderamente no son fans, son unas ridículas.

—No diría eso delante de ellas —Phebe alza las cejas—. Bueno, en realidad no lo diría delante de nadie...

Se deja caer de espaldas en la cama y suelta un suspiro.

—No debí echarme esto en el rostro —hace una mueca de asco—. Ya no tengo energías para quitármela.

—¿Cuánto tiempo tenemos que dejarlo? —pregunto bajándome de la cama.

—Ya puedes quitártelo si quieres —dice Melody y mis pies se apresuran en dirección al baño.

Tardo al menos cinco minutos quitándome todos los productos del rostro y para cuando regreso a la habitación las encuentro a ambas dormidas. Negando con la cabeza tomo una toallita desmaquillante del neceser de Melody y les limpio el rostro con cuidado. Al acabar me recuesto boca arriba junto a Melody y suelto un suspiro cargado de emociones.

Fue un buen día, la forma en la que mamá sonreía es prueba de ello.

Holitaaaaa, qué andaaan?

Cada vez estamos más cerquita del final, genteeeee. Prepárense porque se viene maratón con los últimos capítulos como en el libro anterior, eh.

Igual tranca que cuando llegue el momento les voy a dejar una cuenta regresiva en insta así les avisa y no se pierden la maratoncita. Dios, de solo pensarlo ya me hace emoción.

Nos vemos el siguiente domingo, besos en la kola, caras de bola

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