10 | «Ojalá te hubiera conocido antes»
La primera vez que me desperté Melody seguía dormida con la cabeza recostada en mi hombro, su auricular se había caído sobre mis piernas y en el mío sonaba «Last night» de Morgan Wallen. Parecíamos llevar una eternidad dormidos, pero en realidad solo habían pasado quince minutos, así que tomé el otro auricular y me lo coloqué a mí mismo traicionándola completamente; volví a quedarme dormido y al despertar por segunda vez, Melody ya no estaba recostada en mi hombro, sino que ahora dormía sobre mis piernas. Tenía la almohada de viaje, que Lena insistió en comprar la primera vez que vinimos juntos a Los Ángeles, debajo de su cabeza, su mano apretando mi rodilla y las piernas arrolladas encima del asiento; se veía tan en calma que fui incapaz siquiera de moverme para no correr el riesgo de despertarla, simplemente cerré los ojos y con facilidad volví a dormirme; que Mike esté quedándose en casa hace que cada noche se convierta en un torneo de videojuegos de terror. Desde que dejamos de jugar al FIFA son más las carcajadas por los sustos que nos llevamos y menos las peleas por alguna roja o amarilla injustificada.
Ahora abro mis ojos lentamente mientras siento los suaves toques en mi brazo y al voltear hacia un lado la encuentro a ella sonriendo. Le regreso el gesto y vuelvo a cerrar mis ojos acomodándome el cabello.
—¿Me quitaste los auriculares? —pregunto al notar que la música ha dejado de sonar y mis orejas están libres de peso.
—Tú me lo quitaste primero —se encoge de hombros—. Es lo justo.
Me restriego los ojos soltando un bostezo—. ¿Dónde están los chicos?
Giro mi cabeza hacia el lado contrario a ella y me toma dos segundos darme cuenta de que estamos en el barrio donde solíamos vivir juntos y además, estacionados frente a la que era nuestra casa.
—¿Qué hacemos aquí? —me enderezo sacando mi celular del bolsillo de mi jean para ver la hora.
Salimos de Los Ángeles a las seis de la tarde, por regla y considerando lo rápido que conduce Abraham, tendríamos que haber llegado a Barstow cerca de las siete y media y siendo las ocho y veinte de la noche no me explico cómo es que he podido dormir tanto, mucho menos por qué nadie me despertó antes.
—Bueno... —Se acerca más a mí apoyando sus manos en el asiento—. Creo que nosotros teníamos algo pendiente...
Alzo mis cejas y tan pronto como una sonrisa comienza a formarse en mis labios ella rueda los ojos con expresión divertida como si de antemano hubiera previsto mi respuesta.
—Ya quisiera —golpea mi pierna y se baja de la camioneta riendo—. Mamá me pidió que viniera alguno de ustedes conmigo para ayudarla con unas cajas.
Me bajo de la camioneta y tras cerrar la puerta me dispongo a caminar detrás de ella.
—¿Manejaste tú hasta aquí?
Sé que desde el accidente, a Sam le da pánico que ella conduzca estando sola, y aunque venía conmigo, si hubiera ocurrido algo yo habría pasado directamente de un sueño a otro.
—Sí —me mira por encima de su hombro asintiendo con orgullo—. Lena dijo que te lleves la camioneta a tu casa, que mañana Abraham y ella pasarán a buscarla...
—¿Se fueron juntos? —niego con la cabeza sin poder creer que han caído otra vez.
Creo que nunca podré comprender por qué siguen aferrándose a algo que no va a funcionar jamás; todo vínculo se construye poniendo voluntad de ambas partes y mientras él no tenga los huevos para hacerlo, ella seguirá remando en un mar de dulce de leche sin ser capaz de llegar a ninguna parte.
—Se fueron a casa de él —dice ella confirmando lo que ya suponía—. Mike dijo que no te preocuparas, que se quedaría en casa de Phebe y que revisaras el grupo que tienen los cinco juntos porque iban a enviarte unas fotos.
Se encoge de hombros a la vez que abre la puerta y se mete en la casa haciendo una seña con su cabeza para que la siga. Se siente extraño volver a estar a solas entre estas paredes y mientras caminamos hacia la sala una oleada de recuerdos me ataca haciendo que sonría con nostalgia.
—Sabes —se da vuelta y sube las manos a mi pecho—. Hace poco recordé que antes vivía aquí.
Mi ceño se frunce—. ¿En serio? ¿Qué recordaste exactamente?
Quizá haya una mínima posibilidad de que entre recuerdo y recuerdo se haya colado alguna parte en donde salgamos juntos.
—A nosotros haciéndolo contra esa pared —Eso me toma completamente por sorpresa.
Señala la pared contra la que solía estar uno de los sofás de tela y yo sonrío. No pasó mucho tiempo desde que comenzamos a dormir juntos hasta que descubrí todas sus mentiras y decidí marcharme para aclarar mis pensamientos, pero en esos días tuvimos mucho, demasiado, sexo.
—¡Ay! —Al oír un grito ahogado a mis espaldas me volteo para encontrar a Samantha negando con la cabeza—. No los escuché llegar —besa mi mejilla apoyando su mano en mi hombro—. Casi me matan del susto.
—Se quedó dormido y sus amigos lo condenaron a que fuera él quien te ayudara —Melody se deja caer encima del sofá color beige que ahora ocupa el lugar donde alguna vez estuvo el nuestro.
—Estoy segura de que él está encantado de ayudarme —Sam me sonríe y se da vuelta comenzando a caminar hacia las escaleras—. Ven, no quiero quitarte mucho tiempo.
La sigo en silencio escaleras arriba y por el pasillo hasta llegar a la habitación en la que dormía Melody, la del balcón.
—Comencé a limpiar la habitación esta mañana, es increíble la cantidad de cosas que tenían aquí adentro —Dice esto último bajando un poco el tono de voz—. En realidad no hay que mover mucho, quería que vinieran para llevarse esto...
Se mete detrás de unas cuantas cajas apiladas y, tras perderla de vista por algunos segundos, vuelve a aparecer cargando una caja etiquetada como «Basura» que me hace fruncir el ceño.
—Hay fotos familiares, unas baquetas, ropa interior... Todo lo que encontré y sé que no le pertenece a ella lo metí aquí dentro. El nombre es para que no fuera a abrirla por accidente.
Me pasa la caja y la agarro dejando que en mis labios se dibuje una sonrisa al ver las fotos instantáneas que le tomé mientras dormía abrazada a Booboo. Cada mañana, al despertar y encontrarla con el peluche, me quedaba contemplándola embobado hasta que su alarma sonaba y tenía que fingir que todavía seguía durmiendo porque le gustaba alardear sobre despertarse más temprano que yo, aunque lo cierto es que no hubo siquiera un día en que lo hiciera.
—¿Sigue durmiendo con ella? —pregunto, aún viendo las fotos con la sonrisa intacta en mi rostro.
—Ama a ese peluche con su vida entera —Sam vuelve desaparecer entremedio de las cajas—. No creo en Dios, pero le agradezco por haber protegido los recuerdos de su padre, no sería justo que haya pasado su vida entera intentando conocerlo a través de su arte y que de un día para otro todo eso simplemente desaparezca de su cabeza.
—Es muy loco que recuerde casi todo sobre Liam y muy poco del resto de las personas...
—Los recuerdos de su padre fueron los primeros que aparecieron, ni bien poner un pie en su habitación y ver el póster de él supo quien era... El resto llegó a ella como si nada.
Suspira y por un instante su mirada se pierde entre las cajas, como si su mente hubiera viajado cien años luz de distancia.
—Hacer cosas que ya había hecho estimula su cerebro, por eso la apoyamos a que viniera aquí. Todo lo que tenía por recordar en New York ya está en su cabeza... Me ha hablado mucho sobre ti estos últimos días, creo que estás empezando a aparecer en sus recuerdos...
Supongo que ha de pensar que esos recuerdos sobre mí son tiernos o algo similar, lo último que debe cruzar su mente es que las únicas cosas que Melody ha recordado sobre mí tienen sexo de por medio.
—Quizá la casa la ayude —me encojo de hombros a la vez que ella se acerca y deja otra caja encima de la que tengo en brazos.
—Quisiera poder decirle... —Sam me mira y en sus ojos noto un dejo de lástima—. Se la escuchaba feliz estando contigo y si estuviera en mis manos haría cualquier cosa para que te recordara, de verdad...
—Aunque pudiéramos decirle creo que optaría por no hacerlo —suelto y ella frunce el ceño—. Cuando llegó aquí por primera vez no tenía a nadie, estaba sola y me escogió para ser quien le hiciera compañía; si ahora que lo tiene todo también quiere que sea su persona especial entonces sabré que...
—¿Qué es real? —pregunta como si pudiera leerme la mente y yo asiento—. No dudes de eso ni un segundo. Conozco a mi hija y sé que para ella es real, tan real que vino a Barstow a buscar al chico del que está enamorada. Vino a buscarte.
—¿Le dijiste que salía con alguien? —Ella hace una seña con la cabeza hacia la cama que solía ser de Melody y yo dejo las cajas en el suelo para ir a ayudarla—. ¿Entonces cómo sabe que estuvo enamorada?
—Recuerda cenas, viajes en coche cantando, se recuerda a ella con alguien... Te recuerda.
—Pero no sabe quien soy —sonrío levantando la cama con todas mis fuerzas para que ella tenga que hacer lo mínimo.
—Es cuestión de tiempo que se dé cuenta —señala un armario y antes de que diga algo estoy en marcha hacia él—. Hace poco recordó a Robin, a lo que pasó entre ellos y por qué hizo lo que hizo.
—Quise molerlo a golpes cuando lo vi sentado junto a su camilla —murmuro y ella sonríe rodando los ojos.
—Deberías formar un club de odio con Fausto —me señala con el índice—, Erika seguro se les une.
Río—. ¿Cómo está Fausto? ¿También vendrá?
—¿Conoces a mi padrino? —Me volteo viendo a Melody parada en la puerta de la habitación y regreso mis ojos a Samantha esperando que sea ella quien responda, pero no lo hace así que me veo obligado a hablar.
—Lo conocí cuando fuimos al hospital a verte —Suelto la verdad intentando que mi tono nervioso no la haga sonar como una mentira—. Todos los de la banda lo conocemos, a Erika también.
Sube y baja las cejas agachándose con curiosidad junto a las cajas que dejé en el suelo, pero antes de que llegue siquiera a tocarlas, giro el armario buscando dejarlo pegado a la pared y corro hacia ella sin molestarme en disimular mi nerviosismo.
—Es basura —Me apresuro a tomar las cajas y volteo a ver a Sam que me mira con los ojos bien abiertos.
En otra ocasión me preocuparía que me hubiera escuchado expresar mis deseos para con su ex novio, pero en este momento lo que más me preocupa es que vea esas fotos; Dakota me mataría y Melody haría muchas preguntas que no estoy dispuesto a responder.
—Ya acabamos con lo pesado, el resto podemos moverlo nosotras —Sam coloca un cajón dentro del armario y se limpia las manos en su short de jean—. ¿Volvemos abajo? Hay algunas cervezas que compré para Eri, pero podemos beberlas y fingir que jamás existieron...
—Bajen ustedes si quieren —dice Melody abriendo las puertas que dan al balcón—. Yo voy a quedarme.
—En ese caso... —Sam toma las cajas que tengo en mis brazos y me guiña un ojo en señal de complicidad—. Dejaré esto en la camioneta y luego voy a ver una película, no me interrumpan.
Abandona la habitación y una vez estamos a solas me dispongo a caminar hacia Melody que para entonces está recostada en la barandilla del balcón. Apoyo mi espalda en la pared junto a la puerta y me dedico a apreciar la vista; ella, la luna y los picos de los árboles siendo iluminados por su brillo crean una imagen perfecta que no me asombraría encontrar en una postal de recuerdos para turistas.
—No entiendo cómo es que puede gustarles tanto esta ciudad —suelta en un suspiro.
—¿Por qué lo dices? —Me cruzo de brazos y de repente las ganas de tener un cigarrillo entre mis dedos me abraza.
Si soy sincero, jamás entendí por qué seguí fumando después de probarlo. Al principio fue para estar en la onda de Abraham, luego porque creía sentir mi cabeza liviana y al final solo porque me gustaba la sensación de ardor que dejaba en mi pecho; sea cual sea la razón por la que no lo dejé antes, fue estúpido.
—No sé, no hay mucho qué hacer, siempre ves los mismos rostros, todo es de un color tan aburrido... Cada vez que pienso en que la Melody del pasado acabó aquí me da pena por ella...
—Ey —No voy a negarlo, me ha ofendido un poco.
—Es la verdad —se encoge de hombros—. Nací en New York, Harry, toda mi vida estuve rodeada de grandes manzanas y jamás escuché el sonido del silencio, no sé cómo pude quedarme en Barstow tanto tiempo.
—La banda te conquistó —Le sonrío a pesar de que no pueda verme.
—Estoy segura de que fue así porque sino me habría marchado ni bien llegar —se gira hacia mí ladeando la cabeza—. ¿Tenía más amigos además de ustedes y Giulia?
Por un segundo me replanteo si esa es información que pueda darle y tras decidir que no va a hacerle ningún daño finalmente comienzo a hablar.
—Nicholas, Louis y Meekah, eran compañeros de trabajo en el bar.
—¿Phebe era mi mejor amiga? —Apenas la pregunta deja sus labios suelto una carcajada.
—Ni de broma —seco las lágrimas que desbordan mis ojos. Si buscaba hacerme reír no tuvo que esforzarse mucho—. Al principio ni siquiera se llevaban bien...
—Es porque a mí me gustaba el mismo chico que a ella —entorna sus ojos y de repente mi risa se detiene.
Me quedo en completo silencio y cuando ella vuelve a insistir obligo a mi cerebro a reaccionar antes de verme completamente delatado.
—Algo así —Me acerco a la barandilla y apoyo mis codos en ella fijando la vista en los árboles—. Más bien creo que le estabas empezando a gustar a él y ella podía notarlo.
Phebe supo lo que sentía por Melody incluso antes de que yo pudiera aclarar mi cabeza y darme cuenta de que estaba comenzando a enamorarme.
—¿Tú lo conoces? —me pecha con el codo—. Supongo que no es tu amigo porque no te atreverías a verme de esa forma si lo fuera.
—¿De qué forma? —frunzo mi ceño volteando a verla.
—Como si siempre estuvieras a punto de perder el control y besarme.
Chasqueo la lengua regresando mi vista al frente—. Yo no pierdo el control.
O al menos era así hasta que bailamos Locked out of Heaven por toda la sala y cuando la canción acabó me dejé llevar por lo único que sentía en ese momento; deseo.
—Me gusta esto —vuelve a codearme y yo a mirarla—. Ojalá te hubiera conocido antes.
—Me estás conociendo ahora —me encojo de hombros—. Nos estás volviendo a conocer a todos.
—Y con algunos es fastidioso —rueda los ojos—. ¿Garret siempre fue así de pesado?
—¿Qué pasa con él? —pregunto con un sorprendente tono divertido.
—Día por medio me escribe preguntándome si quiero salir, si quiero ir a fiestas, si quiero ir a por un helado... Ese tipo no se cansa.
—¿Te cuento algo? —subo y bajo las cejas a la vez que ella sonríe—. Mi madre rechazó a mi padrastro seis veces hasta que finalmente aceptó casarse con él...
—Ay —frunce sus labios—. Yo no podría soportarlo estando en los zapatos de ninguno de los dos.
—Se aman desde siempre, supongo que eso es lo que realmente importa, un papel firmado no va a hacer que se amen más.
—El matrimonio es otro nivel en una relación —Alza su mano en el aire y sacude su dedo haciendo que el anillo en él resplandezca con el brillo de la Luna—. Te lo dice alguien que está felizmente casada.
Por acto reflejo bajo mi mano, pero no puedo reprimir la sonrisa que se forma en mis labios.
—¿Le dijiste que sí a la primera? —pregunto y mi sonrisa se ensancha.
—No puedo decírtelo —se encoje de hombros empezando a caminar hacia dentro de la habitación—. No lo recuerdo.
—Ojalá no lo hayas hecho esperar mucho...
—¿Por qué? —Se detiene a mitad de la habitación—. Si de verdad me quiere va a esperar todo lo que tenga que esperar, tu padrastro es la prueba de ello.
Estoy esperando, creéme, lo hago cada día a pesar de creer que es tonto esperar por amor.
No digo nada, porque no puedo soltar lo primero que cruza mi mente, así que ella solo se da vuelta y continúa caminando hasta llegar a la sala.
Sam está acostada en el sofá, como dijo, viendo una película con un tarro de helado de chocolate por delante.
—Debería irme —digo señalando al puerta con el pulgar.
—Si quieres quedarte hay helado suficiente para los tres —Sam me sonríe y yo niego con la cabeza devolviéndole el gesto.
—Tranquila, en serio debería marcharme a casa antes de que sea más tarde.
—¿Seguro? —Melody me pecha con su cadera y yo asiento.
—A mi madre no le gusta que ande en la ruta a solas y menos en la noche... No quiero preocuparla.
Me despido de Sam con un beso en la mejilla y camino hacia la salida con Melody siguiéndome los pasos.
—Saluda a Victoria de mi parte —grita Sam cuando ya casi alcanzamos la puerta y yo le aseguro que lo haré.
—Gracias por venir... —Melody me sonríe dándome un beso en la mejilla.
—Básicamente me secuestraste —digo y ella entorna los ojos.
—Ya quisieras que te secuestre —golpea mi hombro.
—Solo si vas a ponerme esposas —uno mis manos llevándolas hacia adelante—. Es un fetiche.
Su ceño se frunce—. ¿Ya habías dicho eso antes? —ladea la cabeza—. Ponme las esposas, Dak... —murmura—. ¿Lo habías dicho?
Mi ceño se frunce recordando el momento exacto en que efectivamente le pedí que me pusiera esposas porque no quería ser libre, quería ser suyo.
—No me hagas caso —resuelve haciendo un movimiento con su mano—. Creí recordar algo, pero se fue.
Trago grueso intentando formar una sonrisa de consuelo en mis labios.
—Ya volverá —sobo su brazo—. Hasta pronto, Melody.
—Descansa, Harry.
Me meto en la camioneta viéndola volver a entrar en la casa y una vez cierra la puerta saco mi celular. En el grupo de WhatsApp de la banda hay unas fotos que nada más verlas dibujan en mi rostro una sonrisa que lo cruza de lado a lado y no me abandona sino hasta que estoy en mi cama y el sueño me vence.
En las fotos estamos Melody y yo durmiendo uno pegado al otro hace algunas horas atrás y en cada una de ellas —tres en total—, salen Phebe, Lena y Mike haciendo corazones con sus manos y caras para nada bonitas que pienso usar en stickers.
No puedo culparlos, nos vemos demasiado adorables y siendo sincero, creo que yo tampoco me habría resistido a burlarme si cualquiera de los chicos está en una situación similar.
Holiiii, cómo llevan la primer semana del añooooo?
Espero que estén llenos de metas y por supuesto, que se las metan, ah.
Faltan dos meses para arrancar la facultad otra vez y a mí ya me tiembla el ojo del estrés. Este año toca una de las materias más difíciles (según la fama que le han dado) y de solo pensar en todas las cosas que quiero hacer en el año y el poco tiempo que voy a tener me da ganas de dejar todo y mudarme a una casita en medio del bosque corte cuento de fantasía o a Alaska que últimamente me tiene enamorada.
Además, Morat dijo que antes de los 20 se vale tener delirios de delincuente, romper corazones y ver lo que se siente y acá la didi cumple 20 este año y no ha hecho nada de eso. No sé cómo, pero para el 27 de abril espero haber tachado esas tres cosas en mi lista, ah.
Bueno, nada, les deseo que tengan un buen año.
Besos en la kola, caras de bola.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro